domingo, 21 de diciembre de 2014
Gustavo Bueno y la solidaridad polémica (yII)
Como hemos visto en el artículo anterior, el concepto de solidaridad, vamos a llamar realmente existente ( fundamentalismo democrático), presupone teóricamente dos fundamentos erróneos o falsos, estos son la idea de una sustancia como género humano, y la solidaridad en perspectiva monista, sometida a una realidad unidimensional, continua, unilateral, concatenada todo con todo etc. Es decir presupuestos que pueden desmitificarse fácilmente, pues la discontinuidad en la realidad es evidente, las contradicciones y los cortes o rupturas conflictivas son la lógica y dinámica propia de la historia. Y en el caso del género humano, podemos aducir que es una idea infundada en una, quizás mala interpretación, del primer Rousseau y la filosofía del "buen salvaje", de un individuo natural aislado y dado como acabado e irreductible en sí mismo, desposeído de un contexto y por lo tanto de una eticidad (hegeliana). No existe tal origen o inicio del "género humano", pues la primera aproximación al hombre y lo primero que es dado como primates-homínidos son los Australopithecus, Neanderthales (...) cuya condición de "personas" es inexistentes para poder considerarlas humanas; ya resultaría difícil llamarles "hombres", piensen que se haría hoy día si apareciera uno por alguna de nuestras casas, nuestras ciudades y demás, lo más probable sería una detención y estudio al estilo cobaya, una vulneración directa de los derechos humanos. A veces las categorías antropológicas echan por tierra conceptos metafísicos desligados de la realidad y fácilmente perfilados por oníricos planteamientos; y en este caso es evidente, pues el hombre es el resultado de un proceso evolutivo y una cadena o sucesión de determinaciones naturales que despliegan la "condición humana" de manera progresiva y evolutiva, nunca dadas de manera inmediata.
Como decía, hemos detectado dos nociones de solidaridad, la realmente existente que G.Bueno identifica como solidad armónica: la relación entre realidades que se identifican y se asimilan como continuas y unilaterales, que conspiran y aspiran a un mismo propósito y fin subjetivo, un mismo propósito voluntarista, pero que es capaz de armonizar la realidad objetiva y material. Y por otro lado, identificamos la solidaridad polémica, como dice Bueno: que consiste en una solidaridad del conflicto, la lucha, la oposición y la tensión entre partes que se niegan, entre grupos constituidos solidariamente "frente" a otros; una solidaridad interna de la enemistad externa y la animadversión, figuras que permanecen juntas y unidas para luchar entre sí, es decir, choque necesario entre solidaridades diversas y distintas, con fines distintos. La pretensión ideológica del fundamentalismo democrático consiste en eliminar la solidaridad polémica del marco de lo conceptual, de lo pensable y del espacio de la acción posible, pues funcionando como el universo cerrado unidimensional de Marcuse, la alteridad, la discontinuidad o el antagonismo radical, no pueden ser aceptados por la ideología dominante re-definitoria de lo real y lo posible. El fundamentalismo democrático opera pues como una suerte de ideología positiva unidimensional y sustituye la solidaridad polémica (la ontológicamente real) por la solidaridad armónica como única e indiscutible posibilidad y noción del concepto de solidaridad, niega así, no solo su ontología, sino su intrínseca polisemia. Llegados a este punto, Bueno, introduce una distinción de Durkheim sobre el concepto de solidaridad, una introducción afortunada para concretar y definir mejor, en qué consiste y cuál es la estructura ontológico-antropológica de la solidaridad; para Durkheim existen dos tipos de solidaridad en sociología: a) Solidaridad mecánica: es la solidaridad más primitiva, propia de "cosas iguales", es decir de sociedades pre-estatales, es decir comunidades totémicas o pre-totémicas si se quiere, cuya organización se produce a través de la fórmula igualdad=solidaridad, pues siguen la estructura de las tribus de anillos repetidos, es decir comunidades o pueblos que se organizan según una sucesión de anillos distributivos y productivos, concatenados y progresivos como el cuerpo de una lombriz. b) Solidaridad orgánica: es la solidaridad propia de comunidades estatales y plenamente políticas (eticidad), donde la solidaridad se da entre organismos de partes heterógenas, engranadas y conectadas a-simétricamente unas con otras, en una totalidad orgánica múltiple, cuyas partes son inseparables, pues cada una es el eslabón necesario y suficiente para una totalidad orgánica y holística (pues igual que en un cuerpo humano, el todo es más que la suma de sus partes y algo distinto a ellas).
Para Durkheim pues, la solidaridad es eminentemente orgánica, es una necesidad y una determinación social, pues evoluciona al mismo tiempo que se transforman y cambian las organizaciones distributivas de las comunidades humanas. De la misma manera Bueno acepta tal distinción, y fecunda su concepto de solidaridad, que no es suyo en un sentido subjetivo, sino una elaboración objetiva (teórica) suya; pues une la solidaridad polémica con la solidaridad orgánica, noción ontológica y antropológica, que van con-sustancialmente ligadas y unidas en Bueno. Reforzando así la dinámica dialéctica, pues el organismo social apoya la organización de bloques o conjuntos heterogéneos y contrapuestos que se unen y constituyen en oposición a otros, frente y contra un tercero ajeno y distinto; por lo tanto si desaparece la oposición desaparece la solidaridad y el organismo mismo, esto es la ciudad o estado, cosa que históricamente no ha sucedido, pues las comunidades políticas han desaparecido por invasión externa, o bien por el predominio de un grupo interior solidario, pero no por la independencia absoluta de cada uno de sus miembros como un organismo autónomo. Un ejemplo de ello es la solidaridad obrera frente al capataz, la solidaridad de los ladrones frente a la ciudad, la solidaridad de los tiranos frente al pueblo, expresiones que poseen un sentido, y no la solidaridad humana, o la fiesta solidaria de la gamba roja, la paella solidaria de Marbella etc. Que no poseen ningún sentido, pues no dicen contra qué o quién tienen o necesitan ser solidarios, cuál es el obstáculo o límite antagónico. Como vemos, el concepto de solidaridad, se ha tomado siempre de manera positiva (claro y distinto) como una virtud o un valor en sí-mismo, y de una manera formal, un formalismo que conduce a presuponer implícitamente juicios de valor y categorías ontológicas que un formalismo abstracto no puede otorgar, más que por medio de la concreción en sus contenidos; es decir la solidaridad no puede verse formalmente sin su contenido material específico, se es solidario no en-sí, sino para algo específico. De este modo, las declaraciones por ejemplo de los políticos, cuando califican a un colega o compañero de "solidario" carecen de sentido y entidad, es necesario requerirles que especifiquen de qué contenido: ¿Ante sus amigos empresarios, ante sus amantes , ante sus camellos, ante sus abogados y a veces psiquiatras?
