viernes, 19 de febrero de 2016

Las tetas de Rita



Sólo las tetas revoltosas y televisivas de Sabrina, el tímido pecho voluminoso pero político, tiernista, de Susana Estrada, o los girasoles al aire, despreocupados y risueños, de Marisol, habían dado tanto que hablar en la soporífera y burocrática democracia española. Ahora ya madura, la democracia y la prensa socialdemócrata, tan pacatas y virginales como en su dura adolescencia, han convertido en su atracción principal, las pequeñas tetas, como peras,  juveniles y adecuadamente recubiertas por un débil sujetador negro, de las niñas que se distraen y entretienen con la política municipal. No sólo eso, sino que son tema judicial y moral. Sometidas a procesos penales y no a la admiración de tipo escultórico que se merecen, las tetas, los pechos para progres, el torso (torsión) para feministas, de la concejala podemita, Rita Maestre, esa chica con mirada distraída y rictus mortuorio, aunque cuerpo delicado, delgado y apetecible, han constituido un delito contra la sensibilidad religiosa. O algo así, que sólo contemplan los curas y las fregonas que degradan la condición de la política. Un espectáculo, chato y casto, para las charcas mediáticas que enjuician moralmente a través de la maquinaria del lodo, la acción de una joven que tenía 22 años cuando observó, con la agudeza que sólo despierta la universidad y la pertenencia a un grupo femenino de espuma sexual, que el mejor modo de protesta es la provocación, frígida y vacía, hacia los acomplejados. Cuya mayor dificultad y originalidad consistía en un simple y limpio gesto cotidiano: levantarse la camiseta en plena solana primero, y en plena sombra sacerdotal después, con el desdén despreocupado de la juventud. La chica, la muchachita entonces, la concejala ahora, la única Rita que es visible para los focos y cámaras, y los periódicos de la derecha, ha declarado recientemente ante un tribunal de (in)justicia. Imbuida por ese temor y ese retraimiento que muestra el claro arrepentimiento cristiano en la carne, sus actos, dicen, ofendían la sensibilidad religiosa y la creencia mitológica de muchos. La pobre chica por estrategia procesal se ha mostrado inocente, cándida e inconsciente; se ha visto obligada a pedir perdón por la inexistente ofensa (o delito moral), y se ha acobardado ante los tentáculos de unas instituciones, que, justificadamente, merecen el descrédito y el desprecio de todo individuo que se precie autónomo e inteligente.

