miércoles, 15 de mayo de 2013

Simone de Beauvoir


EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE LA DERECHA
Simone de Beauvoir
Traducción de Osiris Troiani
Edición: Doble J, S.L
escrito por: Yeray Rogel Seoane

Simone de Beauvoir (1908-1986) fue una filósofa, novelista, profesora y activista política nacida en París, en el seno de una familia burguesa. Su pensamiento está  inscrito en las corrientes más en boga del siglo XX: existencialismo, marxismo y feminismo;  sus novelas, ensayos y escritos biográficos dan buena cuenta de su interés por las cuestiones y problemas políticos, sociales y filosóficos, centrando su interés en constituir un pensamiento filosófico de impronta personal, profundidad intelectual, valentía y honradez moral. Buscaba integrar en todas sus expresiones reflexivas una esencia y revestimiento existencialista en lo filosófico, y materializarlo y cristalizarlo en unas proposiciones marxistas en el pensamiento práctico, esto es,  en el ámbito de lo político.

En “El pensamiento político de la derecha” (1955), Simone de Beauvoir con un estilo riguroso, profundo, sobrio y mordaz, pretende mostrarnos todos los aspectos y aristas posibles del prisma del pensamiento de derechas, como ideología, como encarnación en la facticidad y en la acción en una categoría sociológica, es decir la burguesía como clase social, y toda posible fundamentación de su pensamiento, en teorías epistemológicas, metafísicas, filosofías de la historia, éticas y estéticas de las que se sirven los “ideólogos” como ella los llama, de la Burguesía, es decir, la justificación y legitimación que la derecha hace del sistema establecido, el statu quo, en el que esta clase social se realiza, desarrolla y reconoce como dominante,  este sistema es acompañado por el capitalismo, como condición de posibilidad para desplegar todos los preceptos y consolidar los ideales y valores de la derecha.

La situación del pensamiento burgués y de la burguesía activa, es de un terrible miedo, miedo a la pérdida de su condición material, a la pérdida de las fuerzas productivas y económicas de las que dispone y miedo a la supresión, en consecuencia, del poder y el dominio hegemónicos y universales que ejercen sobre las sociedades de clases. Al fin y al cabo, la burguesía tiene miedo de todo lo existente, de cualquier novedad e innovación, progreso o diferenciación de su código de categorías y conceptos, de cualquier cosa que provenga del exterior de su estructura de poder y de sus dominios materiales, conformándose así como una ideología conservadora, la derecha es conservadora porque pretende mantener, preservar y conservar sus circunstancias materiales que la hacen ser lo que es, la clase dominante.

El sistema o estructura que pretenden conservar, es el capitalismo, lo ven y lo defienden como el sistema productivo y económico que permite el avance y el desarrollo tecnológico, técnico, económico, científico y social como ningún otro puede hacer, por lo tanto, lo divinizan, santifican, idealizan y consideran como el sistema propiamente y ontológicamente humano, el único que permite el desarrollo pleno de las facultades y capacidades del hombre y de sus comunidades.  Ven en sus representaciones teóricas, la encarnación de todos los valores e ideales necesarios para el hombre, la propiedad privada, la mecanización y automatización en la producción, el individualismo,  la garantía del derecho y las libertades, el estado emancipado y un largo sin fin de mistificaciones, esoterismos argumentativos y leyendas teóricas que la autora se encarga de desmitificar, desgranando en qué consiste la fundamentación y principios básicos de su ideología, desmontando y suprimiendo sus concepciones básicas y cómo estas se muestran falsas, erróneas e incoherentes en sí mismas.

Simone de Beauvoir, acusa al pensamiento burgués de ser idealista, de convertir todos sus valores, ideales, categorías, conceptos y principios en abstracciones eternas, inmutables e irreductibles, en posicionarlas en un mundo platónico de formas, inteligible, monista y de absolutos universales, totalizadores y verdades objetivas, que sobrevuelan, olvidan, niegan, desprecian e ignoran las condiciones y circunstancias materiales, la singularidad y particularidad empírica y la realidad fáctica, accidental y contingente en que los hombres y su pensamiento se encuentran necesariamente determinados y sumergidos, conformando no sólo así, una idea antropológica alejada de la necesidad y la heteronomía del mundo humano, sino convirtiendo sus necesidades materiales y existenciales en una surte de afecciones psicológicas, estados de ánimo, situaciones mentales y alteraciones de conciencia, ya que al concebir al hombre como un ser conciencial, “subjetivismo puro” y “conciencia pura”, está afectado por ideas, imágenes, representaciones mentales y  estados psicológicos, que a su vez conforman su conciencia y por lo tanto sus hábitos y costumbres en la acción y actividad, suspendiendo y negando que cualquier choque de realidad empírica, necesidad material o bloque factico pueda condicionar su conciencia, su ideología, su moral o su visión y perspectiva del mundo, por lo tanto  “se trata de cambiar la mentalidad y conciencia de los oprimidos, y no la situación o circunstancia que los oprime” dice Beauvoir.