Para finalizar, G.Bueno realiza un análisis de la estructura biológica de la solidaridad, para demostrar que el intento de ampliar la solidaridad con los animales y el reino natural, es un contrasentido y obedece a criterios ideológicos y no filosóficos; pues dicho concepto de solidaridad polémica y orgánica en el reino animal y vegetal, es exactamente la definición de la Biocenosis. La tesis se sustenta en la misma idea de discontinuidad: los organismos naturales no se encuentran aislados, separaos e independientes unos de otros (ni una célula, ni un árbol), irreductibles y desconectados de la red causal de determinaciones naturales; siempre viven condicionados pos su "población". Aquello que los biólogos llaman población, es una acumulación de organismos de una especie; cuando el conjunto forma una unión estable, que se reproduce, crece o decrece, es necesario que ese conjunto no este constituido por una sola formación, sino por muchas especies y poblaciones que por su carácter heterótrofo se alimentan unas de otras, y conforman una suerte de red de relaciones solidarias, en la que dependen unos de otros. La solidaridad orgánica es una solidaridad de organismos y seres vivientes heterótrofos, una solidaridad polémica (biocenosis), ya que su solidaridad supone la muerte constante y sistemática, la alimentación entre ellos es permanente y fija, de unos contra otros. Entonces, hablar de solidaridad con la naturaleza, es hablar de biocenosis, una solidaridad igual que en plano antropológico, polémica y orgánica, una superposición de grupos solidarios entre ellos y opuestos a otros, que les permite permanecer unidos y cohesionados en su solidaridad, subsistir en definitiva. Desmontando así, el mito de la Europa como unidad espiritual, sin conflictos ni contradicciones, unidimensional y acabada, cuyo problema es la voluntariedad y el deseo efectivo de sus componentes, y no su desarrollo dialéctico material, en que se ha construido como depredadora, parásito y devoradora de "otros". Quién piensa aún que la unión europea no se mantiene para competir con China, la India o EE.UU. Sin mitos intelectualistas o espirituales; la construcción de Europa es un acto de solidaridad, no como categoría moral, pues la solidaridad moral sustituye las verdaderas virtudes y valores como la generosidad de la Filia aristotélica o el Agape bíblico, o la caridad (caritas) como amor sin temor a pérdida agustiniano; sino que se mantiene como proyecto político en el más amplio sentido del término.
sábado, 20 de diciembre de 2014
Gustavo Bueno y la solidaridad polémica (I)
El concepto de solidaridad en nuestros días, es usado con total arbitrariedad, gratuidad e ignorancia no sólo por parte del más pintado hablante común, sino incluso por los más destacados "intelectuales" representados por la industria cultural. Se han llegado a escribir incluso artículos y libros, y dictado conferencias (Ricoeur y Honneth) fundados en la solidaridad como ratio y centro de las categorías políticas y morales, como solución a los problemas políticos y éticos de la comunidad; es más, se ha llegado a citar, nombrar y deletrear dicha palabra hasta la extenuación y la saturación, llegando a conformar una suerte de escatología filosófica o masturbación analítica de la idea. La explotación de conceptos como solidaridad, paz, caridad, tolerancia, democracia, derechos, libertad, son en nuestras sociedades occidentales, el nuevo "opio del pueblo", y si además sumamos el fundamentalismo científico y socialdemócrata que todo hijo de vecino debe soportar, encontramos una poza perfecta para que el filósofo chapotee y se divierta con el fango y bajezas del "Pensmiento Alicia", como diría Bueno.
Gustavo Bueno (1924), es a mi juicio, la figura junto con Ortega, Zubiri y Zambrano, más destacada del pensamiento español estrictamente filosófico; y por supuesto el único filósofo español vivo (perdónenme: G.Albiac, V.G.Pin y F.M.Marzoa); pues filósofo es aquel que como hoy, ayer y siempre, posee un sistema filosófico ( o es un descubridor de alguna hazaña en historia de la filosofía y ha ampliado el horizonte de los conceptos de la tradición o de algún autor), y Bueno posee el flagrante y polémico "materialismo filosófico" como estandarte de sistema. Cierto es, que el sistema del materialismo filosófico cobijado entre las paredes de la Fundación Gustavo Bueno en Oviedo, es una corriente que ha creado secta; pues visionados casi todas las teselas, conferencias y sesiones de la fundación, y leyendo numerosos artículos; a ninguno del gremio (al que aún no pertenezco) le gustaría asistir como objeto de sus reflexiones, pues sería rápidamente deconstruido o destruido por un ejército de seguidores furibundos, discípulos agresivos e yihadistas del materialismo filosófico; cuyo objeto es promover y promulgar la filosofía de Bueno por la tierra y el universo, la escuche éste o ignore siquiera su existencia. Aunque caricaturesca, certera y precisa es mi apreciación del asunto, pues mucho le debo a Bueno, entre otras cosas el decidirme por estudiar filosofía (noble pero desagradecida tarea); por ello mismo no puedo menospreciar sus obras, artículos, conferencias (espectáculo digno de ver) o "broncas" literales en televisión. Encuentro en él, un filósofo con sistema, sólido, duro, preciso y riguroso, quizás demasiado enquistado y escayolado en su sistema, pero es lo que tiene tenerlo y usarlo; y como diría Arendt de Heidegger, veo en él un zorro atrapado en su misma trampa, un filósofo que se hace ideas de todo, y que cae en su propia idea como trampa.
El concepto de solidaridad, es un concepto sobado y amortizado hasta sus límites de decencia, así pues, he visto necesario ver que decía el bueno de Bueno sobre dicha cuestión, pues realiza un análisis ontológico, antropológico, jurídico y lógico de su estructura conceptual. Aquí me centraré en deshilachar la estructura metafísica del problema como aproximación a la des-activación operacional y funcional del mismo. El término de solidaridad se presenta necesariamente fundado (tal y como se usa hoy) en la noción más ambigua y sospechosa, de "género Humano" o "humanidad", un sujeto que no responde y una sustancia que no existe. Según Bueno, el género humano sustituye la función que cumplía Dios como unidad y creador de el mundo como auto-salida de-sí (de Dios), y despliegue de una auto-creación, una multiplicidad que se va creando a si misma; esto es, el hombre y el mundo. De la misma manera, dice, el género humano actúa como ese origen de lo auto-generado que son los distintos pueblos, culturas, comunidades (...) que nacen unidas y se separan, según una interpretación bíblica, por la caída y el pecado original. y según el marxismo por a-simetrías o discontinuidades materiales (existen mil interpretaciones antropológicas, psicológicas, políticas o éticas del asunto). Y que a lo largo de la historia se re-ajuntan y vuelven a unir, para dar lugar al "fin" de la historia, de los hombres, el crepúsculo del progreso o el último canto del cisne de la humanidad. Esta Humanidad sufre una caída, se dispersa y se enajena, se aliena en sus partes, hasta que se juntan y surgen los lazos de solidaridad, como máximo sentimiento evolutivo y avanzado del género o especie humana, como objetivo y propósito de la humanidad, cuyo reconocimiento va más allá de las relaciones mercantiles y jurídicas como dice Ricoeur. Éste es el concepto de solidaridad hoy; una solidaridad con el género Humano; una solidaridad como tendencia o virtud a reunir a todos los hombres en una sociedad de "paz perpetua" de fraternidad, hermandad y caridad (amor), en unión y armonía.
Dicha noción de solidaridad que vemos reflejada en la ideología del Pensamiento Alicia, en la "alianza de civilizaciones", en los discursos políticos nacionales e internacionales, en los debates televisivos, en la conversación con nuestra vecina pitonisa etc. Toma como presupuesto, la necesidad de una reconciliación, reconstrucción o re-escritura del género humano, aceptando así dos implicaciones: a) La existencia misma de un sujeto que es sustancia que es la humanidad, y que es anterior y original; b) La sustitución de las funciones de Dios (res infinita) por otra sustancia: la humana. Implicaciones altamente cuestionables, pero que no podemos ni debemos abordar aquí. El tema es la solidaridad en tanto que "simpatía por todo el mundo", simpatía por lo humano, por el origen que nos une y nos hace hermanos, nos determina mediante relaciones fraternales y de parentesco, de pertenencia y unidad original; ideas que Bueno identifica propias del S.XVIII y el monismo de H.Henkel y Oswald Spengler, monistas materialistas (burdo materialismo, no el filosófico). Analizando así la estructura antropológica y ontológica del concepto de solidaridad, fundado y constituido en el género humano como sustancia y una interpretación monista del mundo, una suerte de "todo esta relacionado con todo", algo muy distinto a que todo este co-determinado o concatenado por algo, un "todo tiene relación con algo", pero no todo con todo. Por lo tanto, Bueno no se opone a concebir la co-determinación o concatenación causal de la realidad monista, sino a su total sustancialización y cierre, se acepta pues la "conexión" universal pero no total de todas cosas o elementos constitutivos con sus "otros". Se afirma así que no existen elementos aislados, independientes o desligados de alguna relación o condición, de alguna determinación, pero no desde una perspectiva monista, pues el materialismo filosófico es pluralista, y acepta la "causalidad", el hecho que cada cosa este conectada o vinculada con otras, pero no que "todas lo estén con todas". Esto es lo que Gustavo Bueno llama la "symploké" platónica, es decir: la tesis que sostiene que si nada estuviera relacionado con nada, no podríamos conocer nada, y si todo estuviera conectado con todo, es decir si todo estuviera en todo y viceversa, entonces tampoco podríamos conocer nada; es necesario pues, un principio de discontinuidad como estructura de la realidad y la propia razón misma. Una discontinuidad, un corte o ruptura con un todo relacionado pero no continuo y recíproco en sus partes. Bueno, pone un ejemplo que a mi juicio es como imagen insuperable, pone de ejemplo un plano reglado, un espacio cuadriculado, un eje de coordenadas reglado, en que cada línea tiene sus paralelas, pero siempre hay horizontales o verticales que cortan y por lo tanto no existe ya la conexión de paralelas, pero todas poseen una y por lo tanto están conectadas o relacionadas con otras necesariamente aunque no simétrica o armónicamente continuas.
