sábado, 12 de diciembre de 2015

Nacimiento y decadencia del periodismo





Corpus Barga (1887-1975), de nombre tan oportuno para un escritor (no intelectual, pues esta tropa, como buen sindicato, vive de la subvención, del reparto de la tarta partidocrática) elabora, en un artículo llamado El nacimiento del periodismo 1953, como bien hizo Kant con la historia de la humanidad, un posible inicio de aquel oficio hoy tan denostado, blasfemado en tertulias cotidianas y televisivas (si es que no son ya lo mismo), llamado periodismo. Nos advierte como toda mente viva y trabajada por la experiencia, que el concepto es elástico y se estira como el caucho en el camino oscuro y quebradizo del espacio y la  temporalidad. Lo llama, en un feliz hallazgo, concepto caucho del periodismo. Pues su origen se pierde en la aurora de los tiempos y es difícil, a pesar de los pedantes inútiles nacidos de la absurda universidad, establecer una fecha unívoca e irreprochable del término como tal. Encuentra distintos orígenes, actividades o prácticas en las distintas etapas del Espíritu humano que recuerdan a la esencia o naturaleza del periodismo: contar cosas, contar cuenticos reales, informar de algo, registrar algo. Esa es su estructura primitiva. Pues ahí, en el tantán de los pueblos primitivos, para avisar de peligros, anunciar reservas de comida y presagios de las deidades climáticas (somos animales climáticos como nos recuerda el bueno de Pla), encontramos lo que él llama: periodismo de percusión. El ruido y el sonido (un sonido no articulado como el de los nacionalistas catalanes y el ¡eh! del autista Rajoy) que nos instala y abandona en la animalidad, aunque nos informa de una acumulación no cuantificada, un beneficio o perjuicio supersticioso, un pasado y un futuro incierto para el grupo. En el Antiguo Egipto, es periodismo jeroglífico, en un lenguaje de imágenes como el de la televisión, más iconográfico y fonográfico que lingüístico. El periodismo griego, es el periodismo historiográfico de Herodoto y Tucídides, pasando por el periodismo de los sofistas y retóricos que en los diálogos de Platón, aportan toda la información de las intimidades, los chascarrillos, los culos sucios, y los cotilleos políticos de la ciudad al inocente Sócrates. Hasta la creación de la biografía: las Vidas Paralelas de Plutarco. Empieza el periodismo ligado a la escritura, escritura exotérica, política, pero no aún su politización o instrumentalización. En Roma se da en los Annales Maximi, Comentarii pontificum, las efemérides de las hojas de Trimalción (gobernador de provincias, como Artur Mas) y las Acta diurna pópulo romani, bajo la dictadura de Julio César (además de su De bello Gallico, las crónicas de guerra de las Galias).  Periodismo romano en el que se registran: número de nacimientos, crucifixiones de esclavos, cantidad de trigo levantado, número de bueyes de labor, efemérides, guerras y territorios conquistados; es decir, periodismo de inventario. Ya no es el aviso del animal o la escritura de imágenes, la exotérica política, sino el control y administración de lo humano por el poder. Se inventa el "periodismo de Estado", el periodismo imperial; en dictadura.

En la Edad Media, se encuentra el periodismo en las cartujas, en los conventos, se constituye el periodismo de clerecía. Entre  los hermanos legos, menestrales y cartujos, los caballeros contaban la vida de los hombres, se penaban, se encontraban, se agitaban en los infiernos de la vida, intercambiaban noticias lejanas y pareceres cercanos, confesaban placeres íntimos; cruzaban conocimientos, ideas, recuerdos, subían y bajaban como la vida misma en las habitaciones de las hospederías. En las cocinas, entre calderos, cazos, pucheros, fuegos; entre los huertos, patios de retiro y viveros de peces tranquilos. Pero el cenit del periodismo llega con Gutenberg en 1440 con la invención de la Imprenta de texto compuesta por letras móviles separadas, que es lo contrario a la impresión de un texto unido a un gravado, como solían hacer los cartujos. Se posibilita técnicamente la divulgación y la reproducción de textos, cuyo colchón material eran las ciudades de ferias mercantiles, las ciudades y las cosas de Banca y Comercio. Concretamente, según Barga, fue la familia Fugger (los Fúcar según los españoles de la época, tan singulares como los de ahora) una familia de banqueros de Augsburgo, la familia de banqueros más poderosa de la Europa de los siglos XV-XVI, la que inicio lo que hoy serían los semanarios. Pues como dice Corpus Barga - la vida de los hombres no está hecha por la estética tanto como por la economía [...] el mayor derecho soberano reside en la acuñación de la moneda, en los banqueros, no en los reyes o los artistas. Los Fúcar, tras publicar las relaciones epistolares de sus corredores, familiares y amigos, entre grupos selectos de la sociedad, sus clientes, se lanzaron a convertir en un semanal la hoja mercantil. Empezando así el periodismo de empresa. En el siglo XVII, en plena modernidad, surgen los primeros periódicos, ya con un carácter informativo general y comercial, controlado y oficial. Destacan El News Letters en Inglaterra, la típica "gacetilla" de la gazeta italiana (sinónimo de urraca), la Gaceta de Francia (1651), entre otros. En el siglo XVIII, en plena ilustración, a través de los ensayistas ingleses y escoceses (los Ensayos políticos de Hume entre 1753-1754, son una recopilación de artículos ineludible, como las del doctor Johnson sobre literatura) los enciclopedistas y revolucionarios franceses, los doctos académicos alemanes, que como Kant, ya publicaban largos artículos en semanarios y dominicales especializados; se introdujo la crítica, el ensayo y la opinión en el periodismo. Los géneros hermenéuticos de oposición y polémica, naciendo así, el periodismo de opiniónTras la Revolución Industrial se reafirma el periodismo de empresa, su carácter económico, y su inherente escritura publicitaria y de "partido"; relegando a un segundo plano al periodismo personal o de opinión crítica, aunque manteniendo su autoridad. Véanse los artículos y crónicas políticas de Marx, nada que ver con nuestro árido e incierto presente. Al mismo tiempo, se introdujo una nota particular, una novedad tolerada por su indiferencia y fragilidad, por no constituir un peligro serio en los intereses, ahora sí, de los grandes empresarios. Se instalan los cuentos y las nouvelle cortas en los rotativos comunes; Twain y Dickens son el ejemplo más destacado de ello, toda su obra fue publicada en papel pulpa antes que en libros ortodoxos destinados a rellenar anaqueles sepultados por el polvo y el olvido. La esperanza de mundos mejores en la tierra y las ilusiones puestas en la política, la educación, la sociedad civil, el mercado, el progreso en definitiva, ya son objeto de los nuevos aparatos de subjetividad, cuya finalidad es gobernar no sólo los cuerpos, sino el espíritu y la conciencia de los individuos instalados en las ficciones de libertad e igualdad que prometen los Estados con su estrenada inocenciaEl tener que decir algo a todas horas, hablar en exceso, expresar y exponerlo todo, propio de las cajas vacías ferlosianas, ya inició su brutal e imparable andadura de sal en los campos del mundo moderno.

