miércoles, 13 de marzo de 2019

Dos verdades

Escribo esto de inmediato, antes de que lo borre el tiempo y le llamemos olvido. Este diario debe recoger todos los fragmentos de vida y habla posibles; reordenar los pecios de una existencia, como todas, maltrecha.  
  • Uno se hace amante sólo ha condición de hundirse en el silencio; más cercano a la huella que a la presencia, del cuerpo.
Creo que esto último debería meterlo en las crónicas del desengaño y explicarlo mejor
 
  • Leo en Carnap, esa maravillosa lija positivista, bestia negra de la filosofía continental, que los problemas metafísicos realmente son problemas psicológicos; y creo ensayar una suerte de definición: la psicología no es más que la subjetivización y personalización de la metafísica. De ahí que muchos de nuestros desconocidos, anónimos, vecinos, conocidos, colegas, compañeros, familiares y amigos acudan a fatuos terapeutas creyendo que tienen problemas psicológicos cuando lo que tienen son (sus) problemas ontológicos, morales y si me apuran, políticos.
[Por cierto, esta tensión, choque, o agonía, entre lo puramente psicológico y lo estrictamente ontológico y metafísico, se encuentra casi absolutamente reflejado, presente, interiorizado y problematizado en el cine, esa maquinaria perfecta de espectros y fantasmagorías, de Ingmar Bergman.]

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