Lo mismo sucede con la solidaridad, puede que todo este en relación a algo, que se determine en relación a algo, que no exista hombre o individuo vinculado o conectado, pero siempre se corta y se limita esa unidad en "frente" de otras unidades relacionadas, por lo tanto la relación es disyunta e inconexa, no existe una vinculación de solidaridad con el todo. Dicho de otra manera, la solidaridad es propia de un grupo de personas unido que comparten intereses comunes y los comparten "frente" o "contra" un tercero, contra "otros", contra un obstáculo o límite de tus intereses grupales compartidos; por lo tanto, la solidaridad es un concepto negativo y no positivo, un concepto que se opone, que lucha y niega las determinaciones o condiciones de "otros" grupos solidarios, su lógica y dinámica de configuración en la realidad es dialéctica - es decir, si se es solidario con unos, se deja de serlo con otros - entonces la solidaridad de la humanidad no tendría sentido o significaría: a) solidaridad humana frente a la humanidad, y por lo tanto contra ella misma, contra nosotros mismos, somos solidarios con y contra nosotros mismos, con lo que estaríamos en las mismas (situaciones insolidarias); o en un vacío de significación; b) una solidaridad humana contra los marcianos, contra lo que no es humano, sean animales, dioses etc. Es decir la solidaridad debe plantearse desde el materialismo filosófico como un término dialéctico, esto es, en discontinuidad, ruptura y cortes constantes en la lógica de establecer relaciones de "simpatía fraternal unos con otros", existen pues oposiciones y contradicciones ontológicas en la propia realidad práctica que lo impiden, lo demás, monismos ideales (...) son mistificaciones y mitos políticos.
viernes, 7 de noviembre de 2014
Burda mediocridad
No es suficiente con tener que enfundarse la lengua en determinadas situaciones, cuyo contexto es propicio al envenenamiento hasta la asfixia de nuestros interlocutores (no siempre deseables), sino que en condiciones normales uno no puede ni tan siquiera respirar a destiempo, moverse asimétrica-mente o no responder con un !Sí señor¡ al toque de corneta; se nos esta prohibido incluso blasfemar sobre lo notablemente falso. ¿A quién se le esta prohibido blasfemar en un país liberal? se preguntará el noble y paciente lector; pues a los no católicos políticamente. Todos tenemos, mucho a nuestro pesar, algún que otro amigo católico, esto es, nacionalista. Incluso tenemos alguna especie exótica y extraña, casi camaleónica si no fuese por su sucio color grisáceo, con problemas de identidad, que nunca se sabe si suben o bajan, que se dicen a si mismos ateos de pro, mientras se masturban en sodomías de catecismo familiar o adoran a figuras totémicas seculares de la trascendencia.
Ciertamente este tipo de vulgaridad y mediocridad, no es nada excepcional, quizás uno mismo, el que escribe como el que esta leyendo, acaten dócilmente imposiciones repugnantes a su siempre higiénica y sana personalidad, quizás aceptemos obedientemente consignas y propaganda que interiorizamos e identificamos con nuestra condición, sin reparar en la evidencia de la siempre insaciable y constante repetición ideológica de lo privado. No me gustaría recaer en un tono paternal, figura que me repela tanto metafórica como fácticamente, ni caer en una moralización de las costumbres y los hábitos pensando que uno esta libre de pecado. Pero ciertamente no solo mi experiencia personal, siempre reducida, local y provincial (vivo en Cataluña), sino la percepción general en los medios, es la de una atomización del individuo, sacralizado en su creencia de los "derechos individuales" para lo "no-político". Pretenden politizar ellos mismos algo que no tiene porque serlo de normal; una auto-violación o magreo de su propio proceder instintivo, un proceso de saneamiento y limpieza, que obliga al individuo a levantarse cada día con el traje de domingo puesto; como si en los trajes cotidianos no tuviéramos suficientes manchas. A mi siempre me ha sorprendido, no aquellos que no hablan de si mismos, mentes perversas y retorcidas que ocultan vacíos profundos o banalidades insustanciales, sino aquellos que hablan de sí mismos como si su privacidad fuera una especie de texto sacerdotal, una especie de coto privado sumarísimo, dichos apocalípticos de lo personal deben de tener privacidades muy densas. Además suelen ser los mismos que se dedican a comprar voluntades para su gobierno de las emociones, como una especie de democratización de los sentimientos. Una constante tentación a la inocencia y al infantilismo, al que se recurre para contar las debilidades de las peripecias personales, recubiertas de indomable valentía o incluso actos heroicos, nobles relatos de la burguesía inmadura; cuentos de niños fantasiosos.
La mediocridad no sólo se demuestra en lo cercano, en lo propio, o en la experiencia de las costumbres y hábitos urbanos cotidianos, sino en las estancias más elevadas de la sacristía política, tanto en su expresión celestial en la teoría, como en la institucionalización más rígida y sólida de la misma. En aquellas practicas que vemos como lejanas, recubiertas por la bandera e inscritas en las viscosas tripas de la patria; que convierten los argumentos y posturas ideológicas de sentido común, en un disparate revolucionario, en una anormalidad política que no cabe en el nuevo marco de corrección discursiva y gramatical. Palabras que antes parecían neutrales ahora son propias de "fachas" (siempre españoles, ya se sabe aquello de "sólo se ve la paja en el ojo ajeno"), incluso se llega a confundir el debate político con una discusión personal, las agresiones a ideas políticas, se convierten en agresiones personales. Las ideas son sus nuevas extensiones corporales, burlarse o dañarlas a ellas, es dañar inexorablemente a un cuerpo maltratado, que encima es representación somática del cuerpo colectivo, atacando pues la idea de nación o pueblo, estas atacando no sólo a un sujeto en un plano personal-carnal, sino a todos los catalanes dispersados por el mundo; un disparate en toda regla de la mediocridad. Una regla que predica "no usarás el nombre de Dios en vano" podría traducirse por "no usarás el nombre Cataluña en vano".
