martes, 26 de marzo de 2019

Leyendo a Heidegger. Nota 1

Sueño, si es que todavía eso es posible, con una escritura que no sea ni literatura ni filosofía y lo sea a la vez todo, crónica, ensayo, memoria y poesía, para poderlo decir todo con pleno derecho, e intensidad creativa; asumiendo sus múltiples y destacados límites. Nunca me han interesado excesivamente las tramas río o contar una historia con personajes y acontecimientos ficcionales, aunque lo digo y ya me vienen a la cabeza mis contradicciones en forma de clásicas pasiones novelísticas ofreciendo algo más allá del mundo que pueda salvarnos de la soledad y la muerte. Mi principal obsesión es la creación de lenguaje y discurso, la transmisión de conceptos y experiencias genuinas con declaradas intenciones de habitar sin género, escribir el no-género, morar su ausencia. La prosa, a la manera anfetamínica: la reflexión y el pensamiento expresados en un lenguaje envolvente con notables atisbos de belleza poética y plena posibilidad crítica, situando en el centro la vida junto a una amplia constelación de cuerpos, palabras y cosas. Quizá sea, solamente, la decreación.  

Poder traducir en términos inteligibles a Heidegger (en ocasiones se expresa con una plasticidad infinita), bajo formas literarias y ensayísticas plenas de sentido sin perder el núcleo de su oscura e impenetrable filosofía sería una tarea asombrosa y admirable. Yo no puedo. Pero sí hacerlo a mí manera diarística, con descaradas notas y apuntes sobre mi lectura y experiencia reflexiva de parte de su obra, que irán expandiéndose y abriendo espacios de aire fresco a medida que penetre la escritura y el tiempo. Ahí Heidegger. Y yo hablando por los márgenes. Así empieza el tambor. 

 Una especie, aforística, de contra-Heidegger:

 Quien pertenezca y desee pertenecer al mundo, lo perderá.

(el hombre no puede evitar ser-en-el-mundo, expuesto, arrojado, abierto, disponible, pero sin pertenecer ni sentirlo como propio, sin oír nada)

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