jueves, 15 de enero de 2015

La inexistencia ontológica de la libertad de expresión ( y III)


La conclusión con que terminamos el pasado artículo puede sintetizarse así: la libertad sólo puede ser una libertad material, cuya expresión mínima es una libertad de movimiento, de movimiento de algo, pues si no hay nada que mover, nada se mueve (cambio espacio-temporal), entonces hay algo material que se mueve y algo material que enmarca o contiene lo que se mueve. Por lo tanto, la libertad material implica que todo tiene una causa, que todo tiene una relación o un correlato (consecuencias) aunque no por ello es un monismo determinista causal. Pues que todo tenga una determinación, una causa o una relación no implica que "todo este relacionado con todo" que todo este determinado "por" el todo, sino que las cosas se inscriben "en" todo, la determinación es desde el todo, pero no por el todo. La libertad de movimiento, expresión necesaria (mínima) de la libertad (material), implica tanto cosas como pensamientos, pues estos últimos, más etéreos y menos consistentes, son también materiales (que no corpóreos); pues por un lado, siempre se inscriben y solo son posibles en un esquema material concreto: una educación, formación o instrucción adecuada y necesaria (en el sentido de condición de posibilidad necesaria) que posibilite  y concrete (determine) un "contenido", un "algo que decir" con poder causal y previo (positivo) a cualquier tipo de acción (iniciar o empezar una nueva serie causal). Por otro lado, los pensamientos al expresarse, ya son "actos de habla" y por lo tanto "performativos"; ya no son un mero decir (sólo posible en el interior de la mente del hombre, o la soledad y ostracismo de la pluma del escritor), sino que son "actos", y en tanto que tales, en un sentido positivo: inician y empiezan nuevas series causales, nuevas lógicas de determinación. Y en sentido negativo: irrumpen e interrumpen la dinámica de las redes de relaciones materiales establecidas entre los hombres, en un mundo determinado que ya existía antes. Además son capaces de negar, y por lo tanto alterar el orden establecido; sólo con meras palabras hacemos cosas, quizás perezca superficial, pero véase la fuerza de las palabras, tales como: culpable, inocente, benigno, maligno, prometo, "sí quiero" etc. Como vemos, los pensamientos son cosas en tanto que poseen fuerza causal y performativa, otorgada por su entidad material, por el contexto o esquema material en el que se inscriben; y en tanto que cosas, susceptibles de movimiento, de libertad material o libertad movimiento. 

Dicho todo esto y sintetizando lo dicho en los anteriores artículos, cabe explicitar en líneas generales, cuál es la noción de causalidad que maneja el materialismo filosófico (véase: "En torno a la doctrina filosófica de la causalidad" de G.Bueno), pues cualquier noción "a-causalista" de la libertad, sería insostenible desde una perspectiva objetiva o realista, que no estuviera basada en voluntarismos cristianos, psicologismos bien-pensantes, y demás "pensamiento Alicia" (el de las democracias homologadas occidentales o el zapaterismo por ejemplo). Nociones de libertad irracionales, mágicas o espiritualistas. La noción de libertad debe estar ligada y condicionada por la "causalidad", por un racionalismo material que implique una búsqueda de su fundamento, origen o posibilidad, es decir una "causa" como identificación e integración funcional en una operación. En tanto que tal, debe poder ser descrita o comprendida al menos hasta los horizontes de comprensión conceptuales y racionales habituales por nuestra razón y entendimiento. La noción de causalidad pues, no se ve encorsetada o encajonada en una formula binaria como "causa-efecto" como la entendió Hume, pues la vinculación entre causa y efecto sería arbitraria y no regulativa (la crítica de Hume). Por lo tanto, el materialismo concibe una causalidad no binaría, sino como operación y función, como "causa total" (Mackie) o causa inscrita en un esquema material de identidad como dirá Bueno. Un tratamiento operacional en que la "causalidad" no sea el resultado de una determinación causal de un efecto, sino de una función o cadena de implicaciones causales, respecto del cual, el efecto mismo no supone una continuidad mecánica, sino una desviación o ruptura dentro del propio esquema material o contexto "total". Prosigamos con la explicación desde la perspectiva de Mackie (teoría de la causa total): La producción de un efecto (produce un conjunto de efectos) es siempre resultado de la confluencia de diversos factores favorables o condiciones básicas para que se produzca ese "efecto". Así sabemos que la explosión en una gasolinera - necesita de distintas condiciones y factores favorables- fue debida a cierta cantidad de gas inflamable, al encendido de una cerilla, a la existencia de oxígeno en el medio, etc. Por lo tanto todo efecto - siempre es un conjunto, entonces hay que hablar de acontecimiento - tiene una causa total: una serie de sub-condiciones, sub-causas para que se produzca la causa eficiente o directamente responsable del "efecto"; sin alguna de esas sub-causas, no hay efecto o acontecimiento ninguno. Estos integrantes de la causa total son denominados por Mackie como INUS (insufficiente, nessesary, unnecessary, sufficient).

