martes, 26 de mayo de 2015

El 24-M a primera vista




Sondeos, encuestas, providencias electorales, liturgias democráticas, ceremonias municipales, aquelarres autonómicos,  y un sin fin de enjambres televisivos para diagnosticar el futuro estado de la geografía política española. Una radiografía de las correlaciones de fuerzas, que como objeto televisivo, han llenado horas de cuota de pantalla y han producido verdaderas tormentas de share y volcánicas erupciones de titulares variopintos: apocalípticos, erótico-eufóricos, utópico-playeros, pro statu quo, visionarios, belicistas, etc. Todos dirigidos a jugar con el volátil e inflamable material demoscópico, subsidiario del aparato burocrático-administrativo de la socialdemocracia y su proceder mecánico. La dinámica ha consistido en jugar a seleccionar al azar una encuesta entre miles y deducir de ella las posibles correlaciones de fuerzas. Un ejercicio idóneo para la sociología de feria, que estos días estaba de romería por los distintos medios; que construyen tanto el plano de la virtualidad o irrealidad política en la que la mente del ciudadano se sitúa, habla y actúa; como la estructura del interlocutor-espectador, llamado "pueblo soberano" en años de sobredosis electoral. 

Toda la pirotecnia demoscópica se apagó ante las corrientes ineludibles de los hechos. El resultado de las elecciones ha barrido las profecías y los actos de fe del horizonte de análisis, para dar paso a la  incuestionable contundencia de la cartografía democrática; dibujando el mapa político con el pincel de la minuciosidad y precisión milimétrica de las votaciones. El tam-tam de las cacerolas burguesas y el run-run de las nuevas voces auto-marginales, sonaban con el estruendoso efecto de la sinfonía de la ingobernabilidad y la inestabilidad institucional. Lo único en lo que coincidían todas las encuestas: no se iba a producir lo que se ha venido llamando recientemente "el efecto Cameron", es decir, ganar por mayoría absoluta en contra de lo que decía el ruido ambiental. Y efectivamente así se ha producido: no ha surgido ninguna mayoría absoluta de ningún partido, y especialmente de ninguno de los grandes o tradicionales. Los dos grandes partidos del bipartidismo se han repartido el 52'06 % de los votos del electorado que participó. El PP obtuvo un 27 %  y el PSOE un 25'06 % (aprox). Por lo tanto, el bipartidismo sigue a flote aunque herido y erosionado por las fuerzas llamadas emergentes. Desde el 1991 el bipartidismo no había bajado del 63 %, llegando a alcanzar en 2007 (la cresta de la ola del "pelotazo" español) el 70'54 % de los votos del electorado; su mayor cuota. A la vista de los datos (extraídos de El Mundo; edición de papel) no pueden los agoreros y cenizos de la inestabilidad y el desorden acogerse a sagrado ante la debacle, ni los runruneros o tiktakeros sentirse revolucionariamente victoriosos. Aunque sea significativa la apertura a la pluralidad, no siempre deseable pero siempre deseada en un sistema liberal, siguen poseyendo el mayor número de votos aquellos partidos que más veces han pactado entre ellos, aquellos viejos lobos que mejor se conocen internamente y que conocen a la perfección: escondites y atajos, técnicas y mecanismos del parlamentarismo proporcional. 

El gran vencedor ético y estético de las elecciones ha sido el PP, pues  ha ganado en número de votos en todas las autonomías (casi roza la mayoría absoluta en Castilla y León), exceptuando: Extremadura (no se perdona el adulterio y la infidelidad) y Asturias; nuevos fuertes del socialismo adulterado (PSOE). Y Navarra, tocada por el nacionalismo (CCa). Con el recurso infalible hasta hoy, de la eterna unidad de la derecha, el votante liberal y conservador sólo disponía de una sola opción psicológica y material de poder; mientras que la diversificación de la izquierda de dos rombos, la izquierda blanda y blanca, disponía de un desparrame de alternativas y combinaciones posibles. Singularizadas y diferenciadas entre sí, más por su educación sentimental o generacional, que por un proyecto racional o ilustrado que aunara o separara según razones y no según intuiciones cosméticas. Pero los verdaderos vencedores políticos (técnicos) han sido el PSOE y Podemos, ambos configuran el binomio por el que cualquier pacto o diálogo entre interlocutores mayoritarios deberá transcurrir; ambos son la piedra de toque de todas las investiduras, coaliciones, pactos ocasionales o matrimoniales, y gobiernos varios. Al fin y al cabo, el poder territorial (real) recaerá casi hegemónicamente en el PSOE si consigue seducir la progresia que anida en el alma de todo joven de Podemos. Por el contrario, los grandes perdedores, los fracasos convertidos en residuos de desagüe, han sido UPyD y IU. Produciendo, en el primero de ellos, la dimisión en diferido de la lideresa magenta, y en el segundo, la chirigota más desafinada y minoritaria de su historia reciente. 

