lunes, 27 de junio de 2016

Resumen de c(h)ampaña, parte 1ª


1. Lo que no cabe, no cabe. Dice uno de los múltiples portavoces del Psoe en los debates televisivos, after election, que las posibilidades de su partido para formar gobierno después de los resultados son las mismas que antes de las elecciones, antes de conocer los hechos definitivos, los números y la decisión de millones de españoles. O sea, nulas posibilidades. Su actitud es propia de la ficción, un comportamiento de personaje literario donde la resistencia de los hechos es un capricho del creador y un producto de la imaginación. En la cabeza del anónimo portavoz no hay límite que contenga su desbordamiento, ni existe la verdad del cuerpo de las personas reales; en él, cabe todo, pero todo, todo, todo... Su menosprecio, su relativismo sobre los hechos no es un defecto o desajuste consustancial a la democracia, sino una herencia del pasado fascista de Europa. Aquí, con el pasado del régimen clerical militar y la creencia de Franco en los milagros, que relacionaba estrictamente con la política. El portavoz socialista no fue el único que repitió esa distorsión, todos los hombres de partido, fueron personajes de esa misma ficción. El único que plantó cara con valentía moral e intelectual al wishful thinking fue Javier Nart, simplemente aceptando la realidad.  

2. El mal es un juego infantil, algo banal y superficial. Otro portavoz, esta vez del Pp, el indiscutible ganador de las elecciones mal que nos pese, antes de saber los resultados dice, ante la total indiferencia de los demás portavoces y colegas periodistas, que Podemos es un partido totalitario por intolerante. No hubo respuesta de nadie, nadie protestó, también es verdad que nadie lanzó flemas de tal densidad para contrarrestar el golpe. El problema es que el lenguaje, y sus implicaciones morales, se ha desvirtuado de tal manera que no solo puede decirse una atrocidad absurda y delirante con pleno convencimiento y sin vergüenza, sino que puede decirse ante la indiferencia de los otros y con total impunidad. Pobres criaturas...

3. El periodista y el simulacro. El director de los servicios informativos 24h de Rtve y presentador de la misma casa, Sergio Martín, que evidentemente no es periodista simplemente porque no escribe, ni sobre los hechos ni sobre nada; propone a su mesa femenina de debate, las candidatas de calceta y caldero, que si bien aún no tienen los resultados de las votaciones, que ejerciten la imaginación política de pactos con los resultados de las encuestas electorales a pie de urna. Bien. Este es el mayor delito del periodista: el desbordamiento. Asimilar el fondo y la forma de la televisión con el oficio del periodismo. Es decir, identificar su escritura con las cajas vacías. Esa incesante necesidad de las televisiones de llenar espacios y espacios vacíos con cualquier contenido ilusorio, hipotético, y consumir el tiempo sea como sea a la velocidad con que prende una mecha. Hay que consumir de principio a fin una nada y un vacío absolutos que se llenan con simulacros y simulaciones irreales, literalmente falsas a sabiendas. El tiempo dilatado y el espacio vacío de la televisión son incompatibles, por naturaleza, con las exigencias y necesidades de la escritura que caracteriza al periodismo, siempre limitada y con un espacio autorizado. Sintética y antiretórica, esta voluntad de ordenación, de limpieza, de fijación de un texto ahorrativo, conduce a un oficio monótono, cargado de ritos repetidos de forma maquinal, que practicado durante mucho tiempo induce a una irónica meditación sobre la novedad y sobre la actualidad. Un pequeño pero importante detalle que paradógicamente en lo televisivo, que se supone tecnológico, no se permite. La campaña se ha hecho en la televisión, no en el periodismo; de ahí lo de las nuevos tiempos, sin ironizarlos. La soledad y la prosa de este tipo de escritor no tiene que ver con lo lírico. Sino con lo mecánico
                                                                             lo mecánico
                                                                                                lo mecánico...

4.  La superioridad moral de la izquierda no es un tropo. La prensa socialdemócrata ha entendido que la bandera de la izquierda es en España una de las mayores tautologías políticas. Así, para remontar el negocio, el inefable Xavier Vidal-Folch asegura que cuando la izquierda lo hace mal no es la verdadera izquierda, sino una falsa: 

"Segundo, demuestra que, contra lo que proclaman los neopopulismos de ultraderecha y de supuesta izquierda, la Unión Europea, como construcción democrática -incluso en sus esferas más tecnificadas-, siempre dispone de margen, enhebra políticas susceptibles de flexibilidad (se aplique con mejor o peor tino), y ofrece opciones."

