viernes, 10 de agosto de 2018

Crónicas del desengaño

Lo que sigue, fueron unas notas autobiográficas escritas tímidamente al margen, o al pie, de las anotaciones políticas de este cuaderno, mientras pasaba el deseo y el calor del verano. Cada una de sus palabras es un pellizco. Fragmentos de memoria y vida reunidos, que he dado el nombre de crónicas del desengaño:

<< En la cama, somnoliento. Las ideas van decantándose, lentas, desperezándose, la siesta ha sido breve pero fructífera, dejo esa melena negra que me nubla la vista para luego, me impregna su intenso olor. El tabaco está sobre la mesa y el café helado junto al ordenador, la soledad de la pantalla azulada, me espera. Cómo no voy a escribir nada. Se me subían los colores a la cara; me levanté...

[...]   Crónica del sometimiento. Obediencia a antiguas pasiones. La debilidad de un hombre.  

Todo esto mientras la muchacha de pelo negro sigue en la cama, durmiendo... ¡qué extraordinaria y deslumbrante relación tiene con la primera luz de la tarde! Si yo pudiera darle a este momento de sueño un valor absoluto. Eso sí que sería una memorable obra de vida...  ya se va despertando... parece que me está diciendo algo, se incorpora, pero se pone tranquilamente a leer en un dulce silencio.


[...] Cuando, ingenuamente y estúpidamente, la eternidad parece posible.

La hermosa muchacha de pelo negro vino otra vez, también durmió. Era una sensación agradable, como si la vida simplemente se adaptara a todos mis caprichos, que son exquisitos y finísimos. Acariciar esa adorable piel pegajosa del verano, para después, otra vez, escribir.

[...] Reflexionar sobre mis abandonos. Sobre mi perfecta disposición a la claudicación y la sencilla presteza con que me retiro de todo trabajo representativo o creativo para sumergirme en irresistibles evocaciones eróticas y penosos espejismos personales. 

 Esta semana no ha venido la hermosa muchacha, se hace largo y tedioso. La cama, vacía. No dejo de asombrarme de lo poco que me importa la desgracia y el dolor del mundo frente a este tipo de silencio, el poco interés que despierta en comparación cualquier proyecto literario.

[...] Porque la vida no encaja, no vino.
      

Me reencontré con la muchacha, fue difícil. No volverá. Es un dolor intenso y sutil, como si te mirara el diablo de reojo. Sólo queda vergüenza, impotencia, irreconocible imagen de uno mismo, algo de humillación. Pero ya no volverá. 
Verano de 2018. >>

Se escribe, sin una pizca de ficción, para poder decir, una vez burlado el tiempo: así era yo, así era entonces. Escribir contra el olvido y esa robusta impunidad del silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario