lunes, 29 de agosto de 2016

"Por qué me gustan las mujeres"

Domingo 28 de agosto de 2016, momentos antes de la comida familiar, preparo un pequeño texto que glose una cita sobre las mujeres que aparece en un artículo de Arcadi Espada, escrito en su periódico, y que acabo de leer jocosamente levantando una, tenue pero firme, sonrisa picarona. Después de comer, con el estómago lleno y las ideas remolonas, lentas, encajo la cita con el pequeño texto, glosa chiquita, y lo cuelgo en las paredes de una red social, o en su "muro", digital, preciosa metáfora para dar sentido a un espacio vacío. Los motivos de la cita, del "cuelgue", del soporte en redes sociales son claros: la actualidad y cierta provocación. La intención de todo esto está contenido, como en una tensión de cuerdas, entre las líneas de este pequeño e insignificante escrito, que sin embargo, se engrandece gracias a una queridísima amiga que aflorando valerosamente chapapote con una pala, pone en serios problemas al texto, y a sus difusores. Además, sin saberlo quizá, pone sobre la mesa un gran debate: el método Fackel, el desacoplamiento textual. Lo que se dijo, lo que se escribió, se vivió e irritó, fue lo que sigue:

<< Arcadi, hoy, en Islamaplage, cita el libro, Por qué me gustan las mujeres, de Mircea Cartarescu. Y a mí que tanto me gustan, veo en todo lo que se dice una verdad absoluta e infinita, insoslayable, que los relativistas no ven. Ellos, ven en toda la exhibición de la concupiscencia carnal, una cruda forma de promiscuidad como degradación política. Todo bulto, olor, redondez o suavidad, ¡ehg!, es una opresión, ¡sucia y babosa moral de curas! Asimilan, en esa cultura machista de la opresión que tanto les excita, a las cálidas mujeres desnudas de tela mínima occidental doradas por el sol con las momias encerradas en ese disfraz de la esclavitud, ese símbolo textil del silencio y la oscuridad. Pobres infelices…
Habla Cartarescu bajo la luz de la razón:
"Porque tienen pechos redondos, con pezones que se yerguen por debajo de la blusa cuando tienen frío, porque tienen un trasero grande y rollizo, porque tienen caras de rasgos dulces como las de los niños, porque tienen labios decorosos y lenguas que no te repugnan. Porque no huelen a transpiración o a tabaco barato y no les suda el labio superior. Porque se dibujan y se pintan la cara con la atención concentrada de un artista inspirado. Porque tienen la obsesión de la delgadez de Giacometti. Porque descienden de las niñas. Porque se pintan las uñas de los pies. Porque son extraordinarias lectoras para las que se escribe tres cuartas partes de la poesía y de la prosa del mundo. Porque las enloquece Angie de los Rolling. Porque las enloquece Cohen. Porque sostienen una guerra total e inexplicable contra las cucarachas. Porque incluso la más dura business woman llevan bragas de florecillas y encajes enternecedores. Porque te dicen te quiero justo cuando menos te quieren, como una especie de compensación. Porque no se masturban " 

Clàudia Env Clàudia Env: Estoy de acuerdo en lo que escribes tú, pero el fregmento de Cartarescu (seguramente empeorado por la descontextualización) me parece cutre, casposo y feo. A partir de "porque no huelen..." se podría resumir en: "porque son pulcras, cursis y mimosas, y hasta la más entregada a su trabajo no busca en realidad otra cosa que ser amada". )A lo cual añade el sútil "te dicen te quiero justo cuando menos te quieren..."  que viene a significar el típico "pero en realidad son todas unas putas"). Es la imagen clásica de mujer como un cuenco de deseo, destinado a recibirlo sin poseerlo y por ello ser comprado con cuadros, esculturas y flores por parte de pretenciosos misógenos. Sabes que en casos particulares podría estar de acurdo con la descripción (e incluso con que a ciertos hombres les guste eso), pero como visión general y encima escrita en modo Divinity poético...es que da grima >>


