domingo, 29 de octubre de 2017

L'ou de la serp (XXV) Notas sobre la levadura

¡¡¡155... 155... 155... 155... 155... 155... 155... 155... 155... 155... 155... 155... 155...!!! 
Se sigue viviendo. Sin violencia institucional desatada ni violencia callejera descontrolada, pero con intransigentes e inextinguibles profetas de nuevo cuño.
Bien está; todo bajo el tedio universal.     
 
  • << ¡No sólo la religión... el pueblo es el opio del pueblo! >>
 
  •  Los problemas de construir un marco virtual donde se proyecta la identificación entre el nacionalismo catalán y un movimiento ideológico con toques, operaciones, lógicas, acciones, instintos, apariencias, reacciones, olores o características totalitarias, van más allá de los tristes y descorazonadores efectos de la confusión intelectual o la torpeza política; quizá se sitúe al nivel grotesco de la perversión propagandística, arrasando con ella el fantasma de la estabilidad inherente a la vieja tradición de categorías políticas, una herencia sin testamento ni continuidad. Lo que el nacionalismo tiene de totalitario es exactamente e incuestionablemente la misma parte, la misma cuota, que tiene nuestro incierto "presente", nuestro tiempo político, de totalitario: una herencia de fascismo estructural, formal pero no concreto, y diversos dispositivos de poder absolutista sutilmente estériles o terriblemente efectivos dependiendo del agudizamiento y refinamiento de las sistemáticas reformulaciones del capitalismo: hipertróficas sociedades hegemónicamente contractuales de absoluta racionalización económica. 

  • La construcción virtual de realidades ficcionales paralelas, el desprecio por los hechos y el sentido común que rige y nos guía por la realidad primera, entre, épicas elaboraciones de un pasado mítico, ideológicos antagonismos bélico-deportivos, alienación audiovisual y cinematográfica, atomización y solipsismo social, masificadora propaganda y doctrinas xenófobas, ciertamente son residuos totalitarios que el nacionalismo comparte con su ambiente y realidad política actual en la que también chapotean distintos liberalismos progresistas y conservadores, e izquierdismos románticos y socialdemócratas; pero nada así existe, de momento, como un "proyecto totalitario" antisemita (que es algo más que el odio al judío o a lo judío; es un odio a los parias o desahuciados del mundo, al judío como hombre universal etc.) e imperialista que busca la expansión por el deseo de expansión y el poder por el amor al poder de la dominación total general, tal y como lo dibuja con suma precisión Arendt en su omnímodo libro sobre el totalitarismo ( totalitarismo como una forma genuina sin precedentes ni antecedentes de dominación total; un régimen destructor de todas las viejas categorías morales y políticas de la tradición occidental, y de todas sus formas históricas de gobierno, tutelaje y soberanía; como una terrible y siniestra novedad de gobierno irreductible que rompe un lazo histórico de continuidad y permanencia política, no deducible absolutamente del pasado, aunque sus "protoorígenes" estén en el antisemitismo y el imperialismo y deje en el presente un infinito caudal residual de hipertrofias ideológicas, todavía de, inescrutables consecuencias sociales y políticas...); tan clarividente ¡en el año 1951! Si el nacionalismo tiene elementos formalmente y virtualmente totalitarios compartidos con las ideologías que nadan en el mismo océano de la infamia contemporánea, su relevancia incriminatoria y anomalía condenatoria quedan neutralizadas. Desactivando así, por homogeneidad y coexistencia homeopática, la invectiva mediática que pretendía definirse y obtener su fuerza acusatoria a través del falso distintivo seudototalitario, privativo, original y exclusivo, del nacionalismo; aquello que precipitada y erróneamente, cuando no maliciosamente, juzga como anomalía y analiza con asombro la prensa apologética. Predicar del nacionalismo cualquier operación o lógica totalitaria es negar la posibilidad reflexiva de pensar la singularidad dañina y pérfida del nacionalismo xenófobo; negar cualquier praxis de oposición al clasismo étnico no instrumentalizada y tutelada por la propaganda patriótica del estado español.   
     
