sábado, 20 de diciembre de 2014

Gustavo Bueno y la solidaridad polémica (I)



El concepto de solidaridad en nuestros días, es usado con total arbitrariedad, gratuidad e ignorancia no sólo por parte del más pintado hablante común, sino incluso por los más destacados "intelectuales" representados por la industria cultural. Se han llegado a escribir incluso artículos  y libros, y dictado conferencias (Ricoeur y Honneth) fundados en la solidaridad como ratio y centro de las categorías políticas y morales, como solución a los problemas políticos y éticos de la comunidad; es más, se ha llegado a citar, nombrar y deletrear dicha palabra hasta la extenuación y la saturación, llegando a conformar una suerte de escatología filosófica o masturbación analítica de la idea. La explotación de conceptos como solidaridad, paz, caridad, tolerancia, democracia, derechos, libertad, son en nuestras sociedades occidentales, el nuevo "opio del pueblo", y si además sumamos el fundamentalismo científico y socialdemócrata que todo hijo de vecino debe soportar, encontramos una poza perfecta para que el filósofo chapotee y se divierta con el fango y bajezas del "Pensmiento Alicia", como diría Bueno.

Gustavo Bueno (1924), es a mi juicio, la figura junto con Ortega, Zubiri y Zambrano, más destacada del pensamiento español estrictamente filosófico; y por supuesto el único filósofo español vivo (perdónenme: G.Albiac, V.G.Pin y F.M.Marzoa); pues filósofo es aquel que como hoy, ayer y siempre, posee un sistema filosófico ( o es un descubridor de alguna hazaña en historia de la filosofía y ha ampliado el horizonte de los conceptos de la tradición o de algún autor), y Bueno posee el flagrante y polémico "materialismo filosófico" como estandarte de sistema. Cierto es, que el sistema del materialismo filosófico cobijado entre las paredes de la Fundación Gustavo Bueno en Oviedo, es una corriente que ha creado secta; pues visionados casi todas las teselas, conferencias y sesiones de la fundación, y leyendo numerosos artículos; a ninguno del gremio (al que aún no pertenezco) le gustaría asistir como objeto de sus reflexiones, pues sería rápidamente deconstruido o destruido por un ejército de seguidores furibundos, discípulos agresivos e yihadistas del materialismo filosófico; cuyo objeto es promover y promulgar la filosofía de Bueno por la tierra y el universo, la escuche éste o ignore siquiera su existencia. Aunque caricaturesca, certera y precisa es mi apreciación del asunto, pues mucho le debo a Bueno, entre otras cosas el decidirme por estudiar filosofía (noble pero desagradecida tarea); por ello mismo no puedo menospreciar sus obras, artículos, conferencias (espectáculo digno de ver) o "broncas" literales en televisión. Encuentro en él, un filósofo con sistema, sólido, duro, preciso y riguroso, quizás demasiado enquistado y escayolado en su sistema, pero es lo que tiene tenerlo y usarlo; y como diría Arendt de Heidegger, veo en él un zorro atrapado en su misma trampa, un filósofo que se hace ideas de todo, y que cae en su propia idea como trampa.

El concepto de solidaridad, es un concepto sobado y amortizado hasta sus límites de decencia, así pues, he visto necesario ver que decía el bueno de Bueno sobre dicha cuestión, pues realiza un análisis ontológico, antropológico, jurídico y lógico de su estructura conceptual. Aquí me centraré en deshilachar la estructura metafísica del problema como aproximación a la des-activación operacional y funcional del mismo. El término de solidaridad se presenta necesariamente fundado (tal y como se usa hoy) en la noción más ambigua y sospechosa, de "género Humano" o "humanidad", un sujeto que no responde y una sustancia que no existe. Según Bueno, el género humano sustituye la función que cumplía Dios como unidad y creador de el mundo como auto-salida de-sí (de Dios), y despliegue de una auto-creación, una multiplicidad que se va creando a si misma; esto es, el hombre y el mundo. De la misma manera, dice, el género humano actúa como ese origen de lo auto-generado que son los distintos pueblos, culturas, comunidades (...) que nacen unidas y se separan, según una interpretación bíblica, por la caída y el pecado original. y según el marxismo por a-simetrías o discontinuidades materiales (existen mil interpretaciones antropológicas, psicológicas, políticas o éticas del asunto). Y que a lo largo de la historia se re-ajuntan y vuelven a unir, para dar lugar al "fin" de la historia, de los hombres, el crepúsculo del progreso o el último canto del cisne de la humanidad. Esta Humanidad sufre una caída, se dispersa y se enajena, se aliena en sus partes, hasta que se juntan y surgen los lazos de solidaridad, como máximo sentimiento evolutivo y avanzado del género o especie humana, como objetivo y propósito de la humanidad, cuyo reconocimiento va más allá de las relaciones mercantiles y jurídicas como dice Ricoeur. Éste es el concepto de solidaridad hoy; una solidaridad con el género Humano; una solidaridad como tendencia o virtud a reunir a todos los hombres en una sociedad de "paz perpetua" de fraternidad, hermandad y caridad (amor), en unión y armonía.

