No suelo prodigarme por las gargantas sociales ni por las escupideras de la moral colectiva en busca de esa compañía digital que sustituya la segura y cálida compañía analógica; de la misma manera que no sacio mis instintos íntimos con animales domésticos, cuando el roce de la piel humana falla o se marchita. Es evidente, que no busco hacer amigos en la red, ni mucho menos mantenerlos en esa nube virtual suspendida como en una atemporalidad acuática, balsámica, que da a todo movimiento un aire de trascendencia vital excesivo. No pierdo demasiado tiempo en ello aunque vagamente paseo la mirada a vuelo de pájaro por las pequeñas curiosidades que uno puede encontrarse en tan extraños lugares. Así, el otro día, moviéndome por los inverosímiles y plurales senderos de Facebook, encontré, una vez más, oculta en el muro de un particular (se jactaba el propietario en recordar; y que como todos sabemos es más un balcón abierto al mundo infinito que una habitación cerrada al mundo finito del adolescente pre-sexual), una tribu social basada en el mito y la ficción. Sus individuos eran tan religiosos como los nacionalistas, sólo que esta vez eran un grupo mucho más convencido de su racionalidad, integrista, y sus principios, fundamentalistas. No, no eran musulmanes, eran españoles, y sí, también eso tan básico y rudimentario, hecho a lo ibérico y cocido "a lo clase media": minarquistas, ultraliberales, neoliberales, u objetivistas, según coqueterías terminológicas; como las señoras. El caso es que vi unas noticias, pura propaganda, absurdas, ridículas e insultantes para el buen gusto y la decencia. Lo comenté, y efectivamente la incontinencia produjo sus efectos en forma de respuestas entusiastas. Aquí, fragmentos sueltos de la polémica:
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Sergi Edo LausínfotoLibre Mercado
Sería interesante que algún día, a los niños liberales que no hacéis más que repetir las ideas, latas vacías, de vuestros "autores", como si fuerais curas impartiendo dogma, se os ocurriera alguna idea más elevada que vuestra mitología pegajosa y apelmazada. Repetir a Rand, Nozick, Hayek, o al inefable Friedman (ese mandarín estúpido), con la incpacidad crítica que mostráis, sólo está a la altura de la mala sangre o la ignorancia de vuestra burda y chata propaganda. Sería un debate interesante si dominara la razón y no los mitologemas refritos de un "liberalismo" (o minarquismo) seco y amortizado... Lo mismo sucede con algunos posmodernos de izquierdas: repetir lo cosmético y quedarse en la espuma de las cosas, siempre es más fácil que pensar.
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Jose García De Las Bayonas Martínez XD Palomitas inside.
La gente ya no recuerda que en Europa tuvieron que existir las grandes colonias industriales para que el país que vivía en la más pura subsistencia pudiera tirar adelante. Comprar bienes y poder generar servicios.
No se puede pasar de tener una dictadura comunista a tener el nivel de vida de la City de Londres en 3 dias, por dios bendito...
La gente ya no recuerda que en Europa tuvieron que existir las grandes colonias industriales para que el país que vivía en la más pura subsistencia pudiera tirar adelante. Comprar bienes y poder generar servicios.
No se puede pasar de tener una dictadura comunista a tener el nivel de vida de la City de Londres en 3 dias, por dios bendito...
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Adrià Núñez Pradas La gente sigue sin entender que la legislación laboral solo sirve par crear paro y eliminar competencia...
Adrià Núñez Pradas Si se "protegiese" al trabajador ahí cono al de aquí, poniéndole sueldo mínimo de aquí, nadie montaría fabricas y todo lo hariamos nosotros.
Sabéis la ruina para camboya que seria eso???
Sabéis la ruina para camboya que seria eso???
