domingo, 9 de octubre de 2016

¡Fuego!, ¡fuego en el saloncito!

En el saloncito amueblado hay paredes empedradas y suelos alfombrados, sillones orejeros tapizados donde se embuten traseros reales, mesas de madera con patas rizadas, sólidos rectángulos de madera maciza colgados de la pared decorados con estatuillas doradas, grandes ventanales de colores y vidrio "trencadís", todo de volúmenes muy católicos. El frío de los sentimientos es cortante, como triangulitos de acero sobrevolando el ambiente, tajando finas pieles y delicadas carnes humanas. Hay vasos vacíos sobre mesitas en forma de huevo puesto del revés, parece que no hay whisky, ni ninguna bebida inspiradora o volitiva; pero se fuma, y mucho, producen como chimeneas, las cortinas de humo son grises y densas, casi indistinguibles de la ceniza. Los hombres, y ,ah, las mujeres, se han reunido para la liberación de la tiranía del ídolo, un día que, aún entre la desolación de los cuerpos, tendría un fin con mayor privación de los espíritus. El saloncito en breve se convertirá en un teatro invadido por imágenes patéticas, los diálogos, cosidos por el lenguaje de las fosas, parecen iluminar con negras sombras el destino que ya estaba organizado por un poder quebrantado o impedido, pero que retrasaron ante las expectativas de un mayor público. Ante la espera de tan insigne convocatoria de tan alto y elevadísimo teatro, sólo quedaban ruidos dispersos, que ensordecen a todos. La representación iba a ser histórica (qué sobado está el sintagma); una obra inaudita hasta el momento. Fue, lo que fuera, pues nadie lo vio más que sus protaginistas, figuritas de lladró que conformaban un baqueteo en filas de un fantasma miserable y mecanizado, todo lo político es ya una maquinaria social hipertrófica, que no sólo esta en sus tristes y empequeñecidas cabezas. El auge de lo social, esa masificación y burocratización, ha domesticado el espacio de la política, la acción y el discurso, la libertad espontánea, y lo ha sometido al reino de la necesidad y las exigencias biológicas de la tétrica sociedad muda y sin rostro.

No pudimos asistir a la representación, ni penetrar en las tripas del teatro, pero conocemos su cartel, su plantel, su lista: 

Felipe González. "El hombre de pana". ¿Un gorila rojo? No. Un gorila dorado, forrado de verdes billetes. Supuesta formación política, supuesto pasado en lucha, ahora, sólo cabe la lógica de estado en sus sienes, y el dinero de las más grandes compañías multinacionales. Embaucador profesional y decorador exquisito de ruinas y momias, ahora pide "no mentir", el viejo lengua de serpiente. Siempre que da una orden, una horda de chacales, ríen, ríen, y obedecen implacablemente. Su opinión es algo más que escuchada por la prensa socialdemócrata, y, ¡oh!, admirada por la prensa conservadora. ¿Cómo pudo el capital, o el Estado (el poder), devorar lo que se creía más que un hombre?      

Susana Díaz. "La rana en el culo". Sin formación política. No hay libros, ni rastro de escritura alfabetizada. Una mujer muy orgullosa de serlo, se sentirse, de oír sus gritos. Grita mucho. Gran moralizadora. Mujer gruesa, poco agraciada, cabeza pimiento y cintura de calabaza, de profundas tragaderas, lo da todo por el partido y su tierra, Andalucía. Es su segundo país. Defiende aquello de la nación de naciones, es regionalista y lo que toque según el canto del gallo. Mediocre en los debates, de precaria retórica, y mucha autoridad, como está mandado. En el partido, en el saloncito, se la respeta mucho. Es la silenciada candidata a tomar el corral psicológico. 

Pedro Sánchez. "El soldado Sánchez". Es un hombre guapo, muy guapo, por eso se le conoce y admira. Incierto talento pala la política, cree que el discurso y el debate es seducción, y no apelación, reconocimiento, singularidad, crítica, le viene en los genes. Es un juguete, bonito, caro, muy caro, de los medios de masas; fue creación del periódico El País, y ahora se ha quedado en muñequito escombro del mismo. Dicen que tiene cuchillos clavados en su espalda, prefiere no tocarlos, es un extraño y singular concepto de la dignidad y el coraje. Es de los que cree que los golpes hay que darlos en frío, o no darlos. Vive oculto, con miedo. Pero es muy guapo, como digo. 