Como iba diciendo, la saturación retórica y sofística del nacionalismo, no solo imposibilita la capacidad de discrepancia (si no estas a favor de derecho a decidir, no eres un demócrata y les estas oprimiendo), sino que ni tan siquiera pueden denunciarse sus abusos como tales, es decir, no es posible deshilachar de una manera objetiva el contenido doctrinal de su ideología y revelar la "verdad"; es decir la verdad que se oculta tras la ideología y el dogmatismo propios del arraigo a la tierra. Su entusiasmo y alegría imposibilita una experiencia rasa de lo que significa levantar un nacionalismo y un proyecto de país en blanco, sin más programa que la superioridad moral y cultural (lingüística) de su Nación. Mediocridad es pues, la postura de esos herederos del relativismo pos-moderno, que sostienen que no hay una "verdad" en política; ni aquella que se revela públicamente, que es iluminada por la luz de lo común. Pensarse que todos y cada uno de los individuos puede presentarse en el espacio público exponiendo sus fantasmas familiares o deshacer el armario de viejas opiniones, como si los hechos no hablasen con una relevancia y brillantez deslumbrante en ciertas ocasiones: véase la acusación de Arendt al pueblo alemán sobre los acontecimientos del fascismo, o véase los propios hechos del 11M en Madrid. Quién podría negar (dejando de lado a los de la teoría conspiratoria) que esos atentados fueron una respuesta política por un grupo terrorista islámico; quién puede negar que la violencia ejercida era una advertencia, un toque elevado de atención, un aviso de pre-guerra en casa. De la misma manera debemos pues, disponer de una lectura de revelación de la verdad sea según procedimientos o formas teológicas como en Adorno, en que (teología negativa) las cosas se van definiendo por lo que no son; aposentándose por su propio peso y sesgo según el proceso de negación de determinaciones y condicionamientos inadecuados, llegando al fin a una revelación negativa; o sea de cualquier otro método que no banalizara, simplificara o relativizara la verdad.
Y la verdad en el proceso Nacionalista catalán, es que no es un movimiento ni progresista, ni socialistas, ni liberal, ni socialdemócrata, sino profundamente reaccionario, etnicista y conservador: en su forma regresiva de un pasado (paraíso) perdido orgánico y pleno, que hay que construir en el futuro, a imagen y semejanza del "ser-catalán", cueste lo que cueste. Sea la salida de la Unión Europea, la depresión económica de las clases más débiles materialmente, la exclusión política y cultural, la inclusión de la dialéctica amigo/enemigo en el interior del estado, o el propio ambiente chabacano de provincialismo de ignorancia rampante. Al fin y al cavo, no ver eso sea cual sea nuestra posición, es burda mediocridad.
lunes, 27 de octubre de 2014
"Merendendum" y "Pablemos"
Cada día es una aventura, una avalancha de emociones y extravíos, sensaciones que cualquier mundanal ciudadano descarta a la hora del cafelito del desayuno, demasiado contenta va la gente a trabajar a las 8 de la mañana, como para enterarse que el alcalde de Barcelona, (nadie lo diría, podría ser el amigo invisible de Mas) pasa por serios problemas económicos... miren como se le ha quedado la voz; tan sólo 13 millones de euros en la ya, nuestra amada y deseada Suiza; estoy por hacerme ciudadano espectral... tengo contactos por esa zona, ya veremos como se desarrollan las negociaciones. Dicho "colchoncito" para imprevistos domésticos, fue a sentar sus doradas posaderas casualmente y por azar en Andorra, lugar desconocido para los catalanes, casi ni se conocen, y ni mucho menos es Andorra una tierra de patriotas catalanes, !que grosería¡, insinuar que Andorra se financia por la evasión fiscal de la alta burguesía y clase político-empresarial catalana, !no se ya donde tengo la cabeza¡
Como decía, hoy (27/10/2014) nos hemos enterado de la macro-redada policial que ha desahuciado a la comunidad de Madrid de alcaldes y consejeros (que como decía Fabra, no aconsejan porque no es su trabajo; claro esta, igual que los maestros no enseñan y los bomberos causan incendios), dejando a su población, sumida en un profundo dolor por la pérdida de tamaños "calcutas" de las finanzas. Pero realmente, lo verdaderamente importante ha sido la victoria de Pablo Iglesias en su disputa interna de partido, con lo que ahora llaman el "sector crítico" (el bueno de Kant debe estar revolviéndose en su tumba), venciendo o aplastando a Echenique, empeñado en que "Pablemos" recupere su nombre original (Podemos) y su condición de partido "cadáver". Es difícil entender y aceptar que los grupos y colectivos políticos necesitan un líder,que "no eres tú", para que tome las riendas y se preste al noble juego de la seducción electoral, alto nivel de erotismo y éxtasis social. Aquí veremos si Pablo Iglesias, a falta de ser un "guaperas limpito" (véase Albert Rivera o P.Sánchez) es un verdadero "chavista" de las palabras, un líder con peso y sustancia dentro de su partido y ante sus simpatizantes. Es de justicia comentar, que en las últimas semanas tanto los voceros (todos listísimos y preparadísimos, se ve que todos ven películas alemanas subtituladas en ruso, y leen las traducciones de Hegel al chino) de "Pablemos", como su propio dirigente, han reculado, no una ni dos, sino miles de millas sus propuestas politico-económicas. Han abandonado el noble vicio de no pagar las deudas al estilo argentino, y se han configurado estructuralmente como un partido tradicional, eso sí, con bases asamblearías que cumplen todas las exigencias sanitarias e higiénicas europeas.
Han declarado, con sorna e ironía maliciosa, la novedosa y nunca oída frase "no somos ni de izquierdas ni de derechas" (nadie nunca ha sido perseguido ni ha muerto gritando "!viva el centro¡"); además de un largo sin fin de recortes en su planteamiento lingüístico y comunicativo, confirmando las sospechas de Marcuse, que sostenía que: en cualquier disonancia o disidencia en un sistema político industrializado era, o bien re-formulada o re-inscrita dentro de los márgenes y términos del marco ideológico establecido, o bien excluido, eliminado y suprimido del espacio discursivo. También advertía de la imposibilidad de ganar en ofertas, promesas y confort a la socialdemocracia, antesala o sub-producto del capitalismo, que a cambio de comodidades materiales y técnicas, y un amplio abanico de libertades negativas ultra racionalizadas, el individuo tan solo debe permitir un aumento de los instrumentos de control y dominación, de regulación total de la existencia urbana. Anzuelo que los de "Pablemos" han mordido como quién muerde una cereza recubierta de chocolate, cayendo así en el juego establecido de normas y coordenadas de la totalidad que parece tener el aspecto mismo de la "Razón"; y sin embargo la sociedad es irracional y esta llena de contradicciones. Como decía Marcuse, es paradójico (aunque interesado) que existiendo una multitud variada y amplia de medios de comunicación, en explosión orgiástica de medios, siempre se mantenga el mismo orden de discurso, los mismos valores dominantes, que son a su vez los que adopta "Pablemos": fundamentalismo democrático, mitificación de la voluntad del pueblo, libertad individual, estado del bienestar (socialdemocracia), glorificación del pacto y el consenso, parlamentarismo etc. Sin contar las paradojas económicas o militares: sólo se consigue o garantiza la paz mediante la amenaza de armas nucleares, lo que supuesta-mente niega la paz; y el crecimiento económico sólo es posible mediante agresivas y profundas crisis, cada vez más duraderas y graves; en vez de un crecimiento equilibrado y sostenido...Pues bien, "Pablemos" aún no cree a Marcuse.