Dicha noción de solidaridad que vemos reflejada en la ideología del Pensamiento Alicia, en la "alianza de civilizaciones", en los discursos políticos nacionales e internacionales, en los debates televisivos, en la conversación con nuestra vecina pitonisa etc. Toma como presupuesto, la necesidad de una reconciliación, reconstrucción o re-escritura del género humano, aceptando así dos implicaciones: a) La existencia misma de un sujeto que es sustancia que es la humanidad, y que es anterior y original; b) La sustitución de las funciones de Dios (res infinita) por otra sustancia: la humana. Implicaciones altamente cuestionables, pero que no podemos ni debemos abordar aquí. El tema es la solidaridad en tanto que "simpatía por todo el mundo", simpatía por lo humano, por el origen que nos une y nos hace hermanos, nos determina mediante relaciones fraternales y de parentesco, de pertenencia y unidad original; ideas que Bueno identifica propias del S.XVIII y el monismo de H.Henkel y Oswald Spengler, monistas materialistas (burdo materialismo, no el filosófico). Analizando así la estructura antropológica y ontológica del concepto de solidaridad, fundado y constituido en el género humano como sustancia y una interpretación monista del mundo, una suerte de "todo esta relacionado con todo", algo muy distinto a que todo este co-determinado o concatenado por algo, un "todo tiene relación con algo", pero no todo con todo.  Por lo tanto, Bueno no se opone a concebir la co-determinación o concatenación causal de la realidad monista, sino a su total sustancialización y cierre, se acepta pues la "conexión" universal pero no total de todas cosas o elementos constitutivos con sus "otros".  Se afirma así que no existen elementos aislados, independientes o desligados de alguna relación o condición, de alguna determinación, pero no desde una perspectiva monista, pues el materialismo filosófico es pluralista, y acepta la "causalidad", el hecho que cada cosa este conectada o vinculada con otras, pero no que "todas lo estén con todas". Esto es lo que Gustavo Bueno llama la "symploké" platónica, es decir: la tesis que sostiene que si nada estuviera relacionado con nada, no podríamos conocer nada, y si todo estuviera conectado con todo, es decir si todo estuviera en todo y viceversa, entonces tampoco podríamos conocer nada; es necesario pues, un principio de discontinuidad como estructura de la realidad y la propia razón misma. Una discontinuidad, un corte o ruptura con un todo relacionado pero no continuo y recíproco en sus partes. Bueno, pone un ejemplo que a mi juicio es como imagen insuperable, pone de ejemplo un plano reglado, un espacio cuadriculado, un eje de coordenadas reglado, en que cada línea tiene sus paralelas, pero siempre hay horizontales o verticales que cortan y por lo tanto no existe ya la conexión de paralelas, pero todas poseen una y por lo tanto están conectadas o relacionadas con otras necesariamente aunque no simétrica o armónicamente continuas.

Lo mismo sucede con la solidaridad, puede que todo este en relación a algo, que se determine en relación a algo, que no exista hombre o individuo vinculado o conectado, pero siempre se corta y se limita esa unidad en "frente" de otras unidades relacionadas, por lo tanto la relación es disyunta e inconexa, no existe una vinculación de solidaridad con el todo. Dicho de otra manera, la solidaridad es propia de un grupo de personas unido que comparten intereses comunes y los comparten "frente" o "contra" un tercero, contra "otros", contra un obstáculo o límite de tus intereses grupales compartidos; por lo tanto, la solidaridad es un concepto negativo y no positivo, un concepto que se opone, que lucha y niega las determinaciones o condiciones de "otros" grupos solidarios, su lógica y dinámica de configuración en la realidad es dialéctica - es decir, si se es solidario con unos, se deja de serlo con otros - entonces la solidaridad de la humanidad no tendría sentido o significaría: a) solidaridad humana frente a la humanidad, y por lo tanto contra ella misma, contra nosotros mismos, somos solidarios con y contra nosotros mismos, con lo que estaríamos en las mismas (situaciones insolidarias); o en un vacío de significación; b) una solidaridad humana contra los marcianos, contra lo que no es humano, sean animales, dioses etc. Es decir la solidaridad debe plantearse desde el materialismo filosófico como un término dialéctico, esto es, en discontinuidad, ruptura y cortes constantes en la lógica de establecer relaciones de "simpatía fraternal unos con otros", existen pues oposiciones y contradicciones ontológicas en la propia realidad práctica que lo impiden, lo demás, monismos ideales (...) son mistificaciones y mitos políticos.





























No hay comentarios:

Publicar un comentario