jueves, 28 de febrero de 2019

23 F

Un deseo insaciable de conocimiento y filosofía, de amor y descanso, recorre mi vida. No sé si así podré vivir siempre, pero así vivo, y así quiero vivir, hasta que se me endurezcan el rostro y las manos, y de ellos no pueda descubrirse ya ni el más mínimo sentimiento de libertad. 

En el siguiente escrito las horas son ciertas y duelen, nos dañan, y los minutos son inciertos y nos matan. 

9:15h. Leo el periódico del 23 de febrero de 2019, y recuerdo con regodeo que es mi cumpleaños, ya son unos años especialmente poco normales. Petit dice que se puede enfermar de normalidad, y lo creo. Balance. Autoanálisis. Rápidamente, como si me quemara, me alejo. ¡Qué historias de banalidad! Solo soporto de mí mismo este hablarse con espeluznante sinceridad. Horrible, es horrible no oírla en los demás; están todos tan protegidos... el periódico es un espacio más, destruido.

10:05h. Ducha; bajo el agua lo sé, y el jabón blanco nubla mis ojos, no puedo ser yo lo único que me ha ocurrido. Escena extraña. Ya no sucede nada, siento una intensa e íntima alegría.

10:28h. Estoy llegando a la casa, la piedra es del color del tiempo. Tiene una sobria y hermosa terraza para abandonarse: tumbado haría fotos, innumerables fotos de cielos que pasan. Por el camino, me repito, como quien tararea, que no quiero escribir desde el autoodio. Es imprescindible encontrar un lugar en el mundo, tener un lugar a dónde ir. ¿La soledad es un lugar? vacío?

12:22h. El sol de la plaza presiona y calienta mis pupilas. Virreina está ocupada por unos jóvenes que llevan comida, bebida y música, las chicas hablan con ellos, el azul del cielo, frente a mí, da salida. El vitalismo es una trampa, no quisiera ser un vitalista, esos que están llenos, rebosantes, de vida olvidan que también están llenos de muertes, que llevan la muerte dentro. Es un coqueteo sórdido y autocomplaciente.  

12:36h. Rodeados de flores, macetas de cerámica y artesanías varias; W. busca una planta de hojas piel de cocodrilo y se queja, no tiene suficientes moscas en su terraza para alimentar a la carnívora; en la otra esquina de la tienda, L. busca algo para poner sus claveles del aire. En estos lugares me canso con facilidad de las historias intelectuales, y escupo: yo no tengo nada que ver con esa gentuza que se hacen ideas sobre todo. Lo mío es estar aquí, con las chicas, entre claveles del aire, buscando alimento para las plantas.

14:00h. V, L, W, J, R, comemos, risas, pastel, el cuerpo, el verso, la vida.

15:54h. Es un defecto vergonzoso y gozoso, pero me cautiva en exceso la belleza, en concreto la femenina, esta entrega inocente, ingenua, absoluta, su fascinación, resulta irritante.  

17.20h. Digo: la intimidad para mí es un problema meramente literario, no moral; y V., de una densidad inaudita, me invita a que revise seriamente esta idea.

17: 45h. Llamada perdida. Recado: contestar a G. Está en pleno movimiento. No está extenuado, parece un hombre de goma, no se rompe.  

17:57h. Boquerones fritos, en el platito, han sobrado, me los como, me parece estar en un entre; ensayando el cansancio.  

18:38h. Llama M para felicitarme; hacía mucho que no hablábamos. Punto final, dice. Eres libre para elegir, si no quieres apártate. Vincula abruptamente la libertad con la huida. Curioso.

20:10h. L. escribe Está la vida por decir, en una tierna fotografía donde aparecemos los dos, le beso el pelo.

22:15h. Ceno con C. y E. Suicidios, amor, política, memoria. 

1:19h. Tres whiskys...

2:47h. C, E. Los veo alejarse juntos. 

