viernes, 16 de noviembre de 2018

Mal de piedra (I)

Enviado el Lun, 1 de Oct 2018; dice el @hotmail.com
Recuerdo que era en Barcelona, una noche gris, con estrellas azuladas, y el tiempo parecía devorar tiempo y vacío, devorarse a sí mismo, incestuosamente, frenéticamente.

<< Raquel;
hace muchísimos meses, incluso algún año, que empezó el fundido en negro. El tiempo en mi vida no pasa siempre igual, supongo que en ninguna; a veces no es una línea recta y regular, sino un agujero. Lo último que te escribí, que me escribiste también, esperaba una señal, una respuesta, un final. No llegó. Tampoco insistí en ello, por pudor, mi congénita vergüenza, y la aceptación de que no todo vacío concluye, abierto como las ruinas donde habita algún pálpito moribundo, hay ausencias que no terminan. Quizá te parezca tarde, inoportuno, o un esfuerzo inútil y tedioso, a mí, evidentemente, no me lo parece: te escribo para volvernos a ver. Añoro nuestros encuentros y a ti, en cuerpo, hablar así, como hablábamos, en esta vida, se hace con pocas personas; el paso de la vida, con sus días y sus noches, asfixia como una baba negra, y sólo la muerte parece irremediable. El mal de piedra de la mortalidad es fundamental para quererte escribir otra vez. Expresarme. No sé muy bien cómo romper, aquí, la impunidad del silencio ni el cortante frío de la ternura perdida, pero deseo reencontrarnos de algún modo. Al menos, si no logro mi propósito, y no es un consuelo, habré experimentado esa extraña pero fascinante sensación de un tiempo recobrado, las viejas voces, olvidada ya su fuerza, que vienen del pasado. Estarás en mi memoria, fue grato, feliz. 
Un abrazo. Y. >> 
Seguro, debería llevar la escritura, de tomarla en serio, hasta el final. Le dije. Y aquí estoy. Después de que ella comentara, con razón, que lo del blog, Desde su isla, le parecía menos conmovedor, y claro está más inexacto y tramposo, que ese email Mal de piedra que le envié tras aproximadamente un año y ocho meses de ausencia, silencio, silencio, y silencio. La vida no vive, la que no se deja vivir, aunque se desee, se anhele apasionadamente, un problema absoluto que arrasa con todos nosotros, nada de pijaditas y cagaditas como lo del "problema personal", no, no, nada, nada, un absoluto, en muchos casos quizá incurable pero no indescifrable. Lo entendí muy bien, espero también saber explicarlo, la baba negra taponando la garganta, saber expresar, el mal de piedra...

 

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