domingo, 25 de enero de 2015

La Mascarada Nacionalista



Hacía ya tiempo que uno no escribía sobre el tema que más le pone, lo reconozco; pues la exageración estético-política y el entusiasmo provinciano-cultural del nacionalismo seducen al más "acelgado"  a la críticae indignan al más perspicaz. La inteligencia práctica no sólo existe para sortear los azares amorosos, o los problemas económicos de la vida moderna, reducciones ambas del espíritu de nuestra época. Incluso simbiosis sospechosa, la conexión de relaciones amorosas y mercado; quizás siempre ha existido como mercancía o producto, venta, alquiler y apropiación (explotación) de cuerpos de trabajo (trabajadores, prostitución, siervos y militares civiles), pero nunca se habían dado como "modos" de vida inexcusables de toda clase social; como formas de vida ontológicas, necesarias e inseparables. En todo caso, la inteligencia práctica no sólo esta para eso, sino también para identificar según la razón crítica, los fenómenos y acontecimientos políticos que pueden significar sombras y oscuridad en el devenir de lo real. Pues el auge del nacionalismo, su explosión ético-estética y sus vicios sociales (cierta actitud fascista entre la población) en tanto que exclusiones lingüísticas y privaciones culturales (normas y reglas muy catalanas); conducen a un escenario nada óptimo para aquellos cuya libertad y la verdad  (sin exaltaciones liberales) son sus bienes más preciados. Ya que ambos dependen directamente de las relaciones de poder, las configuraciones ideológicas y sus determinaciones materiales. Algo que se esta moviendo tanto estructural como superestructuralmente a nuestros pies; especialmente en el subsuelo séptico de Cataluña.

La convocación de elecciones para septiembre, las terceras en cinco años, de nuestro más que amortizado y sobado "president", no es otra cosa que la repetición de la mascarada nacionalista, el único mecanismo político que puede ejercer con eficacia y buenos resultados, pues hábil en el engaño y la ficción es nuestro mesías, Artur Mas. Mientras adormecido y catatónico permanece el supuesto "pueblo" catalán. Acostumbrados a ficciones y simulacros de la realidad (que van muy en serio), a embrutecer el terreno político (acusaciones y etiquetados de fachas al "enemigo") y enmascarar su ideología, nos vemos ahora ante un nuevo engaño. Se pretende hacer pasar unas elecciones autonómicas que deberían ser corrientes y normales, en un plebiscito, en un seudo-referéndum secesionista, una seudo-elección decisiva del futuro de una originaria y "edénica" nación recuperada, devuelta por las fuerzas irrefrenables de la historia. Mas pretende jugar con distintas falacias consustanciales al nacionalismo, inherentes a la "derecha", pues el nacionalismo es eso, la derecha más rancia y casposa de nuestro tiempo. Falacias como: "ahora es el momento de decidir" (como si no hubiera un mañana), "nuestra libertad esta en juego", (como si la opresión fuera distinta para los catalanes que para el resto de España), "derecho a decidir", (sin concretar críticamente quién y qué), "nuestra cultura y país propios", (como si las culturas fueran mónadas incomunicables) etc. Falacias, mentiras y juegos eufemísticos del lenguaje que constituyen realidades hostiles, situaciones parasitarias y apropiaciones indebidas de "lo común", del espacio público. Como pueden ser instituciones estatales y públicas: el "Ateneu de Barcelona", los distintos ayuntamientos, la "Generalitat" o el propio "Parlament". Y quién sabe si también los diversos cuerpos funcionariales: escuelas y cuerpos de seguridad (policía);  que es especialmente allí donde se juega el futuro y el presente de las ideologías críticas, de resistencia y oposición. Allí donde el pensamiento (supuestamente crítico y formado) y la fuerza física residen y pertenecen por igual a todo ciudadano; independientemente de su identidad política o cultural, moral o racial, condición social o nivel económico. La construcción de nuevas estructuras nacionalistas e identitárias, esto es, privativas y exclusivas, solo es posible mediante el engaño y la trampa a la democracia española, al sistema y régimen político vigente en el país; mediante el sorteo e infracción grave de las leyes españolas, que en tanto que estatales, son por lo tanto de "todos". Evitando la cínica y mezquina distinción entre "ellos" y "nosotros". Una dialéctica de las identidades y el conflicto, no una dialéctica de los diversos (Gramsci), ontológicamente real y no prefabricada y construida ad hoc por "partidos" nacionales y no de clase (que también son de clase). Véase lo que ya se ha dicho sobre ERC en distintas ocasiones; que esta entre la izquierda o el "país", entre las ideas o la "Nación" que es tanto como decir, entre la ideología y el "Mito" (en Gramsci son in-discernibles uno de otro, aunque aquí las distinguimos por grado). 

