domingo, 25 de enero de 2015

La Mascarada Nacionalista



Hacía ya tiempo que uno no escribía sobre el tema que más le pone, lo reconozco; pues la exageración estético-política y el entusiasmo provinciano-cultural del nacionalismo seducen al más "acelgado"  a la críticae indignan al más perspicaz. La inteligencia práctica no sólo existe para sortear los azares amorosos, o los problemas económicos de la vida moderna, reducciones ambas del espíritu de nuestra época. Incluso simbiosis sospechosa, la conexión de relaciones amorosas y mercado; quizás siempre ha existido como mercancía o producto, venta, alquiler y apropiación (explotación) de cuerpos de trabajo (trabajadores, prostitución, siervos y militares civiles), pero nunca se habían dado como "modos" de vida inexcusables de toda clase social; como formas de vida ontológicas, necesarias e inseparables. En todo caso, la inteligencia práctica no sólo esta para eso, sino también para identificar según la razón crítica, los fenómenos y acontecimientos políticos que pueden significar sombras y oscuridad en el devenir de lo real. Pues el auge del nacionalismo, su explosión ético-estética y sus vicios sociales (cierta actitud fascista entre la población) en tanto que exclusiones lingüísticas y privaciones culturales (normas y reglas muy catalanas); conducen a un escenario nada óptimo para aquellos cuya libertad y la verdad  (sin exaltaciones liberales) son sus bienes más preciados. Ya que ambos dependen directamente de las relaciones de poder, las configuraciones ideológicas y sus determinaciones materiales. Algo que se esta moviendo tanto estructural como superestructuralmente a nuestros pies; especialmente en el subsuelo séptico de Cataluña.

La convocación de elecciones para septiembre, las terceras en cinco años, de nuestro más que amortizado y sobado "president", no es otra cosa que la repetición de la mascarada nacionalista, el único mecanismo político que puede ejercer con eficacia y buenos resultados, pues hábil en el engaño y la ficción es nuestro mesías, Artur Mas. Mientras adormecido y catatónico permanece el supuesto "pueblo" catalán. Acostumbrados a ficciones y simulacros de la realidad (que van muy en serio), a embrutecer el terreno político (acusaciones y etiquetados de fachas al "enemigo") y enmascarar su ideología, nos vemos ahora ante un nuevo engaño. Se pretende hacer pasar unas elecciones autonómicas que deberían ser corrientes y normales, en un plebiscito, en un seudo-referéndum secesionista, una seudo-elección decisiva del futuro de una originaria y "edénica" nación recuperada, devuelta por las fuerzas irrefrenables de la historia. Mas pretende jugar con distintas falacias consustanciales al nacionalismo, inherentes a la "derecha", pues el nacionalismo es eso, la derecha más rancia y casposa de nuestro tiempo. Falacias como: "ahora es el momento de decidir" (como si no hubiera un mañana), "nuestra libertad esta en juego", (como si la opresión fuera distinta para los catalanes que para el resto de España), "derecho a decidir", (sin concretar críticamente quién y qué), "nuestra cultura y país propios", (como si las culturas fueran mónadas incomunicables) etc. Falacias, mentiras y juegos eufemísticos del lenguaje que constituyen realidades hostiles, situaciones parasitarias y apropiaciones indebidas de "lo común", del espacio público. Como pueden ser instituciones estatales y públicas: el "Ateneu de Barcelona", los distintos ayuntamientos, la "Generalitat" o el propio "Parlament". Y quién sabe si también los diversos cuerpos funcionariales: escuelas y cuerpos de seguridad (policía);  que es especialmente allí donde se juega el futuro y el presente de las ideologías críticas, de resistencia y oposición. Allí donde el pensamiento (supuestamente crítico y formado) y la fuerza física residen y pertenecen por igual a todo ciudadano; independientemente de su identidad política o cultural, moral o racial, condición social o nivel económico. La construcción de nuevas estructuras nacionalistas e identitárias, esto es, privativas y exclusivas, solo es posible mediante el engaño y la trampa a la democracia española, al sistema y régimen político vigente en el país; mediante el sorteo e infracción grave de las leyes españolas, que en tanto que estatales, son por lo tanto de "todos". Evitando la cínica y mezquina distinción entre "ellos" y "nosotros". Una dialéctica de las identidades y el conflicto, no una dialéctica de los diversos (Gramsci), ontológicamente real y no prefabricada y construida ad hoc por "partidos" nacionales y no de clase (que también son de clase). Véase lo que ya se ha dicho sobre ERC en distintas ocasiones; que esta entre la izquierda o el "país", entre las ideas o la "Nación" que es tanto como decir, entre la ideología y el "Mito" (en Gramsci son in-discernibles uno de otro, aunque aquí las distinguimos por grado). 

Como iba diciendo, la mascarada nacionalista consisten en hacer pasar al pulpo por animal de compañía, pues pretende celebrar un plebiscito, una consulta secesionista ilegal e ilegítima, tanto para la constitución como forma política permanente, como para el resto de ciudadanos no nacionalistas (residentes o no en Cataluña) que constituyen la política-acción (política-pasión) o acción permanente del país como agentes políticos (pueden constituir los cambios en las condiciones de las relaciones de poder). Mientras no reaccionen o reaccionemos, la mascarada conducirá a unos resultados y unas producciones políticas problemáticas; tensas tanto en su "interior" como "exterior". Pues el enemigo será la resistencia interior no-nacionalista y las clases trabajadoras; y la presión exterior: geopolítica internacional (España pueden vetar a Cataluña en la UE), financiera y comercial (cambios de moneda, deuda pública, retirada del mercado común...) etc.  Un engaño plebiscitario o secesionista que deben asumir no solo los partidos políticos o representantes políticos, sino todos los ciudadanos. Los nacionalistas han conseguido cerrar el compás, polarizar el contexto y construir dos bandos, dos trincheras en un terreno seguro para ellos, pues con la división y minoría de fuerzas que son claramente anti-nacionalista (PP y C'S), no hay combate ni oposición posible frente a la unión nacionalista, ERC y CIU y las demás fuerzas no identificadas plenamente con el "proyecto" o "causa", pero que su posición y situación de ambigüedad la posibilitan y fecundizan. Así pues, el "ciudadano" (que no individuo cultural o nacional) se ve ocupando una posición de blanco o negro, de "pro" o "contra" en unas elecciones, donde el pluralismo y la diversidad de todo sistema democrático debería regir. En el caso catalán la mascarada; juego de ocultaciones y alianzas sombrías, todo festivo y entusiasta. Lleva al "compromiso" o a "tomar conciencia" de la situación, no precisamente para bien, pues nos han cambiado las reglas de juego cunado ya habíamos empezado, cuando íbamos por la mitad. ¿Pero quién no podía esperarse una mascarada tal, después de los juegos sodomitas y onanistas  anteriores? 

Como muy bien decía  el siempre elocuente (e inteligente articulista), aunque no siempre comparta su opinión, Arcadi Espada, ayer en un artículo largo (una tercera) para "El Mundo": "(...) ni la fecha ni su carácter ni sus ínfimas garantías democráticas son la principal y más desmoralizadora rareza. La excepcionalidad máxima está reservada a la situación jurídica que vive el presidente Mas: la de imputado de un grave delito de desobediencia, que supondría su inhabilitación" . Pues tiene toda la razón el huraño de Arcadi; el presidente que se supone que va constituir un nuevo y limpio Estado catalán; esta imputado por delitos de desobediencia al Estado, no desde la condición civil o política, sino como representante del Estado. Como máxime árbitro y garante de las normas y las reglas democráticas y constitucionales, una acto de "razón de estado" en toda regla, que nada importa a sus congéneres nacionalistas, pues como dice A.Espada: " El agrio debate español sobre la ejemplaridad política ni siquiera le ha rozado (...) la ley se lo permite y todo el mundo da por bueno que siga siendo presidente" pues todos lo ven como un Jesucristo en la cuz, un mártir sacrificado por su pueblo y su patria; favoreciendo a la inversión mítica de la realidad. No con menos razón dice Arcadi: "Los maltratados ciudadanos de Cataluña tiene derecho a saber si hay indicios de que el principal de los candidatos que van a votar sea un desobediente institucional. Ya comprendo que todo esto no es importante para los independentistas. Ya ha habido alguno que dijo, que no le importaría que fuera un asesino o un pederasta el que trajera la independencia a su sojuzgada patria (...)"  Pues el nacionalismo se lo juega todo y juega con todo/s. Se toma muy en sorna aquella sentencia de Schiller cuando dice: "que el hombre solo es hombre cuando juega y solo por medio del juego se humaniza".  Quizás ahí resida la trampa, en no seguir las reglas del juego y jugar  a ser Dios, héroe o superhombre, jugar a no ser hombre humano; jugar a un juego sin ley ni árbitro. 

Los peligros pues, son muchos: la suspensión temporal (o no) de la democracia, la alteración de las reglas de juego (pluralismo, la ley, las formas y estructuras estatales etc) según convenga a los intereses arbitrarios y particulares de la "razón de estado" asimiladas e integradas por un gobierno nacionalistas ilegítimo y doctrinario. No pluralista y constitucional (en tanto que común). También existe el peligro de la "hegemonía política" que en Gramsci consiste en una hegemonía de partido y de facciones de partido, es decir en los grupos de comunicación y medios doctrinales públicos, que tienden a asimilar consciencias según intereses mediático-partidistas. Es decir, pretenden mimetizar los deseos, aspiraciones y esperanzas (ideología) de los sujetos particulares, con el de las organizaciones en "partidos políticos"; consiguiendo así los mismos efectos y consecuencias de la dominación, pero sin uso de fuerza o violencia, cosa que es de agradecer. 

