domingo, 14 de julio de 2013

Reflexiones entorno al Cine (I)



Anoche disfrute en compañía de buenos amigos, de un clásico del cómic llevado al cine: Batman, de Tim Burton. El visionado de la misma, me suscito algunas reflexiones sobre el cine y el film en tanto que teoría estética y política. Algunas reflexiones sobre su ritual, su espacio, su función, su influencia masiva o pública, su forma y su contenido.

El recuerdo de las reflexiones de W.Benjamin acerca de la cinematografía, expuestas en su célebre obra, La obra de arte en su era de reproductibilidad técnica, se me tornan vivaces y despiertas en cuanto me conciencio de que voy a ir al cine, en cuanto acordamos con los amigo ir a ver tal o cual película se inicia en mi, el proceso de un ritual estético, antesala del goce, y posiblemente tanto más placentero que la cosa misma. Pero siempre con un ojo extra-cinéfilo o artístico, abierto y despierto para analizar y examinar todo lo que sucede en una sala de cine, entre sus integrantes como espectadores y público, en tanto que estructura y espacio, y el mismo objeto o film, el mismo contenido de la película en sí.  

En esta entrada, no me centraré en su crítica esencialmente estética del cine, como actividad sin "aura", es decir, sin autenticidad, identidad y originalidad, componentes que confieren y constituyen "la obra de arte", sino que me centraré en su análisis político, ideológico y social del film en tanto cual. Basándome en eso, me es imposible negar algunas tesis de Benjamin respecto al cine. Este, actúa como un mecanismo performativo y un dispositivo ideológico, que es destinado a las "masas" sociales como un segundo mundo, una segundo realidad, donde se da el campo de la imaginación, del sueño, la esperanza, la aventura, la ficción y el asombro. Un ámbito que actúa y se "presenta" como oxigenador y respiradero, como lugar de libertad absoluta y emancipación del colectivo respecto a sus determinaciones y represiones de una sociedad cotidianizada, esteriotipada, normativizada, convencionalizada y reglada por distintas estructuras arquetípicas y ancestrales de poder. Como pueden ser, escuelas, oficinas, edificios, estaciones, casas, fábricas y un largo sin fin de formas y estructuras político-sociales de dominio y subordinación, que componen nuestra realidad.

A mi juicio, el cine sí es un arte, pero no por ello negaré su carácter productor de formas y arquetipos a imitar y a seguir socialmente. No negaré su carácter mecánico, industrial y automatizado de desplegarse y desarrollarse como un dispositivo objetivador y cosificador, como un arte de masas, que intenta inspirar el deseo de posesión, mímesis o imitación, emulando figuras heróicas o hépicas, encarnaciones de la libertad o de cualquier otro ideal, que la "mäquina" ideológica pretenda enseñar a la masa. Es más que un mero campo de entretenimiento, espectáculo y diversión, más que un mero producto vacuo, vacío, neutro, transparente y pasivo. Es un producto político, porque en su naturaleza tecnificada y automatizada esta el esenciar mismo de la cosificación y objetivación de sus resultados, el transformar y configurar ideológicamente (en el sentido más amplio) a los espectadores o público. No por ello lo considero menos arte, pero sí que su reflexión estética esta tornada e inclinada a pensarse como una estética política, como algo de influencia social, política, moral e ideológica.

Pretende ser la ideología referente y dominante, es un macro-mecanismo que tanto es un reflejo crítico de la sociedad, una recreación o representación ficticia de la realidad, que actúa como campo de pruebas o ensayo en el abito y la costumbre, o como un mecanismo transfigurado, pervertidor e inversor de la realidad "real", un dispositivo que pretende implantar una ideología, visión o perspectiva determinada. Esto se ve claramente con la gran industrialización del cine y automatización de la cultura burguesa, la gran industria de Hollywood no actúa gratuitamente, se mueve a través de la producción de fetiches y deseos de posesión para la masa.

En la película de Batman podemos ver perfectamente como se nos presenta en apariencia, una simple historia de entretenimiento, espectáculo, actividad constante como ritmo de nuestros días, sentimentalismo y un tratamiento de la emoción pueril, simplificado y absoluto, como perfección y plenitud estética, como el fin último del hombre y aquello que permanece como sustrato unificador de la película. Nada más lejos de la realidad, se nos presenta la tópica lucha del bien y el mal, pero sería una simplificación y una vagueza intelectual analizar la película así. El bien y el mal están revestidos por una caracterización, representación y una serie de matices que les sobrepasa en significado y simboismo, cierto que es que Batman es el bien y Joker el mal, en una lectura superficial y correcta, pero lo más interesante es jugar con la profundidad del asunto y concretar y singularizar su "hacer". Representando Batman lo apolíneo y Joker lo dionisíaco.

Lo apolíneo es el símbolo de la serenidad, la armonía, la claridad, la medida y la racionalidad, los principios nietzscheanos del hombre noble o superhombre. Confrontado a la visión dionisíaca, símbolo de lo impulsivo, la voluntad desbocada, la ebriedad, la pasión pura y lo excesivo. Así vemos que Batman, es transparente en sus sentimientos, de temperamento calculado, sereno, ponderado y moderado, su pensar y actuar es puramente sistémico, normativo, geométrico y racional. Yen cambio, Joker, representa el !sí¡ a la vida, el vitalismo, la aceptación del dolor y sufrimiento, el erotismo y la sexualidad brutal, lo orgiástico y desmedido, lo desbordante y excesivo, un afán de vivir por encima de todo, voluntad de poder.

En términos políticos, podemos decir que Batman es el ejemplo a seguir, el referente y héroe, el código moral aceptado, la mujer a la que aspira y el amor que se procesan son el deseo y fin de todo hombre (individuos de la sociedad real). La normatividad y regularidad, Batman es el código encarnado de "lo bueno" y aceptado, frente a la ruptura con la norma y el diálogo, la libertad absoluta, la emancipación de la moral y la apología de los vicios y la anti-virtud, representada en marginación y soledad, incomprensión y reclusión, ya que Joker vive recluido, lo encarna el villano o anti-héroe. Todo esto bajo la idea de una sociedad -representada en la película como Gotham City- vil, miserable, corrupta, sin alma y peligrosa, que debe recuperar los valores y virtudes, el carácter y la costumbre, para eliminar todos aquellos elementos turbadores y corruptores. Queda pues demostrado, como el aparato cinematográfico, la industria y la tecnificación del cine sirven para imponer, transformar, introducir, reflejar o convertir ideologías en los sujetos o espectadores de la realidad primera o "real".









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