En un discreto y exagerado tercer puesto, o término medio, encontramos a C's, cuyo líder, cada día más macizo y atrevido en el flirteo, cree representar la llave de la gobernabilidad de la mayor parte de las comunidades. Se cree ocupando el lugar de Podemos; pero tan sólo dispone de esa capacidad en un posible Madrid, una imposible Valencia y unas inseguras e intrascendentes, Murcia y La Rioja. Cierto es de todas maneras, que Rivera demanda unas exigencias aún mayores de las que se podía esperar en un principio, apretará las tuercas e impondrá condiciones de contradictoria aceptación por aquellos que quieren gobernar. Al no tocar poder ni poseer la clave o la llave a muchos gobiernos, no tiene nada que perder, acentuando y radicalizando su apuesta por la higiene de hospital. Pues, su mejor baza se limita a la limpieza ética y al brillo estético que aporta la presencia de intactos especialistas y técnicos de la administración, profesionales civiles que parecen no haber roto un plato en su vida. El propio Rivera ha anunciado que solo piensa pactar con la lista más votada, es decir, con el PP. Nada de tripartitos o pentapartitos; nada de mancharse, como sí dijo Pablo Iglesias. C's pretende mantener su inaccesibilidad a la condición humana, presentándose como voto útil, como la "regeneración" (término adolescente y digital) de lo sucio y viciosos, renovado por lo limpio y nuevo que aporta la siempre descarada y gratuita juventud pos-78

Dejando de lado el análisis de partidos y atendiendo a las grandes ciudades y a las autonomías más  importantes, tenemos los cuatro grandes bastiones del PP: Valencia, Madrid, Castilla - La Mancha y Castilla y León. Por un lado, Rita Barberá ha perdido la mitad de sus concejales, de 20 a pasado a tener 10, uno más que Compromís, que en coalición con cualquiera de las fuerzas políticas restantes en Valencia gobernará la alcaldía; además de obtener mayoría absoluta junto al PSOE en las autonómicas, dejando al PP en una situación parecida a la del aeropuerto de Castellón. Y por otro: en Madrid, el PP gana la alcaldía y la autonomía, aunque perdiendo (medio millón de votos en ambas)  más de la mitad de concejales y escaños en ambos casos, haciendo difícil incluso gobernar en minoría y con pactos ocasionales. Podemos se opondrá frontalmente y C's no tiene nada que perder siguiendo con el chantaje y al mismo tiempo boicot, de las exigencias higiénicas; sustituyen la pureza racial del nacionalismo por el integrismo ético de los profesionales. Aguirre cederá la alcaldía a Carmena (Ahora Madrid + Podemos), que podría formar algún tripartito. Cifuentes (el segundo mejor resultado del PP en autonómicas) ha pasado de 78 a 46 escaños, y sólo podría gobernar con el apoyo carísimo de C's. En lo tocante a las castillas, Cospedal pierde la mayoría absoluta (se queda con 16 escaños, dos más que el PSOE) y cedería ante un hipotético gobierno bicefálico entre  PSOE-Podemos. En Castilla y León, el PP roza la mayoría absoluta; podría ser la excepción exótica del partido y gobernar sin tantos problemas. En cambio, en el otro gran bastión de la derecha, en este caso de CIU; en la última gran ciudad, Barcelona, ha ganado por 11 escaños la coalición de Ada Colau, frente a los 10 del prolífico Xavier Trias de CIU. La nueva alcaldesa de Five Points; pues según sus declaraciones, piensa gobernar con ERC, la CUP y quién sabe si con algún resto del naufragio del PSC; quiere llevar a cabo un conjunto de medidas para las que el ayuntamiento no tiene competencias. Véanse las sanciones a la banca, la doble moneda y la renta mínima municipal; por no hablar de lo que queda fuera de las competencias de la inteligencia y la inteligibilidad, como son la de: "la accesibilidad de la ciudad a todos los ciudadanos". Lo único inaccesible para el ciudadano en Barcelona son las modelos de los congresos automovilísticos y telefónicos. Estas son las políticas 'cool' y cosméticas que los nuevos partidos promueven. Como por ejemplo, la eliminación del Wéstern  de la parrilla televisiva de Telemadrid, por no respetar la igualdad de género y explotar su distinción (discriminatoria). O lo que decía la andaluza mona de Podemos (Teresa Rodríguez): "Defendemos pasar de un paradigma de la movilidad al de la accesibilidad. Lo realmente necesario es acceder a los lugares y los servicios y no moverse por moverse" (entrevista digital en El País); una reflexión digna de José Mota ( "si hay que ir se va, ir va pa na es tontería...").

En definitiva, en la actual situación política nacional, habrá que sumarle una explosión orgiástica de gobiernos Hidricos, comunidades a distintas velocidades, y ensaladillas soberanas diversas. Gobiernos conformados por las dos fuerzas victoriosas: el PSOE que estará siempre presente como ganador técnico y territorial, y los partidos "cool" o ecológicos, cuyo discurso es tan artificial y artificioso como el de los tradicionales, eso sí, muy "bio" todo. Mientras que el PP ejercerá su estética  oposición y lucirá su inútil victoria sin resultados prácticos. Y C's lucirá su impoluta virginidad gubernamental.  














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