martes, 9 de julio de 2013

Voluntad y Compromiso (II)




En el artículo anterior realicé una visión global, una enmarcarción de la terminología, ideas y conceptos sobre las cosas de la política que iba a usar, para exponer e iluminar con intención de reparar algunos problemas que se desprenden de nuestra condición y circunstancia política actual. Partiendo de una democracia representativa y deliberativa, no es más que un concepto que sirve para revestir, enfortecer y revitalizar lo que la palabra democracia como ámbito de espacios idóneos para la vida pública, significa, me sirve para partir de nuestra situación y solventar sus defectos, problemas y dificultades.

En nuestra política global, general y comuna de lo llamado como la "eurozona" existen un conjunto de problemas comunes que se dan idénticamente iguales, uno de estos es: el distanciamiento de las declaraciones y las realizaciones por parte de los "hombres de Estado" aconsejados por sus "expertos" y "técnicos" que les ofrecen una visión especializada y profesional sobre una parte de la realidad que no pueden conocer por si mismos, por una simple cuestión de limitaciones humanas. En este sentido quiero exponer el gran problema con que no encontramos hoy. No puede, como ya vengo sosteniendo en distintos artículos anteriores, una inconsciencia tanto social (el hombre de la calle o la masa) y política (hombres de estado, profesionale so expertos) que produzca y constituya una dualidad entre lo fenoménico y la "cosa en si", que es, como decía Hannah Arendt, la que nos hace estar en el mundo, en conexión y rumbo a los acontecimientos objetivos de la misma.

Los motivos por los cuales se crea esa inconsciencia de no saberse a si mismo, ni sus circunstancia, que a su vez producen esa no determinación y juicio de lo fenoménico y lo nouménico, sin distinción o diferenciación, fortalecen así lo fenoménico y crean una apariencia, una ficción y recreación falaz, no solo externa, de la "cosa misma", sino que se inicia en una representación mental y personal, que hace mucho más difícil la tarea de co-responsabilizarse y concienciarse de uno mismo y sus circunstancias. Podemos ver, como lo fenoménico posee un contenido, algo así, como un alienador, ver el producto de nuestra acción, es decir de nuestro quehacer y actividad política como algo ajeno, externo a nosotros, impropio y extraño, que acaba por la aceptación de la no acción, esto es la palabra y el discurso en la vida pública.

La fenoménico nos hace ver una realidad social inofensiva, neutral, pasiva y des-ideologizada, que realmente ha sido patrimonializada por lo político, de esta manera la enajenación entra a formar parte de la escena, una no identificación, determinación o juicio correcto sobre la realidad de las cosas. Hannah Arendt sostiene que el problema del olvido de la actividad o ámbito de la acción, se produce por un excesivo y magnificado interés por la labor y el consumo, es decir el trabajo, el producir y el fabricar, síntomas inequívocos de la lógica del sistema capitalista. Este interés, importancia y atención única a la labor y el consumo, conducen al desarraigo y aislamiento de la masa, entre ella misma y respecto a los "hombres de Estado" gobernantes o profesionales, que hacen que se confronten con sigo mismos, ante el vacío y la desorientación de lo que hemos dicho las decisiones en los acontecimientos objetivos de la realidad.

De ahí, de esa causa localizada, surge el efecto de que hoy, en nuestra sociedad -y englobo aquí a la sociedad civil y a los gobernantes- se produzca un distanciamiento frío y sólido, aparentemente inquebrantable, inexpugnable, insalvable, una brecha y abismo que hace imposible la relación y el vínculo con la palabra entre el poder constituyente y el constituido. Y que a su vez hace imposible la exigencia de voluntad y compromiso para realizar aquello que prometieron, que anunciaron que ejercerían y harían en la acción y lo público y que después desaparece, se desvanece y se difumina en el silencio, el anonimato, la inocencia y la excusabilidad. Eso soló es posible, cambiando nuestra dirección intelectiva, nuestra consciencia, y nuestra voluntad y reflexión moral, para con el compromiso con lo político, aceptar que todos "nosotros" somos políticos, que pertenecemos a un grupo o colectivo heterónomamente y necesariamente y por lo tanto, por determinación e invariabilidad, debemos articularnos y actuar desde ese sustrato de lo político, desde la palabra, el discurso y la razón, englobado esto en la acción.

Concluyo, que lo necesario es la realización efectiva y factual  de la idea completa de democracia representativa deliberativa (participativa claro esta) que se materializa y encarnice en un sistema en que la voluntad moral y ética sean reales, visibles y constatables, vinculantes y revestidos de autoridad (respeto) en que por motivos de esta misma naturaleza, se pueda de manera efectiva, desposeer de cargos públicos, destituir de relevancia y suspender su poder. Y que por supuesto las estructuras necesarias sean efectivas y realizables, sean reales, vinculantes y por supuesto visibles, señalables y localizables para todos.



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