jueves, 19 de noviembre de 2015

¿La mejor pedagogía? una fábula de carneros





Naturalizar lo que es una anomalía humana, creadora, como la escritura, y cultivarla como un agricultor cultiva sus lechugas, o desplegarla como si de un instinto evolutivo se tratara, imponiendo los cauces artificiales del trabajo y el esfuerzo artesano, es lo que caracteriza a los grandes redactores con música de rotativo, a los grandes escritores, en este caso, escritor de periódicos que es Ignacio Ruiz-Quintano. Un orfebre de la palabra. La finalidad del narrador de folio corto es estrujar el estilo hasta crujir la palabra y golpear con la escritura el hocico del espíritu humano, produciendo el correspondiente efecto de estampida mental y alteridad del cuerpo, esa obligada retirada de la mirada de la hoja de papel y del orden del mundo. Retorcer al lector en inclemencias reflexivas sin dañar la estética con heridas abiertas a la confusión y la vanidad, o castigar con remolinos vertiginosos de oscuridad al huésped de nuestro nido textual. Eso es Quintano, pero otros...

En lo que fue la Vanguardia española, y ahora simplemente es, eso, enseres de un polvoriento mueble burgués rizado y acolchado, Rafael Jorba escribe, en vano, lo que sucede en la olla de grillos nacional. Adulteración histórica, critica todos los mitos de "buenos" unos y "malos" otros, eso sí, ocultando lo evidente, que toda ruptura con el orden constitucional es técnicamente un "estado de excepción" y una dictadura como medio para alcanzar un objetivo o fin normativo futuro; si ese medio se convierte en el fin, es tiranía, blanda o de colores. Banalización de la secesión (sedición), separarnos como hermanos y diluir el lazo fraternal de la política, dice; negando lo de Schmitt, el agonismo de la relación amigo/enemigo, que a estas alturas, suena como un solo de trompeta en el tugurio más oscuro. Simplificación de la democracia; no es cierto, democracia no es decidir sobre si debe llover o no, sobre la verdad o la falsedad, sino sobre los muchos y los pocos. Mutilación del catalanismo, autogobierno y nueva idea de España, vuelve a decir con desparpajo; siendo el autogobierno un sistema autonómico y burocrático exagerado, como un gigante con pies de barro, y la nueva idea de España, que es la mosca de todas las sopas, la infinidad de ideas que se han hecho todos los pueblos de sol y vino, de artistas y poetas (Andalucía está llena de poetas) tras la subvención.Y su conclusión, hispanofobia frente a catalanofobia y ausencia de pedagogía de la diversidad; donde pedagogía política (pues el hecho de la política es la diversidad; Arendt) significa algo que se cuenta Quintano en una columna del ABC; en una fábula de carneros (sobre civilización y barbarie): 

 << Un salvaje con hambre y frío baja del bosque a la pradera donde pasta un rebaño de ovejas y mata a un cordero y se viste con su piel. Esto no es una acción emprendida en interés de las ovejas, aunque a la larga conduzca a su beneficio. El salvaje, de nuevo con hambre y frío, ataca por segunda vez al rebaño, y así hasta acostumbrarse, lo mismo que su complacida familia, a mejores ropas y alimentos. Pero una manada de lobos ataca un día a las infelices ovejas. ¿No las defiende entonces su primitivo enemigo? ¿No se identifica con sus intereses al punto que su total extinción o su padecimiento lo alarman también a él? Y en la medida en que procura su bienestar, ¿no se ha convertido en un buen pastor? Y si algún carnero castrado, que ama a su especie, razona junto con sus compañeros sobre el cambio de su condición, se estremece al recordar aquellos primeros episodios, y la contribución de ovejas y vellones que exige el nuevo gobierno. Pero le parece insignificante en comparación con lo exigido por lobos, enfermedades, heladas y asaltantes casuales. Y brota en él la admiración por la sabiduría y belleza del pastor, y hasta recuerda con agrado alguna caricia ocasional que le prodiga. No está lejos de sostener no sólo el origen racional, sino el derecho divino del pastor. Un enemigo salvaje de esta índole, convertido incidentalmente en útil amo, recibe el nombre de “Conquistador” o “Rey”. 

 –Quizá el universo –dijo Santayana una vez– no sea más que un equilibrio de imbecilidades. >>
La pedagogía política de existir, sería ante todo una educación negativa, reducida a una educación física, más que moral (para la libertad), para podar las viejas ramas de la animalidad del hombre, limar las impurezas ociosas del vicio, y reprimir los excesos de los instintos y el deseo. El hombre no es ni bueno ni malo por naturaleza, pues como dice Kant, por naturaleza no es "moral" -sólo lo será cuando eleve su razón a los conceptos del deber y de la ley, y añade - entretanto se puede decir que tiene en sí impulsos originarios para todos los vicios. El hombre, antes de educarse, no es ni racional, ni moral, ni simbólico, ni volitivo, sino sensualidad inclinada al goce de los vicios, que al convertirse en hábito y costumbre se tornan necesidad. Jorba, mal usa el término pedagogía cual psicólogo charlatán que malbarata la voluntad de los otros. Como periodista, dado el conflicto entre tiempo y forma, fondo y espacio, característico de esta escritura grumosa de papel pulpa, se debe utilizar la pedagogía en la radicalidad y brutalidad política o antropológica planteadas por Kant; en que la ilustración del hombre es algo más duro que adiestrar y amaestrar mecánicamente a los caballos y los perros. El hombre es la única criatura que debe ser educada, dice; entendiendo por esto los cuidados (manutención, sustento, calor, envoltura, guía), la disciplina (impedir que la animalidad se extienda a la humanidad) y la instrucción (habilidades, desarrollo de facultades o conocimientos, preceptos de la razón, moralidad). El hombre es niño pequeño, menor de edad, y debe ser tutelado, dirigido y dominado hacia el pleno desarrollo de sus potencialidades, su destino: la perfección de su humanidad y desarrollo de una moralidad para la libertad. El problema radica en el quién es hombre (educador), y quién es niño (educado). ¿Quién aplica la pedagogía política,"quién" impone  el deber moral y la ley política a las ovejas? ¿quién es el lobo o el hombre (salvaje), quién el carnero castrado?  Sería mejor que antes de obedecer a las nobles peticiones "vanguardistas" de un marchitado kantismo de Jorba, atendiéramos al maquiavelismo de Quintano y aceptáramos que, al menos en nuestro mundo, la política va de reyes y conquistadores, más que de pedagogías y mitos seudoilustrados















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