miércoles, 21 de enero de 2015

"Pablemos" y los chicos malos (I)


Como en todo artículo de cálida actualidad, el análisis no solo debe abandonar la mistificación y ocultación política del lenguaje y la erótica de poder de la escritura académica (de la que nunca he sido un buen siervo); no sólo debe abandonar los lugares "objetivos", abstractos y teóricos de toda mitología filosófica, sino que además, debe confesar su situación concreta y material en el mundo, debe traslucirse (tácita o implícitamente) la perspectiva y el lugar que se ocupa en el mismo; no desde la escatología de la seducción sociológica (sentimentalismo propio de los más osados en el arte del engaño) sino desde el espacio ideológico y político en el que se defienden discursos argumentados y luchas de ideas sin pretensiones de aprehender "una verdad absoluta". Por eso mismo, que no hay nada más clamoroso y actual hoy, que posicionarse como en una suerte de apuesta o carrera de caballos, a favor del "sistema", la "casta", lo establecido , el status quo; o de la "nueva política", "los de abajo", "los del cambio", o los de siempre (sofistas y apologetas) como les diría yo. Pues solo hace falta asistir un número no impúdico de veces en alguna de las asambleas universitarias (UB), en alguna de las reuniones necrófagas de un antiguo cementerio de elefantes "rojos" (Front Cívic), a una reunión de vecinos sedientos, o a cualquier otro tipo de "gregarismo" (distinto de asociación) sectario y doctrinal, en que la ausencia de libertad no sólo consiste en la imposición de unas normas, reglas y conductas privativas y exclusivas, sino en la ausencia de "discurso" en el espacio físico, la degradación del argumento político en pro de pre-vendas, intereses particulares y gremiales, organizaciones mafiosas corporativas y demás formas de casta de "lo social", como antagonistas del espacio político. 

Como vemos, hoy es fácil acusar de casta a cualquier colectivo, como así lo ha hecho no tan recientemente Félix de Azúa (por el que tengo cierta simpatía) en un artículo en el país. Los acusa de "casta universitaria"; a "Pablemos" y sus  chicos; pues no sólo ya le han contestado que él mismo pertenecía a la casta universitaria, sino, yo añadiría, que  a la "casta" de la industrial cultural. Pues todos pertenecemos (yo de momento no), sean trabajadores o capitalistas,  a una u otra "casta"  sociológica que lucha por sus intereses sectoriales o particulares, materiales y económicos. Pues lejos de parecerme mal, la condición de "intelectual" - Félix de Azúa no es filósofo; quizás un ensayista, y seguro novelista - es una forma más de "casta", una ontologización de la condición individual y del trabajo reflexivo, que ayuda a inscribirse en el mercado como productor de algo, y ayuda  a centenares ( no muchos más) de desarraigados laborales a situarse en una posición material holgada o suculenta. En definitiva, acusar a "Pablemos" por ser "casta", no es más que una descripción formal e insuficiente por falta de contenido, de un agente político, que ciertamente, visto el revuelo y las furias desatadas en todos los estratos sociales, económicos y políticos, no hace más que gratificarme y afirmarme en la opinión de que su irrupción es "una" forma de resistencia en nuestro país, a la ideología tecnócrata y sacerdotal del PP y sus homólogos europeos. Como iba diciendo, la acusación de "casta" es insuficiente y precaria; pues sólo es peyorativo si se pertenece a "esta" o "esa" casta;  en un intento de atrincherar el espacio público, o con un propósito de introducir la dialéctica amigo/enemigo en el interior del Estado, es decir, "son" de la casta, aquellos que no pertenecen a la mía; pues hemos visto como las acusaciones venían desde las múltiples castas (caspas) de este país: la casta sindical, la casta funcionarial, la casta empresarial, la casta política, la casta nacionalista etc.

Jugar a la generalización y a la acusación señalando con el dedo levantado al estilo fascistoide de: "estos son unos...(casta, fachas, reaccionarios o cualquier otra etiqueta)" nos conduce a la mayor opresión, a la mayor dominación y coacción política, que es la falta de discurso crítico, la incapacidad de deconstruir y desintegrar el aparato ideológico, lingüístico y publicitario (pura propaganda) de "Plablemos" - por el que no guardo ninguna simpatía, ni tan siquiera me hace gracia su coleta y sus barbas -. Que consiste en una glorificación de la democracia y del pueblo como conceptos oscuros y esotéricos, buenos por sí mismos. O el uso eufemístico y publicitario de términos (que tomados formalmente) son tan cuestionables como tolerancia, solidaridad, libertad, justicia social etc. Pues en su formalización y generalización abstractas, ocultan la inscripción real en un contexto material determinado, que serviría de legitimación o supresión de los mismos conceptos operativos. Y lo que aún es peor: los chicos malos de "Pablemos" ocultan tras esta retórica "Alicia", de la paz y pijo-progresismo, una estrategia de poder; una técnica para dominar las instituciones del estado ocultando su verdadera ideología "marxista"; que por otro lado, nada tiene de malo. En cualquier caso, lo que a mi juicio  parece inexacto, exagerado y fuera de lugar, es hacer el juego sucio del "sistema", limpiar las letrinas doradas y jugar a hacer pasar el tiburón por animal de compañía; identificando como "la casta más peligrosa" a la casta universitaria (hacia la que tengo un rencor infinito); pues tendrían que tener las posaderas muy limpias todos aquellos que acusan, de no pertenecer a ninguna casta aún más depredadora y parasitaria que la universitaria. 