Resulta paradójico que exista un tipo penal, en un Estado supuestamente emancipado de la Iglesia, para defender el Mito y la superstición, la superchería mística; resulta llamativo, por no decir insultante, que por levantarse la camiseta en una capilla universitaria, ¡en una universidad pública!, le puedan condenar a uno con penas de prisión. Al menos, eso pide la Fiscalía, una Fiscalía, recordemos, que casi se suicida antes de presentarse como acusación particular contra la borbona menor. Un país en el que la prensa conservadora y ¡la socialdemócrata! llegan a acusar a alguien de blasfemia o sacrilegio, como también sucedió con la poetisa (?¿) menopáusica de Barcelona, demuestran, una vez más, que aquel ateísmo, materialismo, de Marx en La cuestión judía (1844), no es ni mucho menos una exageración ideológica, sino más bien una tesis confirmada y reafirmada por la historia; una necesidad apremiante de emancipación institucional y civil a través del calumniado ateísmo. Menospreciado incluso, por los agnósticos, que sorprendentemente, igual que el PSOE, terceristas de primera, parecen estar más cerca de los reaccionarios que de los liberales, o los marxistas. No basta con un Estado "emancipado" de la Iglesia, que evidentemente no existe de modo sustancial, sólo en apariencia; sino que es necesaria una "emancipación" de los individuos hacia las supercherías, para que la alienación del opio popular, no lleve a cabo sus efectos reificadores y de enajenación colectiva. Lo grave no radica en que una muchacha joven y apetecible muestre su cuerpo desnudo en una capilla, chiquillada que la burocracia limpia y pule con sobrada eficacia; sino que en las escuelas, según la nueva ley (LOMCE) puedan existir contenidos católicos, curriculares y evaluables en el sistema educativo. Es decir, que las creencias de los jóvenes sean administradas y supervisadas, las estupideces sean domesticadas y aceptadas, que la superstición y la mentira sean medida ejemplar para determinar el conocimiento de un niño, o adolescente, y determinar a su vez, su futuro escolar, académico, o peor, sencillamente intelectual. Un estudio de la historia y la filosofía de las religiones, implica suponer una superación del catecismo, del dogma católico como verdad absoluta, del pensamiento trascendente, y de la moralidad represora, que en su crudeza, esto es, sin reflexión filosófica o crítica, esta asignatura implica. La necesidad apremiante de negar la existencia de Dios en sus formas ontológicas, y teológicas, que no políticas, es la condición necesaria para un estudio racional y crítico de la religión en un sistema educativo liberado. De lo contrario, su estudio se convierte en un juego de metonimias y sinécdoques performativas en favor de la religión cruda y su juego de ocultación y alienación (manipulación). Dios podrá existir de la misma manera que existe el Poder, o existe la marca MAPFRE, pero no como un Dios óntico, personal, con barbas y voluntad, no como algo real por sí mismo. Aquello de los curas en las escuelas, parece más inofensivo a ojos de los socialdemócratas (se da por supuesto en los conservadores) y sus hijos agnósticos, que un simple desparrame de carne fresca en una "institución sagrada", que además de eso, es un centro de dominación económica, y un régimen político disciplinario.

Los medios de comunicación, prefieren, en fin, un bochornosos ruedo de juicios morales reaccionarios, impertinentes y zafios, contra el cuerpo y su uso frívolo y provocativo, cosa, parece les molesta mucho; que un debate serio sobre el ateísmo necesario en una cultura pública de la decencia, una educación verdaderamente ilustrada (libre de cualquier tipo de teología, incluso teología política y económica) y liberal (en el sentido de Strauss), que si no llega a emancipar, sí libere al hombre del delirio, el sueño, la promesa y el miedo del mito y la mentira. El océano mediático ha preferido encender la máquina del barro, y convertir pequeñas anécdotas privadas, domésticas y cosméticas, en ficticias categorías políticas, que como toda adulteración, excitan las pieles y los ánimos de los más vacíos de espíritu. Los periódicos atacan y condenan a los podemitas, por su ausencia de talento, por su frivolidad y superficialidad, por sus agresiones al gusto y a la inteligencia, y lo convierten en juicios políticos escatológicos, cuando en realidad, no son más que agresiones estéticas e intelectuales, que la libertad de expresión y la democracia adulta, deberían amparar y tolerar. Por muy estúpidas que parezcan, son bisutería estética, no problemas éticos de calado. Los medios en su manipulación actúan, absolviendo o relativizando los graves problemas estructurales que una política emancipadora encuentra hoy en nuestro país, la religión y su influencia política, de clérigos que prefieren las tetas. Dejando así de lado, el ateísmo necesario en un Estado y en sus individuos, y una prensa, liberada del Mito.

PD: Sería interesante reflexionar además sobre la contradicción, o la hipocresía, que encierran esas friendly feministas que necesitan enseñar y exhibir su cuerpo desnudo y sexualizado para reivindicar sus propuesta políticas. Cuesta diferenciarlas sensualmente de esos cuerpos dulces y suculentos, excesivos a veces, de las modelos anunciando la potencia viril de automóviles y otros productos que relacionamos con líneas eróticas y sublimaciones, cuando no gratificaciones, sexuales, en la conciencia colectiva. Curioso, esto del feminismo administrado: por un lado denuncian el uso económico y cosificado del cuerpo, y por otro, son ellas en su activismo las que objetualizan sus propios cuerpos con fines igualmente mediáticos...



 





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