Lo más peligroso no es solo el carácter del plebiscito y sus suspensiones "temporales", ni la condición jurídica y política del "president". Sino la hegemonía, el carácter arbitrario, subjetivo  y unívoco de las mismas. Estando el destino de los ciudadanos catalanes en manos de una interpretación subjetiva y partidista (interesada y ad hoc), de la futura aristocracia mediático-política (económica). En lugar de en manos del Prícipe de Maquiavelo, según la interpretación de Gramsci. Principe no en tanto que individuo concreto y particular, sino en tanto que voluntad colectiva objetualizada en relaciones materiales de los partidos. Articulados según el juego político (estructura/superestructura) en que la "toma de conciencia" se da en el territorio de la dialéctica  "ideológica" como expresión del desajuste económico material, y no en interpretaciones unívocas y hegemónicas de una única subjetividad imaginaria; en las que ninguna conciencia puede despertar. Pues de los tres elementos esenciales del Príncipe político: estructuras (fortuna), agentes (virtud) y conciencia (necesidad), faltaría el último, el de la necesidad, que posibilita no las formas permanentes (estructuras políticas), no la acción constituyente (agentes políticos), sino el aspecto crítico y direccional, la descripción-normativo-crítica de la realidad; que en estos momentos tanto necesita en especial Cataluña, en los meses sucesivos.   






sábado, 24 de enero de 2015

En defensa de las causas ganadas




¡Por fin ha llegado el día!, el día en que un servidor pueda ponerse a escribir sobre un tema que realmente domina y conoce con absoluta competencia; pues dejando los problemas de filosofía política o teoría política, dejando de lado las contingencias sépticas de la política y las sublimidades de la literatura y el cine; el tenis es el "acontecimeinto" o fenómeno que más a marcado mi vida. Uno de los entretenimientos junto al cine, que más ocupa y desgasta mis horas, que llena mis huecos muertos y no tan muertos, y que consigue levantarme de la silla (gritos de alegría ante buenos partidos)  a excepción de los momentos, más que frecuentes, en que uno de dispone a saquear sin miramientos ni compasión a su condición de clase, la inocente nevera de sus padres (los vecinos ya están advertidos); la cual saquea con una técnica mercenaria insuperable, pues no dejo ni rastro. Como iba diciendo, el tenis es "la" competencia por excelencia de un servidor, el deporte de caballeros que practiqué durante años y que me hizo conocer, compitiendo aquí y allá, las insondables tierras de Cataluña, feudo pastoril hoy de todos los pueblerinos venidos a grandezas revolucionarias; horteras y cutres, eso sí. 

El caso, es que los motivos que me llevan a escribir un artículo sobre tenis, no son otros que la incompetencia y el "paletismo" de distintos periódicos de papel, digitales y demás medios de comunicación "deportiva"; concertadamente "El Mundo" y "eurosport". Pues estoy harto de tener que leer a los redactores de fútbol, escribir sobre tenis por falta de personal o por sorna indigna. Leer a cualquier otro periodista renacentista que pretende hacer méritos tocando todos los palos o tener que soportar a jugadores frustrados venidos a entrenadores prometedores como E.S.Vicario. No hay nada más humillante, que en un  deporte serio, tener que leer y aguantar la crónica mediocre en manos de un "cervecero futbolero", que debe confundir las raquetas con coladores, y el silencio sepulcral en las canchas por un funeral; por no hablar de los líos que debe tener con el sistema de puntuación. El arrebato pretende responder a una serie de injurias, inexactitudes y tonterías que se vierten en las mínimas secciones de tenis en los periódicos. En la sección deportiva del "El Mundo" puede leerse: "Más que un mal día"; "La derrota ante Seppi en tercera ronda evidencia el declinar de Federer en los "grandes""  o "su físico parece haberse quedado sólo apto para competiciones de segundo o tercer orden" entre otras lindezas. Eso se lo dicen a un jugador que con 33 años obtuvo los siguientes resultados en 2014: semifinalista en dos de los 4 Grand Slam de la temporada (AO y USA open); finalista en Wimbledon (perdiendo ante el intratable Djokovic); ganador de la Copa Davis por Suiza (país que me encanta),  finalista en cuatro Master 1000; ganador de Master 1000 de Shangai y terminando en segundo lugar en el ranking ATP. Sin recordar que ha empezado el año ganando el torneo de Brisbane, primero de la temporada, derrotando con cierta soltura y finura a M.Raonic, una de las jóvenes (es de mi edad) revelaciones de 2013.

Así pues, si no tenemos en cuenta (que es mucho obviar) que Roger Federer es el mejor jugador de la historia (la era open) del tenis, tanto en número de "Grand Slam" ganados (17); el segundo es Pete Sampras (ídolo de mi padre y por el que hemos reñido varias veces) con 14; no solo según un criterio cuantitativo (resultados empíricos), sino que además, cualitativamente su juego, junto con las nuevas tecnologías (pelotas y raquetas), ha  dado los mejores partidos, los mejores puntos y los mejores juegos (espectáculos), de todos los tiempos de la raqueta; pues su estética y sencillez no ha sido alcanzada por nadie, recordemos que es un jugador clásico, especialista en hierva, de revés a una mano y juego cortado y con efecto. Tendremos que admitir que al menos la temporada 2014 ha sido una  temporada más que aceptable, que incluso a veces constituye un currículo inalcanzable para la mayor parte de tenistas en toda su trayectoria. Teniendo en cuenta los resultados de 2014, olvidando su historial épico y heroico insisto, los logros de un jugador de 33 años son más que plausibles y admirables,  algo que ni Andre Agassi, John McEnroe o Jimmy Connors que también fueron históricos y alargaron sus carreras hasta los treinta, no consiguieron como colofon o como conclusión de sus resultados deportivos. Pues no es necesario recordar a un Andre Agassi perdiendo en primeras y segundas rondas no sólo de los grandes, sino de Masters 1000 y torneos ATP; pues su estado físico era más parecido a un botijo de gimnasio que al del galgo corredor de Federer. Nadie abrió la boca cuando McEnroe tuvo que maquillar sus fracasos individuales compitiendo en dobles, o Jimmy Connors exageraba sus discretas victorias en las primeras rondas de los torneos  para justificar los abandonos posteriores a causa de lesiones y cobardías. Federer en 2013 ocupaba el puesto numero 6, y terminó el 2014 como número 2, manteniéndose número 1 desde el 2004 al 2009 (pasando por un bache en 2008  ocupando el número 2). Tan sólo un jugador, en este caso solo femenino, consiguió mantener un nivel elevado hasta su retirada con una edad avanzada para el tenis (30 años): Steffi Graf; terminó  en 1999 ganando Roland Garros y peleando grandes finales en torneos menores, jugando a un nivel superior a sus contemporáneas, siempre con los dos golpes que la hicieron ganadora e histórica, y que paradójica-mente son los dos golpes de los que todo entrenador intenta disuadir a su pupilo: la derecha invertida y el revés cortado.

Estas nubes de aves carroñeras que van anunciando el canto del cisne o el ocaso de Federer, no son nuevos ni originales ( por supuesto nada inteligentes), ya que en 2007 Federer perdió en la tercera ronda del Masrer de "Miami" y en el torneo consecutivo de ATP "Indian Wells". En ambos perdió en dos notables, aunque no excelentes encuentros a tres sets, contra Cañas, un argentino que ha pasado sin pena ni gloria, pero que complicaba la vida a las viejas y nuevas glorias, pues es sabida la tozudez y tenacidad con la que juegan los argentinos en superficies optimas en que el juego largo y de bola pesada son efectivos (véase a D.Nalbandian, G.Vilas, J.Potro, G.Coria, G.Gaudio, M.Puertas). En ese momento (2007) las aves carroñeras y las hienas de la estepa, olieron mal la presa, pues anunciaron su decadencia en un momento brillante, un año a un nivel homologable al de toda su carrera; pues uno de los elementos que lo hacen "el mejor de la historia" objetivamente ( a mi nunca me gusto Federer del todo) es su continuidad en un alto nivel de juego, que en los últimos años ha adquirido un plus de espectáculo y show. Como otros jugadores basados en la explosividad de su juego, como en A.Roddick, R. Nadal, J.Tipsarevic, J.Isner, T.Berdynch, F.González, LL.Hewitt - mi verdadero ídolo, aunque Dios me castiga haciendo que sea la copia del novio de una amiga íntima; los novios de mis amigas son siempre mis enemigos - les dan una capacidad de mezclar juego técnico, competitividad y entretenimiento (espectáculo) en un solo cuerpo. Así, los nuevos componentes de espectáculo, expresividad, performance, psicología expresada (...) Hacen de Federer un activo más del tenis entre los más jóvenes o contemporáneos, pues su juego no ha perdido en calidad y fuerza, aunque sí en espontaneidad. Pero sigue siendo un referente y competidor entre los mejores de hoy: Djokovik, Nadal, Cilic, Wawrinka, Nishicori (la gran esperanza), Murray, Berdynch, Raonic etc. Capaz de competir en los torneos de Grand Slam al nivel exigido por los "nuevos campeones", aunque ya no como caballo vencedor, pues la final ya no se le supone, y ni mucho menos la victoria.