César Luena. "Cabeza bombín". ¿El leal o el dócil?, ahí anda. Sirvienta de muchos, dueño de nadie. Una voz "socialista" que incomprensiblemente ha llegado a tener peso, leve, pero peso dentro del partido. Destaca por una incapacidad estratégica notable, por una permanente incompetencia retórica sostenida en el tiempo, por repetir, como risas enlatadas, lo que todos los periodistas esperan de antemano. Formaba parte de un grupo sacrificial, y todavía no lo sabe, decirlo bajito, era el corderito. 

Fernández Vara. "El forense". Acostumbrado a trabajar con muertos, a manejar cadáveres bañados en formol, se siente como en casa. Se le puede ver por los lupanares mediáticos de la derecha, donde sus dogmas suelen tener mejor recepción, una alcoba perfecta. Es un hombre fuerte, de voluminoso cuerpo y voluminosas opiniones, vio antes un gobierno del PP, que uno con Podemos, no acaba de encajar bien en el mundo de los vivos. Él a lo suyo, retirando extremidades sueltas, perdidas, que impiden el paso firme a ninguna parte. Todo lo suyo, es bastante estúpido.

García Page. "El paperas". Sin formación política, ni un pasado sólido en el partido, es un provinciano más. Eso sí, quiere ser útil. Servir a la gente. Resolver sus problemas. Ser un instrumento, como un desatascador. Es un fontanero de la sociedad. Cree que ser gobernante, arg, es una cuestión de tuberías. Cree en la gestión y la administración, es un hombre de nuestro desafortunado tiempo. Su comunidad, la "lleva", como se lleva una familia o una empresa, así nos va. No cree en el "no es no", no cree en un gobierno de Rajoy, ni en unas terceras elecciones; pensará que creer está al alcance de cualquiera, incluso de los cristianos, él no conjuga ese verbo. Me gustaría saber que verbo conjuga: ¿saber, pensar, actuar, hablar...? No lo parece.  

Borrell. Sin mote. De gestos y muecas enfáticas, habla con el cuerpo. Pretende una autoridad intelectual con un ridículo discurso pedagógico y desafortunados silencios forzados, que denotan falta de brillo, de talento, un hueco que pretende llenar con biografía, grandes dosis de pasado que le convierten en un histórico, algo así como el despertar de un dinosaurio. Al pasar las lunas de las semanas, y sin ser santo de mi devoción, es el único que ha dicho cosas de sentido común, que ya es mucho pedir. Su último recurso es un pacto generacional, una idea binaria como tantas. Da muchos golpes en las puertas, casi como martillazos, sabrá Dios para qué...

Pepe Blanco. "El Dormilón". ¿Alguien quiere recordarlo?, ¿cómo diablos se ha colado en el teatro de marionetas? Psss, psss, psss...

Miquel Iceta. "El huevo duro". Supuesto ideólogo del socialismo catalán (¡oxímoron!). Es muy parlanchín, tanto como danzón, habla mucho para rellenar el vacío con vacuidad. Realizó la mejor campaña electoral, después del artefacto IKEA de sus adversarios por la izquierda, que se recuerda. Su baile fue un reclamo social, un instrumento de propaganda, en esos finales estamos... Se caracteriza por su incoherencia moral, por su indefinición territorial, su indeterminación económica, y por la total ausencia de ideas políticas; como todos. Parece no conocer enemigos; de trato cordial y afable, se toma su trabajo como un funcionario más. Mantiene su lealtad hacia los hombre bellos, los ídolos y líderes descabezados.

Ximo Puig. Un fantasma que no existe, ni en sombra siquiera. Aunque con la música del Poder, ¡qué  dulce flauta de viento!, parece asomar un morro reptiliano de entre los pliegues de la inexistencia, de lo invisible.

La monotonía y la zozobra de los días nos recuerdan aquello que Kraus profetizó como tantas otras cosas: el aplastamiento de la imaginación y la perspectiva histórica por la prensa y su reduccionismo de la actualidad. Ya advirtió que viviríamos los últimos días de la humanidad, de un modo dilatado, sostenido, prolongado, pero en sus finales, en su acabamiento constante...


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