domingo, 28 de diciembre de 2014

En torno al Marqués de Sade (I)



Un personaje histórico altamente interesante en su peripecia vital y como filósofo menor de la ilustración invertida (negativa) o anti-ilustración; pues como el primer pornógrafo, sus novelas y textos - eróticos dicen algunos, pornográficos los considero yo (sin ningún tono peyorativo) - sirven de pretexto y modo de ocultación de una escritura irónica e hiperbólica (al estilo de Descartes), cuyo contenido polemizaba y cuestionaba, no solo el orden de reglas y normas morales de una sociedad ya alienante; sino que cuestionaba (directamente las negaba) las más altas creencias y convicciones sobre Dios, la religión, la naturaleza (también la naturaleza humana), el hombre y la relación antagónica entre el bien y el mal absoluto, polemizando con Kant, Voltaire y Rousseau. Oponiéndose así a todos los principios y al proyecto mismo de la Ilustración, pues la "diosa Razón" no era otra cosa que una explotación y una "prostitución de la Razón", capaz de defender y justificar cualquier atrocidad ( el terror de Marat y Robespierre).

 Este personaje es el entrañable Marqués de Sade (1740-1814), nacido en el seno de una familia de la antigua nobleza francesa; desde los catorce años servia como soldado del rey, y llega a participar en la guerra de los siete años. Formado en el servicio de las armas, por instigación familiar, llega a ser administrador real y gobernador de Provenza, casándose (matrimonio forzado) con la hija del presidente del tribunal superior de impuestos de  Montreuil. Confrontado en una relación de amor y odio radical con su suegra, llega a ser protegido por ella en diversos escándalos que sobrepasan el libertinaje, y a su vez acusado por ella por los mismos motivos. Dichas idas y venidas psicológicas siguen la misma lógica que la economía corporal de nuestro marqués, pues estuvo encarcelado por el antiguo régimen, su suegra (diez años en prisión), y por los revolucionarios; que lo acusaron de "moderantista" durante la revolución francesa de 1789. Viajes de ida y vuelta a las mazmorras que no complacían sus prácticas sexuales de "placer-tortura", pero que ayudaban a establecer un orden silencioso de trabajo, pues allí escribía sus homónimas novelas pornográfico-filosóficas. En su encarcelamiento como "moderantista" de 1794-1795 escribió La filosofía en el tocador, una de sus obras más conocidas, cuyo contenido filosófico es equiparable a obras como el "Cándido" de Voltaire, o el "Emilio" de Rousseau. Los escándalos le acompañaron siempre, no por el libertinaje y el adulterio, pues eran moneda de cambio entre la nobleza, según nos cuenta Safranski, sino por el establecimiento de "rituales" cotidianos de daños sistemáticos al cuerpo, orgías homosexuales, incestos, envenenamientos, pedofilia, torturas etc. Un largo listado de perversiones y parafilias que servirán como mina de oro para teóricos como Adorno o Freud.

El escándalo más sonado fue el caso "Rose Keller" (1763), que según nos cuenta Safranski, el propio Sade no admitió, y hoy día no sabemos si la mitología que le acompaña es del todo verídica, si esta exagerada, inflada y sobre-explotada (...) Como iba diciendo, a Sade se le acusó de azotar a una prostituta, luego le produjo cortes con un cuchillo y derramó cera caliente en las heridas y la incitó a la lascivia con símbolos cristianos, mientras le introducía hostias en las diversas oberturas de su cuerpo. También fue acusado diversas veces de intento de asesinato, torturas y envenenamiento de prostitutas y niñas. Dichas acusaciones y castigos hacia su persona (encarcelamiento sistemático) no me llamarían la atención, si no fuera por la coincidencia entre su figura corruptora y "siniestra" y los nuevos cambios en las técnicas, dispositivos y estrategias del poder. Porque en el S.XVIII, como muy bien reflexionó Foucault en "Vigilar y Castigar", se produjo un cambio de los juicios penales, las estructuras políticas (panóptico) de control, castigo y disciplina, y las relaciones espacio-temporales en lo público y lo privado. Los castigos penales del S.XIII al S.XVII se basaban íntegramente en el suplicio público al cuerpo, en el espectáculo de la tortura, en la "marca", la "huella", y el "rastro" de la condena inscrita en el propio cuerpo carnal ante una plaza pública, una multitud de personas cómplices y participantes, que le reconocían el delito, la pena y la culpa. La paradoja se produce en que, mientras las nuevas técnicas y estrategias sutiles y espirituales (las penas se centraban en la pérdida de bienes y de derechos, y no en el castigo y suplicio público al cuerpo) de castigo y poder se ocultaban, silenciaban, ensombrecían y se privatizaban, Sade construyo un mundo, de la orgía pública, del goce universal, de la supresión y sustitución del poder por el placer y el goce, de la racionalización de las relaciones, al gobierno de las pasiones desenfrenadas etc.

