viernes, 18 de enero de 2013

Las seis falsas tesis del capitalismo (II)



Una cuarta tesis es la que yo llamo, la falacia de lo privado, es aquella que sostiene que lo bueno es lo privado por ser privado, es decir un corolario de la falacia circular, defiende la gestión privada frente a la pública, por el simple hecho de ser privada, ya que esta esta regida por los criterios de eficiencia, rentabilidad y productividad económica, frente a la lentitud, ineficacia, in-eficiencia, holgura, y despreocupación de la gestión pública atormentada por la burocracia, cáncer de toda organización, planificación y acción práctica. 

Corresponde la falacia al viejo mito, de que lo privado funciona mejor ya que hay técnicos y especialistas, profesionales, como si no fueran los mismos que llenan los puestos del estado, las salas y habitaciones de las entidades públicas, como si el gestor público fuera de una naturaleza, raza o tribu distinta del gestor privado. El ejemplo esta en Bankia, el sistema financiero español o las agencias de calificación, sector privado e incompetente, hoy día respira gracias al castigo injusto que paga la clase media española, gracias al dinero público de los ciudadanos.

La quinta tesis a desmentir, es la idea de que el capitalismo comporta libertad al colectivo social, al pueblo o nación en cuestión y comporta en política la democracia como condición de posibilidad de su existencia, error evidente puesto que existe un país paradójico llamado China, que es uno de los más capitalistas, de los que más exporta y más empresas contiene en sus fronteras, y es un país en que la democracia es un mero adorno para viejas vitrinas de ilusos soñadores, es decir dictadura política y capitalismo radical, ¿qué tesis van a sostener ahora?

 La sexta tesis, o falacia, ya que todo el rato viene al caso, es la racionalidad de los mercados, harto iluso quién se lo crea y poco observador quién no lo vea, el funcionamiento y movimiento de la mecánica, del aparato de capital, producción y mercancía se rige por las leyes de la oferta y la demanda, que son tan racionales como la sociedad o las gentes lo sean, si en una nación como la nuestra las demandas de la sociedad son irracionales, consumir modas por ser modas, adorar personajes espiritualmente mediocres como grandes héroes y no como payasos o bufones, entonces bajo estas circunstancias sólo cave esperar que la demanda sea irracional, y la demanda como ley es también irracional.

Otro ejemplo sería el de la bolsa, en que un conjunto de "Brokers" o multinacionales deciden según su voluntad y su inteligencia racional o no, que hacer con el dinero virtual que otorga valor metafísico a deuda de naciones, acciones de otras empresas e incluso derrumbes de mercado, entonces cómo podemos admitir como racional, no algo regido por parámetros lógico, deductivos, fijos y sólidos sino algo que puede  depender de las inclinaciones, instintos o preferencias pasionales  del poseedor por azar y no merito de un gran capital, con a suficiente fuerza y poder como para doblegar la bolsa a su perecer.

Para concluir, esgrimiré un argumento de la escuela de frankfurt, específicamente de Th.W.Adorno, acerca del funcionamiento de la racionalidad y el pensar en las civilizaciones capitalistas o post-modernas. Adorno sostiene que hay dos tipos de razón, basándose en los esquemas y la tradición Kantiana identifica la razón pura y la razón instrumental, la primera se encarga de discernir, pensar y razonar sobre los asuntos ontológicos, de discernir la realidad última de las cosas, la verdad, el conocer por conocer, el saber intrínsecamente por el valor de serlo, el conocimiento mismo, sin condicionamientos, inclinaciones o contingencias de ningún tipo, de ahí lo de razón pura, en definitiva es aquella razón que se dedica a pensar racionalmente sobre el el fin.

Por otro lado, el segundo tipo, la razón instrumental, es aquella que se dedica a discernir y pensar en pro de la utilidad, la practica, el beneficio, la conveniencia y la contingencia, es aquella que piensa el medio y no el fin, es aquella que centra toda su atención en pensar racionalmente el medio para conseguir tal o cual fin, pudiendo ser un fin totalmente irracional, esta razón suele magnificar de tal manera el medio que ocupa toda la significación el sentido y la capacidad de la razón e intención humana, convirtiendo el medio en un fin en si mismo, haciendo del medio un fin, el cual irresistiblemente comportara a su vez la conclusión de otro fin que no ha sido pensado, y que ya no importa tanto como los medios, para Adorno la materialización y ejemplificación en la práctica y vida real de la razón instrumental es Auswich, es a lo que comporta y conduce, es su objetivo final, puesto que representa la normativización, la clasificación, organización y sistematización del mundo moderno en todos los aspectos de su realidad y existencia, que conllevan ano pensar racionalmente y por lo tanto correctamente sobre los fines radicales.

 Hannah Arend en su libro sobre la violencia, pone un ejemplo sobre la magnificación de los medios hasta el punto de abarcar toda la importancia, sentido y significación, convirtiéndose en algo incluso más importante, peligroso y poderoso que el propio fin, este ejemplo es el de la bomba atómica y la carrera por edificar la paz entre naciones occidentales civilizadas, el objetivo es mantener la paz y para ello el medio era conseguir un armamento suficiente como para mantener al enemigo alejado y paralizado ante el potencial armamentístico, pero el medio se ha magnificado de tal manera que el propio medio ya no es para conseguir el fin de la paz, sino que su función es ahora la aniquilación y destrucción de la humanidad si se llevase a cabo una guerra, por lo tanto ahora el fin es totalmente irracional, mantener un pacto de no agresión puesto que podría desencadenarse un conflicto tal que acabaría con la destrucción de la totalidad humana, ya no es la búsqueda de la paz como ideal moral o la no sumisión a una fuerza colonizadora y enemiga, sino evitar la ex-terminación y destrucción mutua.

Esta es pues la razón que impera en el capitalismo, en que importa más el soporte, el medio, y el conductor que el propio contenido o fin.












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