jueves, 27 de junio de 2019

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Releo algo de lo último que he escrito. Suelo hacerlo, y me enfurece la manía de hacerlo, y sus precarios resultados. Anhelo el día en que llegue la culminación de una escritura, por fin, madura. Ya tengo el día, sí, en que el pensamiento demuestra la alegría del desengaño. La profunda e intensa, en ocasiones liberadora, alegría que produce el desengaño. El día llegó, claro, acumulando tiempo vacío, (auto)engaños, y ansiedad.  

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