jueves, 23 de enero de 2014

La emancipación de la vida (I)



Abrumado por la constante e incesante narración audiovisual, mediática y cotidiana, del derrumbamiento de nuestra nación, sistema y cultura, uno se asombra de la longevidad del mismo proceso. En prácticamente seis años (técnicos) de crisis, todos los grupos de influencia colectiva, todas las formas y estructuras de intervención en lo público, nos han ido narrando la destrucción y arruinamiento de toda una sociedad, afectando a nuestra vida cotidiana y corriente, ha nuestra proyección de futuro y en definitiva a nuestra vida.

Vida que ha quedado subordinada a la política. Tal concepto o idea ha penetrado violentamente y agresivamente en las mentes de los individuos, los salones familiares, en espacios antes indómitos y vírgenes para dichos menesteres, y con una forma hegemónica de conflicto y totalidad. Con esto quiero decir, que la vida, como proceso orgánica-mente superior e inclusivo, esta formada por un conjunto de cuestiones y ámbitos que ordenan, dan forma y sentido a la "vida" de los sujetos que viven en colectividades, en que inter-actuan y confluyen, cultura, moral, política, economía, historia etc.

En este artículo simplemente me voy a referir a un elemento sobre el que hay que reflexionar y meditar, para confrontarlo a grandes hegemonías dictatoriales que desplazan o suprimen su espacio o presencial. No es otro, que uno de los elementos constitutivo de la cultura que el mismo Freud y el mismo Ortega consideran como constituyente necesario de la cultura, esto es, la actividad de lo inútil. las actividades y los bienes de lo inútil, del ocio, de la contemplación, del no-hacer, del parar o entretenerse, el del espectáculo, la enajenación o la intoxicación, y un largo sin fin de actividades que consisten en renunciar a lo útil y necesario, en alejarse y distanciarse del trabajo y la labor entendidas como H.Arendt, y centrarse en un quehacer meditativo (una forma de perder el tiempo y a su vez intensificarlo), contemplativo o simplemente ocioso y desvergonzadamente embriagador.

 Partiendo, desde formas de reír, (el sentido del humor, ironía y sarcasmo), formas de entretenimiento, espectáculo, ocio, descanso (real y verdadero) u otras variantes, es como verdaderamente podemos emanciparnos de la hostilidad y agresividad que la totalización del discurso político nos ha adjudicado. Este alegato crítico no es hacia la idea de política, o una retórica anarquista o anti-sistema; sino precisamente todo lo contrario, una revisión del uso del concepto, para una re-interpretación correcta de su puesto y lugar en la vida del hombre.

 Vida como un proceso existencial y metafísico, que busca el sentido, de calado altamente abstracto y vago, pero que es el saco que contiene todo lo que podemos categorizar e integrar de la propia realidad. He puesto un ejemplo, como puede ser, une elemento constitutivo de toda cultura, como el de los inútiles, para centrar nuestra atención en aspectos que están siendo politizados e ideologizados, que los excesos de la realpolitik han automatizado y trasformado en aparatos o estructuras de ideologización y dominación. Es decir, debemos abandonar las superficialidades comunicativas de la política mediática y fenoménica, para centrarnos en la verdadera concepción de la política, sea desde una perspectiva teórica o práctica, pero que sea pura; sin confusiones o mestizajes de ningún tipo que perturben su verdadera esencia y ontología.

Postulando así la cultura, como el proceso de cultura subjetiva, como formación y constitución de uno mismo, lo que uno ha adquirido, única perspectiva válida para fundamentar una política pura, para desarrollar un juego de lo político con durabilidad material y tradición de uso. Estamos hablando pues, que desde la vida -cualquier de los recursos de ella, ya nos valen- debe servir para complementar, perfilar, demarcar, enmarcar y re-definir todo aquello que la constituye como partes, emancipándose así de cualquier hegemonía o totalización que quiera monopolizarla o controlarla. Con esto, pretendo señalar que la vida no es la política, la política no es toda la vida del individuo, aunque sea una constante en su vida, tal vez un deber u obligación, un contrato social ha cumplir, o el mismo poder que normativiza y garantiza la propia existencia: impone y posibilita, asegura y frustra sus expectativas y deseos.

Sea como sea, en la actualidad, vemos un intento de politizar hasta la propia vida privada, de legislar sobre la virtud y los valores, un intento de paternalismo moral e intervencionismo (revisionismo) histórico; todo ante la atónita mirada de aquellos a los que se les pretende vender la mula, de que la política (la realpolitik) actual, se escribe con mayúsculas y letras de oro, que esta llevada a cabo por los representantes de nuestra sangre y por mesiánicos líderes, que son los padres de nuestras vidas y los porteros de nuestra existencia.

Propongo pues, una emancipación de la vida, una fortificación de la vida privada, un uso de los inútiles de nuestra cultura, para poder tomar (tiempo) el ocioso momento de pensar, reflexionar y meditar incluso con trascendencia metafísica ( aunque uno mismo sostenga que la praxis y acción política debe ser anti-metafísica) el fundamento de la política, sus ingredientes y componentes, y su límite y barrera con elementos configura-dores de la vida, que nada tiene que ver con la política y que nivelando en importancia, comparten la misma altura los unos con los otros.










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