Mientras tanto, en las tierras de trapecistas y traperos, también conocidas como de barretina y butifarra; la payasada, la merendola, el onanismo de la "no-consulta" consultiva, o "movilización social institucional" sigue viento en popa, como el ángel de la historia de Benjamin (Angelus novus; Paul Klee) sin mirar los escombros y ruinas tras de sí; apoyado por las fuerzas objetivas de la historia y la voluntad de un pueblo fantasmal, (que ni esta, ni se le espera). Mientras el presidente representa el papel de "novia a la fuga" y abandona su actitud de trilero ( dónde esta el referéndum...aquí no, aquí si...) para ofrecernos la de Canciller (elecciones plebiscitarias)... La sociedad civil asimilada al discurso unidimensional prepara sus copas de plástico, su cava caliente, y sus fiestas "empurdanesas", para una cita inolvidable en la historia de la comedía: un "merendendum" inolvidable. Que les reafirmará como soberanía nacional y voz de la mayoría, un reconocimiento local y provincial, reconocido como festividad o capricho, que ningún eco internacional tendrá. Los no-nacionalistas, desnudos de entusiasmo, y por lo tanto bañados de paciencia, emprendemos chistes, humor y sátira para no desesperar y no emborracharnos de pacata e inocente "voluntad" de una sociedad masificada y unidimensional. Perdonen los independentistas por la crudeza del humor de este escrito, mi intención no es compararles con el Ébola, yo no creo que sean tan mortíferos.
domingo, 26 de octubre de 2014
La desublimación del sesgo femenino
Algo se impone irremediablemente injusto, en la apreciación de la "mujer fatal" como una excepcionalidad de la gran pantalla, como un icono intangible y meteórico del cine negro; que se da tras los lavaderos y cocinas de las vidas domesticas, tras el silbido de la tetera, el burbujeo del caldo de poyo, o tras la satina impregnada de polvo de la siempre vieja, nueva cotidianidad. Un escondite en el que la mujer es la representación de su verdadera naturaleza desatada y salvaje, armada y dispuesta, confinada en un traje ceñido de tacto masculino, bañada en Bourbone y Malboro. Cómo si fuera una vergüenza humanizada escondida tras la imagen de las siempre publicitadas chapas familiares americanas, en las que se trasfigura la vulgaridad de la vida media, en una fotografía familiar a punto de caramelo. La indeterminabilidad del cambio concreto del sesgo de la feminidad, constituye una máxima invisible para aquellos cuya tarea consiste en la insoldable aventura de la recopilación y administración de figuras culturales como verdades de razón; maduros coleccionistas de lo infantil. Encontrar la feminidad como la seguridad del goce, como el espacio de la palabra libidinal o el parlamento de los sentidos, son privilegios no democratizados; asegurados de manera autocomplaciente en la conciencia colectiva que sobrevuela las frías cabezas de los grises paseantes de una ciudad; convertidas hoy en burdeles de Estado. Pero que no obedece más que a una ficción estrellada de la mórbida amalgama de cuerpos en construcción y reparación, ensimismadas en el propio reflejo de la imaginación abnegada. Relacionar con conformidad y normalidad a la mujer, con la dualidad placer - muerte o agresividad - goce, emulando los postulados teóricos del psicoanálisis, nos convierte en atávicos proxenetas, leviatanes y guardianes de una sexualidad exótica y recluida en la burda debilidad y fragilidad de la feminidad cinematográfica atacada por la cultura real.
La culpa no es del siempre inocente cine, del siempre espejo anticipador de los anhelos futuros, o cajón de sastre de las futuras joyas embrutecidas por nuestra obcecada glorificación; sino del acartonado conducto de nuestros deseos y perversiones ético-estéticas. Prácticas irrealizables por los cobardes y encasillados "urbanistas del espíritu", que ante el miedo a la sobria educación de la impermeable realidad, las ven como un impacto corporal en cal viva, cuyos restos se asimilan a raspas de pescado. Dichos "urbanistas" se agrupan en anónimas asociaciones de identificación colectiva, sindicalistas del goce atenazados ya por la realidad, pero masoquistas de la ilusión; ven sus únicas posibilidades de éxito erótico, en los auto-dolientes rostros de angelical dulzura y tonta candidez de lo casero. Mostrando la mentalidad patológica de la "suciedad femenina", oculta tras pastelillos de nata, vestidos de seda, clases de latín, pianos de cola y lienzos de bucólicas pinturas. Si en Adorno, el desairado y desdeñado ve una justicia universal en el amor (del que nada sabe ni puede saber, y que le es vetado) que le pertenece como obligación o derecho a la instrucción amatoria; los hombres medios de la socialdemocracia progresista creen en el republicanismo del goce, la sexualización de lo público. Mientras ocultan la pacateria sacro-santa de lo privado, la exclusividad del fetichismo de la propiedad, representado en una "dialéctica de lo escatológico". En que el carácter sexual explícito de la mujer es un correlato inscrito en la escatología de su propia psicología; pudiendo mostrar en el escaparate y el supermercado de la "provocación", en lo público, su cuerpo sugerente de brutalidad y placer, pero sólo lo humano, cálido y escabroso a la par, en lo privado.
La libre circulación pues, de la "mujer fatal" como una iconografía viviente y sintiente sólo en los almacenes, como fantasmagoría de las sombras de nuestros sueños, que diversos grupos "feministas" (inconscientemente) y "machistas" (conscientemente) pretenden rescatar de distintas formas; introduce una nueva (ya vieja) función de normativización y regulación de las relaciones humanas instintivas. Una falsa encarnación moderna de lo femenino como "belleza eterna" y "amantes eternas" de los hombres, pero libres de yugo. Misoginia rampante, legal y legítima, que es usada tanto por unos como por otros, para el simple mantenimiento de sus odios irracionales tras la protección de la capa de producción cultural, de la educación estética heredada, y el derecho a la libre instrucción y pedagogía de lo sensual-sexual. Dicha caracterización de lo femenino en la mujer en ciertos guetos de la modernidad, tanto en hombres como en mujeres, no solo corresponde a un pasajero fragmento contextual, sino a una aberración de cualquier pretensión de sistematización filosófica. Más al contrario, se juega con la trampa y el cinismo de la propia disciplina, con su productividad y su edición limitada, casi de coleccionista; su rigidez y plasticidad, su volubilidad y sustancia permanente, que enjuaga y abastece un amplio campo de fobias y perfidias, prejuicios y manías socio-culturales que nada tiene que ver con la distancia crítica de seguridad reflexiva. No hay pues, mayor pornografía de lo femenino, que la des-situación de las formas estéticas y las practicas empíricas ocultadas tras el manto de la legitimidad cultural.
domingo, 7 de septiembre de 2014
Nudos y suturas del Nacionalismo
La apremiante actualidad me obliga a emplazar, una vez más, un artículo de escritura más silenciosa y menos rabiosa como el de "In dubio, pro rico (II)" para momentos de aguas más mansas y menos revoltosas. Ya que los últimos acontecimientos mediáticos, las últimas declaraciones públicas, tanto de "profesionales de la opinión" (tertulianos más que periodistas) como de la cúpula bi-cefálica de los dos gobiernos nacionalistas (españoles y catalanes), sumado a los últimos movimientos de la "familia(mafia) Pujol" y a la promiscuidad del acontecimiento del nacimiento de un "nuevo" pero etnicista Estado-nació catalán (el "11S" y la "consulta"). Han conducido a postergar mis más nobles intereses de pensar y reflexionar sobre la administración de justicia y su más que maltrecha estructura, para dedicar unas líneas a los sucesivos acontecimientos revelados como grandilocuentes intentos de supervivencia de un agónico fundamento racional del nacionalismo catalán (el español es de sobras conocido como atávico), y los desesperados últimos coletazos de vida de su legitimidad "moral" y cognoscitiva, de sus discursos portadores del "pragmatismo independentista" integrados ficticia-mente en la indecorosa proclamación de la "mayoría del movimiento catalanista".
