jueves, 7 de marzo de 2013

LA VOZ DE LAS VÍCTIMAS (II)




Anteriormente he planteado el problema, de una manera global y general, en abstracto, en un plano más conceptual, sobre la categoría de víctima, cierto es, que algún ejemplo concreto se ha puesto, pero creo necesaria una reflexión más detallada, rigurosa, precisa y profunda sobre el problema, que no es otro que el de las víctimas del nacionalismo vasco y el grupo terrorista "ETA",  mi intención es, destacar su situación, su posición en el espacio público/político, y el contexto y circunstancias en que se encuentra su acción hoy, en este país.

Las víctimas del terrorismo, son propiamente los mismos muertos y asesinados, y por supuesto los particulares y familias que conformaban sus circunstancias y entorno, este conjunto de víctimas, se han unido para conformar un colectivo, un cuerpo reivindicativo, institucionalizando y politizando, su unión en una plataforma civil, significa que su voluntad de acción política, su intención de influencia en la sociedad civil, su intención de agrupar en ellas apoyos y sustento para su causa contra el terrorismo y el discurso nacionalista hegemónico, complaciente con el terrorismo en el peor de los casos (PNV, Bildu, Amaiur y Batasuna) o simples actitudes comprensivas, compasivas y pasivas ante los crímenes flagrantes (PSOE, PP, CIU, IU) de una banda que ha abandonado las armas y su acción terrorista y se han politizado, mejor dicho democratizado, con las manos manchadas de sangre, y el peso de la opresión a la palabra y libertad de las víctimas sobre sus hombros.

El nacionalismo catalán, tanto en su dimensión de grupo político (CIU, ERC, etc.) como en su plano civil, en el ámbito de la ciudadanía  han conseguido aislar, desvirtuar, marginar e ignorar el movimiento de las víctimas, viéndolas como enemigas y posibles acaparadoras de un discurso que nada les beneficia en sus intereses e intenciones de falsa soberanía nacional, por otro lado, el progresismo izquierdista entiende como un elemento de desarrollo la democratización e incorporación en el ámbito público de un colectivo que comprende y no condena los crímenes terroristas, ni el uso de la violencia como "medio" para conseguir su objetivo, cosa inaceptable en una democracia liberal, en que debe contemplarse el pluralismo y la diversidad como un punto aceptado de inicio y construcción y no, todo lo contrario.

Así pues, la aceptación, comprensión y compasión tanto de nacionalismos trasnochados y periférico, y el progresismo izquierdista ingenuo y tolerante ("bobo") han repercutido a eliminar el papel público de las víctimas, vaciando su discurso, desvirtuando su posición, tildándolos de eternos gruñones y quejicas, ideologizados como movimientos de derecha conservadora "españolista", no mencionando su existencia, no incluyendo en sus discursos acusaciones y apoyos públicos para su reconocimiento, posicionándolos como lo antagónico o el enemigo por estar apoyados por el PP y en definitiva tratándolos no en correspondencia por lo que dicen o hacen, sino por quien los defiende y apoya, una forma más de ignorar, marginar, oprimir y condenar a la oscuridad, a la sombra del ámbito del espacio público de aparición, espacio necesario para lo político y para realizarse, reconocerse e identificarse.

A las víctimas se les ha secuestrado la voz, la palabra y el discurso, categorizado e ideologizado, marginado e ignorado como si fueran invisibles e inaudibles en el espació de aparición y con esto se ha negado, la posibilidad de presentar una acción, intereses o voluntad que cobre significación, trascendencia y sentido en la sociedad, puesto que lo político es territorio prohibido, mientras los grupos nacionalistas vascos, relacionados directa o indirectamente con ETA, ocupan y monopolizan todo el espacio de significación, el discurso dedicado al problema político común, la voz única y hegemónica en lo público, y encima poseen el poder de decidir sobre leyes que afectan a todos, puesto que calientan los terciopelados escaños del congreso.

finalmente concluimos, que la sociedad no reconoce a las víctimas, no conoce su discurso y palabra, no se relaciona ni vincula con sus demandas puesto que son minimizadas y anuladas, su influencia y presión es mínima y no por su falta de fuerza, sino por que les ha sido y les esta siendo negada la entrada en el plano de lo público y lo político, en un contexto en que la ideología estetizada (W.Benjamin) nacionalista, centra toda la atención y significación del discurso político.













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