viernes, 11 de septiembre de 2015

Extrañas coincidencias; siempre la metáfora...




<<Esta plañidería desatada en torno a la foto del cadáver del niño, y cuya peor y más inconcebible expresión es la viñeta de hoy del Roto (¡como si el niño no hubiera muerto!), ignora que la foto no tapa al resto de cadáveres, sino todo lo contrario: los ilumina. Los ilumina incluso para estos ciegos cuya mala fe ontológica y su estulticia progrezuela les impide comprender el mecanismo elemental de la sinécdoque.>>  (Arcadi Espada; 1714: Diario del año de la peste) 
¡Cierto! será que la llamada izquierda - Quintano (anarco-conservador) y del Pozo (conservador), entre otros, denominan así a la socialdemocracia boba-  de este país, es avezada en la metáfora y el exceso de elipsis mal empleadas, que impiden la adecuada explicación, mientras desconocen, con grotesca autocomplacencia, el mecanismo elemental de la sinécdoque; una  figura retórica exacta en filosofía y en las disciplinas afectadas de pensamiento, en sus más variadas y variopintas formas. Pues, el recurso retórico de tomar la parte por el todo: el objeto por la materia, la especie por el género, el hombre por la humanidad; es una técnica estética de fructíferos resultados, exquisita concreción abstracta y sencilla definición literaria. Algo que parecen haber olvidado, o quizá nunca supieron, esos intelectuales "orgánicos", venerados por el progresismo incivil y la propaganda socialdemócrata institucional, que representa El País: el diario del sistema - equidistante al mítico Pueblo (Emilio Romero) del sindicato vertical durante el franquismo -; que mantiene con sueldos excesivos y prestigio injustificado a personajes tan blandos, tibios y exiguos como El Roto. Pues, de sus juicios siempre universalmente imprecisos y vaporosamente abstractos, aunque eso sí, destilando estilo, se desprende aquello que acusaba Adorno de "arm chair thinking": 

<< El comportamiento de quien se sienta cómodamente en su sillón como un jubilado simpático y superfluo [...] Ese pensamiento hace  como si no tuviera un material [...] Hegel la denuncia como profundidad vacía. Al fin y al cabo la quimera del ser no cosificado ni estropeado por los objetos no es más que el reflejo del pensamiento formal e indeterminado. Esta quimera condena al pensamiento a ser una parodia del sabio que se mira el ombligo; el pensamiento filosófico queda a merced de un arcaísmo que al intentar salvarle al pensamiento filosófico su objeto específico, pierde el momento de la cosa, de lo no-idéntico. >> (Adorno; Crítica de la cultura y sociedad II)

El uso de metáforas, más afín a la pirotecnia de la hipérbole, sujeto a la sustitución por lo imaginario o la identificación en virtud de semejanzas o analogías sin conexión necesaria con un todo contextual; es contrario al vuelo raso de la sinécdoque, siempre lineal, y sus afines, que como la rectitud de la lógica metonimia, siempre contextual: esta sujeta a las relaciones de dependencia, causalidad, contigüidad y proximidad de todas sus sustituciones. Metaforizar con la ligereza de la escritura en el aire sobre asuntos humanos, de piel, ha sido el recurso fácil, y por eso mismo más adecuado, del espíritu leve de los periodistas gráficos, con palpito artístico y cabezas vacías, de egos exagerados y poca inteligencia. Ya conocemos el excesivo gusto del Roto por los recursos literarios superlativos aplicados en casos humanitarios, ceñidos estrictamente a lo real, y poco dados al fraseo con mayúsculas de sus viñetas; ya demasiado veneradas. Un problema no menor, pues el prestigio ideológico que mantienen sus adeptos, no permite ver la falsedad e indigencia de su trabajo moralizador, y la ignorancia profunda de la condición humana; exigible a todo observador "profesional" de la realidad. Desconoce los límites de la imaginación y la inteligencia humana, tan necesarios en su oficio artesanal, tanto como los suyos propios, mucho más nimios que la media.

Si el lenguaje es un juego de sustituciones e identidades, una superposición de afirmaciones y adecuaciones a lo "externo", a lo extralingüístico; decir, que la palabra es metafórica en sí misma, que órgano y función son lo mismo, como parecen entender muchos como El Roto; anula la posibilidad del lenguaje: expresar, no lo inexpresable o la alteridad del propio lenguaje (recurso de los malabaristas y trapecistas del pensamiento opinable, cada vez más próximos al misticismo que al ensayo), sino la mera identidad (aunque sea lo no-idéntico; aquí identidad juega el papel de cimiento, base o referencia). Lo meramente empírico y reconocible, lo que inevitablemente puede y debe decir todo lenguaje elemental; como el que se emplea en prensa escrita o gráfica. Esta misma concepción, la comparten los nacionalistas, ¡qué extraña coincidencia! que entienden la historia y la lengua, parafraseando a Borges, como la historia y la lengua de unas cuantas metáforas; o como la diversa entonación de algunas metáforas. Impidiendo la función esencial del lenguaje, hablar del mundo y adecuarse a él, desposeído de la cantinela subjetiva. Parece que los nacionalistas y los viejos progres ( una "gaucho divine"), cada vez más posmodernos, opinables, relativos y plásticos, coinciden en el olvido ocasional y abandono voluntario de la realidad; pues, cómo construir un narcisismo de las diferencias sin asestar un arbitrario golpe a la totalidad. Sus armas: la metáfora (hiperbólica) y la elipsis crónica... Que inevitablemente conducen a la ambigüedad, la confusión y la falsedad; y que evidentemente esconden intereses ideológicos ilegítimos, por inmorales. 


PD: Lean El correo catalán para gozo de plañideras y llorones.


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