domingo, 21 de diciembre de 2014

Gustavo Bueno y la solidaridad polémica (yII)



Como hemos visto en el artículo anterior, el concepto de solidaridad, vamos a llamar realmente existente ( fundamentalismo democrático), presupone teóricamente dos fundamentos erróneos o falsos, estos son la idea de una sustancia como género humano, y la solidaridad en perspectiva monista, sometida a una realidad unidimensional, continua, unilateral, concatenada todo con todo etc. Es decir presupuestos que pueden desmitificarse fácilmente, pues la discontinuidad en la realidad es evidente, las contradicciones y los cortes o rupturas conflictivas son la lógica y dinámica propia de la historia. Y en el caso del género humano, podemos aducir que es una idea infundada en una, quizás mala interpretación, del primer Rousseau y la filosofía del "buen salvaje", de un individuo natural aislado y dado como acabado e irreductible en sí mismo, desposeído de un contexto y por lo tanto de una eticidad (hegeliana). No existe tal origen o inicio del "género humano", pues la primera aproximación al hombre y lo primero que es dado como primates-homínidos son los Australopithecus, Neanderthales (...) cuya condición de "personas" es inexistentes para poder considerarlas humanas; ya resultaría difícil llamarles "hombres", piensen que se haría hoy día si apareciera uno por alguna de nuestras casas, nuestras ciudades y demás, lo más probable sería una detención y estudio al estilo cobaya, una vulneración directa de los derechos humanos. A veces las categorías antropológicas echan por tierra conceptos metafísicos desligados de la realidad y fácilmente perfilados por oníricos planteamientos; y en este caso es evidente, pues el hombre es el resultado de un proceso evolutivo y una cadena o sucesión de determinaciones naturales que despliegan la "condición humana" de manera progresiva y evolutiva, nunca dadas de manera inmediata.

Como decía, hemos detectado dos nociones de solidaridad, la realmente existente que G.Bueno identifica como solidad armónica: la relación entre realidades que se identifican y se asimilan como continuas y unilaterales, que conspiran y aspiran a un mismo propósito y fin subjetivo, un mismo propósito voluntarista, pero que es capaz de armonizar la realidad objetiva y material. Y por otro lado, identificamos la solidaridad polémica, como dice Bueno: que consiste en una solidaridad del conflicto, la lucha, la oposición y la tensión entre partes que se niegan, entre grupos constituidos solidariamente "frente" a otros; una solidaridad interna de la enemistad externa y la animadversión, figuras que permanecen juntas y unidas para luchar entre sí, es decir, choque necesario entre solidaridades diversas y distintas, con fines distintos. La pretensión ideológica del fundamentalismo democrático consiste en eliminar la solidaridad polémica del marco de lo conceptual, de lo pensable y del espacio de la acción posible, pues funcionando como el universo cerrado unidimensional de Marcuse, la alteridad, la discontinuidad o el antagonismo radical, no pueden ser aceptados por la ideología dominante re-definitoria de lo real y lo posible. El fundamentalismo democrático opera pues como una suerte de ideología positiva unidimensional y sustituye la solidaridad polémica (la ontológicamente real) por la solidaridad armónica como única e indiscutible posibilidad y noción del concepto de solidaridad, niega así, no solo su ontología, sino su intrínseca polisemia. Llegados a este punto, Bueno, introduce una distinción de Durkheim sobre el concepto de solidaridad, una introducción afortunada para concretar y definir mejor, en qué consiste y cuál es la estructura ontológico-antropológica de la solidaridad; para Durkheim existen dos tipos de solidaridad en sociología: a) Solidaridad mecánica: es la solidaridad más primitiva, propia de "cosas iguales", es decir de sociedades pre-estatales, es decir comunidades totémicas o pre-totémicas si se quiere, cuya organización se produce a través de la fórmula igualdad=solidaridad, pues siguen la estructura de las tribus de anillos repetidos, es decir comunidades o pueblos que se organizan según una sucesión de anillos  distributivos y productivos, concatenados y progresivos como el cuerpo de una lombriz. b) Solidaridad orgánica: es la solidaridad propia de comunidades estatales y plenamente políticas (eticidad), donde la solidaridad se da entre organismos de partes heterógenas, engranadas y conectadas a-simétricamente unas con otras, en una totalidad orgánica múltiple, cuyas partes son inseparables, pues cada una es el eslabón necesario y suficiente para una totalidad orgánica y holística (pues igual que en un cuerpo humano, el todo es más que la suma de sus partes y algo distinto a ellas).

