lunes, 21 de marzo de 2016

Un PE, sin la "S" ni la "O", pero con Pdr Snchz y los trampantojos de la memoria




El país está de mudanzas, simplemente. Como todo desbarajuste familiar, eso implica discusiones teológicas como las de Salamanca sobre la propiedad y la bienaventuranza de las cosas, el orden y distribución de las cajas acumuladas, la salvación y condena de lo viejo, la esperanza de lo nuevo, la resurrección de lo atávico, las ofensas y sensibilidades afectadas por el griterío administrativo, las pérdidas logísticas por el duro y nostálgico camino, y los nuevos habitáculos de conquista, nuevos espacios a domesticar y traducir a la temperatura hogareña de cada cual; idiosincrasias múltiples. Algunos apocalípticos, por el contrario, firmes defensores de la tozudez reaccionaria, perciben en el ambiente el caos, el desorden y la inestabilidad orgánicas. Sí, perciben sensiblemente lo metafísico, algo insólito en filosofía, pero de lo más común en la encebollada política española; la de antes y la de ahora. Parece, por lo dicho, que la "regeneración", el "cambio", en fin, la "nueva era", sea verdaderamente un sintagma marxista, o por lo menos izquierdista, así, suspendido en su balsámica ambigüedad, que pudiera acelerar la taquicardia a los conservadores. Pero no. Resulta que es más marketing amateur y publicidad rapidita la que opera en nuestras calcificadas tuberías mediáticas. Es más televisivo que político nuestro pequeño mundo. Veo en ese supuesto "cambio" lo de la "Nueva Era" de Ferlosio en sus deliciosos pecios reunidos en Campo de retamas:

<< (Albas de profetas) ¿Por qué les da tanto gusto decir "amanece una Nueva era"? Primero el verbo "amanecer": sabiendo lo que sabemos de tantas Nuevas Eras del ayer, no sé cómo una vez más tienen la desvergüenza y la osadía de teñirse el pelo con los dorados rizos de la aurora. Las Nuevas Eras son los salientes de roca de los despeñaderos por los que la Historia viene precipitándose aceleradamente hacia el abismo. Así que cuando oigáis Nueva Era echaos a temblar: la palabra sonriente de esa rubia teñida y de dientes postizos es el engaño que anuncia el renovarse la eterna desventura >>

Así que de "Nueva Era" nada. Una simple y vulgar mudanza; algo ajetreada y exótica por los exabruptos deportivos, pero mudanza al fin y al cabo. Algo que no consigue disolverse en la grumosa papilla primitiva socialdemócrata contenida en las paredes estrechas de la psicología sociata posfelipista, en la que viven instalados los vástagos, agradecidos o desagradecidos, de Pdr Snchz; el guapo, la marioneta, llamado candidato, que el viejo periódico vertical del sistema, El País, creó en difusa y viperina imagen. De todos modos, en ellos, por desgracia, perfectos matarifes, residen las dos claves de la legislatura, o mejor, dicho sea en liberal-conservador, de la gobernabilidad y el orden: la posibilidad de un gobierno pro status quo, pro teología del capital. Dando un rodeo, Arcadi, en sus Cartas a K., El elefante blanco llega al congreso, sostiene que sólo existe un elefante blanco en el congreso que no se ve, y este es, el nacionalismo, el soberanismo o ¡cómo quiera dios que se llame! Aquel sombrío y espinoso tema que nadie quiere tratar con nitidez analítica y compromiso existencialista, no vaya a ser que alguien se queme los dedos. Conociendo el carácter arcadino, sé que está y habla desde el final de la historia, una unidimensionalidad que no admite la disidencia y la resistencia política subversiva, algo tan sencillo como las posibilidades políticas, emancipadoras (dirían) o rupturistas, de la "izquierda", o lo que quede de ella, sea su semántica política o su educación sentimental. Y precisamente de esa omisión arcadina, se construye su propia trampa (falla como analista por sus prejuicios ideológicos) traducida en incomprensión. No hay un elefante blanco, sino dos; y uno de ellos con una pequeña cría a cuestas. Una situación zoológica o zoofílica en la que no sólo está involucrado el "PE" (antiguo PSOE) sino muchos otros partidos que aglutinaban lo que se llama "izquierda". El elefante arcadino advierte de la necesidad de conjugar una decisión inexorable que el "PE" tendrá que asumir de manera unívoca y clara, al margen de pactos y estrategias en forma de abrazos de oso con los nuevos niños liberales; y que hasta el momento evita y camufla con trampantojos ideológicos. Tendrá que decidir si gobernar o no con los nacionalistas, si reconoce el estúpido y pueril "derecho a decidir", sus xenófobos "hechos diferenciales", y sus mocosos y viscosos espíritus colectivos de inherente lógica escatológica. El segundo de ellos, el que no ve Arcadi, es la elección entre izquierda o derecha, dicho así sin sutilezas teóricas y con las banderillas más afiladas de la inmediatez política. El PE deberá asumir que el tablero ya no puede estirarse como un chicle, pues el binomio en forma de juego de suma cero está rígido y firme: o la derecha y sus niños lechosos, cuyos componentes conservadores o tecnócratas han quedado marginados por todos los grupos políticos, o la izquierda violeta, purpura, fosforita, pop, cool y soft, cuya imagen mediática se deforma por momentos gracias a los grandes grupos mediáticos que en su desintegración del "periodismo" (entiéndase la escritura, el lugar del autor, el buen periódico), imposibilitan cualquier análisis riguroso sobre la condición izquierdista de los podemitas y asociados; pegados como lapas. Regionalistas trepas y aprovechados que ahora se suman al carro de la fama y las ansias de poder para reivindicar sus ridículas y absurdas idiosincrasias valencianistas, galicistas, catalanistas, y cualquier "ismo" o "ista" que derive de las lúdicas y comerciales actividades de las guías del ocioso turismo nacional.  