Por el contrario la idea de libertad de elegir, fundamento del concepto de libertad de expresión liberal, concibe de dos modos, a mi juicio erróneos, la causalidad. La concibe según dos ideas teológicas o místicas, las entiende como: a) creatio ex nihilo ( creación de la nada) y b) causa sui (causa de sí mismo; auto-causación). En el caso a) no puede haber un sistema de "causación" pues no hay esquema material de identidad, pues la nada, nada es y de ella nada se deriva; la nada pues no es un esquema material o un contexto "total" (INUS). La concepción b) es una pseudo-causa, pues supone que algo se causa a sí mismo, por lo tanto el efecto es cronológicamente anterior a la determinación causal, y en ese caso el efecto tendría que existir antes que la causa que lo produce, el efecto existiría incluso antes que su total imposibilidad; un sin sentido a todas luces; es como el barón de Münchhausen que mientras cae en un pozo se estira de los pelos para agarrarse . Vemos pues, como las nociones de autonomía, darse la ley a uno mismo y la voluntad de elegir, se fundan en un elegir o escoger desde la nada, así pues, no hay esquema material. Escoger o elegir según la propia ley (autonomía), se convierten en un contrasentido lógico-temporal; presupone el efecto antes que su causa, una total in-habilitación de fundamento.

Con lo dicho hasta ahora, espero haber demostrado la debilidad filosófica y política de sostener la  libertad de expresión liberal (Mill, Smith, Hume etc.), como mera declaración formal y universal de la "libertad" sin tener en cuenta las condiciones materiales y los contextos performativos adecuados para realizar dicha libertad, pues la libertad sin "movimiento" no es libertad, y no hay movimiento sin materia, entendida como extensión de determinación causal y symploké. Entonces, solo puede decirse libertad si se tiene algo que decir, y aquello que se va a decir posee fuerza causal; de manera que para que ambos preceptos pueden darse debe haber un esquema material adecuado, para poder iniciar y originar una cadena causal o interrumpir la lógica de las determinaciones o implicaciones materiales dadas, ya existentes. Esto puede verse en mil ejemplos concretos de nuestra realidad política: un grupo católico o judío en un país islámico integrista, no son libres de decir o hacer lo que quieran, aunque la ley del país lo recoja, pues la imposibilidad material islámica se lo prohíbe; o un trabajador (obrero) no es tan libre como el capitalista que "compra" su fuerza de trabajo, pues sus horizontes de movimiento son mucho más amplios etc. O los chinos no son libres por mucho que declaraciones políticas vacías lo proclamen, mientras estén atados a la salvaje dominación y explotación capitalista (material) de rasgo asiático; y así un largo sin fin.

Ciertamente lo que propongo es una reflexión que nos haga ver la insuficiencia política de las libertades liberales, pues ciertamente suponen un progreso en la instrucción y constitución sensorial de las conciencias políticas modernas, individuales y colectivas; pero a su vez, juegan un papel de confusión, ocultación, fenomenismo y cinismo político de la explotación material y corporal, pues hasta que no exista una distribución material igual (asimétrica y discontinua) entre los hombres, la libertad de expresión seguirá siendo un imposibilidad ontológica. Concluyo pues con esto: la libertad no puede ser meramente negativa, pues necesita de una consecución causal original, una trasformación y alteración de las relaciones causales dadas, un "interrumpir" e "irrumpir" ocupando un lugar propio en el mundo. Ni tampoco puede ser libertad de decidir o libertad de elección, pues recurre a sin sentidos o falsedades tales como las de causa sui y la creatio ex nihilo, que paradójica-mente son los argumentos que los liberales escépticos criticaban a san Tomás y san Agustín en disputas teológicas sobre la existencia de dios, y ahora son los mismos liberales los que las utilizan para fundamentar sus ideas políticas sobre la libertad. Ya continuaré en otros artículos fuera de esta serie, las reflexiones sobre la libertad, o las consecuencias "políticas" (distintas de las filosóficas) de la libertad material, sin embargo la síntesis puede expresarse en...Como decía Lenin: "¿libertad para qué?"























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