En los sucesivos debates, hacía tiempo que no les prestaba atención, de tv3, 8tv, Rac1 y distintos y extintos artículos de la vanguardia, uno a podido ver cómo la más falta consideración de rigor intelectual, y la más mísera actitud colaboracionista (cobardía), han florecido en los instrumentos mediáticos de propaganda ideológica (defensa de intereses privados y burgueses) y de construcción de un "nosotros" como mitología que aplasta la pluralidad política, causando un notable impacto en la línea de flotación del periodismo en general y de su objetividad y credibilidad en particular. Puesto que, en los días sucesivos hemos podido contemplar como los argumentos esgrimidos por jóvenes periodistas trajeados que conforman las más amplias redacciones de los medios catalanes - nada sospechosos de radicalismo físico o integrismo- y los más pintados de las letras catalanas del periodismo ( José Antich, J.L.Burniol, P.Gabancho, P.Rahola, A.Franco, el ex director de la Vanguardia J.Barbeta, etc.) han sucumbido a las tinieblas del "nosotros"; argumentando en tropel, que lo del dinero en paraísos fiscales, el origen, cantidad y voluntad de devolución del mismo, son lo de menos. Lo realmente importante es que respondan moralmente al pueblo de Cataluña, (sujeto o sustancia política harto cuestionable), que den explicaciones morales al engaño, que se justifiquen y se disculpen. En definitiva, que hablen a un "sujeto político" inexistente como el catalán, al igual que el español, hasta incluso el de Humanidad, que no hacen más que sustancializar aquello que no es una sustancia que manipular. Así, pues, su preocupación es cómo afectará el "caso Pujol" al proceso catalán - cuando gritaban que nada tenía que ver -, les preocupa el "cómo" van a recuperar la "presentabilidad" delante de la luz pública que todo lo ilumina, y cómo, estratégica-mente, van ha intentar ocultar y sobrellevar con más oscuros que claros, la carga de la corrupción institucional y sistemática, para no admitir que este no es un problema catalán (sí para el proceso). Sino que es un problema nacional, que no sólo no es propio de los nacionalistas, sino de todos los ciudadanos. Estos periodistas y medios, pretenden pues, centrar el problema en una cuestión estratégica y no de "principios" o ideas; en un obstáculo más para sus fines, sin pretender arreglar y esclarecer con cifras y orígenes concretos el uso del dinero por las fuerzas de apoyo a la corrupción, para limpiar y re-fundar las bases de su nuevo estado. Sí, por el contrario, pretenden seguir con la velocidad de crucero cargando todos los cadáveres, practicas e instituciones de la corrupción; además de todos los huecos comprensivos, los enigmas, las sombras y las quimeras, por encima de las condiciones materiales reales, la situación geopolítica de la nación (fuero o dentro de Europa), o un mínimo proyecto de país (forma constitucional, parlamentaria, institucional etc.); no significa otra cosa, que su poco interés por las formas políticas de justicia y libertad, y su demasiada preocupación por el "espíritu del pueblo", la raza, la etnia y la cultura catalana.
La corrupción es propia de todo aquel "profesional" sin profesión que se acerca a la vida política con ideologías escudo (sean liberales, socialdemócratas, conservadores, nacionalistas o comunistas), que sirven de epifenómeno ocultando la realidad, que no es otra, que el más predominio del "funcionalismo", la creencia en el "crepúsculo de la ideología" (Sánchez Mora). Una perspectiva que auto-engaña al sujeto político concreto particular, y emborrona todo la esfera pública, que conduce a decir que PP y PSOE, CIU y IU, (...) "la misma mierda son". Discurso que conduce al filo-fascismo, a un peligro inusitado aún por los más jóvenes entre los que me incluyo, que fomenta el odio o el prejuicio contra lo político, como si existiera una distinción entre "política" y "ciudadanos". Distinción que sin duda conduce a exportar la dialéctica amigo/enemigo de Schmitt, en un terreno constitucional y estatal; de política interior, cuando lo propio de dicha relación dialéctica, es la política exterior. Allí donde la propia construcción del Estado por los miembros soberanos, no corresponde con su concesión, sino que es un terreno vedado, una discontinuidad material, donde aún es necesario establecer un marco de unidad para que pueda producirse la "pluralidad" real, no-negadora de "lo otro". Allí es donde se da dicha relación amigo/enemigo, y donde los intentos de una legislación "universal" han pretendido vanamente establecer la "paz", que por la asimetría material jamás podrá ser realizada . Por lo tanto, mientras sigue escampándose ese empobrecimiento del lenguaje y del discurso político del "todo la misma mierda"; nosotros jugaremos a la revolución por la totalización, o al des-quebrantamiento del "sistema" incluyendo nuestros propios elementos teóricos, conceptuales e incluso constituyentes (legales, estatales, morales etc) de resistencia, que articulan nuestro "ate de no ser gobernados" por el exceso de poder. No entendiendo que son figuras de propaganda, tan estereotipadas como los dos "mitos" políticos advertidos por don Gustavo Bueno de: "izquierda" y derecha". Maniqueísmos que ha nada serio y riguroso en lo teórico, y nada concreto y efectivo en lo practico conducen.
Como iba diciendo, el intento de transformar el "caso Pujol" en un caso catalán, que incumbe a un "nosotros" como sujeto o sustancia política, es un grave error, que no hace más que reafirmar las polarizaciones y las distancias entre los dos grupos predominantes de nacionalismos, los periféricos (del norte) y el mesetario y castizo nacionalismo español, cuya forma es tal vez más robusta y anquilosada en el conservadurismo y la sociología tardo-franquista, cuya fuerza es hoy la que reside en unas estructuras de poder empíricas: cuerpos policiales, administración de justicia y con ella los altos tribunales, la hacienda pública, y la supuesta aunque cuestionable legitimidad democrática de los ciudadanos del estado español. Pero cuya gallardía y vigor estético (estamos en la era de la teatralidad política) es ínfimo respecto a la orgiástica explosión de la estética nacionalista catalana, que consigue movilizar a miles de personas (quizás menos de las que dice el gobierno catalán) que se cuadran al toque de corneta del general. En tal situación, el peligro es para aquellos que no militamos en agrupaciones ideológicas tradicionales, que no comulgamos con formas religiosas, teológico-políticas como el nacionalismo-católico-mesiánico, o rezamos y esperamos la "gracia" de sustancias políticas venidas de la nada, irreconocibles por los demás, en ausencia de cualquier concesión de autoridad y faltas de "novedad" (novedad en tanto que nuevos proyectos políticos, nuevas formas de organización, o nuevas figuras de autoridad). Aquellos que están atrapados por los distintos nudos y suturas del nacionalismo, que juegan a configurar al más pintado, en una trinchero o en otra, no hacen otra cosa que simplificar, reducir y asfixiar el espacio público, el espacio "entre" los hombres que ya no solo en tanto que ciudadanos poseedores de unos derechos garantizados por el estado, sino en tanto que materialmente hombres cualesquiera, ven reducido su espacio, su dimensión de acción por los extremismos y los discursos "funcionalistas" que esconden un etnicismo y un racismo galopante y subyacente.
A un servidor, ya no le quedan más palabras para expresar más claramente lo dicho; así que recurriré a transmitir una percepción a raíz de la experiencia personal al hablar con aquellos que se han definido como"independentistas pragmáticos" o "patriotas españoles" (no nacionalistas) sean personas reales que conozco, ya bien, sean periodistas a los que sigo de manera más o menos continuada en "estos" y "aquellos" lares. En todos estos casos, la conclusión si no ha sido la misma, bien se ha parecido o mimetizado con el ambiente, pues siempre he sacado en claro, que ninguna de sus posturas correspondía a una urgencia pragmática o una reivindicación necesaria para defender la idea de "nación" o de "Estado". Sino, que por el contrario, siempre me he encontrado un subyacente conjunto de prejuicios tácitos, frases hechas, clichés provincianos y retórica local, para ridiculizar o caricaturizar al enemigo "exterior" y reforzar la propia figura de "pueblo", fortalecer un "nosotros" que se constituye no como negación de lo dado, puesto que entonces también se auto-negarían a sí mismos como formas culturales dadas. Sino como odio, miedo a la ficción del "otro" y fe e integrismo en los propios valores, por el mero hecho de ser "propios-dados" (iusnaturalismo). Afirmo pues, que los nudos que crean los nacionalismos son grupúsculos de oscuridades ante la luz de lo público, sombras que sobrevuelan nuestras cabezas, en silencio, sin recordarnos nada del pasado; y sus suturas, barreras infranqueables, que sólo los agentes nacionalistas pueden volver a romper, y liberar de la dialéctica amigo/enemigo de política exterior, suspender la tensión, y reescribir su narración política de los acontecimientos de manera razonable y racional.