 
  •  Existe una oposición doctrinal, sobre todo teórica, pero también histórica, entre el nacionalismo-chauvinista (como podría ser el de la Francia colaboracionista o antidreyfusiana) y los panmovimientos raciales pangermánicos y paneslavos (de finales del s.XIX), la verdadera levadura del totalitarismo, que demostraría la falsedad y el complejo sistema de confusión e imprecisión que supone decir ligeramente y con ciertas toneladas de pereza intelectual, "nacionalismo totalitario".  

miércoles, 18 de octubre de 2017

L'ou de la serp (XXIII) Escrutando la locura

Nunca pensé que la ductilidad y fragilidad del nacionalpopulismo, y el animalito xenófobo que lleva dentro, llegaría a extenderse sobre los cerebros de los hombres más inteligentes que conozco hasta extremos tan maravillosos de autismo absolutista. Pero así ha sido y así es. Me consuela pensar, como los sufíes, que también esto pasará...

  • Es muy curiosa la ironía, sobre todo cuando, desquiciada ya la cabeza y los nervios de los hombres, se trata de la historia. En su tripa de tiempo guarda innumerables paradojas pugnando por salir, y casi podría parecer que para repetirse cómicamente en el momento más oportuno. El martes pasado el presidente Puigdemont declaró formalmente la independencia de Cataluña para acto seguido suspenderla en un suspiro, anularla en sus funciones prácticas y atribuciones técnicas; lo bauticé sin mucho éxito de crítica y público como un SÍ pero no. ¡Quia! la inversión irónica de Pujol y el pujolismo (que bien sabe dios que son cosas ligadas pero distintas), un absorbente NO pero sí. Algo que puede expresarse tan bellamente con la cita de un Chesterton inmortal: "todo está prolongando su existencia negando que exista". Así fue durante más de dos décadas el gobierno patriarcal del nacionalpopulismo, porque se pensaba que el cambio de dirección, al que hoy asistimos (el sí pero no), era una derrota y un fracaso seguro que dejaría a gran parte de la población electoral en el lodazal de la desolación y la frustración social; destruyendo a su vez todo el tejido  económico clientelar de las redes de poder institucional. La inversión del paradigma, su supervivencia y permanencia, demuestran la gran capacidad necrófaga y fantasmagórica del nacionalismo, su ductilidad, maleabilidad y versatilidad; un movimiento que consigue alimentarse tanto de los éxitos como de los fracasos: su agotamiento moral y la saturación estética son las que han conseguido que una situación excepcional y anómala se convierta  en algo de ordinaria normalidad y mayoritaria aceptación, cuando no adulación, popular. Su gran logro nutritivo consiste en convertir todo fracaso político, cultural, económico y social, en un iluminado éxito sin precedentes; una posición verdaderamente paradójica y tautológica difícilmente superable para la razón política. Se ha demostrado la intimidante fuerza de gobierno del No pero sí durante muchísimos años de impunidad, ¿será la del Sí pero no una nueva forma de gobierno de prolongación y consolidación indefinida?

 