Estos últimos, los podemitas violeta, mucho más maltratados por la prensa que los sospechosos niños liberales (¿quién diablos ha financiado a C'S para poder presentarse en todas las comunidades en las elecciones municipales, autonómicas y generales? Son perros a los que pronto les tirarán del collar con la fuerza que sólo posee el brazo y el músculo de las finanzas, el mítico ímpetu libidinal del mundo empresarial), introducen gracias a lo que representa la música de su discurso, pero no su letra, lo del tercer pequeño elefante que no se ve: introducen el discurso "crítico" y rupturista con la Transición; aunque de ello no se derive la aceptación ciega que ellos pretenden, de considerar la Transición como fuente de todos los males. Sin embargo, no la Transición, pero el relato, la leyenda y la mitología que de ella se desprende como una costra bien seca que oculta una vieja y honda herida en la memoria ética y estética, sí supone uno de los grandes problemas de este país acalorado: el árido desierto del olvido que ese proceso de desmemorialización y amnistía ideológica, supuso (véase El precio de la transición, y El cura y los mandarines de Gregorio Morán). Pdr Snchz y su PE, deberán asumir y aceptar los tres elefantes o quedarse, como parece por su tramposo y cínico pacto de legislatura con C'S, con los mitologemas de la "derecha", formando lo que llaman en los mentideros periodísticos un bloque constitucionalista: PP, C'S y PE. Siguiendo pues con la leyenda de la Transición y su desmemoria, su exquisita y caprichosa unidad de España  monárquica (que responde a aquello del viejo izquierdista: "a España le huelen los pies a franquismo") y la obediencia de vida a la teología del capital. Parece que esta última opción del bloque constitucionalista, no le brinda al PE la oportunidad de jugar su papel de cínico trampantojo, y prefiere pactar con C's y exigir responsabilidad de Estado a los podemitas o la "izquierda" en general, aposentándose cómodamente en el gobierno sin haber tenido que definirse sobre nada, sin haber tenido que apostar por aceptar o negar ninguno de los elefantes blancos invisibles para el congreso. En misa y replicando le llaman. Esa opción de momento es imposible, y el incierto futuro de repetir elecciones se acerca. En ese escenario futuro y repetido, podrían salvarse del dilema zoológico, si IU y Podmeos (y asociados) pactaran ir juntos a las elecciones y, con las previsiones de un resultado semejante al anterior en numero de votos, ocupar ese puesto tan privilegiado da partido bisagra para todos los pactos de gobierno. De ese modo el dilema estaría resuelto y los elefantes visibles y enjaulados; eso si, el PE se desplomaría y perdería todo su poder. No sólo perderían poder económico y político sino también mediático. C'S pasaría a ser la nueva apuesta de la prensa socialdemócrata, negando el pan y el agua a todos los demás. Aún con los problemas que un gobierno en coalición con los podemitas implicaría con Europa, se abriría por fin, no sólo en la teoría, sino en la cruda y desnuda práctica, un camino de comprensión con lo sucedido en el pasado olvidado y enterrado. La mera presencia de esa resistencia y hostilidad hacia el relato de la Transición en el poder, abre el camino a la comprensión del acontecimiento tal y como lo entendía Arendt; al margen de las imposiciones ficcionales que nacionalistas, regionalistas, o izquierdas pop quisieran re-introducir. Arendt lo escribía así en Los Orígenes del Totalitarismo:

<<  Comprender, sin embargo, no significa negar la atrocidad (lo acontecido), deducir de precedentes lo que no tiene o explicar fenómenos por analogías y generalidades tales que ya no sientan ni el impacto de la realidad ni el choque de la experiencia. Significa más bien, examinar y soportar conscientemente la carga que los acontecimientos han colocado sobre nosotros - ni negar su existencia ni someterse mansamente a su peso como si todo lo que realmente ha sucedido no pudiera haber sucedido de otra manera. La comprensión, en suma, es un enfrentamiento impremeditado, atento y resistente, con la realidad - cualquier que sea o pudiera haber sido ésta. >>

A mi juicio, y eso es poco, el camino de comprensión puede no aportar ningún rédito electoral para los partidos, y ningún beneficio material o económico para la nación; pero sin duda, y conste que la comprensión por si misma ya vale una vida, decantará en favor de una verdad reparadora de cuerpo moral, al modo que solo el buen vino y el paso del tiempo pueden hacer con los sabores infinitos, el recuerdo y el relato de un acontecimiento manipulado en beneficio del "poder" (en este caso el Estado y su forma monárquica, y el pastel partitocrático) y en contra de la memoria.


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