De todo ello, no cabe deducir que esté en la frontera de su retirada en tanto que calidad de juego, pues no es un moribundo o viudo de la raqueta, como lo fueron: Agassi, Roche, Safin, Rafter, Mouresmo, Henin, T.Martin; y por supuesto el ejemplo más representativo: Mónica Seles. Federer aún puede seguir, al margen de los psicologismos de redactores fantasiosos, ofreciendo un nivel de juego propio  de los jugadores del "top ten" y ejerciendo un peligro real frente a las expectativas épicas de los demás por batir récords o inscribirse en letras de oro en podio de los mejores. El "suizo", tiene toda la pinta de que morirá matando; y no como un elefante que se dirige al cementerio. Es posible que por edad (en agosto cumple 34) pueda decirse que físicamente en la temporada, pero no en los partidos, se vea resentido, se vea más débil, aunque a brocha gorda ni se perfila su salida inmediata. Concluyendo lo de hoy, es necesario advertir que el jugador italiano que lo ha vencido en tercera ronda del Australian Open (AO), A.Seppi, es un jugador (al que ha ganado en las últimas diez ocasiones de manera consecutiva) que  siempre se ha crecido frente a los "top ten". Pese a que ocupa el puesto 46 en el ránking ATP, su condición es parecida a la de un Cañas, un Hewitt o un Tipsarevic o Soderling, sin llegar a su relato mítico. Es decir, cumple la condición de ser siempre un jugador peligroso, así lo fue ante Nadal en tierra batida hace dos o tres temporadas, y siempre pueden dar la sorpresa. Bien es cierto que su enemigo sorpresa siempre ha sido LL.Hewitt, (a quien dedicaremos otras entradas); un mítico veterano, quién a conseguido batirlo incluso en finales de hierba, en torneos nada desdeñables pre-Wimbledon. Pero eso nos daría para otro artículo...





  

jueves, 22 de enero de 2015

"Pablemos" y los chicos malos (II)


Las palabras con las que terminé el primer artículo sobre los chicos de "Pablemos", pudo parecer una defensa ciega y exagerada, pues planteaba una situación de blanco o negro, una situación seudo-apocalíptica o tremendista. Lejos de mi intención, no pretendía ejercer de docto de la moral, he impartir catecismo del "deber" político de ningún individuo; más bien mi pretensión es plantear un escenario que me parece descriptivo y acertado por adecuado y preciso, aunque su exageración y abuso en el discurso pueda parecer simplificador. A mi entender, ciertos términos como "casta", "sistema", "democracia" , "capitalismo" y otras suertes de generalizaciones de categorías teóricas, me parecen inapropiados y sobre todo confusos, y por ello uno pretende desacreditarlos y usarlos en la menor medida posible. De ahí, que las acusaciones de "casta" (en sentido valorativo y no descriptivo) hacia "Pablemos" me parezcan estériles y "etiquetarias", poco críticas o reflexivas; de la misma manera me sucede cuando algún desencantado del mundo pretende atribuir a M. Capital, todos los males de la mal llamada humanidad; o algún provocador de lo público achaca y sobre carga al desconocido "sistema" piedras y losas que poseen nombres y apellidos más concretos. 

Aunque creo en todo lo anterior, es imposible no recurrir de forma más que puntual al recurso de su uso en artículos breves o de estilo más periodístico que ensayístico; pues su fuerza explicativa, la carga en intención e implicaciones es tan abundante y fuerte que dibuja un perfil amplio y adecuado de lo que a veces puede quererse decir sobre "lo político" (concepto a su vez, esta indeterminado). Pues si entendemos "casta" como corporación especialista y profesionalizada, organizada y articulada como parasitaria y depredadora de lo público, entonces entendemos que se opone a lo político, que constituye un mecanismo "privado" o social de defensa frente a la legitimidad y poder de lo político. Sin declararse o mostrarse como entidad privada o empresarial con ánimo de lucro, sino más bien lo contrario, camuflando su aparato comercial y mercantil bajo la apariencia de "función pública" o carácter político, en condición del cual, obtiene grandes beneficios económicos y dispone de mecanismos o estructuras de poder inalcanzables en el ámbito de la sociedad civil. Del mismo modo, si entendemos "sistema" como marco o esquema funcional y operacional, en que se articulan y organizan las instituciones, las entidades individuales, los discursos y prácticas socio-culturales y económico-políticas; y demás praxis normativo-descriptivas (...) Entendemos sistema como aquello universal y general, jerárquico y regulativo que nos sitúa y nos inscribe en una red de determinaciones materiales y relaciones de poder espacio-temporales. Partimos así de una terminología general y abstracta, pero al menos adecuada y definida para referirnos al núcleo doctrinal y a su vez programático de "Pablemos", pues si bien es cierto que el término capitalismo, desde que son "nuevos políticos" (chicos malos) no lo han usado con tal agilidad y frivolidad; pudiendo hacer referencias al capital, a la banca, a Europa (...) Ya no son los santos inquisidores del capitalismo, y su estrategia de máximos antes, de supervivencia ahora, consiste en atacar al "Estado" al "sistema" y a la "casta"  nacionales y provinciales, como dianas de sus "dardazos".

En los últimos meses se ha intensificado el ataque a "Pablemos", no sin cierta razón, pues sus comportamientos, actividades y acciones se asemejan de forma escandalosa; y  debería ser alarmante para sus bases (cosa que no será así, la fe es la fe), a las prácticas y procederes de la "casta" más vieja; pues la simbiosis y asimilación "en" el sistema que ellos denuncian, es más evidente que su propaganda y retórica de la pobreza. Véanse las desmesuradas cuantías de miles de euros que el profesor Monedero ha recibido por su asesoría en Venezuela, o véase el sueldo del "presidente" Iglesias en su programa de televisión (supuestamente en negro), por no hablar de la forma de recepción de la beca de Errejón o los "chanchullos" de la primera dama Tania Sánchez (puesto que es la novia del más malote de los chicos), que por mucho que sea de IU, su condición se asemeja más a la de un caballo de Troya en IU, que en una Rosa de Luxemburgo. Con todo esto, vemos que es necesario no caer en la erótica de la velocidad del futurismo político de "Pablemos", y mantener el escepticismo y el ojo crítico hacia sus actividades políticas, pues, limpios lo que se dice limpios no parecen. Aunque si lo comparamos (las comparaciones son odiosas verdad...) con el historial delictivo y mafioso de la "casta" de siempre, vemos como se queda en un juego anti-estético de niños, propio de los chicos malos. En definitiva, lo que me gustaría resaltar, es la imposibilidad, como muy bien describió Marcuse en el conjunto de sus obras, de superar la elasticidad y moldeabilidad del "sistema" - en su caso, se refería a las sociedades industriales avanzadas y a las democracias liberales occidentales -; pues la pasticidad del mismo, y más aún, su ausencia de límites parciales, hace irreconocible su "exterioridad", a no ser que sea una destrucción total, del "todo", algo imposible materialmente e inaceptable moralmente. Una "exterioridad" imposible e inexistente pues no existe un lugar de nadie, un espacio en blanco desde el que decidir no condicionado o determinado por anda. O una dimensión desligada de lo material, de la interioridad o determinación del "sistema" desde el que se piensa y actúa, de tal modo que todo decir o hacer es reasumido como función u operación del sistema, reescrito en sus propios términos, para poder ser codificado y comprensible en el común beneficio pragmático; para que pueda tener un poder causal y no caiga en saco roto.

Vemos como "Pablemos" es a su vez una casta (no solo la universitaria, sino una casta política concreta) y que sus funciones y acciones encajan a la perfección con el "sistema", pues si no fueran casta, su función política no podría existir en nuestro esquema de acción política actual; realmente se compenetran y entienden a la perfección con el sistema: su lenguaje, estratégia y mecanismos son los de la técnica socialdemócrata clásica, los del fundamentalismo democrático descrito por Bueno. No conforman una suerte de grupo "anti-sistema" pues no sólo no existe conceptualmente, sino que los resultados empíricos muestran como su producción y sus resultados mediático-políticos son más eficientes dentro del sistema que fuera. Es más, son más relucientes que los resultados del cadáver que se pasea por los pasillos del congreso haciéndose llamar "el PSOE de Sánchez"; pues no se sabe si es socialista, si es obrero, o tan solo español, como diría la canción (cuervo ingenuo de Javier Krahe). Y yo añadiría: que no se sabe si es de Díaz o es de Sánchez, o tan solo de Chacón; o como añadiría Carmen Rigalt: "hubo una época que relucía, una época que se veía en decadencia, y ahora ya no se sabe si ni siquiera existe".  En definitiva; "Pablemos" constituye una alternativa dentro del sistema, pues no cabe alternativa que no sea violenta o revolucionaria que puede estar "fuera" del sistema, pues todo "afuera" en un "contra en el interior". Y es alternativa en tanto que es "casta política", pues sin serlo, tienen menos recorrido en nuestro "sistema" que Junqueras como dietista.

















miércoles, 21 de enero de 2015

"Pablemos" y los chicos malos (I)


Como en todo artículo de cálida actualidad, el análisis no solo debe abandonar la mistificación y ocultación política del lenguaje y la erótica de poder de la escritura académica (de la que nunca he sido un buen siervo); no sólo debe abandonar los lugares "objetivos", abstractos y teóricos de toda mitología filosófica, sino que además, debe confesar su situación concreta y material en el mundo, debe traslucirse (tácita o implícitamente) la perspectiva y el lugar que se ocupa en el mismo; no desde la escatología de la seducción sociológica (sentimentalismo propio de los más osados en el arte del engaño) sino desde el espacio ideológico y político en el que se defienden discursos argumentados y luchas de ideas sin pretensiones de aprehender "una verdad absoluta". Por eso mismo, que no hay nada más clamoroso y actual hoy, que posicionarse como en una suerte de apuesta o carrera de caballos, a favor del "sistema", la "casta", lo establecido , el status quo; o de la "nueva política", "los de abajo", "los del cambio", o los de siempre (sofistas y apologetas) como les diría yo. Pues solo hace falta asistir un número no impúdico de veces en alguna de las asambleas universitarias (UB), en alguna de las reuniones necrófagas de un antiguo cementerio de elefantes "rojos" (Front Cívic), a una reunión de vecinos sedientos, o a cualquier otro tipo de "gregarismo" (distinto de asociación) sectario y doctrinal, en que la ausencia de libertad no sólo consiste en la imposición de unas normas, reglas y conductas privativas y exclusivas, sino en la ausencia de "discurso" en el espacio físico, la degradación del argumento político en pro de pre-vendas, intereses particulares y gremiales, organizaciones mafiosas corporativas y demás formas de casta de "lo social", como antagonistas del espacio político. 

