L'ou de la serp (XXVI) El apasionado beso de un leproso
Muchos, aún no entienden mi radical oposición moral, intelectual y estética, al nacionalismo, pero es algo muy sencillo, humanamente comprensible, huyo de eso como del apasionado beso de un leproso.
- El fracaso es el simple motor del progreso nacionalista, nunca nada en Cataluña había progresado tan negativamente y con tanta hambre. Por eso son gente admirable. ¡Han conseguido hacer de la zafiedad y el cinismo una verdadera y contumaz forma de gobierno de profunda emulación social!
- Si el pujolismo llegó a hacer creer que estaban robando por el bien de la gente de Cataluña, también es cierto que Junqueras ha logrado hacernos creer, desde el lado insensible de un hombre sentimental, que su detención y la de su banda, sus lágrimas y su dolor infantil, es la agonía de un país libre. ¡Seguir libres en vuestra república virtual del espíritu y la tierra!
- El cuerpo de lombriz del nacionalismo catalán al ser acompañado por la negra zarpa totalitaria, al decir "nacionalismo totalitario", queda, a la vez que ocultado y protegido bajo esa hipérbole especulativa y mediática, legitimado y justificado como un movimiento político ordinario, tolerable, respetable. Cierto es que en nada excede a un férreo dominio local y parcial de la sociedad, que nada tiene que ver con la dominación absoluta y expansionista del totalitarismo que implicaría e impondría brutalmente cualquiera de sus gestos, operaciones, acciones, lógicas o intenciones policial-criminales. Pero la abrumadora losa de zozobra y vergüenza que pesa sobre los hombros de los que aún conservamos algo de la digna razón y no aceptamos la impunidad de las clases ociosas en el entusiasmado y lúdico saqueo de las arcas públicas, es indescriptible, majestuosamente indecible. El nacionalismo queda exonerado de cualquier crítica a su despótica lógica irracional y étnica pues el predicado que lo acompaña supera con creces el poder devastador de su significación política y su omnicomprensión ideológica; el nacionalismo desnudo, sin predicado, se presenta con la terrible inocencia de lo virginal, con la brutal legitimidad de la víctima. Queda intacto, como intachable opción política de la xenofobia, inmaculada moral de la insania, con una fama y prestigio inigualables que ni siquiera la ley cuando la rompen puede castigar ante alaridos del animal social. Nuestro error: la homologación institucional del modo parasitario de supervivencia del nacionalismo; mientras se entremezcle con ese tipo de poder soberano su gobierno será una prolongación infinita monotematizante y desquiciante.
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