Es realmente, y bajo todo punto de vista racional, incomprensible. Entiendo que los mozos de escuadra, que son la policía privada de los nacionalistas, no comprendan la mentira patológica de sus dueños, y que por eso, con su estrechez de miras, no tengan como objetivo encontrar la verdad de las cosas. Incluso llego a entender los extraños y desagradables efectos que ocasiona en sus jorobadas notas la mezcla de su ignorancia y su testosterona congénitas con el hecho de sentir orgullo ante sus mamás por llevar armas, lo entiendo y les compadezco. Entiendo también que los periodistas de El Mundo no lean a Primo de Rivera ni sus pesadas y extensas obras completas, con su pulgosa letra, su polvo incrustado, sus manchas de grasa y sus pequeñas cagaditas de mosca a cada página. ¡Pero que no me lean a mí! que se lo doy todo masticadito, que escribo muchísimo más sintético que él, objetivamente mejor, y sin una niebla de azufre en los ojos, es más que, desde cualquier sensibilidad e inteligencia media, inexplicable. Algo imperdonable, si se tiene en cuenta que estos fétidos huevos los escribo para que ¡incluso los nacionalistas! puedan entenderlo, puedan reeducarse y puedan rehabilitarse.
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