Como vemos, hoy es fácil acusar de casta a cualquier colectivo, como así lo ha hecho no tan recientemente Félix de Azúa (por el que tengo cierta simpatía) en un artículo en el país. Los acusa de "casta universitaria"; a "Pablemos" y sus  chicos; pues no sólo ya le han contestado que él mismo pertenecía a la casta universitaria, sino, yo añadiría, que  a la "casta" de la industrial cultural. Pues todos pertenecemos (yo de momento no), sean trabajadores o capitalistas,  a una u otra "casta"  sociológica que lucha por sus intereses sectoriales o particulares, materiales y económicos. Pues lejos de parecerme mal, la condición de "intelectual" - Félix de Azúa no es filósofo; quizás un ensayista, y seguro novelista - es una forma más de "casta", una ontologización de la condición individual y del trabajo reflexivo, que ayuda a inscribirse en el mercado como productor de algo, y ayuda  a centenares ( no muchos más) de desarraigados laborales a situarse en una posición material holgada o suculenta. En definitiva, acusar a "Pablemos" por ser "casta", no es más que una descripción formal e insuficiente por falta de contenido, de un agente político, que ciertamente, visto el revuelo y las furias desatadas en todos los estratos sociales, económicos y políticos, no hace más que gratificarme y afirmarme en la opinión de que su irrupción es "una" forma de resistencia en nuestro país, a la ideología tecnócrata y sacerdotal del PP y sus homólogos europeos. Como iba diciendo, la acusación de "casta" es insuficiente y precaria; pues sólo es peyorativo si se pertenece a "esta" o "esa" casta;  en un intento de atrincherar el espacio público, o con un propósito de introducir la dialéctica amigo/enemigo en el interior del Estado, es decir, "son" de la casta, aquellos que no pertenecen a la mía; pues hemos visto como las acusaciones venían desde las múltiples castas (caspas) de este país: la casta sindical, la casta funcionarial, la casta empresarial, la casta política, la casta nacionalista etc.

Jugar a la generalización y a la acusación señalando con el dedo levantado al estilo fascistoide de: "estos son unos...(casta, fachas, reaccionarios o cualquier otra etiqueta)" nos conduce a la mayor opresión, a la mayor dominación y coacción política, que es la falta de discurso crítico, la incapacidad de deconstruir y desintegrar el aparato ideológico, lingüístico y publicitario (pura propaganda) de "Plablemos" - por el que no guardo ninguna simpatía, ni tan siquiera me hace gracia su coleta y sus barbas -. Que consiste en una glorificación de la democracia y del pueblo como conceptos oscuros y esotéricos, buenos por sí mismos. O el uso eufemístico y publicitario de términos (que tomados formalmente) son tan cuestionables como tolerancia, solidaridad, libertad, justicia social etc. Pues en su formalización y generalización abstractas, ocultan la inscripción real en un contexto material determinado, que serviría de legitimación o supresión de los mismos conceptos operativos. Y lo que aún es peor: los chicos malos de "Pablemos" ocultan tras esta retórica "Alicia", de la paz y pijo-progresismo, una estrategia de poder; una técnica para dominar las instituciones del estado ocultando su verdadera ideología "marxista"; que por otro lado, nada tiene de malo. En cualquier caso, lo que a mi juicio  parece inexacto, exagerado y fuera de lugar, es hacer el juego sucio del "sistema", limpiar las letrinas doradas y jugar a hacer pasar el tiburón por animal de compañía; identificando como "la casta más peligrosa" a la casta universitaria (hacia la que tengo un rencor infinito); pues tendrían que tener las posaderas muy limpias todos aquellos que acusan, de no pertenecer a ninguna casta aún más depredadora y parasitaria que la universitaria. 

A mi entender pues, la opción de "Plablemos" y sus chicos malos como gran alternativa política, no reside en su contenido ideológico o programático, pues esta oculto como ya he dicho, tras una estrategia integrista-democrática y escalonada del poder, una retórica de la paz y una seducción pueblerina (grito de masas mesiánico) que tanto gusta en este país. Sino en su posición en el escenario electoral, en su fuerza social que arrastra a todo tipo de seguidores y le otorga una capacidad masificadora que ninguna otra alternativa política al margen del binómio PSOE-PP puede recoger. Dicha fuerza lo convierte en un acto de resistencia, en un partido protesta, independientemente de su voluntad de permanencia y gobierno, que puede lograr instaurar una honda y prolongada brecha que sirva de abismo de contención para un colectivo profesionalizado y corrompido de "expertos" y administradores (gestores) políticos; una secta política sacerdotal que vaga impunemente haciendo y deshaciendo entuertos "partidistas" a su antojo y beneficio. Que vagan sacralizando movimientos integristas de "fe" como los nacionalismos periféricos y central; y que  juegan a los "negocios financieros" como quien juega  a "las cocinillas". La corrupción estructural e institucional esta más que confirmada, el paternalismo instructivo y moralizador de los conservadores esta más que atestiguado en sus leyes inconstitucionales y el intento de reducción del espació público, esto es:  la pluralidad, la dialéctica del discurso y la palabra originaria (acción que irrumpe) están más que probadas, Ante esta situación, el intento de los que "apoyaremos" efímera y puntualmente a "Pablemos" y los chicos malos, consiste en ejercer el mecanismos de sustitución de gobernantes, más que apostar en positivo por alguno; como decía Popper, la democracia no esta tanto para poner gobiernos como para quitarlos. Pretendo pues repetir la acción que el sector Krahe de la izquierda (Javier Krahe) llevo a cavo, votando al PSOE tras el engaño y la traición de Felipe González; pues su intención era sacar a toda costa al PP de Aznar del Gobierno. 

Apestado y ensuciado, no veo otra posibilidad política mayor; pues como decía Marcuse, en las sociedades industriales avanzadas, la democracia administrativa actúa más que como un impulsor de la libertad política, como un mecanismo de reducción de la acción política, pues se ha reducida la política a votar cada cuatro años, opinar públicamente -aunque no consista ningún ejercicio de libertad, véanse mis artículos sobre la libertad de expresión -  y actuar "dentro"  de la legislación del partido. En vistas de la reducción de la acción política en nuestro esquema material de praxis política y en vistas de las medidas y pronósticos que el PP piensa tomar para el 2015 ¿por qué no puede ser este mismos año el principio de su fin? Sea cual sea la palanca "legítima" que se use; en este caso a "Pablemos", que tantas ampollas ha levantado entre "los señoritos". No creo que sea gratuita la campaña de desprestigio que se ha levantado entorno a ellos, del mismo modo que tampoco lo es la sospecha en el sentido de los filósofos (todo es una teoría de conspiración contra ellos) de la sospecha, que continuamente exhiben los "chicos malos"; pues es su estrategia y la forma de constituirse más rápidamente como forma política de resistencia, a través de un enemigo exterior que les cohesiona y unifica frente al "enemigo". De todos modos, si hay que escoger, pues así lo obliga nuestro esquema material y nuestra mecánica política, entre la casta homologada de administradores y gestores, organizados mafiosamente o entre la casta de "los chicos malos" (casta universitaria), me quedo con la segunda. Peor he visto a a sindicatos y patronales que a universitarios que aunque por enchufe, no conforman viejas figuras del tablero; pues un partido de teóricos y politólogos, no se daba en este país desde la transición. Y para terminar: si la política en nuestro contexto integrista democrático, consiste en oponerse formalmente sin contenido (pues toda negación es formal) al poder identificado como "política", entonces esta legitimado y nos vemos obligados los que no estamos a favor de lo establecido, a jugar a favor de los únicos que se oponen con suficiente fuerza como para derrocarlos, pues ni C'S ni UPyD logran ni conjuntamente (no hablemos de sus dificultades de pacto) asimilarse a la fuerza de los chicos malos de "Pablemos". 













viernes, 16 de enero de 2015

En torno al Marqués de Sade (yII)



Por fin puedo prescindir de miserables y bochornosas excusas, para justificar mi falta de orden, cordura y mesura estudiantil; tras los artículos sobre la inexistencia ontológica de la libertad de expresión, por fin regreso a Sade, del que nunca debí alejarme, y mucho menos aplazar por mis artículos "filosóficos" cuestionables y cuestionados ya por algunos admirados ojos críticos. Como iba diciendo,¡por fin retomo a Sade! y lo hago con el planteamiento explicitado y presentado en su total diversidad temática, pues lo de hoy, pretende ser una respuesta más o menos crítica a todas las preguntas que se despertaron de mi lectura e interpretación de Sade. La empresa que emprende Sade, no es nada desdeñable, pues recurriendo a la ironía socrática, al modelo expositivo platónico (diálogos) y a la hiperbolización cartesiana de los problemas (objetos epistémicos) responde y se cor-relaciona con el contexto hipertextual (filosófico) de su época. Recordemos que "La filosofía en el tocador" (de ahí surge el contenido de estos artículos) se escribe entre 1794-1795 durante el período de Sade en la prisión, acusado de "moderantista" frente a los revolucionarios del terror de la época "ilustrada". Una obra que toma como interlocutores tanto a los grandes ilustrados: Rousseau ( por no citar a Restif de la Bretonne) y su teoría del buen salvaje; y a Kant con su tercera "Crítica", que servirá de puerta de embarque del Romanticismo, a través de la relación y concepción que establece entre "lo bello y lo sublime" . A su vez pues, Sade toma como interlocutores (nunca explícitos, esto son conjeturas mías) a miembros del romanticismo como Schiller, con su obra de 1795 también ( "cartas sobre la educación estética del hombre"), plagada de kantismo y temáticas contra-ilustradas, que servirán  como temas de polemización con Sade. Pues este, gracias a su condición de personaje o filósofo bisagra - no tantos lo han sido, pero podemos destacar a Platón, san Agustín, Descartes, Spinoza, Diderot, Kant, Hegel (aunque sea un caso único), Nietzsche etc. -  entre dos épocas discursivas, una que terminaba en decadencia y otra que se iniciaba con fuerza y esplendor; ha podido jugar un papel ambiguo en su clasificación política y filosófica, hasta tal punto de no saber cuál fue su mayor aportación: si político-irónica o filosófico-hiperbólica (yo opto por la primera).  

