domingo, 6 de septiembre de 2015

De niños y Plañideras




Según dicen las voces de los ínferos, las cantinelas hipócritas del periodismo pixelado y el cínico sollozo socialdemócrata, la foto que ha conmocionado a Europa, la libre y culpable Europa (unión inexorable), la protagoniza un frágil cuerpecito de niño golpeado por las olas y aturdido por miradas ajenas. Algunos dicen que Aylan Kurdi, así se llamaba el niño transfigurado teológicamente en la nueva joya de la expiación europea - un niño muerto tendido en la playa de Bodrum, que viajaba en una embarcación que naufragó cuando se dirigía a la isla griega de Kos-,  ha servido de espejo hiperbólico en el cual, la autoconciencia europea, opulenta y satisfecha, miraba su propio y verdadero rostro; el perverso. Su talón de Aquiles. Su hipocresía soterrada bajo el manto tejido de ficción ilustrada, hilado de falsas esperanzas de progreso, libertad y de paz. ¡El fracaso de Europa! decían. Un relato que, como gallinas enjauladas, han cacareado voceros de papel mojado, siervos del Star-system y demás maestros de artes escatológicas y variedades anímicas. Pues, como siempre, el periodismo ha rehusado su función hiperrealista de revulsivo social, de basurero, de mostrar lo real en su descarnada y abierta forma anti-estética: una víctima más, de tamaño reducido y formas redondeadas, piel lechona y pelo polvo, producto de la contingencia en el mundo, yace tendido en la playa, nada más y nada menos. Una imagen anti-estética, más cercana, propia y exacta a la observación plana y cuidadosa de Pla; y lejana a la imaginación del siempre excesivo, ajeno y exagerado hombre medio; morboso, estereotipado y aparentemente moral. 

Bajo la excusa de "no herir sensibilidades" algunos periodistas abrían el socorrido y desvergonzado debate sobre la publicación o no de la lacrimógena fotografía; cuando el periodismo, como bien dice Arcadi, está para herir sensibilidades, rizar los pelos y describir incluso lo más inhumano e inenarrable de nuestro ser de la forma más geométrica, sin ebulliciones. Obligando como en un automatismo brutal pero inocente, frío como el acero, a publicar todo lo relevante, sea de la condición gástrica que sea. Los más pusilánimes, progres de salón, apostaban por la culpabilidad encubierta, solucionando el problema con el injusto término medio (que decía Vázquez Montalbán) de pixelar el rostro del niño. -Borrar la cara de un niño muerto es una operación realmente extravagante, que parece anticipar la obra del tiempo; dice Arcadi. Como si borrar u ocultar la huella más amarga de la muerte, fuera a devolver la radical inocencia y candidez de los niños en este mundo, como si el golpe de un rostro infantil desfallecido en la arena, no nos fuera igualmente efímero, indiferente y distraído, como el último sucio braguetazo de la rubia más tetona y encorsetada. Quizá pretendan vestir de un modo ridículo el contexto de la fotografía, falseando su color y aroma, de la misma manera que visten, adulteran, como muñecos de feria el cuerpo, olor y carácter salvaje de los niños; cosméticamente cultural pero sustancialmente natural. Su olor y tacto desagrada a cualquier adulto, no recuerda a pieles iguales o cuerpos eróticos; sólo agrada a pedófilos, de ahí las sales y polvos que les echamos. Quizá el debate debería estar entre: publicar el infanticidio gráfico y asumir el error de hipertrofiar la realidad con fingidos cul de sac metafísicos, aporías ontológicas, más decorativas que reales -que le sucederán inevitablemente en las sociedad de expresión, de opinión pública (opinión y locura)-, sobre las fuentes esenciales de Europa y su sangrante contradicción práctica. O no publicar las fotografías que reflejen la debilidad de la condición humana y su maternal inclinación, para olvidar de una vez, la puerilidad que impone la aplastante mayoría. A la que por desgracia, y con provocador orgullo y pavoroso descaro, sucumbe el periodismo en sus deseos y aspiraciones, gustos y anhelos, sin oponer resistencia al relato mítico que imponen los colectivos. Cuando más de dos hombres se juntan, la fantasía supera la realidad; sucumben a la promesa del ensueño, la utopía y el endiosamiento: el ensimismamiento (Zambrano). 

Lo cierto es, que cuando una fotografía pierde el cálido encanto de lo familiar o lo individualizado (ese momento minoritario contra la mayoría) propio de las páginas de interior; y se transmuta en la oficiosa oficialidad de lo público, de la portada, la representación mediática de la realidad, se hipertrofia. Abriendo así las puertas a la frivolidad y la impertinencia legítimas, a la indiscreción del humor, al navajeo de la causa ideológica o el desprecio e indiferencia por lo humano, derivado de prejuicios metafísicos; gratuitos en el presente, pero justificados por la azarosa historia. Se abre, en definitiva, la puerta al Mito (lo contrario de la historia según Adorno): narración circular trágica (búsqueda del reconocimiento y el sentido) que busca la autenticidad y el origen; no la comprensión o explicación del acontecimiento. Así el debate, repito, debería vascular entre publicar la foto y asumir la única dimensión del discurso: la autenticidad y esencia de nuestra Europa simbolizada en la metáfora, o no tan metáfora, del niño de la playa; o no publicarla (en portada) y dedicarse otros menesteres... Tales como los que Raúl del Pozo describía en su artículo  - Los periódicos no sólo escondían en sus páginas el pedernal con la chispa de las revoluciones, sino ofrecían páginas en las que los lectores buscaban las farmacias de guardia, los crucigramas, las bodas, las frases de la luna, la amenaza de las tormentas, los crímenes por amor, los premios de lotería y los obituarios. La prensa, los papeles, eran una prolongación del cuerpo, de la casa, de la vida... Casi todo lo que han pensado ciudadanos en tres siglos -Voltaire, Marx, Ortega- se publicó en los periódicos [...] Leer periódicos es un vicio del hombre libre. Se dijo que el periodismo saltó desde las imprentas de la Enciclopedia y se mezcló con los cardos y los borrachos en las calles [...] (Escribir en el aire; EL MUNDO).



   

  












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