sábado, 14 de octubre de 2017

L'ou de la serp (XXII) Escrutando la locura

    Yo no me resigno a aquel viejo sintagma conservador, de los que viven con los pies calientes y el corazón helado, según el cual la política es irrefutablemente un aprendizaje inexorable de la decepción. ¡No!, no me resigno...
  • Sigo oyendo algo que para cualquier persona mínimamente alfabetizada resulta insoportable: "¡Totalitarios!". Constantemente unos y otros recíprocamente participan del peligroso juego del lenguaje blando, y por lo tanto, de las huecas palabras gruesas y redondas barnizadas con la sangre de la historia, siguiendo el discreto, pero firmemente establecido, precepto de Zapatero: "las palabras tienen que estar al servicio de la política, y no la política al servicio de las palabras", esto es, la verdad y la justicia tienen que estar al servicio de la política, y no la política al servicio de la verdad y la justicia, así ad infinitum, en esa eterna red de sustitución y relativismo terminológico, en ese campo de inmoralidad e ignorancia profunda del alma humana. Entendiendo que para la ruinosa cabeza de Zp la política es únicamente la lógica del sistema de partidos. Haciendo suya esta abracadabrante máxima, parece que las jergas nacionalistas o patriótico-supremacistas han desatado sus plagas bíblicas a través de sus voceros propagandísticos; donde "totalitario" es el insulto o descalificativo al siempre fabricado enemigo respectivo. Vargas Llosa, F.J. Losantos, J. Bustos, G. Albiac, H.Tertsch, G. Serrano, A. Ussía... son los papagayos que canturrean la infamante erosión de lo cotidiano que nos enajena y desgarra mientras conjugan el terrorismo y el totalitarismo en todos sus tiempos, éxitos y glorias personales. Forman parte del rancio macizo castizo de la patria, desvergonzados ingenieros de la llamada (lo popularizó de modo inmejorable José María Izquierdo, el catavenenos, en su remunerativo blog a lo Kraus, "El ojo izquierdo" sobre los estragos políticos y culturales de la ultraderecha), "caverna mediática", lugar donde se da cobijo y abundante alimento a las culebras más retorcidas y venenosas de la profesión, a las ratas más fétidas y enfermizas del subsuelo ultraderechista: golfos mediáticos, vociferantes propagandistas sin escrúpulos, mercachifles y matarifes de la prosa más inane y feriante, burdos plumillas de alquiler como  baratos matones a sueldo y la más variada canallesca irresponsable e insensible. El producto más nítido de este basurero mediático, entre los residuos, huesecillos y excrementos de lo humano, es la perfecta destrucción del lenguaje y la fe en la palabra, la gratuidad e impunidad que acompaña a la abyección cuando el discurso se ha degradado de tal modo que ni te compromete con el mundo ni te vincula con los otros hombres. Estos usureros de la moral y mendigos de la ostentación lo desconocen todo sobre el trasunto de la condición humana; usan los humos totalitarios del mismo modo patológico que utilizaron el terrorismo en los tiempos de Aznar (a su favor) y Zp (en su contra), y lo peor, en tiempos de paz cuando la banda Eta ya estaba desmantelada y desactivada, para instrumentalizarlo a modo de técnica de subjetividad política, apología patriótica y rédito electoral. La obscena estrategia de la derecha cavernícola consistía en conjurar a los agentes orgánicos del partido (el Pp) y sus esbirros mediáticos (y me refiero a todos esos viscosos abortos de roedor que ya he citado) reaccionarios para construir un único bloque de oposición a cualquier política de reconciliación nacional que no pasara por la agonía policial belicista; capitalizando el movimiento cívico de las víctimas de Eta, unificándolas en una sola y hegemónica voz conservadora uniformemente zafia, y sectarizando la sociedad entre aquellos que apoyaban a las víctimas y aquellos que aplaudían a los verdugos. Estos últimos eran todos aquellos que ellos señalaban desde los medios porque no cumplían servicialmente con el designio de la propaganda subvencionada del conservadurismo español: una plasta repugnante de cinismo y manipulación social que imponía como dogma que todo lo que decían las víctimas era una verdad inquebrantablemente, una tautología política. La causa, o campaña difamadora, culminaba con la conversión de las víctimas (un acontecimiento arbitrario y contingente) en un elemento ideológico y estatal, una farsa que aplastaba la disonancia crítica y objetiva sobre el problema vasco; y silenciaba la polifonía dentro del  propio movimiento de las víctimas. En tanto que elemento ideológico quedaron patrimonializadas como capital simbólico de la derecha y como arma de oposición política antiterrorista contra la izquierda socialdemócrata, que inexorablemente se convertían en traidores a la patria, legitimadores de la violencia, o vete a saber tú que paranoica alianza judeo-masónica para romper España si no se adherían al dogma oficial. Así eran y así son esa clase de gusanos que hoy se atreven a definir al nacionalismo catalán como totalitario (desconociendo absolutamente el orden categorial e histórico que tan bien explicó la injustamente vilipendiada Hannah Arendt); igual que sentenciaban a Bildu, Sortu, e incluso al PNV como etarras y cualquier izquierda benevolente con el nacionalismo (Podemos) como terroristas, o amigos de los terroristas, que tanto da.
 
  • La grosera aglutinación mediática en esas toscas formas de gregarismo xenófobo, sectarismo y deportiva polarización antagonista se han consolidado en el mundo nacionalista. El Govern y las mentes más fatuas de su miserable mandarinato (ya que controla todas las estructuras de agitación social y adoctrinamiento), junto con algún que otro ridículo apoyo externo ocasional, también participan de esta competición hipertrófica e hiperbólica; y su función consiste en la misma utilización e instrumentalización del terrorismo y el totalitarismo que ejerció fríamente la caverna mediática, pero con otros elementos y cambiando el enemigo: la instrumentalización de la fantasmagoría de la "represión fascista" para superponerla a la represión de una burocratizada policía democrática en los tiempos actuales. Para incrustar, inscribir, a su vez la violencia física (y no meramente estructural) como elemento ideológico consustancial del patriotismo español y su representación en el conjunto de las instituciones del estado. El nacionalismo catalán y sus corporaciones mediáticas fabrican la gran mentira del enemigo fascista y la ocupación represora extranjera, mientras sacralizan su patética imagen narcisista de victimismo, pacifismo y fundamentalismo democrático. Ambos bandos representan una especie extraña y formidable de rebelión reaccionaria y revelación regresiva de los resortes o fuerzas que permanecían ocultas coexistiendo antes de la colisión entre supremacías nacionalistas. En modo alguno podremos agradecer lo suficiente sus enseñanzas: ¡hasta que punto fueron fatalmente ciertas las palabras de Zapatero en este desaventurado y desdichado país!      
 