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Ese tipo de ideología escatológica y su adherida naturaleza tautológica no sólo configuran categorías políticas sino también psicológicas. Lo psicológico ahora ya es político, como solía recordar Marcuse. El caso es que el "neoliberalismo" u objetivismo, como toda ideología orgánica y masiva, no sólo demarca unas ideas y principios políticos, sino que determina un carácter, una forma de vivir y estar en el mundo, una moral, una estética (un gusto, goce o belleza determinada), una erótica (o su contrario) e incluso, en ocasiones, hasta una "ciencia"; siempre que los individuos, planos como una plancha de acero, asuman crudo todo su contenido, sin un chispazo de crítica. Obedecen a un imperativo ideológico en su tarea de aprehender el mundo, que les impide ordenarlo y distanciarse de la inmediatez alienadora de su tiempo. Condenándolos a la dinámica mítica: el relato circular y fundacional, que persigue la autenticidad (no la comprensión) y el reconocimiento de una justicia poética o divina, secularizada (la justicia blanco sintético es la mayor de las injusticias), cuyo objetico es otorgar un sentido y una finalidad (redentora), no sólo a la política, que no lo tiene, sino al carácter y la personalidad. Que pasará a estar, a partir de ahora, vinculado a un Destino y un futuro hipotecado y emplazado; encarcelado, como en las jaulas religiosas e identitarias, de aquellos individuos que se enrolan a "la causa" que dicte el imperativo ideológico, cual marinos mercantes; seguros de su propósito en la vida marítima.
Ese carácter gregario y paradójicamente colectivizado por ese culto e idolatría desmedida que profesan en la tautoligía política, les conduce a conformar una degradante comunidad intelectual que repite las lecturas y las ideas de la adolescencia liberal a un ritmo continuado y homogeneo de copia y repetición frenéticos. Repiten el mito del "hombre libre" descontextualizado, especulativo, abstracto, celestial, y liberado de determinaciones materiales, heteronomías y discontinuidades que la realidad, compleja y vidriosa, impone con una tozudez que suprime los juegos y caprichos adolescentes. Que como todo niño, al fin y al cavo, pretende que el mundo se adecue a sus deseos y voluntad, de un modo simple y llano, liso y trasparente, para que el mundo, su mundo, pueda ser explicado con la facilidad y sencillez que caracteriza sus sueños; las veces, simplemente delirios. Esos colectivos liberales hijos de Rand, la vieja y amortizada Rand, son equiparables a otros cultos y sectas cuya morfología y función se asimila a la religiosa. Un ejemplo: los amigos, familiares y trepadores profesionales que llenan las filas de la escuela del materialismo filosófico, la cuadrilla Bueno, tan próxima al partido comunista y a la iglesia católica, tan mimados y cuidados por todos los partidos y las instituciones del estado, que desde luego hace sospechar. Esa pequeña secta de subvencionados y repelentes intelctuales abrumadoramente pedantes y anacrónicos, son clónicos individuos que repiten no sólo el discurso, el método, su jerga de autenticidad, sus problemáticas y alaban a su mentor, Gustavo Bueno, sino que incluso imitan sus gestos, sus facciones, sus movimientos, mimetizan su forma de relacionarse con las cosas, con los hombres, la forma de hablar, su acento, su tono y hasta secuestran su voz. Demostrando, la incapacidad de pensamiento crítico, y la imposibilidad de reflexionar sin barandillas, o como decía Arendt: recibimos "una herencia sin testamento".
De la misma forma, los minarquistas, se integran y se asimilan a esas figuras personales, míticas, ficcionales y oníricas, repitiendo lenguajes esteriotipados y tautológicos, que crean autores como Ayn Rand. Escritora de cierta valía literaria y ensayística, pero que el intento de repetir su discurso y sus ideas, absolutamente y sin fisuras, convierte su rutilante estela, y la de los suyos, en neurosis e histerias obsesivas (que también somatizan), alejadas de la política, y del pensamiento y las ideas. Su ideología apelmazada y pegajosa, los asimila a grupos religiosos que sustituyen la reflexión por el culto y la adoración. Véase el texto de Benjamin: El Capitalismo como religión, y sus comentarios y glosas. Para terminar, sólo se me ocurre , para definirlos, aquello de Romanones cuando se percató del tipo de merluzos y rodaballos hervidos que ocupaban los asientos de la RAE, y sus exóticos métodos de admisión. El tipo espetó: ¡Vaya tropa!