Su posición es por ello inclasificable, pues denuncia los hechos sombríos y el terror de la revolución francesa, denuncia la apología de la razón y la república del ideal ilustrado y a su vez, su postura se muestra antagónica a la sublimación positiva, es decir glorificación de la belleza propia de los románticos, especialmente su contemporáneo Schiller. De este modo entendemos como su compromiso sí que es ilustrado, aunque no el "realmente existente", inacabado o no. La polemización con sus contemporáneos e hiperbolización con los que toma como interlocutores tácitos, hacen de su filosofía algo muy general y amplio temáticamente, a la vez que poco precisa y nada técnica, pues su misión concreta y consciente era una causa política, no solo por su intención, sino por las circunstancias materiales. Recordemos que debía tomar el tema de la pornografía como pretexto para exponer sus tesis, como método de escritura de la ocultación, como una escritura silenciosa e invisible para los ojos de la censura, que era el enemigo revolucionario; un modo de disentir y no dejarse gobernar era jugar con la ironía y la escritura (nada espectacular literariamente). Hay que reconocer que es de muy valerosos situarse como un filósofo en fin de época y ser contrario tanto a lo que hay, como  a lo que se vislumbra, y si además es lo suficientemente inteligente y avispado como para construir un método, la escritura, para ocultar su causa política sin menosprecio por la influencia que pretendía causar, y así causó (hoy en día disponemos de micro-escrituras políticas contrarias a la ilustración), el mérito se ve engrandecido por el sentido del humor, la ironía y el sarcasmo. Él mismo se reía de sí mismo, puesto que se dedicaba a recaudar impuestos como gobernador, y en su obra no deja de remitirse a estos mismos como: pobres de espíritu, incapaces de goce, nonatos del placer, marginados del disfrute de vivir el cuerpo y le mente. Un personaje muy graciosos en definitiva. 

Las reflexiones políticas sobre el personaje y su época nos llevarían demasiado lejos, al menos tanto como las siempre brillantes reflexiones de Arendt sobre un Lessing "en tiempos de oscuridad". Por ese mismo motivo, para no ridiculizarme en un intento de establecer perfiles políticos en tiempos convulsos y que sobrepasan mis facultades; mi propósito se reduce al filosófico, que presentado como lo presenta Sade siempre resulta mucho más grato tanto para el escritor como para el lector, que no una disertación sobre Hegel. Aunque será inevitable concluir con su propósito político. Sin más dilación, debemos afrontar el problema general en Sade: Las promesas, esperanzas y anhelos de la cultura para con el hombre: la seguridad, la belleza, el orden y la estabilidad, la perdurabilidad y prosperidad material, intelectual, espiritual y física de los hombres en un estado de cultura contrapuesto al estado natural reivindicado por Rousseau. En esta problemática debemos destacar que la ironía no brilla por su ausencia, más bien satina todas sus reflexiones sobre el tema, pues la alternativa irónica de Sade consiste, no en establecer un retorno regresivo o adámico a la naturaleza. ¡Oh! paraíso perdido de los hombres, ¡oh! tierra de felicidad orden y apogeo de las virtudes humanas. Ofreciendo una "tercera vía" (tan de moda en nuestros días), Sade propone una inversión del platonismo (no al estilo de Nietzsche como dice Deleuze), es decir, en lugar de una utopía política (moral y cultural), una "Distopía del placer", una supresión, eliminación y subversión del orden cultural, de las normas y reglas culturales, y una sumisión a las leyes e inclinaciones corporales y naturales del placer, pero no desde el orden natural mismo, sino desde el reino propio del placer, esto es, el cuerpo, aunque sea en un medio de cultura, no se trata de moverse en ella como resplandeciente héroe, sino de estar en ella como intruso o ladrón, en decadencia, en ruinas. Una nueva caverna platónica (apariencia/sombras) del goce, el disfrute sensible y epidérmico, un macro-potro de tortura, donde el dolor y el goce íntimamente ligados, campan sin dominio, represión, orden autorizado o control alguno. Lo que se pretende destruir es la "gran promesa de la cultura": Eros (idea que retomará Freud); el amor como unión de individuos, unión de cuerpos individuales que configuran familias y estas a su vez, el gran cuerpo social; los principios básicos de la política orgánica de Hobbes. Esta idea de la política como gestión y administración de los cuerpos ya contenida en Sade, es la que adoptará Foucault en sus estudios posteriores sobre las sociedades panópticas. 

Ciertamente la idea de Eros como fundamento de la cultura puede rastrearse antes que en Freud o Sade, en san Agustín (ciudad de Dios), e incluso en Aristóteles (filia). Dejando de lado todo esto, la fórmula que Sade pretendía destruir es la idea de matrimonio (base del amor) formulado por Kant como "contrato entre dos socios que se garantizan recíprocamente el derecho de uso exclusivo y pleno de sus cuerpos y órganos sexuales, y los resultados que de ellos se deriven"; Sade contrariamente apuesta por la abolición de ataduras y restricciones, de contratos sociales abusivos o privaciones corporales, apuesta por colectivizar los cuerpos, democratiza el goce e impone las máximas de "Todos han de poder usar y ser usados por todos" o "nadie puede privar a nadie de nada (placer)". Lo que pretende conseguir con esta "distopía" es acabar con el carácter monolítico, regresivo y orgánico de la cultura, pretende ridiculizar y satirizar las normas represivas y estrictas de restricción corporal, a la vez que muestra los resultados de la falta de orden, organización y regulación que se conseguían mediante las revoluciones. Mostraba la solución divina a través del cuerpo del delito, del cuerpo del monstruo o el diablo, un acto hiperbólico que le lleva a destruir la máxima que servía de pretexto para el terror, esto es la "diosa razón" ilustrada y ensalzada por lo revolucionarios. Pues él defendía la razón como tribunal de los límites, como imposición de límites (normas y reglas) para poder distinguir el delito y el crimen, es decir, que si la razón lo podía justificar todo: crímenes, violaciones, violencia, muerte y subversión, entonces, la razón entendía el bien y el mal como simples trasformaciones de formas, como principios orgánicos motores de la naturaleza (simple movimiento mecánico); principios que aseguran la fecundidad, mantenimiento y reproducción de la naturaleza pero no de la cultura verdadera. El bien y el mal (si la razón no pone límites) no existen como categorías morales, entonces, no existe ni la culpa, ni la redención secular ni la responsabilidad propias de la moralidad; se ve a la cultura como continuación de o expansión de la naturaleza, se ve la cultura como una segunda naturaleza, una cultura subordinada a las leyes de la naturaleza, es decir un estado bárbaro según Schiller, pues el salvaje es el que vive en el estado natural, pero el bárbaro es el salvaje en la cultura. 

La reflexión es mucho más sutil de lo que podría parecer, pues si Dios ha muerto, con él a muerto la razón como tribunal del límite, y por lo tanto todo esta permitido; sólo existe transgresión si hay límites, de la misma manera que sólo hay profanación si existe lo sagrado, hay violación si hay propiedad, hay crimen y delito si hay ley;  y hay bien y mal  sólo si existen cosas que no pueden hacerse bajo ningún precio o pretexto. Resulta así que Sade es un puro ilustrado; un puro defensor de la razón como tribunal político: límite y orden, organización y articulación de una sociedad. En uno de los diálogos sádicos, uno de los personajes se suelta una parrafada de decenas de páginas, filosofando sobre la inexistencia de dios, más allá de los insultos que le profesa; en la que se muestra la existencia de un mal absoluto tras la marcha de Dios. Es decir, si se niega a Dios, la libertad se hace presente, y con ella se abren las puertas del mal absoluto. En esta escena se esta representando a Dios como la razón, y la razón como límite, como ley, cuya ausencia ciertamente posibilita la libertad absoluta, cuyo ejercicio máximo es el mal absoluto. Pues no obedecer, no es una simple subversión de las normas culturales y las reglas políticas, sino la suspensión del orden natural, de la ley natural (contra Rousseau), la libertad es no obedecer, por lo tanto no solo basta con entender el mal como simple transformación o cambio natural (biocenosis); sino que hay que invertir ese mandado mecánico y automático; y "desear" y "querer" el mal, tener conciencia del delito, dirigir la voluntad a perseguir hasta la propia destrucción de la naturaleza misma, no solo lo humano. Esta radicalidad es expresada públicamnete  a través de la técnica política de la escritura, y esto no es gratuito; pues cabe preguntarse ¿para qué hay que establecer una pornotopía  a través de la escritura, si su objetivo es político más que filosófico? Precisamente porque el único modo de hacer el mal absoluto, es a través de un mal que esta antes, durante y después, un mal que pueda hacerse sin cuerpos físicos, sin que el sujeto material tenga que estar despierto y activo para ejercerlo; un mal que se ejerza mientras duermes, un mal que pueda hacer el espíritu. Es decir, al hacer partícipe, colaborador, espectador y cómplice al lector, consigue convertirlos en delincuentes, en asesinos, en criminales, en sujetos necesarios que permiten el desorden y ausencia de la razón (Dios). La escritura y el lenguaje irónico, son en este caso, como en tantos otros, una técnica y estrategia política, más que filosófica; y al mismo tiempo mucho más útil como artefacto político que como filosófico.