No distinguir por ejemplo, que el verdadero enemigo de la "izquierda" es el conservadurismo y el neo-liberalismo antes que los socialdemócratas, con los que pueden llagar a pactar; esta idea de identificarlos como iguales, es olvidar contenidos políticos compartidos, en términos de legislación pública y cuestiones morales (bioética o ética medica), en cuestiones de idea de Estado, de regulación de los mercados (de la economía), en términos de protección social -los socialdemócratas (PSOE) han sido mucho más plurales y garantista, sin vulnerar derechos ciudadanos: aborto, eutanasia, voluntades anticipadas etc - todo ello, es olvidar en qué consiste la política a diferencia de la supervivencia en una isla desierta. En que todo lo que sucede es la ley natural, todopoderosa e injusta, estando aislados y siendo todos los elementos que nos rodean, nuestros enemigos unidos. Quizás todo lo dicho suene a perogrullada, pero en los foros públicos de debates en la sede de los partidos de "izquierda", concreta-mente conozco el caso de IU (Front cívic) y Podemos, se dedican a analizar el hundimiento del PSOE y el juego de concesiones a los nacionalistas a cambio de pactos y apoyo, en vez de plantearse las preguntas y cuestiones reales; como: ¿qué espacio y que lugar pueden ocupar las políticas "socialistas" o "comunistas" en gobiernos que poseen cada vez menos soberanía y autonomía y se ven inscritos y subordinados en círculos de poder capitalistas? ¿como eliminar una tasa de paro estructural incluso en ciclos de crecimiento, sin recurrir a mini-jobs? ¿debe o no debe establecerse una renda mínima universal, y cómo se determina? ¿puede un país socialista vivir de su producción, sin ser subvencionado en en un macro-contexto capitalista (véase Marinaleda)? ¿quienes son aquellos colectivos con los que podemos integrarnos para la acción concertada para arreglar problemas concretos?, ¿cómo puede constituirse un bloque común y único de izquierda en que se olviden las acusaciones de totalitarios a los comunistas y de colaboracionistas a los socialdemócratas? (...) Y así, un largo sin fin de cuestiones políticas actuales. No falsos y estériles debates eternos sobre la imposibilidad de articular la izquierda cínica y mezquina por naturaleza, la desaparición de la conciencia empírica de clase, la constitución del sujeto revolucionario colectivo (...) Un análisis realista y materialista sobre el asunto, y un intento por eliminar falsos debates como el del nacionalismo, desataría nudos de cuerdas que hoy parecen irrompibles y asfixiantes, y que las propias corporaciones de izquierdas han jugado a favor de su permanencia y les han ayudado a cambio de beneficios electorales.
Un análisis como el que acabo de sugerir, se apoya en la tesis de Bueno, de que la derecha es un bloque mucho más sólido y unitario, en el que no existen una multitud de ideologías dispares, sino más bien unos pocos cuerpos ideológicos bien avenidos. Unidos posiblemente por su circunstancia material y su interés común en las condiciones económicas y fuerzas productivas, vinculando así la propiedad a la libertad, y por lo tanto el mercado y el capital como el espacio de libertad, en lugar de los movimientos políticos de liberación y emancipación; todos aquellos que se oponen por "principios de la acción" a cualquier tipo de opresión y dominación, socio-económica, político-moral o militar. Por el contrario, la izquierda se muestra fragmentada en múltiples facciones y formaciones mal avenidas, sin un programa unitario y común, con odios atávicos del pasado, resentida tal vez por su inquina e ineficaz voluntad de revisionismo histórico. Su posición es pues de disgregación interna, degenerada en sus formas, se haya perdida en categorías del pasado mal recuperadas o bien, inexistentes hoy. La conclusión de Bueno es pues, que existe un solo y sólido bloque de derechas con un interés común, enfrentado a una Izquierda "que son muchas", un bloque desunido y fragmentado que aún sigue limpiando su triste reciente pasado, en una auto-culpabilidad condenatoria. Esta situación podría leerse en nuestro panorama actual de la política española, ya que ¿dónde esta la extrema derecha reaccionaria fascista, el conservadurismo, y el centro-liberal? Exactamente en el PP, mientras que el PSOE reúne socialdemócratas mal perfilados, profesionales liberales (...) y otros colectivos que no se identifican con las clásicas nociones marxistas, la historia socialista o la radicalidad del comunismo; produciendo así una amalgama informe y frágil que no consigue conformar un "poder consituyente". Por ello se alía con nacionalismos periféricos (PNV, CIU, ERC, "el grupo mixto" etc.) dedicándose a suturar sus heridas, justificar sus desfases y legitimar toda acción contra en gobierno central (nacionalismo español). En cuanto confrontación; a todos los anti-nacionalistas ya nos esta bien que se ofrezca resistencia al nacionalismo español, pero no para que con dicho pretexto, apoyen a otros de mayor explosión estética (catalanismo). Por el contrario, preferiríamos un planteamiento material y objetivo, racional y razonable, transversal o plural, que uniera a polos distantes pero no distintos, y no planteamientos étnicos y racistas. No es por lo tanto, una cuestión de "centro" o "periferia", sino de derechas o izquierdas.
martes, 2 de septiembre de 2014
In dubio, Pro "rico" (I)
El título de este artículo es como casi todo hoy, en nuestro sistema político-jurídico, una manipulación a sabiendas, un retorcido ajuste de significado que sirve a los insanos intereses ad hoc que persigue el sujeto político de turno. Ya que el latinajo literal es: "In dubio, pro reo", que significa que en caso de duda ante un imputado o acusado, se le debe o bien exculpar de cargos, o bien aplicarle la pena más baja. Pero en este caso, la tesis que sostendré, es que "el derecho" no consiste en una declaración universal de principios generalizables al estilo liberal; sino de la potencialidad y capacidad efectiva de ser realizados (Spinoza); y por lo tanto de las condiciones materiales para realizarlo, o librarse de su sumisión. Estos individuos mal llamados "los ricos", son aquellos que hoy en nuestro país, pueden no sólo realizar y actualizar sus derechos, sino liberarse y emanciparse de aquellos que los subordinan a la lay y a cualquier tipo de autoridad política. Para tratar el tema de la "verdad y las formas jurídicas" existe un texto largo de Foucault con el mismo nombre, que analiza las tecnologías de subjetividad, que describen y explican con sumo detalle, la "ficción" o construcción del "sistema de derecho", de las instituciones jurídicas y sus modos de su posible (o no) aplicabilidad y correspondencia (veracidad) con la realidad de los hechos. Dicho cometido excede mis posibilidades en cuanto a ofrecer un punto de vista original o novedoso, por lo tanto, me limitaré a analizar la situación de la Justicia en España (en sus formas jurídicas y su verdad). Tomando como inspiración la idea de enfatizar, no una teoría de la justicia universal y objetiva, abstracta, des-contextualizada, ahistorica y no-situada materilamente; al estilo Rawls, Sandel etc. Sino como estructura material, como praxis socio-política inscrita en un contexto cultural y epocal determinado, analizando conceptual-mente sus problemas y deficiencias; no sin antes, introducir la terminología y la fundamentación histórica que ha conducido a concluir el estado actual de las cosas en la Justicia española.
