domingo, 24 de febrero de 2013

Nuevas formas de Poder de Nadie



Las nuevas formas de gobierno (poder) de nadie, que se dan en la contemporaneidad no son más que un escudo perfecto, impenetrable, invisible,incorpóreos y de una concentración de poder descentralizado inmaterial, que trabajan y maquinan en el silencio, en la sombra, en la oscuridad de la noche, se presentan cotidianas, no como instrumento o herramientas de poder político, de sometimiento, opresión, dominio, control o dirección, sino como medios de lo social, como normatividad neutral, técnica y funcional, su uso y su abuso por necesidad se han normalizado a sumo grado que cualquier acción desde la sociedad civil o del poder constituyente debe pasar por sus cauces, desenredarse de sus cadenas y liberarse del subyugo de su pesadez y constricción asfixiante, como no, estoy hablando del poder burocrático.

El "élan", "fuerza vital" o "impulso vital", es decir, la fuerza que causa el desarrollo y evolución, y el ser ontológico constitutivo de las  antiguas formas de gobierno, aquello que lo define, que lo sustenta y configura, que forma su naturaleza y esencia, es el poder.

 Así, des de las formulaciones de Hobbes, en que concibe el poder como verticalidad, como dominio, sumisión a una concentración de poder en lo celeste y jerárquico,es el que imparte justicia,es el Leviàtan, el vigilante y responsable de otorgar seguridad, tranquilidad, y emancipar al hombre de ese estado natural de terror, miedo, peligro inseguridad y conflicto, por lo tanto el poder es la esencia a su vez de lo político, de la cosa de todos, del ámbito público, el pacto y contrato entre los hombres que delegan su fuerza física por lo tanto su capacidad de someter al otro, en un centro común que cobra vida y función y garantiza  igualdad, seguridad y orden al colectivo.

Esa es la primera gran formulación del poder, otros autores y teoricos como C.Schmitt lo entenderán como la relación necesaria entre "amigo y enemigo", o como Hegel: el vínculo entre "amo y esclavo", o Max Weber: relación entre el "mandar y obedecer", estas dicotomías o conflicto de bipolaridades son postulados más modernos, pero ayudan a mostrar, a exponer y visualizar con imágenes el significado de la idea de poder, en pocas palabras el poder es el domino del hombre sobre el hombre y su ámbito y dimensión.

El poder pues, es estructurado, edificado en grandes arquitecturas y configurado en grandes formas de poder organizado, algunas de las más clásicas son las monarquías, en que el poder se concentra en un hombre ( dictaduras y absolutismos), oligarquías, en que gobiernan y ejercen el poder un grupo formado por los "mejores", y las aristocracias o democracias en las que manda la mayoría, "el poder del pueblo", pero en la contemporaneidad han surgido artificios, grandes mecanismos y engranajes burocráticos que se presentan como inofensivos y que realmente son la nueva arma de las formas clásicas de poder.

La Burocracia es el revestimiento de poder, la capa que cubre y oculta la trascendencia, significación e importancia de los constructos de poder más arcaicos e inmemoriales, enquistados ya en nuestra tradición política y social, los cuales se ocultan tras el velo burocrático de oficinas papeleos, normativas, formularios, permisos, multiplicidad de instituciones, de funciones y dominios fragmentarios, ejércitos de funcionariado jerarquizado/piramidal y gradual para desmitificar, rebajar y edulcorar las consecuencias de sus acciones y actuaciones, para reducir la extensionalidad fenoménica y aparente de su poder y libertad sobre los hombres y la sociedad, para reducir su dimensión de lo político, puesto que esta ocupado en gran parte por el plano de lo social.

 Hannah Arendt  lo denomina el poder de "Nadie", puesto que en el pensamiento político tradicional, el poder, justo o injusto, por voluntad o por imposición y presión debía rendir cuentas, dar explicaciones y justificar sus actos, por lo tanto tras el poder se ocultaban hombres, en este caso es imposible reclamar de manera directa a un particular, el mecanismo, la arquitectura legislativa y orgánica parece autónoma, desprendida de las necesidades políticas y desvinculada de los órganos de poder político, independiente de subyugo y control, mostrándose como algo práctico, y normativizando la facticidad más inmediata y cotidiana, des-ideologizada, y emancipada del conflicto entre las polaridades del poder, esta difuminación de los conceptos, esta opacidad, esta no distinción entre lo social y lo político, en que lo social ocupa cada más más importancia en el terreno de la razón pública y lo común enmascara el timonero más peligroso, el movimiento privado de la razón de estado y su aceptación de soberanía, clásico del concepto Estado-Nación europeo, en que no hay obstáculo, límite ni restricción para su poder, más peligroso y potente puesto que actúa como invisible o como aliado e imprescindible de todos, cuando es una marioneta, un autómata político.
















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