A mi entender pues, la opción de "Plablemos" y sus chicos malos como gran alternativa política, no reside en su contenido ideológico o programático, pues esta oculto como ya he dicho, tras una estrategia integrista-democrática y escalonada del poder, una retórica de la paz y una seducción pueblerina (grito de masas mesiánico) que tanto gusta en este país. Sino en su posición en el escenario electoral, en su fuerza social que arrastra a todo tipo de seguidores y le otorga una capacidad masificadora que ninguna otra alternativa política al margen del binómio PSOE-PP puede recoger. Dicha fuerza lo convierte en un acto de resistencia, en un partido protesta, independientemente de su voluntad de permanencia y gobierno, que puede lograr instaurar una honda y prolongada brecha que sirva de abismo de contención para un colectivo profesionalizado y corrompido de "expertos" y administradores (gestores) políticos; una secta política sacerdotal que vaga impunemente haciendo y deshaciendo entuertos "partidistas" a su antojo y beneficio. Que vagan sacralizando movimientos integristas de "fe" como los nacionalismos periféricos y central; y que  juegan a los "negocios financieros" como quien juega  a "las cocinillas". La corrupción estructural e institucional esta más que confirmada, el paternalismo instructivo y moralizador de los conservadores esta más que atestiguado en sus leyes inconstitucionales y el intento de reducción del espació público, esto es:  la pluralidad, la dialéctica del discurso y la palabra originaria (acción que irrumpe) están más que probadas, Ante esta situación, el intento de los que "apoyaremos" efímera y puntualmente a "Pablemos" y los chicos malos, consiste en ejercer el mecanismos de sustitución de gobernantes, más que apostar en positivo por alguno; como decía Popper, la democracia no esta tanto para poner gobiernos como para quitarlos. Pretendo pues repetir la acción que el sector Krahe de la izquierda (Javier Krahe) llevo a cavo, votando al PSOE tras el engaño y la traición de Felipe González; pues su intención era sacar a toda costa al PP de Aznar del Gobierno. 

Apestado y ensuciado, no veo otra posibilidad política mayor; pues como decía Marcuse, en las sociedades industriales avanzadas, la democracia administrativa actúa más que como un impulsor de la libertad política, como un mecanismo de reducción de la acción política, pues se ha reducida la política a votar cada cuatro años, opinar públicamente -aunque no consista ningún ejercicio de libertad, véanse mis artículos sobre la libertad de expresión -  y actuar "dentro"  de la legislación del partido. En vistas de la reducción de la acción política en nuestro esquema material de praxis política y en vistas de las medidas y pronósticos que el PP piensa tomar para el 2015 ¿por qué no puede ser este mismos año el principio de su fin? Sea cual sea la palanca "legítima" que se use; en este caso a "Pablemos", que tantas ampollas ha levantado entre "los señoritos". No creo que sea gratuita la campaña de desprestigio que se ha levantado entorno a ellos, del mismo modo que tampoco lo es la sospecha en el sentido de los filósofos (todo es una teoría de conspiración contra ellos) de la sospecha, que continuamente exhiben los "chicos malos"; pues es su estrategia y la forma de constituirse más rápidamente como forma política de resistencia, a través de un enemigo exterior que les cohesiona y unifica frente al "enemigo". De todos modos, si hay que escoger, pues así lo obliga nuestro esquema material y nuestra mecánica política, entre la casta homologada de administradores y gestores, organizados mafiosamente o entre la casta de "los chicos malos" (casta universitaria), me quedo con la segunda. Peor he visto a a sindicatos y patronales que a universitarios que aunque por enchufe, no conforman viejas figuras del tablero; pues un partido de teóricos y politólogos, no se daba en este país desde la transición. Y para terminar: si la política en nuestro contexto integrista democrático, consiste en oponerse formalmente sin contenido (pues toda negación es formal) al poder identificado como "política", entonces esta legitimado y nos vemos obligados los que no estamos a favor de lo establecido, a jugar a favor de los únicos que se oponen con suficiente fuerza como para derrocarlos, pues ni C'S ni UPyD logran ni conjuntamente (no hablemos de sus dificultades de pacto) asimilarse a la fuerza de los chicos malos de "Pablemos". 













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