Veo en Sade a un  Maquiavello de su época, un Sócrates anónimo y silencioso, un anti-héroe cuya figura real es antagónica y absolutamente inversa a su proyección pública y su fama de teórico del mal absoluto o radical. Pues como vemos: Dios, el mal, el placer, el sexo, el cuerpo, la propiedad (...), son objetos hiperbolizados para defender aquello que cuestiona en sus escenas y preguntas planteadas en sus obras. Resulta que tenemos a un ilustrado ortodoxo, a un defensor del orden, de la propiedad del cuerpo, de la razón como límite, de la libertad bajo el mandato de la moralidad y del poder político institucional. Un anti-rousseauniano y anti-romántico, pues lo sublime de los románticos es la máxima belleza, que ridiculiza como máximo goce y placer sexual. Un tipo de alta inteligencia y sentido del humor, que utiliza la escritura como técnica política para despertar conciencias, en definitiva: un político antes que  un filósofo o literato. 


















jueves, 15 de enero de 2015

La inexistencia ontológica de la libertad de expresión ( y III)


La conclusión con que terminamos el pasado artículo puede sintetizarse así: la libertad sólo puede ser una libertad material, cuya expresión mínima es una libertad de movimiento, de movimiento de algo, pues si no hay nada que mover, nada se mueve (cambio espacio-temporal), entonces hay algo material que se mueve y algo material que enmarca o contiene lo que se mueve. Por lo tanto, la libertad material implica que todo tiene una causa, que todo tiene una relación o un correlato (consecuencias) aunque no por ello es un monismo determinista causal. Pues que todo tenga una determinación, una causa o una relación no implica que "todo este relacionado con todo" que todo este determinado "por" el todo, sino que las cosas se inscriben "en" todo, la determinación es desde el todo, pero no por el todo. La libertad de movimiento, expresión necesaria (mínima) de la libertad (material), implica tanto cosas como pensamientos, pues estos últimos, más etéreos y menos consistentes, son también materiales (que no corpóreos); pues por un lado, siempre se inscriben y solo son posibles en un esquema material concreto: una educación, formación o instrucción adecuada y necesaria (en el sentido de condición de posibilidad necesaria) que posibilite  y concrete (determine) un "contenido", un "algo que decir" con poder causal y previo (positivo) a cualquier tipo de acción (iniciar o empezar una nueva serie causal). Por otro lado, los pensamientos al expresarse, ya son "actos de habla" y por lo tanto "performativos"; ya no son un mero decir (sólo posible en el interior de la mente del hombre, o la soledad y ostracismo de la pluma del escritor), sino que son "actos", y en tanto que tales, en un sentido positivo: inician y empiezan nuevas series causales, nuevas lógicas de determinación. Y en sentido negativo: irrumpen e interrumpen la dinámica de las redes de relaciones materiales establecidas entre los hombres, en un mundo determinado que ya existía antes. Además son capaces de negar, y por lo tanto alterar el orden establecido; sólo con meras palabras hacemos cosas, quizás perezca superficial, pero véase la fuerza de las palabras, tales como: culpable, inocente, benigno, maligno, prometo, "sí quiero" etc. Como vemos, los pensamientos son cosas en tanto que poseen fuerza causal y performativa, otorgada por su entidad material, por el contexto o esquema material en el que se inscriben; y en tanto que cosas, susceptibles de movimiento, de libertad material o libertad movimiento. 

Dicho todo esto y sintetizando lo dicho en los anteriores artículos, cabe explicitar en líneas generales, cuál es la noción de causalidad que maneja el materialismo filosófico (véase: "En torno a la doctrina filosófica de la causalidad" de G.Bueno), pues cualquier noción "a-causalista" de la libertad, sería insostenible desde una perspectiva objetiva o realista, que no estuviera basada en voluntarismos cristianos, psicologismos bien-pensantes, y demás "pensamiento Alicia" (el de las democracias homologadas occidentales o el zapaterismo por ejemplo). Nociones de libertad irracionales, mágicas o espiritualistas. La noción de libertad debe estar ligada y condicionada por la "causalidad", por un racionalismo material que implique una búsqueda de su fundamento, origen o posibilidad, es decir una "causa" como identificación e integración funcional en una operación. En tanto que tal, debe poder ser descrita o comprendida al menos hasta los horizontes de comprensión conceptuales y racionales habituales por nuestra razón y entendimiento. La noción de causalidad pues, no se ve encorsetada o encajonada en una formula binaria como "causa-efecto" como la entendió Hume, pues la vinculación entre causa y efecto sería arbitraria y no regulativa (la crítica de Hume). Por lo tanto, el materialismo concibe una causalidad no binaría, sino como operación y función, como "causa total" (Mackie) o causa inscrita en un esquema material de identidad como dirá Bueno. Un tratamiento operacional en que la "causalidad" no sea el resultado de una determinación causal de un efecto, sino de una función o cadena de implicaciones causales, respecto del cual, el efecto mismo no supone una continuidad mecánica, sino una desviación o ruptura dentro del propio esquema material o contexto "total". Prosigamos con la explicación desde la perspectiva de Mackie (teoría de la causa total): La producción de un efecto (produce un conjunto de efectos) es siempre resultado de la confluencia de diversos factores favorables o condiciones básicas para que se produzca ese "efecto". Así sabemos que la explosión en una gasolinera - necesita de distintas condiciones y factores favorables- fue debida a cierta cantidad de gas inflamable, al encendido de una cerilla, a la existencia de oxígeno en el medio, etc. Por lo tanto todo efecto - siempre es un conjunto, entonces hay que hablar de acontecimiento - tiene una causa total: una serie de sub-condiciones, sub-causas para que se produzca la causa eficiente o directamente responsable del "efecto"; sin alguna de esas sub-causas, no hay efecto o acontecimiento ninguno. Estos integrantes de la causa total son denominados por Mackie como INUS (insufficiente, nessesary, unnecessary, sufficient).

Por el contrario la idea de libertad de elegir, fundamento del concepto de libertad de expresión liberal, concibe de dos modos, a mi juicio erróneos, la causalidad. La concibe según dos ideas teológicas o místicas, las entiende como: a) creatio ex nihilo ( creación de la nada) y b) causa sui (causa de sí mismo; auto-causación). En el caso a) no puede haber un sistema de "causación" pues no hay esquema material de identidad, pues la nada, nada es y de ella nada se deriva; la nada pues no es un esquema material o un contexto "total" (INUS). La concepción b) es una pseudo-causa, pues supone que algo se causa a sí mismo, por lo tanto el efecto es cronológicamente anterior a la determinación causal, y en ese caso el efecto tendría que existir antes que la causa que lo produce, el efecto existiría incluso antes que su total imposibilidad; un sin sentido a todas luces; es como el barón de Münchhausen que mientras cae en un pozo se estira de los pelos para agarrarse . Vemos pues, como las nociones de autonomía, darse la ley a uno mismo y la voluntad de elegir, se fundan en un elegir o escoger desde la nada, así pues, no hay esquema material. Escoger o elegir según la propia ley (autonomía), se convierten en un contrasentido lógico-temporal; presupone el efecto antes que su causa, una total in-habilitación de fundamento.

Con lo dicho hasta ahora, espero haber demostrado la debilidad filosófica y política de sostener la  libertad de expresión liberal (Mill, Smith, Hume etc.), como mera declaración formal y universal de la "libertad" sin tener en cuenta las condiciones materiales y los contextos performativos adecuados para realizar dicha libertad, pues la libertad sin "movimiento" no es libertad, y no hay movimiento sin materia, entendida como extensión de determinación causal y symploké. Entonces, solo puede decirse libertad si se tiene algo que decir, y aquello que se va a decir posee fuerza causal; de manera que para que ambos preceptos pueden darse debe haber un esquema material adecuado, para poder iniciar y originar una cadena causal o interrumpir la lógica de las determinaciones o implicaciones materiales dadas, ya existentes. Esto puede verse en mil ejemplos concretos de nuestra realidad política: un grupo católico o judío en un país islámico integrista, no son libres de decir o hacer lo que quieran, aunque la ley del país lo recoja, pues la imposibilidad material islámica se lo prohíbe; o un trabajador (obrero) no es tan libre como el capitalista que "compra" su fuerza de trabajo, pues sus horizontes de movimiento son mucho más amplios etc. O los chinos no son libres por mucho que declaraciones políticas vacías lo proclamen, mientras estén atados a la salvaje dominación y explotación capitalista (material) de rasgo asiático; y así un largo sin fin.