Entiendo de su apelmazada prosa que la izquierda es una tautología de la bondad, que sólo puede hacerlo bien, y si no lo hace, simplemente son deposiciones y excrecencias de una ideología convertida en basura, sin más. Tan alejada del original como lo está una copia en descomposición cuyo residuo espera el destino del reciclaje. Otra cosa es la taxonomía política donde poder identificar la pluralidad de la izquierda, sus grupúsculos y facciones, unos legítimos y otros no, unos existentes en España y otros no. Distinguiría como ausencia moral en este breve fragmento del reputado periodista una cosa. Que el populismo de ultraderecha: Donald Trump, Le Pen, N. Farage; y el de izquierdas: Podemos, la(s) Cup, Syriza, Maduro... no son lo mismo.   

5. Arrogance. En relación a lo anterior, es difícil recriminar la superioridad moral de la izquierda como nueva escritura sindical y reivindicativa de la prensa socialdemócrata, e incluso de los partidos del "bloque progresista", pues la arrogancia de la derecha (Pp y Ciudadanos) y su creencia en la superioridad natural desprende un hedor insoportable. Derechos, es la otra forma de llamar a sus privilegios, naturales, logrados y conquistados por sus méritos, claro. El populismo de derechas es quizá la forma política más peligrosa en el mundo moderno por su cercanía con los estragos de la memoria reciente, por su íntima relación con los extravíos y querencias sin sosiego del tiempo sepultado que produjeron la exclusión identitária y la explotación económica, creando ambos, bolsas de humillados y desheredados: la carnaza de hoy, de estos populismos y nacionalismos. Además hay que tener en cuenta sus figuras mediáticas en España, un ejemplo: 13tv una televisión de curas y monjas, Losantos, un hombre inteligente pero envilecido y feroz, o Pilar Rahola, triste payaso del nacionalismo, no son figuras plurales ni antagónicas. Estas figuras pueden resultar inofensivas en una situación normal, en condiciones sociales de paz, pero en ciertas circunstancias de conflicto podrían llegar a compartir una característica con los medios de propaganda fascista: promoción de un conflicto civil y hostigamiento de la ciudadanía, lanzando una parte de la sociedad civil contra la otra a través de la mentira, la hipérbole, y el embrutecimiento asociado al despotismo de las emociones.   

6. El narcisismo de las diferencias. Divide y vencerás. Parece que algunos han pecado, hemos pecado, de ingenuidad, ¡maldita juventud! Resulta que en este país la izquierda solo suma cuando está dividida, bien separada y orgullosa de sus idiosincrasias. El conocido narcisismo de las diferencias suma. Sí. Pero tampoco gana. La unidad de la izquierda resta votos, ¡vaya!, qué virtud de carácter y que brillo de la inteligencia la de estos vibrantes electores, estos ilustres votantes. Las apelaciones constantes de la izquierda a su hombre sentimental y melancólico, para que resucite aquello que los propios dirigentes están matando, es un juego más de la cínica propaganda. El contenido de esa estética sentimental difícilmente coincide con nuestro tiempo sin sujeto histórico definido, o en todo caso, residual y moribundo. 

7. El alma es comida para cerdos; y otros productos del barro. La continuidad del ministro de interior en el gobierno, o en la vida pública, es un problema político. Solo se trata de que la opinión pública española esta destruida. Este hecho es la evidencia que demuestra la inexistencia, la ausencia, de un sistema liberal en nuestro país, y la decadencia de la socialdemocracia. No sé exactamente como encajarían aquí los proyectos de emancipación de la izquierda, proyectos de mínimos cuando no son acrónicos, en unos tiempos de repetición y colapso tan mediocres, hiperbólicos y zafios. Pla se sorprendía de que los catalanes no supieran comer pescado, un producto de mar, no les gustaba porque tenía espinas y preferían comer langostinos, gambas, y sobre todo langosta, que no tiene espinas y son productos del barro, de un comer sencillo y limpio. Ese producto del barro de la historia, fácil y cómodo, quizá sea el problema de cierta izquierda "emancipadora", sin espinas. 

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