domingo, 14 de junio de 2015

El Manuelato y el "típex" ideológico


La Buena Nueva de la política municipal, los apologetas del municipalismo están de verbena estos días, ha llegado por fin a las denostadas alcaldías para liberarlas del esclavismo de la vieja política. Se repartieron todos los nuevos partidos "cool" y las distintas mixturas sociales de abajo, de "acá", "del cerca" y del más allá, como si de una tarta autonómica se tratara, los feudos de poder territorial y los bastones de mando de las antiguas estructuras. El procedimiento gris sería el normal en cualquier democracia administrada homologable a la mansa comunidad liberal, si no fuera por la particularidad distintiva de los feriantes y matarifes civiles; gente del colorín. La explotación del símbolo y de la metáfora inundaron sin diques de contención estética la totalidad del espacio público, al menos, el publicitado, quiero decir: el televisado. Las parábolas y analogías para describir lo que significaba o lo que era aquello, término de profundidad teológica inasible, respiraban por lo de la estetización de la política de Benjamin. Unas formas y figuras chirigotescas que se me hacían muy símiles a las del nacionalismo de poético (patético) relato, de corte romántica, en su versión catalana 2.0.  

 La algarabía era propia del fin de una dictadura, claro, era el fin del régimen del 78 ¡el Mito! que tanto (los) nos ha oprimido, la gran estafa; y el inicio de la política del tuteo, el "basta de usted" en Madrit, de la rungente sencilla en Barcelona, de la sociedad de progreso en Valencia, de la "felicidad" gaditana, del "besuqueico" en Zaragoza, y el pleno a la gallega en La Coruña. Sobre el régimen del 78 ( véase el artículo sobre Torcuato Fernández-Miranda de Arcadi Espada. ) piensen en el despotismo, que sólo otorga el entusiasmo guindado, con el que despachan los podemitas tal ejercicio de ingeniería política, con deficiencias como todo mecanismo, pero que ha demostrado ser operativo en todos los terrenos. Pues las "libertaés" que dicen que Carmena, la Tierna comentan, trajo desde su activismo y militancia, no hubiesen sido posibles sin la gran política de los padres del 78 que tanto odian, como dice el árido Espada. Si pasar de una dictadura de facto, a una democracia plena, aunque de irresponsable demos y excesiva cracia, no es una diferencia sustancial, no comprendo el empeño esquizo-ideológico de los "nuevos" por democratizar todo; me da la sensación que no comprenden que la democracia no va de buenos o malos, sino de menos o más. Ese mundo de TFM podrá parecernos de color sepia, apolillado o demasiado castizo, pero no puede transfigurarse en Mito con la dosis de vacío irracional y efecto virtual al que pretenden reducir un cambio empírico de una cierta densidad material y resultados tangibles. El mero hecho, y no opinión, de la existencia de un parlamento discursivo hábil, un mecanismo de elección de gobiernos, una constitución que proteja las libertades civiles y políticas, un pluralismo socialdemócrata casi orgánico etc. No me parecen detalles menores o pies de página eludibles. Más al contrario, me parecen una descripción exacta, que merecerá el valor que se quiera, de un sistema político funcional. Podrá parecernos, como le parece a Quintano (ABC), que el entretenimiento y la distracción es parte esencial (el motor) de la socialdemocracia, o que realmente la democracia ( al estilo Hamilton) es sustituida por una partitocracia (democrática a lo sumo) endémica en España. Pero lo esencial, es que ninguna de nuestras aventuradas o gallardas opiniones debería  contradecir  la taxonomía evidente de los hechos: que se pasó de una dictadura represiva a una democracia liberal. 

El paso del Botellazo al Manuelazo en Madrí, no sólo comporta un cambio rutinario de gobierno, sino un cambio de concepción de la política, un cambio de régimen, con todo el tufo fascista del término, en el que dejamos atrás la casta de fachas que son sociológicamente la continuación del franquismo por otras vías. No del conservadurismo, sino de un régimen tiránico; y damos lugar al gobierno de la gente, es decir, aquella que conoce el significado vivo y virtuoso de la igualdad, la libertad y la solidaridad por ciencia infusa, mucho mejor que el tecnicismo de la propia ley de la tradición, consensuada y acordada. Ese es el sonajeado discurso de la desconexión de los políticos con el pueblo ¡corte de fascistas! que usan los podemitas, y en el que viene implícito el olvido de todos esos ideales. Ellos, defensores del derecho al olvido (el de ETA), reivindican el recordatorio de las funciones y virtudes públicas de una ilustración que es cuestionable en su realización, no sólo en nuestro 78, sino en su origen francés. La hipertrofia a la que esta sometida su gente y su realidad, no puede conducir más que a ese desairado populismo y desmedido típex ideológico. La Tierna, dejó claro en su discurso sus prioridades tautológicas de la nueva política, representada en el abandono sistemático y adolescente, de los bastones de mando, que simboliza lo que Ribó (Valencia) expresó muy bien en lenguaje natural, es decir, político, tan extraño en los podemitas: "un govern sense autoritat ni obediència". Es decir, sin bastón, o con bastón soft. Un alegato contra autoridad, tan infantil como ingenuo, tan gratuito y facilón como insensato; sólo digno de ideologías para y por la gente. En definitiva, acostumbrémonos a que a partir de ahora, tras el Manuelato, los términos de la política ya no serán ilustrados; como ellos pretendían, si es que alguna vez lo han sido. Sino biparticiones tan torcidas y sesgadas como: chavistas o imperialistas, fachas o progressitas, de la gente o de la casta, demócratas o setenta-y-ochistas; un marco tan estrecho y sofocante, asfixiante, como el del nacionalismo en Cataluña. Eso sí, todo ello, se hará sin un usted, sin un mercado, sin datos macro-económicos, sin FMI, sin Europa, y a este paso quizá se haga hasta sin gente... 
















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