Como iba diciendo, la mascarada nacionalista consisten en hacer pasar al pulpo por animal de compañía, pues pretende celebrar un plebiscito, una consulta secesionista ilegal e ilegítima, tanto para la constitución como forma política permanente, como para el resto de ciudadanos no nacionalistas (residentes o no en Cataluña) que constituyen la política-acción (política-pasión) o acción permanente del país como agentes políticos (pueden constituir los cambios en las condiciones de las relaciones de poder). Mientras no reaccionen o reaccionemos, la mascarada conducirá a unos resultados y unas producciones políticas problemáticas; tensas tanto en su "interior" como "exterior". Pues el enemigo será la resistencia interior no-nacionalista y las clases trabajadoras; y la presión exterior: geopolítica internacional (España pueden vetar a Cataluña en la UE), financiera y comercial (cambios de moneda, deuda pública, retirada del mercado común...) etc.  Un engaño plebiscitario o secesionista que deben asumir no solo los partidos políticos o representantes políticos, sino todos los ciudadanos. Los nacionalistas han conseguido cerrar el compás, polarizar el contexto y construir dos bandos, dos trincheras en un terreno seguro para ellos, pues con la división y minoría de fuerzas que son claramente anti-nacionalista (PP y C'S), no hay combate ni oposición posible frente a la unión nacionalista, ERC y CIU y las demás fuerzas no identificadas plenamente con el "proyecto" o "causa", pero que su posición y situación de ambigüedad la posibilitan y fecundizan. Así pues, el "ciudadano" (que no individuo cultural o nacional) se ve ocupando una posición de blanco o negro, de "pro" o "contra" en unas elecciones, donde el pluralismo y la diversidad de todo sistema democrático debería regir. En el caso catalán la mascarada; juego de ocultaciones y alianzas sombrías, todo festivo y entusiasta. Lleva al "compromiso" o a "tomar conciencia" de la situación, no precisamente para bien, pues nos han cambiado las reglas de juego cunado ya habíamos empezado, cuando íbamos por la mitad. ¿Pero quién no podía esperarse una mascarada tal, después de los juegos sodomitas y onanistas  anteriores? 

Como muy bien decía  el siempre elocuente (e inteligente articulista), aunque no siempre comparta su opinión, Arcadi Espada, ayer en un artículo largo (una tercera) para "El Mundo": "(...) ni la fecha ni su carácter ni sus ínfimas garantías democráticas son la principal y más desmoralizadora rareza. La excepcionalidad máxima está reservada a la situación jurídica que vive el presidente Mas: la de imputado de un grave delito de desobediencia, que supondría su inhabilitación" . Pues tiene toda la razón el huraño de Arcadi; el presidente que se supone que va constituir un nuevo y limpio Estado catalán; esta imputado por delitos de desobediencia al Estado, no desde la condición civil o política, sino como representante del Estado. Como máxime árbitro y garante de las normas y las reglas democráticas y constitucionales, una acto de "razón de estado" en toda regla, que nada importa a sus congéneres nacionalistas, pues como dice A.Espada: " El agrio debate español sobre la ejemplaridad política ni siquiera le ha rozado (...) la ley se lo permite y todo el mundo da por bueno que siga siendo presidente" pues todos lo ven como un Jesucristo en la cuz, un mártir sacrificado por su pueblo y su patria; favoreciendo a la inversión mítica de la realidad. No con menos razón dice Arcadi: "Los maltratados ciudadanos de Cataluña tiene derecho a saber si hay indicios de que el principal de los candidatos que van a votar sea un desobediente institucional. Ya comprendo que todo esto no es importante para los independentistas. Ya ha habido alguno que dijo, que no le importaría que fuera un asesino o un pederasta el que trajera la independencia a su sojuzgada patria (...)"  Pues el nacionalismo se lo juega todo y juega con todo/s. Se toma muy en sorna aquella sentencia de Schiller cuando dice: "que el hombre solo es hombre cuando juega y solo por medio del juego se humaniza".  Quizás ahí resida la trampa, en no seguir las reglas del juego y jugar  a ser Dios, héroe o superhombre, jugar a no ser hombre humano; jugar a un juego sin ley ni árbitro. 

Los peligros pues, son muchos: la suspensión temporal (o no) de la democracia, la alteración de las reglas de juego (pluralismo, la ley, las formas y estructuras estatales etc) según convenga a los intereses arbitrarios y particulares de la "razón de estado" asimiladas e integradas por un gobierno nacionalistas ilegítimo y doctrinario. No pluralista y constitucional (en tanto que común). También existe el peligro de la "hegemonía política" que en Gramsci consiste en una hegemonía de partido y de facciones de partido, es decir en los grupos de comunicación y medios doctrinales públicos, que tienden a asimilar consciencias según intereses mediático-partidistas. Es decir, pretenden mimetizar los deseos, aspiraciones y esperanzas (ideología) de los sujetos particulares, con el de las organizaciones en "partidos políticos"; consiguiendo así los mismos efectos y consecuencias de la dominación, pero sin uso de fuerza o violencia, cosa que es de agradecer. 

Lo más peligroso no es solo el carácter del plebiscito y sus suspensiones "temporales", ni la condición jurídica y política del "president". Sino la hegemonía, el carácter arbitrario, subjetivo  y unívoco de las mismas. Estando el destino de los ciudadanos catalanes en manos de una interpretación subjetiva y partidista (interesada y ad hoc), de la futura aristocracia mediático-política (económica). En lugar de en manos del Prícipe de Maquiavelo, según la interpretación de Gramsci. Principe no en tanto que individuo concreto y particular, sino en tanto que voluntad colectiva objetualizada en relaciones materiales de los partidos. Articulados según el juego político (estructura/superestructura) en que la "toma de conciencia" se da en el territorio de la dialéctica  "ideológica" como expresión del desajuste económico material, y no en interpretaciones unívocas y hegemónicas de una única subjetividad imaginaria; en las que ninguna conciencia puede despertar. Pues de los tres elementos esenciales del Príncipe político: estructuras (fortuna), agentes (virtud) y conciencia (necesidad), faltaría el último, el de la necesidad, que posibilita no las formas permanentes (estructuras políticas), no la acción constituyente (agentes políticos), sino el aspecto crítico y direccional, la descripción-normativo-crítica de la realidad; que en estos momentos tanto necesita en especial Cataluña, en los meses sucesivos.   






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