3:20h. Vuelvo solo por las iluminadas plazas del barrio, una luz verdosa. Andando, me tapo la boca y el horror con la mano, estoy hablando conmigo mismo. Sigo pensando en la playa.




martes, 26 de febrero de 2019

La entrevista es una conversación

La entrevista que esta muchacha, una muñequita de porcelana con un punto erótico innegable, le hace a Aleksievich no tiene comparación posible en el putrefacto territorio mediático español. Comparen la estúpida y fofa entrevista en "Página Dos" de tve con la inteligencia sólida y gélida de la excitante croata; no hay color. Lo de tve es un perfecto y vergonzoso reflejo de la puerilidad congénita de la industria cultural española, conocida por su desidia, su servilismo, su indiferencia y su desprecio por la complejidad y la solvencia intelectual, a pesar de las supuestas buenas intenciones y el cínico espejismo de la afabilidad. En esta entrevista, frente a una extraordinaria interlocutora que ha meditado seriamente, incluso críticamente, la obra de la entrevistada, sí hay, nos descubre, una escritora con sus sofisticados mecanismos de producción textual, con su honda reflexión sobre el tiempo y sus agujeros, y no una mera marca de la cultura de certamen y concurso.

martes, 19 de febrero de 2019

Gotas que van cayendo

Me llaman para comunicarme un nuevo suicidio, saben que los recojo, cuna y tumba si pudiera con todos, y parece también, en parte, político. El efecto inquietante que produce un suicidio es sencillo de explicar. Es como si te mirara fijamente un muerto; como si pusiera, apretando, un dedo en tu frente. Santiago López Petit los definió de modo excepcional: son como las gotas que van cayendo. En la noche, una a una, discretas, sin rostro, gotas delicadas, silenciosas, apacibles, dejan ese irse dulzón, ante los ojos indiferentes. Nos hemos puesto a contar, con los deditos, redondos y lentos, iba golpeando la madera de la mesa donde escribo con ellos, un dedo, una vida menos, ¡en unos segundos y ya van 8! que indirectamente, muy indirectamente, están en el radio de mi vida, o de las vidas de mi entorno. No son mis suicidas, no he tenido, pero son los suicidas de mis amigos, y ya digo, recojo. Son gotas que no sólo caen sino que acechan, amenazan, constriñen, nos envuelven, también hierro y alambre. Le digo a Lilu, últimamente su interior son tres soles rojos, que esto es curioso, se habla, y hablo, mucho del miedo a la muerte, cuando lo que está por pensar, lóbrego, sombrío, es: el miedo a la vida. Que encaja exactamente con el concepto de autoviolencia, pues desde la muerte no se agrede, no hay pie, está afuera, se agrede violentamente desde, y por, la vida, está dentro. A veces hay que decirse, no dispares.

domingo, 17 de febrero de 2019

El alambre, la escucha

Es la vida en el alambre, pensaba... porque nadie se ha escapado ni se escapará jamás.

En el principio, la noche. Pasados unos minutos de las 21.. ..h, mi padre me hace entrar en dudas, ya casi en la cena. Inseguridad, no sé qué responder, estaba distraído con el betún. Pasar el cepillo para lustrar los zapatos, frotarlos, después, con ese suave trapo empapado, una delicia, a cada pasada de betún un nuevo aroma que es como la primera evocación, y lo más espectacular, el resultado inmediato, efectivo y perfecto del trabajo, las botas brillan, marrones, limpias, huelen vírgenes a piel, a cuero, más cepillo; la rapidez de esta transformación, de lo gastado a lo recién inaugurado, es insólita a todo objeto sometido al esfuerzo. Pero lo dejo, tanto placer banal empapuza, para resolver la duda. Escribo en la barra del buscador Google: The Wire traductor español. Y se abren dos ventanas blancas que son claras e inequívocas: primer recuadro blanco, English-detected: the wire, dos flechas bidireccionales, fina línea negra, segundo recuadro blanco, Spanish: el alambre. Finaliza el proceso de traducciónMi padre asoma su cabecita por encima de mi hombro para ver bien la pantalla iluminada; el asombro es general. El alambre, fascinante. Silencio. Y yo tengo en la cabeza también, la alambrada, red metálica ligeramente flexible, maleable y fuerte que envuelve, de una violencia sorda, el mundo ficcional de la serie televisiva y a cada uno de los personajes que aparecen, atrapados en sus propias vidas, sucumben amarrados a ella, pegados, escapando en la reclusión, el encierro como huida golpeándose como las moscas contra el cristal, pegadas. Esa misma noche iba a poner un capítulo de la serie ya vista, para ver el hierro, para ver hombres entre hierros, atrapados. El alambre es una advertencia, va hacia donde voy, está donde estoy, es absorbente y fino su dolor, envolvente, deja respirar, bracear, gesticular, poco más; para el que está dentro es una amenaza, no es bueno entrar, para el que está fuera... uhh, pero estar fuera parece imposible.