Ciertamente lo que propongo es una reflexión que nos haga ver la insuficiencia política de las libertades liberales, pues ciertamente suponen un progreso en la instrucción y constitución sensorial de las conciencias políticas modernas, individuales y colectivas; pero a su vez, juegan un papel de confusión, ocultación, fenomenismo y cinismo político de la explotación material y corporal, pues hasta que no exista una distribución material igual (asimétrica y discontinua) entre los hombres, la libertad de expresión seguirá siendo un imposibilidad ontológica. Concluyo pues con esto: la libertad no puede ser meramente negativa, pues necesita de una consecución causal original, una trasformación y alteración de las relaciones causales dadas, un "interrumpir" e "irrumpir" ocupando un lugar propio en el mundo. Ni tampoco puede ser libertad de decidir o libertad de elección, pues recurre a sin sentidos o falsedades tales como las de causa sui y la creatio ex nihilo, que paradójica-mente son los argumentos que los liberales escépticos criticaban a san Tomás y san Agustín en disputas teológicas sobre la existencia de dios, y ahora son los mismos liberales los que las utilizan para fundamentar sus ideas políticas sobre la libertad. Ya continuaré en otros artículos fuera de esta serie, las reflexiones sobre la libertad, o las consecuencias "políticas" (distintas de las filosóficas) de la libertad material, sin embargo la síntesis puede expresarse en...Como decía Lenin: "¿libertad para qué?"























lunes, 5 de enero de 2015

La inexistencia ontológica de la libertad de expresión (II)




En el artículo anterior, nos quedamos con una síntesis esquemática del problema, una introducción a la problemática de formular como un derecho la libertad de expresión; podríamos decir que la primera conclusión, hasta ahora demostrada, es que la libertad de expresión es una "idea fuerza" (Fourier), más que un planteamiento político teorético o gnoseológico. Si avanzamos en la argumentación, podemos establecer una distinción entre: a) libertad negativa y b) libertad positiva (I.Berlin) o la aún más clásica distinción entre, la libertad de los modernos y la libertad de los antiguos respectivamente (B.Constant). En la acepción negativa, es decir, "libertad de", se entiende como una ausencia de sanción, trabas, obstáculos y límites para la realización de la "expresión" (de opinión, pensamiento etc.), un ejercer el derecho de libertad de expresión sin coacción, sin encorsetamiento o barreras que impidan su extensión locucionaria, su capacidad de ser dicho y oído por otros. La acepción positiva, "libertad para", sólo es posible si se ha dado de alguna manera a), si dicho momento se ha dado, entonces b) puede sucederse, pues consiste en un "llevarse efectivamente a cabo", un "realizarse " o "materializarse", es decir, empezar, iniciar algo nuevo, interrumpir una serie causal y acontecer iniciando un programa efectivo que implique e involucre un pensamiento o discurso dotado de una potencia y una fuerza causal suficiente. Por lo tanto la noción positiva implica un iniciar una cadena o serie causal de determinaciones en el mundo (material y empírico), un "llevar a cabo" o "sacar adelante" algo concreto con poder causal que implique una lógica de condiciones. Podríamos decir que la libertad abstracta y negativa, es la libertad suficiente y propia de los liberales al estilo S.Mill o J.Locke, por no hablar de I.Berlin o R.Rorty, ya más recientes; y la libertad positiva (Kant, Marx etc.) la encontraríamos en la respuesta que lanzó Lenin a Fernando de los Ríos cunado este tras un congreso y la exposición del proyecto político, le pregunto dónde quedaba la libertad. Lenin le contestó: ¿libertad para qué? Ese "para qué" no es un desprecio o negación del valor de la libertad, pues en la propia pregunta se presuponen cuatro aspectos: 
  1.  La libertad existe de forma concreta y material y no abstracta y formal (liberal).
  2. Deben definirse explícita-mente los valores y atributos de la libertad antes de formularla universalmente, es decir, la libertad debe estar determinada y no indeterminada. 
  3.  La libertad es un concepto operativo y funcional, y como tal, necesita de una dinámica contextual, teleológica, con propósito y final, con un fin operatorio y no eterno, absoluto y sin final.
  4. No cabe presentarla como algo evidente, inmediato y acepado por todos de manera necesaria, sino contingente (por lo tanto no puede decirse: "en este país hay libertad de expresión, así lo dice la constitución"; hasta que no se establezca, se inicie o empiece una cadena o sucesión causal nueva que altere o cambie lo dado, no hay libertad; la lógica es en dirección contraria, primero hay libertad y luego se proclama, no al revés, pues es in-operativa. Lo mismo sucede con el estado de derecho; no debe operarse así porque lo dice el estado de derecho, sino que si actuamos "así" se actúa como en un estado de derecho, y entonces es existente de facto.)
De este modo, vemos que la distinción entre libertad negativa y libertad positiva no comporta una  des-conexión ontológica, una separación, abismo o ruptura radical (corte epistemológico) entre ambas, sino más bien al contrario, implican una "symploké", que es necesaria para ejercer la "libertad" completa: la sucesión de una libertad negativa y una libertad positiva como dos momentos asimétricos pero complementarios de una realidad material discontinua e inconmensurable en sus partes sectoriales. Siempre que hay libertad para algo es porque hay una "libertad de" obstáculos, una ausencia de trabas; aunque si hay libertad negativa, no implica necesariamente la libertad positiva, cosa que sí se da viceversa; del mismo modo, los límites de la negatividad, es decir los obstáculos, trabas y barreras, sólo son posibles si "apriori"  y a la luz de una, ya existente libertad para en potencia, esto es, un proyecto, algo que decir, algo nuevo a iniciar o un programa; podríamos decir que ya existen unas "notas" que deben realizarse. Es decir, los límites y fronteras sólo aparecen ante un proyecto-para ya dado y "anotado", un proyecto de expresión que se viera imposibilitado por ellos; pues sin proyecto, sin libertad-para-anterior, no habría obstáculos, ni libertad-de, que posibilitara la libertad-para-causal. Con esto demostramos: 
  • (a) la libertad no basta con su formulación universal, que meramente es una "pre-condición" (dependiente de un "para-anterior") necesaria, pero no suficiente para la "libertad". 
  • (b) poseer libertad negativa de expresión "en-si" (sin un para-si), no opera ni funciona para nada, y puesto que la libertad es un concepto operativo, sin operación ni función, esto es, sin alteración relacional o causal del estado y orden de cosas establecidos en el mundo, no existe como tal la libertad. 
  • (c) si el sujeto cognoscitivo posee libertad negativa, pero no tiene poder causal, nada que decir, o sólo repetirá mitos y propaganda, falacias y estereotipos; o lo que es peor, "presupuestos tautológicos", es decir afirmaciones reiterativas de la dimensión unidimensional cerrada; la culminación con el inicio de una serie o cadena de implicaciones causales no se realiza. Pues si no se dice nada, o nada nuevo con sentido, nada cambia en el estado de cosas o las relaciones causales del mundo, y por lo tanto no hay libertad efectiva o material (con contenido). 
Aunque parezca una sutileza o una minuciosidad estúpida -esto es cierto sólo en lo práctico, pero no en lo ontológico- siempre que hay libertad hay opresión, es decir, para que un sujeto empírico posea libertad, hay un tercero que se ve limitado, podríamos decir que es un juego de relaciones asimétricas materiales, no recíprocas, un juego de contrapesos dialécticos sin superación o reconciliación que impliquen graduación o progreso. De manera que para yo ejercer mi libertad de expresión, cuanto mayor sea esta, menor será la del censor que la podría limitar o trabar; o poniendo otro ejemplo, siempre que un sujeto empírico sea libre ocupa una dimensión que otro no puede abarcar ni llenar y por lo tanto es "menos libre". Esta concepción se contrapone a la noción de libertad como libertad de elección o decisión (en la que se basa la no-idea de libertad de expresión); pues la libertad voluntariosa aunque sea positiva (como la kantiana), comete un error, sufre una falta, que es la de la fundamentación del sujeto voluntarista, ¿de dónde surge y cómo es posible un sujeto como causa de la libertad, un sujeto libre antes de ejercer la libertad, como es posible una causa incusada, auto-generada o surgida de la nada? Esto no es otra cosa que pedir una solución a la antinomia kantiana de la libertad: "una libertad como causa y una causa como libertad", nosotros diremos: "o" una cosa "o" la otra, pero no ambas a la vez. Pero antes de exponer esto en el siguiente artículo (III), cabe matizar que la postura materialista implica un "determinismo causal" pero no sin simploké, es decir, el materialismo implica una libertad material y causal, pero no un "todo esta relacionado con todo" o "una sola" cadena de determinaciones causales unilateral y unidimensional determina el "todo"; sino que el materialismo es negativo (dialéctico) y por lo tanto implica la "symploké": "todo tiene una causa, pero no todas son reductibles a una original", o un "todo tiene su determinación causal en el todo, pero no todo esta relacionado o determinado por el todo". Concluimos (II) que el materialismo no es un monismo, aunque sea "determinista causal"... 






domingo, 4 de enero de 2015

La inexistencia ontológica de la libertad de expresión (I)



A sabiendas de que debo ser una persona competente y ordenada, ni tan siquiera sé si llego a la segunda, la necesidad de clarificar conceptos comunes en la actualidad política empírica es apremiante; pues para la segunda parte de las reflexiones en torno al marqués de Sade, ya habrá momentos en este blog más tranquilos y sosegados para hablar de ello. Lo que hoy, -asfixiado por el trabajo de un estudiante mal organizado- me lleva a aplazar mi propio trabajo y las reflexiones a-temporales sobre Sade, y atender a la "actualidad" filtrada por los anteojos de la filosofía, no es otro que un tema general, derivado de un hecho concreto y nacional, circunscrito en los límites de nuestra más que unida, limpia, higiénica, ordenada y cohesionada nación. Pues bien, a raíz de la puesta en vigor de la ley mordaza (ley ciudadana para los tecnócratas, no para los ciudadanos), su "noticialidad" y publicidad, a uno se le planteó el problema de la posibilidad o imposibilidad, legitimidad o invalidez de la "libertad de expresión" en una comunidad política; no sólo en ciertos regímenes concretos y materiales, como pueden ser las democracias liberales administradas o las socialdemocracias neo-burguesas; sino en el reino categorial de las ideas políticas. Realmente el tema se me presentó a través de una experiencia personal: como consecuencia de una invitación (pequeño-burguesa) a la manifestación (pijo-progre) de no quiero acordarme que día del mes pasado, contra la susodicha y sobada "ley". De mi aceptación de la invitación, primariamente intuitiva - a uno le van más los saraos que  a un tonto un lápiz- surgió a los pocos minutos de reflexión, la certeza de que dicha manifestación no sólo sería una manifestación juvenil (soy de naturaleza misántropa, pero si son ya gente de mi edad, ¡no respondo de mi!...) sino que además se reuniría en tropel, el conjunto de politólogos, universitarios de papá y demás desencantados del mundo del "fundamentalismo democrático", como dice el bueno de Bueno. Una reunión semi-festiva del "pensamiento Alicia" en el que se reivindicarían conceptos (demostraremos que no son tales) o nociones políticas formales y abstractas, despreciando el contenido material o la lógica dialéctica que encienden; nociones que lejos de ser neutrales y "evidentes" (claras y distintas) a un nivel filosófico, son  altamente ideológicas y sectoriales, cuestionables y confusas, ambiguas y erróneas etc.  

