domingo, 23 de febrero de 2014

Hilary Putnam en el Mundo (I)





Anoche, ya a altas oras de la madrugada en un local incrustado en un callejón del centro de Barcelona, ante una copa de gin-tonic,- probablemente ya seria la tercera que entraba en un cuerpo castigado por el alcohol anterior y la saturación de riquísimas tapas que tomamos para cenar- me hallaba yo en la vigilia de mi cumpleaños, reunido con un grupo de amigos cualitativa-mente elevado aunque no cuantitativa-mente relevante.

Y en ese entorno de alcoholización y musicalidad generalizada aparentemente bohemio, por no decir snob, nos enzarzamos en una discusión que por repetida a lo largo de siglos y siglos, de polémica y problematización por parte de la tradición filosófica, se me tornaba una necesidad resolver, disolver o superar (negar). El tema no era otro que el escepticismo y la existencia de la realidad o el mundo (no distinguiré entre "exterior" e "interior" o subjetivo y objetivo, puesto que lanzaré a Putnam al ruedo en breve y como un miura espantará las dudas que puedan haber), en un principio la cosas pintaban mal para el viejo escepticismo -cansado de tanto ajetreo entre amigos y enemigos-  puesto que se encontraba en el centro de una mesa, entre dos científicos (físicos, algo más puro no encontraremos) y un estudiante de filosofía, (al menos eso pone en su carnet de estudiante) que cada vez se acerca más al sentido común y al realismo interno o pragmatista en cuestiones de filosofía de la mente, epistemología, ontología o filosofía de la ciencia.

Como iba diciendo, nadie hubiera dado un duro por el pobre viejo y cansado escepticismo radical, pero de golpe las trompetas de la esperanza empezaron a sonar, y como el Arcángel Gabriel apareció Feyeraben, Khun y otros aliados -deberíamos revisar la relación y vinculación entre relativismo y escepticismo- soplando así el viento a su favor y con menos enemigos que antes, puesto que uno de los contertulios enmudeció a causa no se sabe si de las drogas legales o la sorpresa del debate intempestivo. El caso es que su único enemigo en esos condados de legislación favorable aunque dudosa, fui yo; que tenia que luchar con un Titán de la tradición filosófica y su bella defensora, "belle famme " en la vida ordinaria y mujer fatal del pensamiento, que sorprendió mi atención y des-barajó mis esquemas y expectativas. De ese fracaso dialéctico o argumentativo de anoche, busco redención y remedio en este artículo, que intentará, si no desmontar el "escepticismo radical" ( el moderado lo acepto a regañadientes) como una postura o impostura filosófica que por el peso de la deglución y construcción crítica sobre ella de realistas y pragmatistas en la hiper-textualidad de la tradición, podemos decir que agoniza; al menos sí mostrar sus límites, su indefinición, su ataque al sentido común y a la experiencia cotidiana. Que ha falta de elementos y objetos que constituyan un cuerpo empírico y teórico sobre el que contrastar o demostrar las conjeturas, se tornan en la mejor guía para la determinación ideológica o la elección de posturas intelectuales.

Antes de empezar con un análisis centrado en Putnam, el funcionalismo, el realismo interno o pragmático y las tesis de la intencionalidad de la mente para demostrar la realidad y el mundo existente ontológicamente; me gustaría  advertir que no pienso confundir ontología con epistemología, ni cuestiones contextuales o circunstanciales, utilitarias si se quiere, para defender mi posición o mis tesis críticas. Que no pretenden destruir sino deconstruir y desnudar el cuerpo teórico de algo que tomado con radicalidad encuentro injustificable, ininteligible para todos, tanto para los que lo defienden como los que lo critican, vago y confuso, y por lo tanto imposible de articular en cualquier discurso que pretenda comprensión o significación, de ahí que pretenda huir de él.

Ciertamente no se puede demostrar la existencia del mundo o realidad, en un sentido epistémico o gnoseológico, ciertamente la epsiteme o Logos aristotélico no sirven para demostrar los principios primeros o axiomas de los que partimos (Nous) para elaborar nuestra actividad científica o de raciocinio, ciertamente la demostración de la demostración hasta la reducción al infinito es un absurdo lógico-racional. Por ese motivo debemos partir de axiomas que no son demostrables ni tienen antecesor ni proceden de nada anterior, son auto-causados o generados de la "nada" o de algo que siempre ha existido (Parménides: el ser). De ahí se sirven  los escépticos para postular que no hay episteme de la episteme; y por lo tanto solo cabe tener fe en los principios primeros axiomáticos. En este caso se vuelve a confundir el método epistemológico, la capacidad cognoscitiva y los límites que poseemos para conocer la realidad, con la ontología, lo que las cosas son realmente independientemente de nuestras representaciones o proyecciones.