(...Pasaron unas semanas de esto, hasta la siguiente noche, pero ya tarde...)

Mis noches no son, se construyen. Se hacen de lo que otros han hecho de ellas, de la vida, de restos, de lo que se deja y se olvida, incluso de lo indeseado y despreciado, se hacen a duras penas, precariamente. Estábamos de madrugada en el bar de W. tomando un whisky con clara de huevo y unos puntos rojos dando vueltas en la espuma como gotas de sangre sobre fondo blanco cielo, y Clàudia me sacó del error, no, no, The Wire significa la escucha, el pinchazo, el pinchazo policial.  Me saca, generalmente, de muchos errores y de mi fundamental melancolía. Pensamos la vida en el alambre sin saberlo un día en la playa frente al mar, recogiendo pecios, ¿quién quiere ser el mar?, mi lugar. Anoche, frente al hierro. Sigo en las afueras. Y ahora ya tengo el alambre y la escucha, para pensar. Son encuentros intensos y hermosos y frágiles, como la nieve azul, la vida bajo la nieve azul, fugaz, perecedera, de una enorme importancia. Yo quiero: he hablado demasiado estos años, tocaría exactamente dejar de ser yo, ser otro, descargarse, desdoblarse. Ser la escucha.    

El alambre, nadie se escapa, se escapó, ni se escapará jamás, somos así, es así, hay que ver el hierro. Y aceptar la extraordinaria alegría que produce pensar la vida con su hermosa dureza.

jueves, 14 de febrero de 2019

L'ou de la serp (40): Corazón tan blanco

Termino la tostada de bordes quemados, crujiente, aceite y pimienta, con una lánguida loncha de fiambre encima, pan de hígados me dicen, y un zumo natural de naranja delicioso; hoy la fruta es dulcísima y de un color vivísimo como si se hubiera hinchado de luz. Miro por la ventana, la chica tumbada en la azotea ya no está, boqueo doy mordiscos mudos al aire, buscando la espalda, mientras con las manos intento atrapar algo. Acto seguido, secando ya mis labios, el presidente de la sala, el señor Marchena, hace, a diferencia de la deficiente exposición de los fiscales y de la abogacía del estado, una aceptable argumentación sobre las cuestiones formales del juicio.   

Aparte de la claridad formal del juicio, hay ciertas limitaciones axiomáticas verdaderamente graves. Marchena no aceptará debates ni políticos ni ideológicos en la sala, dirigiéndose especialmente al auto de acusación del partido falangista Vox. Es una pena que entiendan lo ideológico, y los numeritos, berrinches y tontunas que todas las partes del juicio puedan hacer, con lo político. Y que conciban los hechos como la antítesis de la política. Puesto que sí, y por suerte, es un juicio necesariamente político, y con hechos. Si no, de qué.