 En el siglo XX, tirando de Benjamin y de su El autor como productor 1934, encontramos ya los puntos clave de la decadencia y degeneración del escritor de periódicos, forjado tardíamente como tal, como profesional con una formación determinada, en los siglos XVIII-XIX. Recordemos sin duda la hostilidad y agravio con que Platón situaba a los poetas en el diseño de su Estado perfecto, justo y bello. Por el bien de la comunidad les prohíbe que residan en ella, pues ve en la poesía una gran fuerza dañina. Desde entonces, la cuestión del derecho a la existencia de los escritores no se había planteado con el vigor y la agonía (agón)  con que se plantea de nuevo hoy; especialmente dentro del marco de la prensa, de los escritores de periódicos. Dejando al margen qué relación guardan los periódicos con las estructuras sociales y las fuerzas productivas propias de la época (para eso lean a Gregorio Morán), lo relevante que cave preguntar no es el qué, sino el cómo están en ellas; y por lo tanto, nos referimos de inmediato a la técnica literaria de los periodistas en su soporte textual, político. Si nos detuviéramos en la relación que guarda la tendencia política con la calidad literaria, entraríamos en un tupido y basto jardín, que excedería en mucho nuestra intención, a saber: cómo ciertas fecundas contraposiciones políticas clásicas en los periódicos, son hoy, irresolubles antinomias, estériles antagonismos. Tales como los que nos dice Benjamin que se separan desordenadamente: la ciencia y la literatura, la crítica y la producción, o la formación y la política. Según nos dice, el contenido, la "materia" del periódico, sólo puede ser organizada por el "interés", la medida de todas las cosas. Impuesto por la arrebatadora impaciencia, no sólo del político que desea una información y el especulador que busca un consejo, sino del lector, al que cada día se le dan más alimentos para paliar su insaciable impaciencia y apetito. Los periódicos dejan espacio a sus lectores para preguntar, lanzar opiniones y protestas, las conocidas "cartas al director", que son la metáfora de la disolución de la distinción entre autor y público, el escritor profesional, formado, y el lector que se cree entonces con el derecho de tomar la palabra y la pluma del escritor para defender sus intereses particulares, lo que en las socialdemocracias conocemos como -y que hay de lo mío. Aquí el público esta dispuesto ha convertirse en escritor, en periodista, a saber: descriptor y prescriptor. El lector accede a la autoría, donde el trabajo toma la palabra como un fin en sí mismo y no como un medio (como siempre recuerda mi dulce R.); donde el escribir pasa de la formación especializada a ser sustituida por la politécnica y un bien común, regulado por el capital, contra el que luchan los verdaderos escritores y periodistas para evitar la degradación de la palabra, del periódico, y en definitiva, de un cierto modo de comprender la política y la escritura.    

En el siglo XXI, encontramos este mismo problema de la colonización del trabajo, sus intereses, y lo común, en la técnica literaria de los escritores de periódicos, hiperbolizado hasta la hipertrofia. Agravado por la disolución de fronteras materiales que introduce el mundo virtual, la red de redes virtuales que abre Internet y la ignominiosa idea de que cualquiera, sin cuestionar la autonomía del que escribe y su libertad para escribir cualquier cosa, pueda adueñarse de la autoridad del escritor y el investigador, y convertirse en "creador" y "popularizador", en un crítico.  El periódico representa, desde el punto de vista técnico, la posición literaria de mayor relevancia, el criterio de selección más depurado y perfecto, más geométrico y exacto, por su distribución espacio temporal. Pero sin duda, esta posición se encuentra en manos del rival, del enemigo: el público creado por el capital; donde reside su dependencia y, por lo tanto, decadencia y degradación. Este fenómeno no sólo repercute en la esterilidad de las antinomias políticas, en la profesión y la calidad literaria y técnica del periodista, sino que invierte de una manera perversa los papeles, sin control. Pues el viejo lugar de la literatura, la escritura y el papel, es ahora la vida; la literaturalización de la vida, y la imposición del sentido trágico en el mundo. Así, la vieja hostilidad de Platón hacia los poetas, repercute hoy con el intento de rellenar ese vacío, esa ausencia, esa nada, con el tiempo muerto de la televisión, y el sentido literario de la vida.    























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