En el excelente ensayo Notas para una biografía de Josep Pla, Arcadi Espada rescata y traduce una cita de Notas para Sílvia, como quien rescata un tesoro o una perla del fondo del mar: << Aquel muchacho árabe adolescente (¿dieciséis años?), alto, lleno, no del todo pálido pero mórbido, que llevaba la cesta y nos siguió durante toda la mañana en que divagamos por la pequeña y caótica ciudad de Kuwait (en el mercado, por las calles, en la fábrica de agua dulce), que nos sonríe con aquella mezcla de avidez y de tristeza, como si la tristeza que tenía en la cara fuese una forma de voluptuosidad, que llevaba la túnica gris-blanca (la chilaba) tan limpia, que tenía los dientes tan blancos, una blancura de dientes de calavera, y los ojos tan aterciopelados que parecían cubiertos por un leve barniz de jugo de violeta ligeramente dorado, aquel muchacho de pelo castaño, de orejas pequeñísimas, debía de tener un cuerpo maravilloso. Sin embargo, siempre pasa lo mismo: las cosas cuya apariencia es más rotunda fallan siempre por inoportunidad real. Por otra parte, el erotismo sin el menor diálogo sólo puede dar de sí una reflexión antiretórica intolerable. La clara morenez de piel, la perfección de la osamenta entrevista y plausiblemente establecida, la espalda y el pecho, sin petulancia vital pero turgente, el muslo y las piernas largas y esbeltas, el pie, no deformado aún por la miseria, los labios, cuya prodigiosa carnosidad era normal pero escandalosa -el labio fino es puritano-, la nalga dibujada debajo de la chilaba, todo el cuerpo lleno de juventud y de fuerza, tal vez naturalmente vicioso ya, las facciones sosegadas, deliberadas, inteligentes... ¡qué criatura más elementalmente bella! La naturalidad normal de aquel cuerpo, sin teatro, sin afectación, sin procacidad de comedia, ¡qué delicia! [...] En Egipto, y en general en todo el Mediterráneo, los adolescentes son frenéticos, tal vez obsesionados ya por la miseria. Los gritos de las criaturas en los muelles de Port Said. Aquel muchacho, en cambio, tenía una calma, un silencio, una conformación superior y juiciosa. ¿Era un producto de la esclavitud del Golfo Pérsico? Es un tipo de sensualidad diferente, más natural, más escéptica, de un fatalismo más aceptado. ¡Qué muchacho más elegante! ¡Qué misterio! Una de las más bellas criaturas que haya visto en mi vida. Los ojos, la boca, la oreja pequeña, la osamenta, fugitiva y grácil...>>
Pla es un hombre muy viejo cuando escribe esto, rondará los setenta y seis años, incansable grafómano desde pronta edad. Tiene miedo, como dice, al retorno de una juventud perdida, fracasada, el retour d'age, y a sucumbir a ese erotismo atroz que se produce ante la muerte, en su incesante proceso de decrepitud y olvido. ¿Habrá leído el fragmento de Erasmo de los ancianos con dentadura de cerdo que persiguen mocitas tiernas y felices? El texto planiano, otra vez, impublicable. No se entiende, tristemente, el momento de erotismo final y desesperado de un anciano ante la ausencia, su delirio y desequilibrio ante el segundo momento más decisivo de la vida, donde sólo queda el frío (mi abuelo, hombre recio, le llama virtud a no tener frío en la vida,
tiene 93 años, y mucho frío siempre, incluso tiembla en verano). Pla siempre ha vivido a remolque del erotismo, y a pesar, del amor. Como dice Arcadi, las mujeres le calentaban la cabeza pero no la cama: una dona al llit fa dormir. Continua una correspondencia difícil con las mujeres que fueron sus amantes; le produce ese estado de fiebre débil, sostenida, pero permanente. Una prolongación desquiciante de la temperatura, el sudor frío, donde todo le parece subido, elevado de tono, dulce, es la fiebre claro está, pero impregna las cosas del mundo y los objetos de la casa, adquiriendo cierta borrosidad y textura acuosa. Vive encerrado en esa comodidad aterciopelada y esa temperatura uterinas, pero en cualquier momento todo puede estallar, desbordarse. Pla soporta el último tedio y zozobra de vivir, escribiendo; aquí sobre la tentación de los cuerpos vírgenes y espontáneos, la carne viva y nueva, la belleza elemental, escribiendo de Todo, como siempre, pero para los cancerberos de la corrección política esto resulta intolerable.
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