La realidad vuelve a conducirme, inexorable, al desencanto y la decepción: los primeros argumentos jurídicos en este proceso, y seguro que en todos los de la misma índole, tienden más a una atroz burocratización estéril  (del castigo y el sometimiento) que a una imprescindible racionalidad fundada en la filosofía del derecho. En numerosas ocasiones apelan a la unidad conceptual de algún precepto jurídico, conformados todos por jurisprudencia de casos anteriores, normativas, artículos de códigos con títulos pelegrinos, ejemplos de otros casos políticos y mediáticos relevantes, y la tradicional jerga (sofística y retórica) de los chupatintas. Pero, ¡ah!, el concepto de sedición y de rebelión, el de legítima desobediencia a leyes injustas si lo fueran, y la posibilidad de crear un poder constituyente surgido de un parlamento autonómico, no son cosas que salgan en sus polvorientos y rígidos mamotretos. Estos conceptos requieren de grandes reflexiones racionales de potencia de fuego filosófica, de lo contrario, percibo amargamente, como halitosis, la esterilidad e injusticia de los juicios políticos.       

Declara Junqueras:
Sorprende la alucinante debilidad de su exposición intelectual. Lo prueban frases como, "aceptaríamos el resultado de las urnas simpáticamente", "amo a España y a los españoles, y eso no es incompatible con ser republicano", "votar no es un delito", "los problemas de la democracia se solucionan con más democracia y no con menos democracia" (supuesta cita de Churchill...), "defiendo la dignidad cristina contenida en los derechos liberales", en fin... Y lo peor, su triste, y acostumbrada, sentimentalidad exhibida por la que pretende que aceptemos su bondad moral: somos buena gente, de nobles intenciones, inocentes demócratas, todo, de corazón tan blanco. Es difícil juzgar las buenas intenciones, pero conocemos muy bien los resultados de los que se esconden tras ellas para actuar impunemente. Corazón tan blanco.  
 
Declara Forn:
No hay nada que decir de Forn; un cínico con una buena estrategia de defensa. En cambio el fiscal Cadena dice algo también sorprendente: "(...) la neutralidad política de la policía", y vuelven a equivocarse, será la neutralidad ideológica, pero políticamente tienen un principio inquebrantable: defender el orden y la seguridad, eufemismos que esconden el mandato real: defender la supervivencia del Estado, sea cual sea el régimen político que sustente, tiranía o democracia. La policía es lo mismo defiendan, cobren de, u obedezcan, a Mao o a Mas, a Franco o a Azaña, aunque pueden cambiar sus prácticas y métodos, intensidades y poder, pero son lo mismo políticamente con distinta forma ideológica e histórica. Defienden el orden establecido sea justo o injusto de todo aquel que lo desafíe sean fuerzas reaccionarias como el nacionalismo, sean proyectos emancipadoras como... no sé, llénenlo ustedes. Hay una estupidez consustancial en sus estructuras, discursos, modelos, profesionales. El fiscal Cadena y el presidente Marchena frente a la politización, oh là, là.




miércoles, 13 de febrero de 2019

L'ou de la serp (39) Juicio al procés

Mientras escribo, oigo como el Fiscal Zaragoza describe de un modo inexacto y sesgado los hechos delictivos del procés. Lejos del tribunal, es un día claro y luminoso, una mujer frente a mi ventana tumbada en una azotea de tejas rojas toma el extraordinario sol del invierno barcelonés; es una espalda maravillosa y desnuda. Qué cerca y qué lejos está la vida!

