Pablo Iglesias es un buen parlamentario. Sólido orador, aceptable analista, tímido arrogante. Aunque su prosa sea la cipotuda, para él y los suyos escribir es un evidente y humillante exceso, ¡malditos tumores los de sus textos!, entiendo su mala letra, la mala sangre, frente a la derecha. Dice lo que hay que decir. Es necesario, pero aún falta mucho, no es suficiente. Una construcción firme y segura de la izquierda, realista, no puede permitirse superlativos coqueteos con el nacionalismo, sea cual sea su fuerza y grado, sea cual sea su poder territorial. La mentira no es admisible bajo ninguna de sus múltiples formas, hay que resistir y oponerse, pues "la primera de todas las fuerzas que dirige el mundo es la mentira", dice Revel. ¡Y qué mundo! ¡Cuánta su fuerza! La política es lo contrario al mito, sólo cabe un camino, su inexorable destrucción. Al margen de eso, sus logros, aunque escuálidos, son importantes: clavar el recuerdo del pasado en las paredes del Congreso, tejerlo en grandes alfombras y tapices; escribirlo por fin con letras de plata, imperecederas y relucientes, en la frente de esos leones negros. Pero cabe atender a la reflexión, Adorno, en su Crítica de la cultura y la sociedad II, advierte sobre elaborar el pasado:
<< Su formulación se ha vuelto muy sospechosa en los últimos años como eslogan [piensen en los nacionalistas, añado]. De acuerdo con esta manera de hablar, "elaborar el pasado" no significa abordar con seriedad lo pasado, romper su hechizo mediante una consciencia clara, sino poner punto final y borrar el pasado del recuerdo. El gesto de olvidar y perdonar todo, que le correspondería a quien haya sufrido la injusticia, lo practican los partidarios de quienes la cometieron. En una conversación científica escribí: en casa del verdugo conviene no mencionar la soga, pues de lo contrario habrá resentimiento. [...] La gente quiere librarse del pasado: con razón, pues bajo su sombra no se puede vivir y el horror no se acabará nunca si a la culpa y la violencia se le responde una y otra vez con culpa y violencia. Sin razón, pues el pasado del que la gente quiere huir todavía esta muy vivo. >>
Que atiendan a estas palabras los verdes y gordos sapos de la charca nacionalista, viscosos ellos (todos los nacionalismos). Lo de Iglesias, a pesar de todo, bien está.
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