Antes de entrar en faena, es necesario matizar que ante tal problema filosófico, me veo obligado a distinguir política y filosofía como dos ámbitos distintos, dispares y hasta incluso inconmensurables, para advertir, que mi posición filosófica sobre el concepto no es mi posición política sobre el asunto, por mucho que mi actividad o acción política se vea altamente influenciada por mi función filosófica (disculpen el atrevimiento); pues elaborar y tejer un discurso en el contexto abierto y luminoso del espacio público es en cierto sentido un "acto de habla" performativo; un discurso (más o menos acertado) es una forma de "hacer" cosas, de actuar "con" y "respecto" a otros. De este modo, mi postura política se ve influenciada y determinada por mi análisis filosófico de la cuestión, de ello que a los minutos de haber confirmado mi noble presencia (así se habla entre burgueses), de un modo automático, me apresuré a declinar la invitación, por la crítica filosófica y el "desprecio" que me merece la ideología mantenida en esa manifestación. El caso, es que debo dejar claro que mi postura política sería siempre una postura de resistencia, de reacción contra el poder establecido, y aún más ante un gobierno que no es ni liberal, ni conservador, ni tan siquiera "es", pues gestiona y administra de tal modo, que ni la figura del presidente resalta o se vislumbra de manera nítida, ¿quién sabe si ya hay un nuevo gobierno "de negro"? De modo que mi posición política consiste en negar y oponerse a la falsa legitimidad de un gobierno como el actual, no en todas sus medidas, pero si de un modo general en su ideología pragmática y tecnócrata o en sus excesos en la intromisión, instrucción o pedagogía ciudadana. 

Mi análisis se centrará en una desintegración del concepto concreto de "libertad de expresión" en el sistema democrático, que en este caso deriva de la experiencia empírica de la dinámica de una democracia homologada, pero que sería válido para cualquier contexto en que se formulara de la misma manera dicho derecho o concepto. Dicha desintegración se basará en la inscripción del concepto bajo las coordenadas y esquemas del materialismo filosófico (G.Bueno), un sistema dialéctico negativo que consigue disolver y deconstruir conceptos mal formulados o cosas que ni tan siquiera son conceptos, como es el caso de la libertad de expresión. Pues dicha noción baila sobre la tumba de la verdadera libertad, se justifica bajo la concepción de la libertad como libertad de elección o de decisión, una formulación formal y abstracta que elimina cualquier red de determinaciones causales y materiales, una noción vacía de contenidos y fundamentada bajo el "voluntarismo" más absoluto (incondicionado) que supone un irracionalismo de lo más vulgar y grosero, como enseguida demostraremos. Pues, declarar como derecho fundamental el expresar libremente las opiniones, pensamientos e ideas, mediante la palabra, el espíritu o cualquier otro modo de expresión, así lo recogen la mayor parte de constituciones homologadas (la nuestra lo es) y también así lo recoge la "Declaración Universal de los Derechos Humanos"; es declarar como derecho absoluto, eterno y natural, algo que no viene dado por divinidad alguna, o por concesión intersubjetiva de la humanidad, pues ni "todos" lo firmaron, ni tan siquiera existe la sustancia "humanidad". Además sus únicos límites, vagos y confusos, cambiantes teóricamente según convenga, son los restantes derechos que se presentan en sí mismos como también eternos y absolutos, como código o marco unidimensional de lo pensable y lo posible, como una demarcación axiomática auto-suficiente y armoniosa que no necesita nada "exterior" a ella para existir, y de la que no cabe su opuesto dialéctico, su antítesis; pues "fuera", un "más allá" del marco del código de derechos fundamentales, no cabe nada "existiendo", fuera de los límites de los derechos (de lo legal o jurídico, sea internacional o nacional) no hay nada real o sustancial, nada que no este contenido en el derecho puede ser aceptado, legítimo o discutido en tanto que político-cognitivo. Ese "existente" sin opuesto, es en si mismo una ficción jurídica, una maya circunstancial, un epifenómeno ideológico que no corresponde con la "objetividad" o imparcialidad si se quiere de una filosofía política que estudie de raíz y fundamentalmente los conceptos y categorías políticas.  

Si se vulnera este código se entiende que la democracia realmente existente es de baja calidad, es deficiente, mínima o que esta corrompida; se ve pues, como una proto-democracia, un ante-proyecto de democracia, en relación con su ideal abstracto de una democracia "pura", absoluta y angelical, a la que debe adecuarse y asimilarse la nuestra, empírica e imperfecta. Así la libertad de expresión aparece como un principio ético-político fundamental en la teoría liberal (desde Locke, Mill, Hume, Smith o Montesquieu...) y de su concepción de la democracia. Pero realmente, en su contenido material no se dice ni se consigue nada, pues con simples declaraciones universales, formales sin contenido y planteadas desde la ficción del "individuo" vacío y desnudo de sus determinaciones materiales, esto es, causales, y su condición en el mundo, esto es, su perspectiva y posición en un sector del mundo antagónico y contrapuesto al resto sectorial del mismo, y sin biografía; no se consigue una teoría que describa el funcionamiento y la lógica propia de la realidad político-social. Pues es evidente, que la mera formulación y mera universalización no sirven ni para el reconocimiento efectivo, pues el reconocimiento es un proceso material, entendiéndolo como "symploké" platónica, como ya se dijo en el artículo sobre la solidaridad polémica y orgánica. Por lo tanto, la libertad de expresión necesita responde a "quién" lo dice y al "qué" se dice (la misma crítica que se hizo y debe hacerse al falaz "derecho a decidir"), no puede ser independiente del contenido, pues en su aspecto formal ya va implícito un contenido-formal-contingente (a efectos prácticos, no así en teoría) que es ideología y propaganda del fundmanetalismo democrático. Entonces, si aceptamos la pura forma, estamos presuponiendo y aceptando implícitamente y como inherente a la libertad un determinado, efímero, re-ductivo y contingente contexto ideológico, pues el contenido material, por mucho que no lo formulen los liberales, es efectivo y real, quizás escondido, invisible o silencioso, pero inherente a toda producción teórica; toda reflexión nace de un contexto histórico-material dado, y sigue una ley y una lógica inflexible, aunque asimétrica y discontinua, que determina el contenido de esa teoría.

Vemos pues, que la declaración del derecho a la libertad de expresión es un dispositivo ideológico formalista operativo, que funciona asimilando todo contenido ideológico posible, y en tanto que contenido formal, todos comparten el ser susceptibles de ser expresados, legitimados así por el mero hecho de ser contenido formal de la "meta-forma" teórica que es, su declaración universal. Operaría como una suerte de asimilación de los contenidos unidimensionales (no negativos, materiales o dialécticos) que aparecen en el orden del discurso constituido jurídicamente y producto de una ideología que implícitamente responde a un orden material (por necesidad inherente y real), oculto, no declarado y silenciado. Siendo en sí misma (la declaración universal o formulación formal) una pura ideología que se muestra como neutral, pre-política si se quiere, y lo que es peor, como reguladora y normativizadora de lo legítimo (válido), lo pensable (justificado) y lo real (posible). Por lo tanto, cualquier "contenido" de la "expresión" por el mero hecho de ser expresa-ble, esta justificado y es legítimo para ser expresado efectivamente, de hecho. Una suerte de relativismo de las opiniones, una especie de "todo puede decirse y expresarse", pues por el mero hecho de decirse y expresarse, se re-afirma el derecho de expresión (que es su finalidad); cuando debería ser legitimado por lo que se dice, no por el mero hecho de poder "expresar", pues decir o "expresar" es algo que incluso se puede hacer en dictadura (hablo desde un punto de vista ontológico-práctico, no puro-práctico).

 Antes de continuar en el siguiente artículo la demostración de la inexistencia conceptual del "derecho a la libre expresión", matizaré algunos puntos metodológicos. Como decía al principio, las consecuencias de lo dicho obedecen a una cuestión filosófica, no política, ni mucho menos ideológica, pues no estoy ni a favor ni en contra del derecho a la libertad de expresión, pues ni yo ni nadie pues estarlo, al no existir como concepto. Dicha futura demostración, no representa ninguna hostilidad, ataque o riesgo para la política y su orden fáctico, pues el compás del universo discursivo esta totalmente abierto, esto es, con suficiente plasticidad, multiplicidad e impermeabilidad, como para que desde la filosofía se destruyan sus cimientos y pilares (de la "verdad") sin suponer una amenaza para la política. Otro asunto es cuando el compás esta cerrado, y ya no queda en un sistema político "X" ninguna otra posibilidad que escoger entre "A" o "B", entre "esto" o "aquello", entre los bandos o facciones empíricas que se hayan construido y contrapuesto (entre blanco o negro); pues en ese momento la filosofía ya no tiene espacio, no tiene ámbito ni dimensión, no tiene nada que hacer. Es momento de la acción política y si se quiere, aunque el término este masturbado y sudado colectiva-mente, tiempo de "compromiso", de acción directa y de restablecer la apertura y curvatura del compás, para que la filosofía entre de lleno; como es el caso del momento actual. Puede que se este cerrando (especialmente en Cataluña) pero ni mucho menos como lo esta en Oriente, o en la Europa del este...