jueves, 5 de julio de 2018

L'ou de la serp (XXXV) La piel pegajosa del verano

Soy un hombre que acarrea, con la mayor alegría, un poso indisoluble de melancolía. Pero cada mañana me levanto con un vigor excelente, de inmejorable aspecto, para mirar a cara de perro al mundo, con los ojos incendiados e inyectados del bulldog.    
 
Que los eruditos hayan abandonado el razonable camino de la comunicación de sus investigaciones y la discusión crítica y pública de sus conocimientos en los periódicos, es uno de los graves problemas españoles. Pedro Duque, el ministrote, no es la causa, es el alarmante síntoma de nuestra época. Perfecta sinécdoque de la desertización general de ideas y procesos discursivos en el espacio político; generando el sólido descrédito de la autoridad intelectual y educativa, socavando su legitimidad e imposición. Hay que sumarle, a la falta de verdaderas estructuras de emancipación material e ilustración, la innoble, pero explicable, claudicación personal de los científicos y los filósofos en su pasión reflexiva y función deliberativa. Cediendo ese imprescindible espacio vacío a la hipertrofia de mandarines y élites intelectuales pretenciosas, cuyo régimen de cinismo, incompetencia y gratificación desmedida, y su insólita capacidad depredadora, parece no tener fin ni conocer límite alguno. El gran link, que suponían los periódicos, entre la academia, depositaria de los mayores y más gloriosos conocimientos, y la ciudadanía, parece haberse roto, como suele suceder en la red, en el inestable mundo digital de internet. Inestabilidad que hemos hecho propia y consustancial a la realidad convencional y ordinaria, haciendo que la prensa que tenía que ser el macizo guión del mundo, una popularización certera del saber y la información, sea pura propaganda reaccionaria en lo ideológico y mistificación, cuando no mitificación, en lo científico-humanístico. Del roto sólo ha salido un fenómeno psicosocial de enormes dimensiones sombrías y peligrosísimas consecuencias políticas que Bunge llama, con su astucia y audacia habitual, el pensamiento mágico o movimiento oscurantista. Puede, y debe, decirse de un modo potente y claro: la pseudociencia como ideología.
 
Yo, tan coqueto para mis cosas, relaciono e identifico, de un modo formal y general, la pseudociencia social que denuncia Bunge con "l'ou de la serp": un monismo y holismo que tiende a dotar de sentido y finalidad, a estetizar y trascender la realidad a través de la regresión y el atavismo. Aquí traigo una selección de los huevos. Y todos son el mismo tipo de ideología y de hombre averiado, la misma degradada humanidad anti-ilustrada: nacionalismo, patriotismo, historicismo, humanismo populista liberal, religión, sectas, regionalismo, relativismo cultural, pedagogía constructivista, psicoanálisis terapéutico, sociedades secretas, teorías conspirativas, esoterismo, ocultismo, astrología, videncia, tarotismo, parapsicología, homeopatía, autoayuda, cremas antiarrugas o rejuvenecedoras, cirugía plástica, industria cultural, deporte de masas, identidades sociales comerciales, publicidad, telebasura, la universidad competitiva etc. 

L'ou de la serp se incuba, e incrusta, en nuestro presente como lo hicieron las distintas estéticas de la violencia (término de Clàudia, o fruto de la conversación con ella) en la reciente historia europea.   
 
La hermosa muchacha de pelo negro vino otra vez, también durmió. Era una sensación agradable, como si la vida simplemente se adaptara a todos mis caprichos, que son exquisitos y finísimos. Acariciar esa adorable piel pegajosa del verano, para después, otra vez, escribir.  



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