    

martes, 10 de octubre de 2017

L'ou de la serp (XXI) Escrutando la locura

Minutos antes de la gran declaración "unilateral" del nacionalismo, tan histórica que se supone, fuera, seguía pasando lo mismo de siempre...
  • << Abismo, Vértigo, precipicio, callejón sin salida, ...>>, esto es lo que repite como tópicos y mediocres recursos periodísticos toda la ecología mediática. Hay que exigirles precisión, que concreten el objeto de sus disquisiciones, que exhiban los presupuestos reales del debate, que utilicen un lenguaje preciso y riguroso conceptualmente y fácticamente, que se comprometan con su instrumento de trabajo, la palabra, y expliquen exactamente a qué nebulosa apuntan con esa especie de infección memética apocalíptica. ¡Mierda es la televisión y sus pútridas formas, sonidos e imágenes, que han parasitado el papel! Esos conceptos que construyen la incertidumbre y la confusión deben ser desglosados, desarrollados y explicitados; y si detrás de "abismo" y "vértigo" se esconde, como pienso que insinúan pero no se atreven a decir, violencia física en las calles, conflicto civil, desmoronamiento institucional, heridos, detenidos, muertos, que lo digan. Si se va a pasar, por las dos partes, de la violencia constrictiva a la violencia material, corporal y ejecutiva, superando la amenaza, el chantaje, el hostigamiento y la persecución moral, es algo que debería formar parte de esa burbuja que entienden y fabrican como opinión pública, esa, y no otra, es su responsabilidad: limitarse al estricto y compensatorio campo de la verdad.  

       

domingo, 1 de octubre de 2017

L'ou de la serp (XX) 1-Oc. Final

Hoy se ha producido una larga historia de fracasos e irresponsabilidades monumentales. Lo recordaré bien. Me pasé el día escribiendo, unas notas. Llovía en una Barcelona oscura. Y estaba solo. 

  •  La polarización mediática en el país no es una anomalía. Cada grupo de comunicación persigue como un sabueso sus intereses, y lo ejerce brutalmente a través de tenebrosas técnicas de manipulación, propaganda, campañas de calumnia y persecución moral, y la intoxicación pública por un complejo lenguaje cínico y eufemístico. Pero lo absolutamente nuevo son las condiciones de agravamiento identitario que producían un irreparable "Nosotros" contra (vs) "Vosotros". Buenos contra malos. Integrados y expulsados (marginados). Ni la 1, ni la 2 de Tve han ofrecido una cobertura periodística de lo que sucedía en Cataluña; siendo el silencio su mejor arma étnica. Un apagón informativo, un fundido en negro como las entrañas de sus almas, que constituye un grave error del españolismo, cuando no una gran malignidad: la instrumentalización mediática con fines de beneficio partidista, rédito electoral, y la voluntad de imponer un unidad simbólica que recomponga una identidad colectiva nacional que aplaste la pluralidad política; convirtiendo así su imagen en la de un estado fallido, irresponsable y resquebrajado que no admite su incapacidad para ejercer el poder, y en consecuencia, la desmedida aplicación de soluciones autoritarias y despóticas.  
 