Entre cervezas y Whisky sour, con su clara de huevo polémica y discutida, reverberó la conversación sobre este asunto por la noche; y sobre las brechas que parecían insalvables se construyeron pequeños puentes de madera, ágiles y delicados. La principal acusación de Clàudia es la de misoginia, algo habitual en este tipo de textos, un juicio acertado si se lee el fragmento o la cita de un modo literal, y como ella dice, cayendo en el mismo error que critica, descontextualizado o desacoplado. Nos encontramos con una superposición de textos interesante, vaga y ambigua tal vez, e idónea para la manipulación y el arbitrario despotismo del relativismo. Está el libro (que ninguno de los dos hemos leído) de Carterescu, el artículo de Arcadi, y mi glosa, mi nota; ambos, compartiendo un mismo texto, pero no una misma literalidad o sentido. No es necesario recurrir ni a Derrida (Différance) ni a Ortega (Prólogo para franceses), para entender que el significado, y la interpretación, del fragmento de texto citado, depende de la estructura, la cadena, de signos en la que se inscribe, convirtiéndose en un signo de otro signo, definido pos su posición, espacial y temporal, en el texto, por sus diferencias y carente de un significado ideal y esencial garantizado en él mismo; por sí mismo. La cita desnuda, cruda, aislada, en densa soledad, revela un significado que para Kraus y el método Fackel es su significado real, la verdad al descubierto, que se esconda como se esconda en otros contextos, entre otras estructuras, siempre querrá decir lo que en desnudo y crudamente, sin abrigos de ningún tipo, revela; esa es la posición esencialista del lenguaje. Si aceptamos esta, claro está que la cita es una pequeña bolsa de arrogante y mezquina misoginia por los motivos expuestos en el comentario de Clàudia. Una interpretación a mi juicio exagerada y algo forzada, retorciendo las palabras hasta el grito social. A mi juicio el sentido del artículo de Arcadi, el mismo que mi glosa, se inscribe en una suerte de dialéctica, entre el arquetipo de la mujer momificada (en su caso, mito y realidad son lo mismo; metáfora y literalidad son hermanos) y la erotizada y frivolizada mujer occidental, o mujer pop, cool. Muy lejos del código que plantea Clàudia entre la mujer universal o una mujer en particular, una disputa escolástica entre universales y particulares.


En todo caso, limito mis palabras para que juzgue el lector a través de un desacoplamiento total: la cita de la polémica íntegra (sin las extensiones de las copas y la noche). Mi interpretación, como digo dialéctica (tesis, antítesis, síntesis) es la de un texto fresco, cándido, superficial y rápido, frívolamente ofensivo y distraído. Escrito con cierta precisión técnica para dar a entender algo y su contrario; dulce y agrio en la descripción de un arquetipo femenino que se opone a otro peor, pues su realidad y su ficcionalidad son lo mismo: sólo hay una momia, donde se entierra a una mujer. Sin embargo, en el arquetipo occidental, la cita pop, aparece un modo de realismo, metafórico, en describir un cierto tipo de chicas, mujeres, que gustan a  muchos hombres, primates tal vez. Pero que existen, al fin. Unos hombres y mujeres reales, de carne y hueso, que existen fuera de los límites del texto y cuya representación o reproducción no puede ofender más que su realidad. En la mano que reescribe la cita, encajada en un artículo, puede existir cierta resignación de un hombre mayor, cuyo pulso tiembla dubitativo y su pluma resentida araña basándose en su experiencia de fracasos acumulados irreconciliables, quién sabe. Pero en cualquier caso, más allá del complejo y atrevido juicio de  intenciones, la cita es la antítesis, una contraposición, a una tesis grotesca y verdadera, mucho más brutal y machista que una cita descontextualizada, a la que se le atribuye, erróneamente, un juicio universal sobre la mujer en general.    

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