Para Durkheim pues, la solidaridad es eminentemente orgánica, es una necesidad y una determinación social, pues evoluciona al mismo tiempo que se transforman y cambian las organizaciones distributivas de las comunidades humanas. De la misma manera Bueno acepta tal distinción, y fecunda su concepto de solidaridad, que no es suyo en un sentido subjetivo, sino una elaboración objetiva (teórica) suya; pues une la solidaridad polémica con la solidaridad orgánica, noción ontológica y antropológica, que van con-sustancialmente ligadas y unidas en Bueno. Reforzando así la dinámica dialéctica, pues el organismo social apoya la organización de bloques o conjuntos heterogéneos y contrapuestos que se unen y constituyen en oposición a otros, frente y contra un tercero ajeno y distinto; por lo tanto si desaparece la oposición desaparece la solidaridad y el organismo mismo, esto es la ciudad o estado, cosa que históricamente no ha sucedido, pues las comunidades políticas han desaparecido por invasión externa, o bien por el predominio de un grupo interior solidario, pero no por la independencia absoluta de cada uno de sus miembros como un organismo autónomo. Un ejemplo de ello es la solidaridad obrera frente al capataz, la solidaridad de los ladrones frente a la ciudad, la solidaridad de los tiranos frente al pueblo, expresiones que poseen un sentido, y no la solidaridad humana, o la fiesta solidaria de la gamba roja, la paella solidaria de Marbella etc. Que no poseen ningún sentido, pues no dicen contra qué o quién tienen o necesitan ser solidarios, cuál es el obstáculo o límite antagónico. Como vemos, el concepto de solidaridad, se ha tomado siempre de manera positiva (claro y distinto) como una virtud o un valor en sí-mismo, y de una manera formal, un formalismo que conduce a presuponer implícitamente juicios de valor y categorías ontológicas que un formalismo abstracto no puede otorgar, más que por medio de la concreción en sus contenidos; es decir la solidaridad no puede verse formalmente sin su contenido material específico, se es solidario no en-sí, sino para algo específico. De este modo, las declaraciones por ejemplo de los políticos, cuando califican a un colega o compañero de "solidario" carecen de sentido y entidad, es necesario requerirles que especifiquen de qué contenido: ¿Ante sus amigos empresarios, ante sus amantes , ante sus camellos, ante sus abogados y a veces psiquiatras?

Para finalizar, G.Bueno realiza un análisis de la estructura biológica de la solidaridad, para demostrar que el intento de ampliar la solidaridad con los animales y el reino natural, es un contrasentido y obedece a criterios ideológicos y no filosóficos; pues dicho concepto de solidaridad polémica y orgánica en el reino animal y vegetal, es exactamente la definición de la Biocenosis. La tesis se sustenta en la misma idea de discontinuidad: los organismos naturales no se encuentran aislados, separaos e independientes unos de otros  (ni una célula, ni un árbol), irreductibles y desconectados de la red causal de determinaciones naturales; siempre viven condicionados pos su "población". Aquello que los biólogos llaman población, es una acumulación de organismos de una especie; cuando el conjunto forma una unión estable, que se reproduce, crece o decrece, es necesario que ese conjunto no este constituido por una sola formación, sino por muchas especies y poblaciones que por su carácter heterótrofo se alimentan unas de otras, y conforman una suerte de red de relaciones solidarias, en la que dependen unos de otros. La solidaridad orgánica es una solidaridad de organismos y seres vivientes heterótrofos, una solidaridad polémica (biocenosis), ya que su solidaridad supone la muerte constante y sistemática, la alimentación entre ellos es permanente y fija, de unos contra otros. Entonces, hablar de solidaridad con la naturaleza, es hablar de biocenosis, una solidaridad igual que en plano antropológico, polémica y orgánica, una superposición de grupos solidarios entre ellos y opuestos a otros, que les permite permanecer unidos y cohesionados en su solidaridad, subsistir en definitiva. Desmontando así, el mito de la Europa como unidad espiritual, sin conflictos ni contradicciones, unidimensional y acabada, cuyo problema es la voluntariedad y el deseo efectivo de sus componentes, y no su desarrollo dialéctico material, en que se ha construido como depredadora, parásito y devoradora de "otros". Quién piensa aún que la unión europea no se mantiene para competir con China, la India o EE.UU. Sin mitos intelectualistas o espirituales; la construcción de Europa es un acto de solidaridad, no como categoría moral, pues la solidaridad moral sustituye las verdaderas virtudes y valores como la generosidad de la Filia aristotélica o el Agape bíblico, o la caridad (caritas) como amor sin temor a pérdida agustiniano; sino que se mantiene como proyecto político en el más amplio sentido del término.






No hay comentarios:

Publicar un comentario