miércoles, 27 de febrero de 2013

DELEUZE, RE-DIALOGANDO CON EL PODER



Un nuevo pensador en la problemática del poder, en la re-formulación de los métodos y dispositivos del poder, y el nuevo enfoque y visión sobre el mismo para analizarlo y crear nuevas formas de lucha, es a su vez, otro filósofo francés, Giles Deleuze (1925-1995), que ejerce de interlocutor con Foucault y que en esencia- al menos en "diálogo sobre el poder y otras conversaciones"  un tratado con grandes giros teóricos y profundas reflexiones dirigidas a la raíz y realidad última del problema- se dedican a pensar el problema desde una perspectiva y un pensamiento adaptado y que identifica a la perfección las nuevas formas y aparatos de la pos-modernidad y con exigencias reales de diagnosticar y analizar los impactos y consecuencias de las nuevas estructuras de poder, en tanto que fuerza, potencia y violencia.  

Deleuze, expone un cambio de paradigma, un cambio en la dirección de la razón en sus formulaciones y postulados, un cambio en el pensamiento, en todo aquel que lo ejerza, así como tradicionalmente se entendía el campo teórico como la formulación en relaciones de ideas, entramados conceptuales con intención y voluntad de construcción sistématica, categórica y cerrada, y su aplicación en la realidad factual y terrenal, se entendía como la práctica, creando así una totalización, un dualismo relacionada causalmente y casi orgánico, en la actualidad se ha perdido ese pensar de la totalidad, esa vinculación y relación íntima entre lo teórico y su aplicación práctica, el saber teórico es ahora parcial, concreto, particularizado en un pequeño campo o región en el que intenta profundizar lo máximo posible, si encontrar en el una conexión con la práctica, convirtiendo el saber práctico en un relevo, un puente entre teoría y teoría.

Por lo tanto, su postura es examinar y analizar la contemporaneidad y la realidad más inmediata e inmanente, desde la multiplicidad, lo fragmentario y la mixtura entre teoría y la práctica, sin estar muy bien constituida ninguna en su totalidad, puesto que se ha dejado de pensar en la totalización y lo sistémico.

Las formulaciones y postulados acerca de las nuevas formas de poder, sus efectos y consecuencias, han de verse desde una nueva perspectiva mucho más amplia, que su enfoque abarque la totalidad del campo y ámbito de acción del poder (comparte exactamente las ideas y planteamientos de Foucault) y ser capaz a su vez, de crear y producir nuevas formas de lucha; postula algo muy ambiguo y vago, crear una red de relaciones en el espacio social popular que abarque todas las administraciones y cuerpos institucionales (que ejercen por ser lo que son, una auto-coacción y represión en si mismas, por su infraestructura de poder carcelario) quienes deben hacer lo mismo que propone Foucault, destapar, revelar y secuestrar el discurso común (la razón pública kantiana) del propio órgano, para realmente combatir y luchar contra el poder.

Algunos dirán, que se desprende en estos autores una concepción del poder, peyorativa, negativa, confrontada a la individualidad y enemiga, o al menos inclinado a la corrupción (Maquiavelo) o dispuesto más a la contundencia de sus funciones para los sectores más débiles y desprotegidos (clase obrera y proletaria), y no estarán en todo mal encaminados, sin embargo, otros postulados del poder, como la concepción de poder de Hannah Arendt, que lo describe de una manera más simple, inocua, neutral y formal, lo define como la capacidad de acción de un grupo o colectivo a voluntad de un particular, es decir tener hombres que actúen por ti, según esto, el poder esta fundamentado en la opinión de cada uno de los individuos que forman el artificio y corpus del aparato de poder, la subsistencia y continuidad del poder dependerá del apoyo, de la afirmación constante del grupo (humano) de ejecución, postulando el poder como algo distinto de la violencia, puesto que ésta, se debe situar (en la categoría: medio/fin) como un medio para conseguir tal o cual fin, como una herramienta, instrumento o artefacto que sirve para conseguir un fin, el poder podría ser uno.

Así pues, parece que el poder planteado en los términos de Hannah Arent aparece como un concepto neutral, ni bueno ni malo, inevitable y necesario, alejado de la concepción de Foucault y Deleuze, que no lo entienden como accidental y casual como otros teóricos más ingenuos han podido postular, sino que al entenderlo de una manera más compleja, constituida por más elementos y factores, sin dar una definición formal o enciclopedista, destacando sus pros y contras, sus inclinaciones naturales y sobre todo en Foucault, desde una perspectiva de archivo, genealógica y analizando el poder no tanto desde su idea y concepto sino como concepto práctico histórico, desde su biografía y raíces, y como  según él, en la actualidad se siguen las mismas infraestructuras de poder pero en otros ámbitos y regiones inauditas en la antigüedad  ese poder debe ser visto como lo ven los marxistas, como dominación, violencia, coacción y represión de la clase dominante.

A mi juicio, la valentía intelectual y el atrevimiento del dúo francés, a pensar sin miedo de ser tildados de arquetípicos, planfetarios o anarquistas, por ir contra el poder, sin dejar de realizar un ejercicio filosófico crítico y analizar el problema desde la raíz, la genealogía y con la realidad que le corresponde, mostrando la cara oculta de las nuevas formas de dominación y el choque de polarizaciones entre lo que sabemos que funciona mal pero no podemos fundar nada mejor, me parece un ejercicio de igual altura y calado intelectual que el de Arendt, pero sin permanecer en los toriles ni los podios de marfil de los intocables teóricos sin bandera ni trinchera.













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