 Podemos decir desde la perspectiva de hoy, que Sade publicitaba con sus ideas la "antítesis" de los tiempos, denunciaba la incoherencia y contradicción de la política para con la vida natural-ontológica, y encendía los motores de la dialéctica y la lógica de la desintegración de lo establecido. Iniciaba un período de negación material de lo real a través de sus obras literarias, de sus gestos textuales; además de ejemplificar vivamente la contradicción entre las lógicas, dispositivos, técnicas y redes de relaciones del poder institucional y estructural espacio-temporal de las relaciones sociales, y el retorno irónico e hiperbólico de la simplicidad y desenfreno (liberación y emancipación) del orden natural. Dicho de otro modo, de aquella complejidad que denunciaba Foucault de las relaciones normativas y reguladoras al margen de la ley, como producto político, y la racionalización de los espacios y ámbitos vitales que se estaban llevando a cabo en el S.XVIII; Sade aparece como la contradicción de los tiempos, la antítesis, el anacrónico, el anti-hombre (anti-cristo), en definitiva el adanismo de su tiempo. Pues promulgaba un retorno a la ley natural, la supresión del fundamento de las normas morales y sociales, sus ideas eran el antagonismo y la subversión del propio fundamento de la cultura. La posición e individualidad de Sade promulgaba "lo contrario", el retorno al mandato e disposición de la ley natural (Eros y Tanatos), es decir a la supremacía del "principio de placer" frente al "principio de realidad" constitutivo de la cultura y la civilización. A la sublimación del goce frente a la sublimación como productividad social de la cultura y las artes (oponiéndose a Freud); a la destrucción de las normas sociales, a la eliminación de toda verdad absoluta como fundamento de la política (algo que recogerán filósofos como Dewey, W.James, Rorty o I.Berlin). Sade es pues, una resistencia a la gobernabilidad de los instintos naturales; una resistencia al nuevo "sistema" regulativo y distributivo (espacio-temporal) que se estaba conformando en la Francia ilustrada. Pero lo que aún es más importante, es el subversivo y antagonismo ontológico de los cimientos de toda civilización, de los fundamentos de toda cultura descritos por Freud: orden, limpieza, represión libidinal e instintiva,sentimiento de culpa, necesidad de castigo, justicia, ciencias y artes. Sade es la representación intelectual y vital de la inhibición de la autoridad, de la conciencia moral, del sentimiento de castigo no como oposición, sino como sinónimo del placer, de la liberación de Eros y Tánatos, como binomio incontrovertibles sin oposición alguna, vinculando así destrucción y placer, muerte y amor, como lo hará Freud posteriormente. Pues, y aquí reside la cuestión, ¿cabe afirmar a Sade como un gran irónico e hiperbólico filósofo, al estilo de Descartes, que demostró la existencia de Dios a través del "genio maligno"; y por lo tanto interpretarlo invirtiendo todo lo que dice; como la antítesis de Freud? o ¿interpretarlo "literalmente" y concebirlo como un "proto-Freud", un precursor de las tesis de Freud? Ahí reside la problemática; sin embargo nada de lo dicho contradice las similitudes y diferencias con su tiempo (según la descripción de Foucault), con los fundamentos de la cultura según Freud, o con las oposiciones y conflicto entre naturaleza y cultura de sus contemporáneos (Rousseau).

Su figura como vemos es controvertida y polémica, entrañable y divertida si no llegamos a comulgar con su mito y nos acercamos al pensador que se esconde detrás de una pluma llena de talento e ironía, aunque quizás falta de la calidad e inteligencia literaria en algunos momentos. Pero de lo que no cabe duda, es de la frescura, radicalidad y originalidad de sus planteamientos filosóficos que subvirtieron el orden de una sociedad alienadora y reaccionaria como la del antiguo régimen; y levantaron odios y furiosos ataques por parte de los revolucionarios (su peor enemigo fue Rétif de la Bretonne, el ideólogo de el Burdel del Estado), al cuestionar sus ratio y fundamentos para la acción y la actividad del terror. Ya en el primer y tercer diálogo de La filosofía en el tocador, el "pérfido" marqués nos construye el marco sobre el que girará su temática: la legitimidad del mal absoluto y la inhibición del bien, la inversión de las normas y reglas establecidas respecto a lo bueno y lo malo, es decir la negación del consenso y el pacto (contrato) social, la propiedad privada o pública de los cuerpos concretos (...) Además podemos deducir que sus preguntas e interrogaciones podrían ser como estas: ¿existe o no existe un derecho del cuerpo individual para el placer? ¿es el hombre dueño de sus gustos e inclinaciones?, ¿debemos obedecer a las disposiciones naturales o suprimirlas por leyes culturales?, ¿si Dios a muerto, todo esta permitido?, ¿la razón puede justificarlo todo, atrocidades, asesinatos y violaciones?, ¿existe la obligatoriedad del goce; todos tenemos derecho a él?, ¿si somos republicanos e ilustrados, democratizaremos el goce y el placer disolviendo la individualidad?, ¿se puede instruir y educar en el amor y el placer?, ¿amor y placer, son cosas distintas?, ¿es posible el "amor puro" (a dios y entre los hombres)?, ¿cabe hablar de delitos, penas y culpas absolutas; existe la verdad pues? etc.

Un bloque temático de cuestiones que hemos desplegado esquemáticamente, pero que necesitan argumentación, toma de posición, crítica y polemización con otros autores, como Kant, los ilustrados franceses y Freud...















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