  • La brutalidad policial es una evidencia; pero también era un recurso necesario y deseado del gobierno catalán para construir su falso relato de opresión y justificar sus diversos atropellos democráticos; algo inevitable dada la torpeza, la ineptitud, la estupidez y la indiferencia que asola al gobierno del Pp. Me parece a su vez algo profundamente ruin e hipócrita aceptar el monopolio de la violencia y su uso implacable cuando es propia como un acto de justicia (teodicea), y una represión "fascista" intolerable cuando es ajena; en fin, delicados burguesitos muy impresionables. En el contubernio de  Múnich de 1962 el poder fascista aprovechó la rebelión o revolución de la oposición exterior antifranquista y la del interior del régimen fascista para aplicar unas crueles medidas belicistas y de exaltación policial para suprimir la insurrección; en tal innoble ejercicio no sólo se buscaba reprimir la disidencia y silenciar el golpe, sino que, a través de la apologética de la violencia militar fabricar la gran leyenda, el gran mito del franquismo: los 25 años de paz y la abertura del régimen a la vida moderna capitalista de hegemónica racionalización económica, llamada también transición, cuyo origen pretenden falsamente desde ese mismo año 1962 o 1969, alargando históricamente así la transición y reduciendo el siniestro agujero negro del fascismo español. Del mismo modo ha actuado el gobierno de Rajoy, pensando que la exaltación y el entusiasmo de la brutalidad policial con narración bélica de victoria nacional, aseguraría el sintagma: "la única paz es la ley, y la ley es la unidad incuestionable de España". Pues vaya, va a ser que no. Ha conseguido lo contrario,  liberar la xenofobia tolerable, democrática y legitimada. Además, para seguir con la analogía histórica, ha conseguido - con la censura televisiva y su autismo solipcista que se atreve a afirmar que no ha habido votación popular en Cataluña -, que la gran mayoría de españoles piensen, a tenor de su última comparecencia, que se abre un aparente período de transición. En él parecen pedirse los mismos mitificados valores públicos y virtudes políticas de antaño: concordia, flexibilidad, hombres de estado, apoyo incondicional al nuevo período, unión entre fuerza políticas, y un sin fin de presuposiciones que se dan en este amplio y manipulado campo semántico ideológico. Ni paz. Ni transición.    

  • Al final de la noche, no conocemos los resultados del referéndum ni su participación popular oficial, es decir, no sabemos quién ha controlado la veracidad de los hechos, los datos, del referéndum, ya que hemos visto gente que votaba varias veces, urnas en medio de plazas llenadas con papeletas sin registros ni identificación, urnas fetiche en casas particulares , extrañas bolsas de basura, pueblecitos irredentos sin control etc. ¡Igualmente los contemplará el parlamento y el gobierno!, para su buen uso en la cámara independentista cuya naturaleza ha sido pervertida y que aplasta a la oposición política. A pesar de todo eso, en el imaginario colectivo catalán, sea por su base social, su representación institucional, o el tutelaje pedagógico y borreguil de Tv3, sigue el afán de la victoria y la innegable apropiación absolutista del fundamentalismo democrático, la conciencia firme e imborrable de que los nacionalistas "han votado" y que por lo tanto "todo está permitido". A partir de ahora no queda otra que el antagonismo competitivo deportivo, el ya citado deporte del poder; y con ello, veremos las mayores aberraciones vergonzantes de nuestras vidas civiles.    
 
  • Durante toda la mañana, en mi calle,  han sonado himnos nacionalistas catalanes y españoles, a cada cual más vulgar, bronco, sucio, y pegajoso. Mi única protección ética y estética es lo que debería decir todo buen ciudadano: << Puta España y Contra Cataluña >>.

  • Todos aquellos regímenes políticos que a través de la esperanza prometen la felicidad, acaban enviando a los hombres por las chimeneas. La felicidad es el gran elemento radioactivo de la política. 

L'ou de la serp (XIX) 1-Oc

Todo esto es fruto de una escritura rápida, caliente, provisional, apresurada, e incluso, atropellada. Tengo prisa.

  • Se han disipado todas las dudas: los mozos de escuadra han renegado de su función policial, su inacción, su apatía militante, su indiferencia, y su acatamiento del adoctrinamiento ideológico (incluso algunas imágenes ambiguas nos inclinan a pensar que hasta custodiaban urnas fetiche) no dejan lugar a dudas: no son una policía judicial, se han convertido en la policía política de la Generalidad. Las imágenes de conflicto, dirán que contingentes, accidentales, u ordinarias, bla, bla, bla, entre la guardia civil y los mozos de escuadra y la defensa del pueblo a "sus" agentes, el vitoreo, el pitorreo, es un hecho inapelable e indiscutible de politización y deslealtad hacia el resto de catalanes no independentistas. Por fin forman parte del pueblo y el espíritu colectivo, del capital simbólico nacionalista, eso sí, son un cuerpo de seguridad privado parajudicial.

