viernes, 29 de agosto de 2014

Las relaciones humanas en el cine de Woody Allen



La construcción de las relaciones humanas tanto en la realidad como  su reflejo en el cine, me han parecido tareas y procesos heroicos en su construcción material y desechables puzzles de cuatro piezas en la mente de cada uno de los animales irracionales que habitan "la realidad urbana", - salvando algunos casos concretos que conozco- mi realidad urbana, y la de otros allegados (...) por la que paseamos nuestros nobles cuerpos infectados de manías. Paradógicamente todos aquellos que vivimos (plural auto-inclusivo inapropiado y una generalización cuestionable) en ambientes mal llamados intelectuales (realmente son culturetas, en el peor sentido), todos aquellos que somos o tratamos con la realidad burguesa (a regañadientes) y esencialmente, todos aquellos adoradores de la modernidad del cine de Woody Allen, casualmente viven inmersos en "la Idea" de las relaciones humanas, en lugar de su radical tozudez y sordidez en la materialidad, en su construcción real. Puesto que es mucho más sencillo y cómodo para una mente sin cuerpo como la del burgués de la modernidad; entender que la teoría es algo propio de los despachos y los polvorientos libros de la biblioteca municipal, y no una cuestión inmanente y conflictiva que nos sitúa e inscribe a todos en posiciones contrapuestas, e incluso excluyentes, enemigas. Con efectos reales, trasformadores y configuradores de nuestra cotidianidad y privacidad; que involucran sentimientos y emociones, aquello que piensan que esta tan lejos de la frialdad y la serenidad propias de la razón (material).

Lo que se pretende denunciar no con acritud, pero sí con vehemencia y militancia, es la falta de conciencia "critico-material" en el orden de constitución, articulación, organización y manutención de las relaciones humanas que establecemos a diario en cualquier circunstancia o situación de nuestra mundanal vida. Dicha falta de conciencia, implica centrarse en la idealización y la construcción teórica de deseos, anhelos, ficciones, sueños y falsas esperanzas sobre las relaciones humanas (familiares, de amistad, amor o camaradería), que pretende amoldar la realidad como si fuera una masa pastelera sin molde que se adapta a nuestros caprichos, opiniones o creencias, como si cada sujeto particular fuera una "mónada" que refleja la totalidad del mundo en ella misma. Siempre centrando el motor de dicha relación en las categorías más inmediatas e ingenuas que se presentan en nuestra conciencia como claras y evidentes: "felicidad", "satisfacción", "placer", que pronto se convierten en fetiches, trampas de zorro, vanaglorias e intentos de auto-fabricación de una escultura deslumbrante de mármol, que nadie puede ni debe tallar por nosotros. Sino que debe ser producto de una construcción (siento ponerme técnico) dialéctica con "los otros"; sean afines o contrarios a nuestro credo, sean amigos o enemigos, sena conocidos o desconocidos, pero que mediante nuestro conflicto y tensión mutuos elaboramos las identidades de la conciencia, que a lo largo del despliegue y desarrollo de la misma, abandona unas y adquiere otras de nuevas. Una configuración y un proceso de cambios, desprendimiento de lo antiguo y adquisición de lo nuevo, que sólo producen las bases y condiciones materiales y reales. En cuanto a materiales y reales me refiero al "estado de las cosas" de los hechos, a la estructura de aquello incontrovertible e irreductible a nuestros caprichos y opiniones, que conforma nuestro límite y frontera, es decir, los "hechos inocentes" de la realidad.  