Ayer los abogados de los acusados, los anteriores miembros del gobierno de Cataluña, expusieron su línea retórica: la defensa no consiste en demostrar la inocencia fáctica de los acusados, sino demostrar la farsa ideológica del juicio, desmontar los excesos prevaricadores del tribunal, y la manipulación de la acusación. Todo juicio es un aparato ideológico de Estado, ideología sistémica y no concreta, hasta para un robagallinas, pero ahora éste no es el caso. Sólo el abogado Xavier Melero (con el que coincidí en la presentación del libro Mi fe se perdió en Moscú de Enrique Castro Delgado, y que nos contó cómo el comunismo destruyó el censo para intentar borrar hasta la última huella del gulag y sus víctimas), abogado de Forn (antes, de Artur Mas), se centró en un discurso estrictamente penalista y técnico, pues pretende, y se presupone, que se juzgarán los hechos concretos del procés y no la ilegalidad o legalidad del movimiento nacionalista o catalanista en su conjunto. El juicio será justo, políticamente, en la medida en que, por un lado, impugne racionalmente la infamia, real o no, de "la causa contra el independentismo", y por el otro, defina y distinga exactamente el concepto de violencia efectiva que constituye la rebelión política, y la violencia constrictiva que determina la sedición, argumentando en qué grado se daban esos conceptos, y esas hipotéticas realidades, en el procés y a qué tipo penal se adhieren. Si el juicio en el Tribunal Supremo no consigue clarificar ninguno de estos puntos en su sentencia, el nacionalismo catalán tendría más razones, y más legitimidad, de la que ¡yo mismo estaría dispuesto a admitir! Evidenciando que la única finalidad legal y la única posibilidad política del status quo español sería la de castigar y someter a la disidencia.  

lunes, 11 de febrero de 2019

Banderitas (yII)

Atender a los hechos es una exigencia inexcusable: la manifestación o concentración de ayer en la plaza Colón de Madrid estuvo por debajo de las expectativas, que son las expectativas de los convocantes y los borregos más fieles. Pero la movilización real de las ciegas masas, a la manera nominalista, ya no es el único modo ni el decisivo de establecer alternativos sujetos políticos en la sociedad mediática. Sobre todo la televisión y sus degradantes marcos hipertróficos y propagandísticos son los que construyen una parte importante de la realidad comprometida con la crueldad. Pueden situar frívolas anécdotas en la centralidad del tablero social e incluso más allá de la trascendencia, mientras convierten importantes y significativos acontecimientos en nutritivo alimento del olvido. La renacida España soberana (como sujeto nacional desligado de lo constitucional y lo democrático) de momento sólo opera, y nada menos, que en el terreno simbólico, pero dicha existencia no es inocente ni un espacio de neutralidad social ya que es uno de los elementos más performativos y antagonistas de la ideología: un campo de lucha mítico e irracional donde las imágenes simples y ficcionales pesan más que las ideas complejas y reales: la gente no sabe lo que hace, pero lo hace, y con mayor rotundidad y autoafirmación (autoconvencimiento) que si tuvieran conciencia de ello. En este sentido la lucha de soberanías ya ha sido codificada como una forzosa interiorización, en la unidad política, de la relación amigo/enemigo, lo que para Schmitt es exactamente la guerra civil, la suspensión de las contenciones constitucionales de las relaciones agónicas, aún no violentas. No es una exageración. En el ámbito simbólico las metáforas bélicas, el afán épico de la victoria deportiva, y la personalización de grandes grupos o cuerpos sociales opacos, impersonales, representado en expresiones del tipo traición y humillación a España, la patria, ya configuran una constelación de antagonismos guerracivilistas y frentistas tristemente recuperados que promueven una rehabilitación del carácter absoluto e incondicional de la soberanía. Lo incondicional la convierte en algo inapelable, irrepresentable e intocable, en una de las máximas formas de despolitización suprimiendo la palabra y la acción como condiciones para establecer nuevas formas de subjetividad e ilimitadas relaciones de singularidad y liberación, por un horizonte simbólico y un imaginario colectivo de guerra. Sustituyendo lo político por la proyección virtual de la guerra. Que es la misma sustitución que los fascistas, los comunistas, o los apologetas del capitalismo hacían en una dimensión más dramática y violenta: la sustitución de la política (reino de la libertad) por la Historia (reino de la necesidad).