  • A estas horas ya ha quedado clara la verdadera naturaleza del supuesto referéndum: un mecanismo directo para la toma de poder, un pretexto, excusa y justificación para una declaración formal de independencia unilateral. Con tino, seriedad y sensatez Marcuse sostenía que las máquinas de una fábrica en unas determinadas condiciones eran un medio de producción que garantizaba el sustento y manutención de los trabajadores, garantizaban una vida con sus responsabilidades y obligaciones, pero en unas anómalas circunstancias de perversión se convertían en un medio de sumisión voluntaria, de dominación, represión política y explotación económica. Así el gobierno catalán y sus desquiciadas gentes han convertido la democracia, las instituciones y el parlamento catalán no sólo en un medio de producción ideológica o una tecnología de subjetividad, sino en el brazo ejecutor de una autocracia.

L'ou de la serp (XVIII) 1-Oc

... ¿también es el minuto a minuto del mundo, nuestro mundo?
  • Hay algo ciertamente difícil de asumir pero que resulta imprescindible decirlo: la desgraciada necesidad de integrar a la totalidad de la derecha española, el Pp y C's, como interlocutor válido, ineludible e insuperable de un posible y deseable proceso constituyente de refundación estatal que solvente el problema de la identidad nacional. Esta es la única solución política al margen de la violencia y la represión. Y, evidentemente, es imposible. Ya que el nacionalismo y su vergüenza es una malignidad que azota por igual a todo el país, sólo el poder y la fuerza que instrumentalizan se distribuye asimétricamente por todo el territorio en una atroz retórica populista de sumisión social que introduce en el interior de las comunidades la brutal distinción amigo/enemigo, reconstruyendo así el arcaico sentimiento cainita y manoseando los ocultos resortes del odio racial. Sin la derecha no hay solución, parcial o total, al conflicto identitario, ¿pero cómo el nacionalismo catalán o regional puede ser eliminado por una especie de supremacía patriótica constitucional de un profundo carácter nacional-católico? Sólo pueden retroalimentarse. El nacionalismo, como el mal, parece inextirpable.
 
  • Siempre que la socialdemocracia apele al "Diálogo" o lo reivindique como solución para el delirio separatista, sea con otros nacionalismos conservadores o no, sabemos que no se trata de una operación política de reconocimiento sino de una operación populista que acepta los términos abyectos de la xenofobia: su lenguaje excluyente, sus chantajes, sus reproches étnicos, sus caprichos inmorales, sus privilegios económicos, su hostigamiento y decrepitud intelectual. Esta trampa del "diálogo" y la "comunicación" es el modo perfecto para que los socialdemócratas abandonen la exigible distancia crítica que deberían poseer y se sumerjan en la cínica equidistancia con la que Pujol gobernó despóticamente; según la cual al mismo tiempo que construía, a base de increíbles toneladas de narcisismo y autocompasión, una Cataluña independentista era declarado español del año por las élites mediáticas e institucionales madrileñas, como bien dice Arcadi Espada. Esa equidistancia, ese diálogo, esa comunicación, ese pacto y negociación no es más que la indigna e indecente propaganda de un movimiento político moribundo en Europa y España, que utiliza el populismo como el último cartucho para la supervivencia electoral, y por lo tanto, como una nueva y precaria forma de negocio económico.     

 

L'ou de la serp (XVII) 1-Oc

Escribiendo de guardia... una especie de minuto a minuto de mi cabeza.

  • El nacionalismo catalán fracasará, entre otras cosas y más allá de su infecta historia moral, porque no posee el monopolio de la violencia. Y la violencia institucional, física o constrictiva, siempre es irracional (o cínicamente racionalizadora), desproporcionada, ruidosa, sucia, exaltada, competitiva, entusiasta, celebrativa, autoafirmativa, autorealizada, pero inexorablemente legal: como mero instrumento legitimador de la sinrazón. Pues ya sabemos que lo justo (y lo legal) no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte, y el delito, su único y más vivificante y tonificante alimento. El proceso orgánico evolutivo de crecimiento y reproducción del nacionalismo es inversamente proporcional a la lógica que hace cada vez más grueso, impenetrable e inapelable el tejido legal. Si la ley no sólo se alimenta y vigoriza con el delito, su quebrantamiento y desafío, sino que a la fuerza ha de fomentarlo para su autocumplimiento y para que en ningún momento el equilibrio social pueda fiarse a la oposición de una acción y reacción homogéneas y recíprocas, sin ese exceso punitivo condenatorio que deviene en deuda y culpa, entonces, el nacionalismo sólo puede crecer en cada fracaso simbólico y real de la legalidad, en cada quebrantamiento no rehabilitado, en cada ruptura no saturada, en cada afrenta no castigada, y por lo tanto en cada orden no impuesto. De ahí, que la ley en Cataluña terminará por ser, si no lo es ya, una cáscara vacía.