Constatando una percepción general, una sensación que va más allá del simple escalofrío de lo supersticioso, podemos afirmar que la "politización de la justicia", sentencia repetida en todos los foros públicos de este país; es un pesado y nefasto, pero incontestable hecho real. La verdad es verdad, sea dicha por Agamenón o su porquero; por lo tanto, por el mero hecho de que muchos, sean académicos, intelectuales, "gentlemans", proletarios, bohemios, empresarios, periodistas o "politicuchos", hayan proclamado tan "difamante" sentencia sobre la administración de justicia española, no disminuye su verdad y su entidad sustancial de realidad. Un hecho irresistible que nadie puede negar, aunque sea necesario matizar y analizar con más frialdad, precisión y contextualización de lo que muchos lo han hecho hasta ahora. El sistema de justicia, incluye todas y cada una de las instituciones jurídicas en las que se emplean formas jurídicas vinculantes, en instituciones en que se disponga de la "autoridad" y los instrumentos o medios de castigo o "sentencia"; en definitiva, de aquellas que dispongan del poder de interpretar y aplicar "el derecho" sobre cualquier ciudadano que se precie. Cuando decimos "administración de justicia", efectivamente nos referimos a todo lo citado anteriormente, sin que por ello tengamos que rectificar la generalización y universalidad del alcance de nuestra acusación, pues, hasta los más pequeños juzgados y jueces de primera instancia o habituales (menos para los aforados) hasta los más altos órganos jurídicos (tribunal supremo, el constitucional etc.) son a su vez instituciones públicas y como tales forman parte de lo político, sin que ello implique "partidismo", oligarquía o ideologización instrumentalizadora que pretenda asegurar los intereses privados de un grupo concreto de agentes públicos o actores políticos. Simplemente, siendo unos "cenizos" (como diría Rajoy) debemos definir las coordenadas y axiomas de los que se parte en esta exposición. Entonces, siendo consecuentes, debemos decir que dichas formas y estructuras jurídicas son a su vez estructuras e instituciones de lo político, es decir, expresión de lo político; puesto que antes de la fundación del código penal, civil o el que se precie, debemos argumentar nuestra constitución del "pre-derecho" de distintas formas y desde nuestra posición subjetiva concreta. Esto es: moralmente, políticamente, según convicciones, opiniones, teorías o simples impulsos pasionales; constituyendo así, sea con el método que sea: por consenso, contrato o pacto, mediante el iusnaturalismo, positivismo jurídico o sujetos trascendentales (...) Un orden jurídico, un corpus de "derecho" que exprese los "principios de la acción política", es decir, la forma política de ese Estado o nación; entendiendo por Estado el conjunto de instituciones que gobiernan una nación, o como definía Antonio Escohotado: "el Estado es el límite institucional del egoísmo subjetivo de la voluntad".
De esta forma, llegamos ha entender que cualquier forma de poder, sea jurídica, legislativa, o ejecutiva, es una forma política, ejecutada materialmente por estructuras políticas reales y comunes para todos; que siempre van a ser discutibles y discutidas, plurales y plásticas, provisionales y sólidas, que deben ser hechas para perdurar, siendo conscientes de lo efímero, la finitud y corruptibilidad del carácter propio de la consustancial contingencia de la política. Siempre podrán ser re-construidas o conformadas como nueva fundación de algo nuevo, desde la base de aquello que sí es inexcusable y necesario: el propio Estado y la acción política, lo político en definitiva, como sustrato y sujeto de todas sus figuras y formas de lo común, del gobierno y de la sumisión voluntaria. Dicho esto, la administración o institución de justicia ciertamente debe obedecer a una estructura "objetiva", que no "verdadera" de la política. Ocupando una ideología lo más plural posible dentro del marco conceptual y teórico representado por nuestro Estado, que debería ser la objetivación de la subjetividad individual (Hegel) de todos los ciudadanos de la nación. Estableciendo unas instituciones políticas, concretamente en el asunto que hoy nos ocupa, estableciendo principios objetivos de justicia y un cuerpo legal de derecho que enmarcará la acción política y concreta de los hombres, dentro de unos límites geográficos, materializados en fronteras nacionales, donde la soberanía jurídica del Estado y del sujeto político nacional (ciudadanos) terminará y se volverá fronteriza, limitada, impotente e interrumpida por un "afuera" extra-legal; o bien sometido a una "legislación universal internacional". Estos límites de la jurisdicción son impuestos materialmente por las capacidades y potencialidades reales y físicas de las naciones o los Estados, que entran en conflicto (frío o caliente) con otros Estados, con el "otro" de la política exterior.
Tras ésta, quizás larga y excesiva introducción axiomática, el problema concreto de España (y todas sus promiscuas partes) no consiste en la "politización de la justicia" como tal. Puesto que es un hecho - que contextualizaremos históricamente en la segunda parte -, común en todos los Estados y naciones del continente europeo, herederos de la tradición greco-latina (especialmente la romana) y la "segunda patria" (el judaísmo introducido por el cristianismo y sus cristalizaciones en estados católicos y protestantes en la modernidad que construyen con arreglo a esta "forma mentis" sus figuras políticas). El problema de España, es el intervencionismo y direccionismo jurídico de unos pocos que se articulan como gobernantes, esto es, como casta política o clase dominante y que hegemonizan ideologicamente. Es decir, instrumentalizan la justicia como medio o herramienta estratégica para sus fines de supervivencia como "opresores" o sujeto autoritario. Así la elección de los miembros del Tribunal Supremo es ejercido por los partidos políticos, que escogen los magistrados en función de su representación en el arco parlamentario, y a su vez, son los magistrados del supremo los que eligen a los miembros del Tribunal Constitucional; imposibilitando la separación de poderes y el ejercicio necesario del "contra-poder". El estado de la justicia española es lamentable e ideológico en las altas instancias, pero politizado en todas, incluso en las más bajas salas, puesto que toda institución jurídica es de por sí política (en la noción romana, no así en la griega), sin que sea eso nada peyorativo, aunque sí problemático en la teoría política. Pero que especialmente en Europa, se viene dando desde la creación de Roma, posteriormente consolidado en el nacimiento del Estado Moderno (fundado tras la Paz de Westfalia en el 1648; entre otros lugares en la Holanda de Johan de Witt etc). Todo ello no exonera de la injusta sensación y percepción de impunidad, exención, irresponsabilidad e inviolabilidad que gozan los políticos en este país, ante una "corrupción generalizada" - no galopante, pues, ya no queda más prado verde que sazonar - casi estructural y profesionalizada; que hunde sus podridas raíces en una sociedad civil que en el mejor de los casos es silenciosa y estoica antes los hechos, y en el peor de los casos colabora y se beneficia de ello.
La propia justicia esta pues "partidizada"; convertida en un instrumento de clase, de organización y corporación que se usa en beneficio de los propios "leviatanes" (vigilantes) institucionales, que se escudan en el abismo insondable que les separa y distancia de la sociedad civil (otra separación originariamente romana, aunque teóricamente platónica, entre gobernados y gobernantes) in-comunicándoles y blindándoles de cualquier apelación, demanda o responsabilidad de cualquier actor político no-profesionalizado. Este abismo es imposible de "puentear" mientras la dependencia judicial (de las altas instancias) este "administrada" y dirigida desde los despachos de Moncloa, que no piensan abandonar por nada del mundo, y que sólo puede ser arrebatada; o bien desde dentro, con nuevas formaciones políticas florecidas de viejas "plataformas de la sociedad civil". O por la fuerza, usando la "violencia", una especie de revolución harto difícil de realizar dada la fragmentación de la izquierda, la ausencia de medios de violencia (los posee el Estado), y la disolución aparente (espejismo) de las clases sociales pequeño-burguesas y proletarias, que podrían llevar a cavo la "revolución concreta". Ya que las nuevas formas de violencia que aparezcan, deben centrarse en aspectos muy concretos, en parcelas de la realidad política y pretender no un cambio total del status quo, de las relaciones de poder (relaciones de fuerzas productivas e institucionales) sino la transformación en la articulación de elementos de dominación, en nuevas formas de in-sumisión burocrática y nuevas formas de "contrato social" (de relacionarse entre sí), ya que, en tanto que el contrato social, ya implica nuevas formas de contractuar con un sistema de Justicia, que hoy esta siendo reducido y prescribido por tasas judiciales y "el miedo de indefensión" que en las capas materialmente más bajas y menos formadas de la sociedad produce. El modo de proceder esta vinculado con viejas formas políticas en Grecia y Roma que debemos contextualizar...
(...)
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