lunes, 22 de abril de 2013

La Sexualidad como Dominación (I)



Pretendo alimentar y fecundizar mi crítica de los sistemas de alienación y dominación de las estructuras y mecanismos contemporáneos -aparentemente vacuos, vacíos, benignos y blancos, que se presentan como formas y construcciones sociales, como métodos y procesos pragmáticos y funcionales al servicio de todo individuo y ciudadano, apolíticos y des-ideologizados- a través de las críticas, reflexiones y análisis subversivos del pensamiento "estructuralista" francés, en especial en el énfasis del estudio, rastreo y genealogía (Foucault) de viejos conceptos que hoy se revisten y disfrazan bajo formas sociales "no-políticas", que se materializan en estructuras, instituciones, organismos y cuerpos integrados y armonizados en la sociedad civil, como herramientas e instrumentos técnicos, funcionales y prácticos, disimulando y neutralizando su propósito ideológico, su fundamentación conceptual altamente política, edificadas y constituidas bajo concepciones metafísicas, antropológicas y políticas, de alto calado intelectual, subordinadas a un propósito y criterio determinado.

Así pues, desmitificando, objetando y negando la neutralidad de las distintas administraciones, organismos e instituciones que se articulan y conforman el cuerpo de la sociedad civil, constituyen y configuran el ámbito de lo social como ámbito neutro, meramente mecánico y técnico, ámbito de convivencia y paz, opuesto y confrontado como antagónico al ámbito del conflicto, la lucha, el debate y la polemización en la acción, en el espacio público de aparición, es decir, ámbito de "lo político", afirmo que son altamente ideológicas, teleológicas y finalistas tales estructuras.

Mi crítica, va dirigida  a la articulación de las categorías, estigmas, maniqueísmos y determinaciones de la sexualidad, impuestas hoy, por el poder político estatal y el poder judicial, el capitalismo, el libre mercado y el neo-liberalismo, impuestas antaño por religiones y distintos regímenes políticos arcaicos y caducos, sin relevancia trascendente hoy, en nuestras sociedades.

La distinción entre hombre y mujer, entre masculino y femenino, su categorización, conceptualización y estigma, es debido a una filosofía del género errónea, basado en unos fundamentos filosóficos naturalistas y ontológicos, que configuran una "vida del espíritu" (vida contemplativa, obserbativa, reflexiva y del pensamiento) y una "vita activa" (vida de la acción, moral y política) genéricamente distintas en lo masculino y lo femenino, irreductibles entre sí, determinadas, dadas e innatas, una compartimentación y fragmentación del "ser" que lo divide en dos géneros complementarios, que como producto dan lugar a la vida (valor supremo y argumento ineludible de la necesidad de la distinción genérica) y que ocupan lugar, espacio y funciones distintas y diversas.

Es decir, la mujer o lo femenino, es ontológicamente distinto del hombre o lo masculino, por lo tanto su naturaleza o esencia son distintas, algo que a mi juicio es falso y erróneo, producido por imposiciones y determinaciones de grandes dispositivos y complejos mecanismos de abstracciones conformando un cuerpo y estructura unitaria real, ya sean las religiones por cuestiones de dogmatismo, o el capitalismo por cuestiones de beneficio y negoció.

Empleando tesis existencialistas (base de todo feminismo intelectualmente serio) expresan la fórmula que a mi juicio dirime el debate, lo clarifica y lo ilumina, "la existencia precede a la esencia" por lo tanto, mujer o hombre, no se nace, sino que se hace, es decir, es un ser sin distinción, son "lo mismo", "la misma cosa", genericamente iguales, seres humanos, que se distinguen por sus diferencias fisiológicas, corporales, biológicas o bioquímicas, pero que en absoluto determinan su devenir y acontecer en la existencia, ni su función, ni su sentido o propósito, ni sus fines u objetivos, en tanto que seres racionales poseen las mismas facultades, las mismas capacidades y las mismas posibilidades en potencia de "ser" o "hacer" de si mismos lo que con su libertad, voluntad y conciencia (juicio) quieran.

El "ser", se crea, se construye, se auto-moldea, auto-despliega y auto-desarrolla, de manera autónoma y emancipada de cualquier condición, determinación, esencialismo o naturaleza pre-existencia, incluso corporal y fisiológica-mente somos cuerpos plásticos, múltiples y moldeables a nuestro albedrío, así existen la feromona y testosterona, para masculinizar y afeminar figuras humanas.

Estas posibilidades han ampliado el abanico de la dominación sexual, aceptando las categorías de género, lo masculino y lo femenino son términos "bio-políticos", que se usan al igual que el sexo, para normativizar y normalizar los miembros de una sociedad, en el capitalismo se ha creado una industria del sexo que justo a la de relaidad virtual (videojuegos)  son las más potentes del mercado libre internacional, esta industria se aprovecha del "mal-entendido género" para fecundar con sus productos esa brecha ya casi insalvable a día de hoy, el mundo de lo femenino y el delo masculino, se han creado relaciones, reconocimientos, identidades, mundos y realidades específicos para cada género, que ahondan y profundizan la brecha, la distancia, y la igualdad ontológica entre ambos.

Según un esquema interpretativo "neomarxisra" (escuela de Frankfurt) también podemos ver como se ha mercantilizado, cosificado y capitalizado a la mujer, enajenando la capacidad de juicio colectiva y alienando al resto de ellas en una suerte de producto sexual o animal de compañía, el fetichismo de la mercancía y el producto que ejerce el capital y sus implicaciones psicologistas, con el marketing, frases estereotipadas, lenguajes publicitarios normalizados y cotidianizado, han convertido tanto a la mujer como al hombre en un fetiche y en una "cosa" customizable y estetizable, que pierde su valor inmanente e intrínseco como ser intelectual o racional.










No hay comentarios:

Publicar un comentario