Como pretexto para lanzar un zarpazo y una enorme torta a los "snob" (afectados) que cada uno de nosotros conoce y sufre en perjuicio de su propia salud, tomaré las relaciones expuestas y representadas en el cine de Woody Allen, uno de los directores al que veneré, y al que hoy, tras el paso de los años ( no muchos) y a la luz del paso o sobrepaso de experiencias vitales, propias y ajenas, debo limitar críticamente en su cine, especialmente las relaciones sociales que ejemplifica. Donde a mi juicio, podemos ver mejor el tipo de relaciones humanas del cine de Allen, es en:  "Maridos y Mujeres", "Manhatan", "Delitos y faltas", "Annie Hall", "La otra mujer", "Hanna y sus hermanas", "Desmontando a Harry" y "Todos dicen I love you" . Una larga cadena de películas en las que el centro de la trama es la relación de sujetos urbanos, inscritos en la tipología de la clase media-intelectual neoyorkina, que gira entorno a parejas heterocéntricas y monogámicas, cuyo mayor crimen y preocupación son la higiene de sus relaciones ideales inexistentes y la salubridad de su "ego" maltrecho por los demás y la injusta "realidad". Personajes apresados por sus conflictos psicoanalíticos y la desaparición de las figuras libidinosas de su conciencia, que atormentarán todo su trayecto vital, pero que soportarán y conllevarán gracias a los productos culturales y a la sustitución de sus deficiencias sexuales, por sujetos o prácticas nuevas, más eficientes y satisfactorias carnalmente, pero vacías intelectual y espiritualmente respecto a las viejas. A su vez, exaltará manías, idiosincrasias y patologías exageradas, pero no por ello menos reales, en seres que se caracterizan por la defensa de una supuesta racionalidad, pero cuyo proceder es de lo más instintivo, animal y contradictorio con sigo mismo.

Los sujetos constituidos en el seno de la pulsión creativa de Allen, suelen poseer grandes contradicciones internas, graves conflictos de conciencia, frustraciones sexuales o experiencias íntimas traumáticas. Personajes que suelen vivir en una tranquila y apacible tranquilidad equilibrada relación intelectual-económicamente media estereotipada; pero que esconde sucios y sombríos reproches, daños y espinas envenenadas que guardan hasta que un fenómenos externo a ellos que los supera y rebasa que les hace estallar. Ciertamente, dichas figuras me parecen muy reales; y el tratamiento cómico con que Allen lo trata, me sigue hipnotizando y atrayendo como antes. La precisión en su exposición, la ironía y el sarcasmo con los que lo envuelve me parecen admirables; a su vez me parece que dichas figuras, responden a sus firmes y sólidas convicciones y opiniones sobre las relaciones humanas, y en ese aspecto cabe destacar su franqueza en la presentación. Todo ello no exonera de su repetición constante, su saturación permanente de temáticas y personajes en todas sus obras; en las que todas las figuras nos recuerdan a otras, y en las que los personajes protagonistas que interpreta Allen, siempre son Woody Allen. Llegando a empapar la pantalla de una sobre-auto-presentación del mundo psicológico y los efectos de  traumas, deficiencias, vicios, manías y deseos sobre las de por sí, frágiles e inestables relaciones humanas. Hecho que le conduce a describir las figuras de la masculinidad y la feminidad, siempre de la misma manera; las mujeres son o bien: neuróticas, frígidas, afroditas, locas o pérfidas, y los hombres: superiores intelectualmente, "fordianos"-viriles, inseguros y dubitativos o artistas (portadores de un mundo estético interior irresistible). Presentando así las figuras de las relaciones humanas, como meros hechos psicológicos y subjetivos, cuando son a su vez, condicionamientos espaciales, potenciales, físicos y objetivos que se dan en la realidad.

Las relaciones humanas en su cine, ya he alabado lo que tenían de genial, muestran una ausencia de condiciones materiales de hecho, de la pluralidad, discontinuidad y desigualdad objetiva existente, que afectan directamente en la dinámica de las mismas. Puesto que podría parecer que Allen atiende a la discontinuidad objetiva, tan solo atiende a la intranquilidad psicológica a la inseguridad subjetiva, pero no a la desigualdad material en la que todos nos movemos y juega un factor decisivo en el establecimiento y destrucción de relaciones humanas. Ciertamente me encuentro extraño al criticar concepciones que en el cine son absolutamente legítimas, pero que encuentro faltas de realidad cuando lo que pretende el autor, es crear una ficción que juega con la ambigüedad entre vida y obra, ficción y realidad,  subjetividad y objetividad, configurando así una daga de doble filo de extrema delicadeza; siendo por lo tanto, susceptible de toda critica a su vez ambigua y difusa en su objetivo. Así pues, encuentro en Allen, una perspectiva ceñida a su campo de convicciones psicológicas, casi obsesiva, olvidando otras formas de establecer relaciones entre personajes y subjetividades que dependan de la circunstancia objetiva y material, y no de delirios o egocentrismos individuales.
































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