El carácter paradójico de la desafortunada propuesta de PP, Ciudadanos y Vox reside en un curioso proceso de creación de un marco formal (carente aún de contenidos y realizaciones materiales) en defensa la constitución frente al nacionalismo separatista, en virtud del cual necesitan crear a su vez un nacionalismo contrario (españolista) y autoritario que se reapropie de la soberanía nacional socavando con ello los propios principios constitucionales que pretendían defender. Autoritarismo anticonstitucional, o contraconstitucional, del que dan prueba sus demandas: la ilegalización de la oposición política catalanista (donde catalanista es una X que podría ser cualquiera: comunistas, feministas, etc.). Lo que les vincula estrechamente con aquello que más detestan y abominan: el populismo del autócrata Maduro. La creación de una soberanía nacional al margen del cuerpo constitucional para mantener el poder en situaciones de excepción y suspensión de derechos, tanto como la utilización de los mecanismos e instrumentos punitivos y disciplinarios del gobierno para la persecución política y las intentonas de ilegalización de la oposición, vinculan estrechamente al movimiento reaccionario español con el nacionalpopulismo (personalista) de Maduro. Su radical diferencia es meramente circunstancial: uno tiene el poder y el gobierno, mientras que los otros no lo tienen. Ambos casos se alejan del principio autonomista (tan cercano al republicanismo) según el cual la soberanía debe trocearse, repartirse, equilibrarse, dividirse y abrirse al máximo pluralismo político. La estructura autonomista o federativa pretende redistribuir la soberanía en una red de contrapoderes deliberativos que equilibren no solo sus excesos (de poder) y exotismos, sino su propia naturaleza bélica inscrita en códigos binarios de agresión y defensa. Una soberanía débil y descentralizada que sirva para hacer efectivas las resoluciones y vinculantes las decisiones del espacio común en el que no se persigue ninguna de las dos alternativas de la soberanía única y centralizada: esclavizar o destruir. Vox, al igual que los nacionalistas catalanes, pide la abolición del estado de las autonomías, Ciudadanos, más modesto, pide una reducción y simplificación hasta la castración o la impotencia, y el Pp lo instrumentaliza como medio para obtener poder territorial y sobrevivir bajo la mastodóntica corrupción municipal y local. En los cuatro casos anteriores el principio autonómico, organizador de la repartición y división de la soberanía (republicanismo), queda arrasado por alguna forma de nacionalismo totalizador con tendencias autoritarias. Precisamente la noción de soberanía nacional que reivindicaba la manifestación del domingo es anticonstitucional (ilegalización de la oposición política y abolición o restricción del autonomismo) y reaccionaria por su autoritarismo (el imaginario belicista de agresión y defensa).

Evidentemente, mientras siga el litigio entre las soberanías míticas del nacionalismo (la catalanista y la españolista) y el brutal desarrollo del capitalismo ¡con total impunidad!, dada la saturación y erosión del pensamiento crítico, las vidas políticas, concretas, apasionadas, resistentes, seguirán atrapadas en si mismas, como envueltas por una tenebrosa alambrada, golpeándose y lanzándose unas sobre las otras, sin poder escapar de su reclusión. Este es quizá el tema más importante, las vidas políticas que resisten pero que no logran interpelar a otros para emanciparse de modo efectivo. Debo seguir reflexionando...

domingo, 10 de febrero de 2019

Banderitas (I)