Contrapone así el pensamiento idealista de la derecha, según el cual, la conciencia e ideología determina el ser social o real, frente al materialismo de la izquierda, que sostiene, que es el ser social o real el que determina la conciencia e ideología de los hombres,  convirtiendo así al hombre en subjetivismo puro y anteponiéndose y contraponiéndose a la objetividad de la realidad. Des de esta ideología, se sitúa al proletariado y a la clase obrera como un colectivo resentido, envidioso, rencoroso y frustrado  que son los motivos psicológicos que mueven al conflicto y lucha de clases, sus alucinaciones, obsesiones, taras, y su sentimiento de inferioridad son las afecciones subjetivistas que les conducen a desear una revolución con el objetivo de una igualdad ficticia ante la desigualdad justa y objetiva de la situación actual, puesto que son colectivos y asociaciones de individuos que se encuentran bajo el influjo, manipulación y control de estados psicológicos, subjetivos y anímicos provocados por su inferioridad objetiva ante la superioridad de la clase burguesa, que se ve a sí misma como la “élite”, identificándose con una suerte de valores, virtudes y principios innatos, dados por naturaleza humana y en esencia de su ser, cuando realmente estos valores eternos, absolutos, elevados y estas virtudes “eudaimonicas” no son más que privilegios materiales que el azar y la suerte han revestido a su clase y condición, suerte, que usan como excusa y tapadera para la exclusión, la distinción, la diferenciación, respecto a lo que la derecha llama “la masa”.

La masa, no es más que ese conjunto de individuos que constituyen una unidad, in-forme, insustancial, caótica, vacua, vacía, inconsistente, estetizada, alienada y enajenada, que no posee nada más que la esperanza y la ilusión de encontrar una forma, una manera de sustancializarse, identificarse, reconocerse y realizarse  política y socialmente. Según Beauvoir esta teoría de la élite le sirve a la derecha para mantener y perpetuar la hegemonía de su raza, el despotismo y la dominación de su clase por encima de la masa, considerada como un anti-valor, algo despreciable, que se merece su propia suerte y destino.
Otro de los puntos centrales de la estructura y marco conceptual de la obra, es el dualismo y escisión que presenta la aparente y falsa unidad y corpus  homogéneo de la derecha, según Beauvoir, existe una brecha insalvable de incoherencia entre lo sostenido por los ideólogos y pensadores de la derecha, y la acción y actividad en la práctica, en la facticidad empírica de los miembros de la burguesía activa, los primeros defienden los ideales eternos y absolutos y los segundos el artificialismo y el pluralismo, unos niegan la lucha de clases y otros están instaurados conscientemente en ella para luchar por sus intereses, esto, y las teorías de la élite y de la masa,  como la teoría de la ideología, serán el centro de reflexión en que basculará y pivotara toda la exposición y postulados de la obra.  A mi juicio la obra sirve para reivindicar un esquema o bloque marxista materialista clásico, que mantenía la radicalidad de su postulados en torno a la determinación e imposición de la necesidad material y la importancia de eliminar el concepto peyorativo, elitista e irracional de masa, para restituirlo por el de sociedad y condición de clase, ya que el idealismo de la derecha y otros idealismos como el del neomarxismo  dialéctico, de la escuela de Frankfurt lo habían difuminado y embarrado.

Esta obra trata de demostrara el agotamiento, el fracaso, el desgaste, la irracionalidad, y la incoherencia del pensamiento de derechas, la imposibilidad de la burguesía por mantener sus privilegios, su posición y situación ante una conciencia de clase obrera que cada vez, cobra más fuerza y vigor, la burguesía no puede asumir por su pensamiento su actitud práctica en la acción. Aquí es donde las previsiones de Simone de Beauvoir  han errado y se han visto falsadas, ya que las nuevas formas de compra-venta especulativa e intangible, el dinero virtual y la mercantilización, no solo de servicios, mercancías o productos, sino de la misma moral, la intención y las propias ideas, ha fortificado un sistema que parecía caduco pero que hoy, cubierto de tecnicismo, pragmatismo, objetivismo y un extremo fetichismo y desarrollos mecánicos y automatismos, produce una alienación y enajenación consciente y voluntaria, un enemigo invisible, que se mueve por las sombras  y la oscuridad más pesada y tupida que ninguna luz puede difuminar, y por si no fuera poco, la tecnología, la obsesión y alucinación que esta produce, ha hecho desaparecer las líneas, los límites que dividían y distinguen las clases sociales, creando fenómenos y apariencias que nos homogeniza , que nos igualan a la baja y nos precarizan, nos hacen ver la sociedad como la sociedad del espectáculo y nos convierten en dígitos, tuercas y engranajes de una gran macro-máquina de producción, antaño llamada estado-nación, hoy desvirtuada, servida en bandeja al pragmatismo y tecnicismo de una conciencia virtual e inmaterial, pero que concentra todos los monopolios e inteligencias mercantiles.

“El pensamiento político de la derecha”, cobra pues, hoy, una relevancia significativa, que nos hace recordar, que realmente las estructuras burguesas perduran, basadas y fundamentadas en el irracionalismo, lo celestial y el mundo platónico de las formas,  aceptando que toda supresión de la diferencia de clases es puro fenomenismo. Simone de Beauvoir ha sido caricaturizada, zarandeada y vapuleada por parte de la derecha, la izquierda más reaccionaria y hasta el feminismo más cínico, se la ha vendido como una “escritorilla” de panfletos o una segundona al lado de Sartre. Reivindico pues, el resurgimiento de sus tesis y postulados marxistas y existencialistas para entender la situación y contexto de la realidad actual. 


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