Ahora pues, cabe exponer como postulamos la realidad de manera ontológica, y para ello me sirvo de Hilary Putnam y los conceptos e ideas expuestas en "Las mil caras del realismo" que refutarán el argumento fundamental de los escépticos clásicos en este caso el de Hume, consiste en decir:  "Es una cuestión de hecho saber si las percepciones de los sentidos están producidas por objetos exteriores que se les parecen, tal cuestión debe resolverse mediante la experiencia, igual que todas las demás cuestiones de naturaleza similar. Pero en este caso la experiencia debe permanecer en silencio. Lo único que la mente tiene presente son las sensaciones o percepciones, y es imposible que obtenga ninguna experiencia de su conexión con objetos. Por lo tanto, la suposición de una tal conexión no se funda en la razón" (David Hume, An Enquiry Concerning Human Understanding, Sección XII, Parte I)

Otro argumento es el que da Bertrand Russell en "Los problemas de la filosofía" exponiendo nuestro conocimiento sobre la "materia"; sintetizo mucho su exposición y voy al contenido esencial: afirma que no podemos (dice que diría un escéptico) saber ni siquiera sí los datos de los sentidos son reales, si ponemos en duda el mundo exterior, y  por lo tanto la estructura intrínseca de las cosas (sensibilia) también ponemos en duda los datos de los sentidos, "sense data", puesto que en este caso los conduce la percepción como mediatiza-dora entre cosa y mente, siendo así un conocimiento por inferencia o indirecto. No sabemos que ocurre en la percepción o si se calca isomórficamente la realidad tal cual es; por lo tanto sólo podemos estar seguros y tener conocimiento por acceso directo de la sensación misma, de nuestros estados mentales.

Bien, tales exposiciones se fundan en las filosofías del S.XVII, que distinguen entre sujeto y objeto, una distinción que Putnam critica por confusa, oscura y vaga. No hay indicios de que haya tal cosa como dos sustancias, la pensante y la extensa (Descartes); lo más coherente, acorde con nuestro sentido común y experiencia cotidiana en el mundo, es pensar que el hombre esta en-el-mundo, inmerso en el mundo, (como le reprocha Hegel a Kant, el sujeto ya esta inmerso y contenido en el objeto, por lo tanto no cabe separación brecha o distancia alguna entre uno y otro) por lo tanto, posee un conocimiento directo no de las sensaciones o de sus estados mentales, sino de la realidad misma, puesto que esa distinción entre mente y materia, sujeto interno y objeto (mundo) exterior son mistificaciones filosóficas y reproducciones de dualismos saturados significativamente; y así tampoco existiría la percepción como la conexión o relación entre una cosa u otra, tal distinción y mediatización (percepción) es terminología a su vez oscura.

En cuanto a verdades absolutas, que fue un reproche que se hace a los realistas ( y a un servidor se la hicieron) nadie ha hablado de conocer la realidad o postularla de manera dogmática, simplemente no acepto la fe en la trinidad de igual manera o corte que la fe en las leyes naturales o la misma realidad. La fe en entidades abstractas como divinidades, vírgenes con hijos, seres que son infinitos, que son ellos mismos y a su vez su negación (el bien como absoluto, y el mal como una imperfección o error de lo absoluto: teología negativa) y teteras voladoras o elefantes rosas carnívoros, son creencias arbitrarias, infundadas, creencias irracionales y subjetivistas . En cambio las creencias en leyes naturales, en la ontología de la realidad o el mundo, en la existencia etc...son creencias justificadas y racionales que siguen métodos, reglas (...) los cuales no pueden ser asimilados e igualados a la fe en elementos como los citados en primer lugar, deberán poseer un estamento de credibilidad, validez y razonabilidad que las primeras no poseen.

Se me acusará de que en último término son creencias igual y una misma fe; y que con la arbitrariedad con que niego las distinciones entre: "mundo externo", "impresiones de los sentidos o sense data", "proyecciones o representaciones performativas" (...)  estoy admitiendo que no hay racionalidad que demuestre lo que sostengo. Pero realmente niego que se me pueda acusar de arbitrariedad como des-acreditación, puesto que de la misma manera que es arbitrario negar, lo es también afirmar, entrando así en una saturación sin sentido, siendo invalido tanto el reproche de unos y otros en estos términos.

Para terminar con esta primera parte, (seguirá una segunda más precisa y exacta en una posterior entrega) sostengo que la intencionalidad, en el sentido de las ideas o tesis de Searle y Putnam, de que todo estado mental no se puede dar independientemente del mundo, que todo estado mental corresponde a una referencia directa con el mundo, a un intuición inmediata y a representarlo tal cual es, se presenta como la mejor alternativa para afirmar la realidad. No pueden estar por un lado las "supuestas posibles cosas del mundo material" y por otro "la subjetividad o mentalidad" sino que deben darse en armónica síntesis, tanto estado mentales como cosas en el mundo. Por otro lado, el mismo concepto de "proyección" ya implica intencionalidad.






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