La
hipersensibilidad y la hipertrofia sentimental son dos componentes básicos del campo
de guerra mediático de la socialdemocracia, la herramienta discursiva del capitalismo con
rostro humano, que de lo humano sólo toma su indigna brutalidad; ya se sabe, el
dinero tiene carácter higiénico, sirve para comprar la inocencia de los hijos y
el olvido de los nietos. Sustituyan “criminal” por “socialdemócrata” y “terapia”
por “diálogo”, “discurso”, “interlocución”, ahí lo tienen, el cinismo de la
razón moderna, la cultura competitiva de certamen, la producción del consumidor
(publicidad), la sociedad ociosa, y la agria papilla que nos queda es una sociedad sociópata, la pax Soprana.
Reescrituras:
<< El sentimentalismo del socialdemócrata se revela en compasión por
niños, animales -mundo natural, sistema climático, biosfera – mujeres maltratadas
y violadas, amas de casa, homosexuales de clase media, víctimas del terrorismo,
víctimas de accidentes y cualquier causa social susceptible de producir empatía
y ternura pública con fines de réditos empresariales. El socialdemócrata utiliza la hipermoralización, la bondad
general, el eufemismo, la simpatía, la demagogia, la supresión del conflicto político, para justificar sus actos
abyectos de servilismo y servidumbre a la barbarie económica de explotación capitalista. El
diálogo, y la dialéctica, tienen potencial para los no socialdemócratas. Para la
socilademocrácia se convierte en un instrumento de poder disciplinario, narcótico
y enajenador de férrea dominación social unidimensional, otra operación socialdemócrata. >>
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