Es el domingo de la extenuante exposición y estéril exhibición de la soberanía. Banderitas. Sería difícil hacer aquí una genealogía del concepto de soberanía y de la figura del soberano (el sustituto de Dios); dejémoslo en el concepto vulgarmente conocido y ordinariamente practicado: el que o lo que controla la razón de Estado, la fundación y legitimación de la violencia política incluso al margen de la ley, o la situación de excepción, es decir, el derecho a la suspensión del Estado de Derecho, los derechos políticos y las condiciones de posibilidad del derecho mismo sin disolverse el poder del gobierno ni los recursos punitivos de los que dispone. Ha bastado una de las múltiples estupideces del presidente Pdr Snchz, la invención del Relator en la actual crisis constitucional, para que los partidos protofascistas, conservadores y pseudoliberales (realmente son apologetas del capitalismo sin un liberalismo filosófico como base teórica) reconstruyan, que es un revivir, una apaciguada y somnolienta concepción de la soberanía asociada a la Nación: la grandeza y culto a la nación, en concreto, al nacionalismo español. La soberanía nacional difuminada entre el conjunto de estructuras del país, sea el cuerpo constitucional, las instituciones políticas, entidades deliberativas, los inexistentes pero posibles consejos ciudadanos (republicanismo) o asambleas discursivas garantes de lo común (en contraposición a la caduca y cínica distinción entre lo público y lo privado) es una categoría política problemática pero soportable, delimitable, reformulable y aprovechable. Sin embargo, su exorcismo en un sujeto político nacional activo, primitivo, homogéneo, pétreo, cerrado, y hasta depredador, fundado en el oscurantismo y el misticismo del grito "viva España", ya históricamente conocido por sus desastres, aplastan la pluralidad política liberal, desactivan definitivamente la capacidad de intervención de una socialdemocracia moribunda (cómplice de su propia destrucción, algo sorprendentemente estúpido), y cierran las precarias brechas de emancipación que el pensamiento crítico o de la diferencia vinculado a la izquierda radical (no comunista, lo que sería un Podemos idealizado) podría abrir frente al nacionalismo (todo tipo de nacionalismos étnicos, culturales, religiosos, etc.) y sus aliados de clase de las sociedades adquisitivas y ostentosas. Y lo más grave: establece un marco general e irrevocable de sectarismo y dogmatismo donde todos los conflictos políticos particulares y establecidos en red se descifraran bajo la clave nacionalcatólica y las aterradoras tensiones de las identidades nacionales, donde todo conflicto se decidirá entre buenos y malos patriotas, entre traidores a la nación o cómplices de su brutalidad material, física, y su embrutecimiento moral e intelectual. Entre salvadores y condenados.    



miércoles, 6 de febrero de 2019

Conrad a Russell

En una carta del 23 de octubre de 1922 Joseph Conrad le dice a su amigo Russell que el socialismo es el sueño de un hombre hambriento (que imagina un suntuoso banquete), una fantasía difícil de creer. ¡Vaya cosas se dicen! Ah, y en la misma carta le escribe: " (...) incluso cuando el hombre ha comenzado a volar, algo muy elevado, sin duda, (...) no vuela como un águila, sino como un escarabajo, y ya habrás notado cuán feo, ridículo y fatuo es el vuelo del escarabajo". Eso aparece en la monumental Autobiografía de Bertrand Russell. Y así se puede ir echando la tarde, día tras día.

sábado, 2 de febrero de 2019

Mal de piedra (yII)

Tardé mucho tiempo en llegar a la vida, en incorporarme a ella, a pesar de llevar ya un tiempo en el mundo. Aunque todavía hoy sigo desenganchándome de su obsesivo y agobiante "estar permanentemente presente", despegándome de la adicción de muchos por quemarla y consumirla al instante, perdiéndome en esos agujeros que simulan estar fuera del tiempo, retirándome de las apariencias, derrochando posibilidades, viéndola tras el cristal, tan rápida, tan indiferente, tan bella, duele. Sentirse al margen de la vida, de las otras vidas, la vida de los otros, los tuyos, incluso, de la mía propia, tiene algo de placentero: te sumerge en la ficción de no tener que cargarla y sufrirla como tantos, hasta lo indecible. Y pienso, allí fuera no piensan, no pueden pensar, ¡no paran quietos!, todo el día arriba y abajo, ocupadísimos todos, inquietos, vibrantes, rotos, no creo que respiren, no saben lo que es respirar, ahí fuera no sienten lo de aquí abajo, se reproducen, imitan, pero no sienten. Falso y vivir. Verdad y mueres: huir, recluirte, aislarte, pensar, que es siempre hacerse daño...  es un modo de sujetarse sutil pero ferozmente a la vida a través de la autodestrucción. Punto. R. existió. Silencio, vuelve el silencio. Mal de piedra. Estoy vivo.