El
mundo es visto por el sentido común[1],
como una multitud de cosas determinadas y demarcadas unas con otras,
relacionadas positivamente entre sí. Cada cosa es una entidad delimitada y
distinta de las otras, aislada, fija y estática. Las determinaciones de las
cosas (y del individuo) se "excluyen" unas a otras como si fuesen
átomos o mónadas. Una cosa no es otra, y nunca puede convertirse en la otra.
Hegel llama "finita" a la unidad así aislada y determinada. El entendimiento
(sentido común) pues, concibe un mundo de entidades finitas, gobernado por el
principio de identidad y oposición: "cada
cosa es idéntica a sí misma y no a otra cosa" y en virtud de su
identidad es "opuesta" a todas las demás cosas. Puede relacionarse y
articularse, combinarse y vincularse con ellas de muchas maneras y formas, pero
jamás pierde su propia identidad y nunca consiste en otra cosa que en sí misma.
Cuando el día se convierte en noche, un existente "aquí y ahora" deja de ser "aquí y ahora" y otra cosa toma su lugar. Rojo y azul,
niño y adulto, ser y nada, noche y día, parecen "opuestos
irreconciliables".
Las operaciones del entendimiento dividen así el mundo
en innumerables polaridades, en antagonismos aparentemente irreconciliables,
que Hegel considerará propios de la reflexión aislada, consustancial al
proceder del entendimiento. La razón por el contrario, se dispone hacia el
pensamiento especulativo y al conocimiento dialéctico (motor del progreso y
proceso de movimiento del sistema del saber), propios de la pretensión y la
necesidad de configurar un sistema de saber. La razón se inclina por la
pretensión sistémica, es decir, movida por la necesidad de "restaurar la
totalidad" de un pensamiento que englobe la totalidad de lo existente, no
como entidades aisladas y fijas, sólidas y en positivo. Sino como resultado y
movimiento, proceso dinámico de las cosas con un carácter negativo y el
conjunto de sus relaciones y potencialidades, esto es, superando la alteridad
de "lo otro", de lo que no es una cosa, su "otredad" que es su carácter negativo, que es el
principio y preludio necesario para aprehender su realidad, la realidad de las
cosas, la verdad esencial, y no meras apariencias accidentales de los
existentes particulares.
La
aceptación de la realidad tal como aparece es propia del entendimiento y del
sentido común, un acto de indiferencia y ficticia seguridad cognitiva, que pasa
por alto las relaciones sintéticas de superación y puente entre la brecha de la
alteridad y la diferencia de las cosas idénticas, en que cada cosa es ella
misma y no otra; es "esto"
y no "aquello". La razón es
pues la constancia, de que no hay una identidad inmediata entre existencia y
esencia[2],
y por lo tanto su identidad y superación de la oposición entre cosas, solo
puede resultar de los esfuerzos de la razón para crearla. Entendido como un "devenir", un "resultado" en proceso y
movimiento que solo puede ser pensado desde el absoluto, y por lo tanto desde
un marco conceptual que lo pueda integrar, esto es, el concepto de sistema. Un
saber absolutamente "cierto[3]"
implica la intervención de un sistema como una "totalidad" de
relaciones dinámicas y antagónicas del ser
de las cosas. La razón y el pensamiento dialéctico (motor del sistema) es la
invalidación de las oposiciones fijas y estáticas creadas por el sentido común.
Así pues, la creación de un sistema es algo dinámico, totalizador, dialéctico,
en movimiento, y que no incluye solo las determinaciones de las cosas, su
definición positiva en partes y cualidades, sino que requiere la totalidad de
relaciones y potencialidades que configuran el carácter negativo de las cosas;
condición necesaria y de posibilidad para pensar el absoluto.
El proceso de la
unificación de los opuestos (dialéctica) afecta a toda la realidad y solo
termina cuando la razón ha organizado "el
todo" de modo que cada parte existe solo en relación con el todo, y
cada entidad individual tiene sentido y significación sólo en relación con la
totalidad. De ahí, el concepto de sistema, como conclusión y clausura de un proceso
y procedimiento totalizador, y por lo tanto, de sentido y con aspiración a lo
absoluto. Esta realidad última donde se resuelven los antagonismos, los
contrarios y opuestos que parecían irreductibles para el entendimiento, son los
que se superan en aras del "absoluto", que solo puede describirse
negativamente. El absoluto niega la realidad aparente y accidental de los
existentes concretos y contingentes, abriendo así el camino a operaciones
sistémicas y dialécticas de la razón, que consigue superar la oposición y
diferencia entre las identidades de las cosas.
La
noción de sistema en el idealismo alemán, pero más concretamente en Hegel,
significa, la unidad de pensamiento y ser,
de sujeto y objeto, rechazando así la
idea kantiana de que existen cosas en sí
más allá de los fenómenos, y dejaba estas cosas fuera del alcance de la razón
humana. La noción de sistema, pretende sortear y superar mediante el
establecimiento de una estructura universal para todo "el ser", en que una cosa comprenda y capte los distintos
modos de su existencia, así la noción de sistema en Hegel comienza con los
conceptos que captan la realidad como una multitud de cosas objetivas, simples
"entes" carentes de toda subjetividad, que deben ser comprendidos
según su verdadera sustancialidad, esto es, desde su subjetividad y negatividad,
puesto que la cosa finita tiene como esencia esta "inquietud
absoluta" este empeño de "no ser lo que es". La negatividad de
las cosas, es su potencialidad, principio del sistema, que comienza cuando los
entes se convierten en sujetos, su puesto extremo de potencialidad, que es la
negatividad que lo define por lo que no son
en privación; no por sus cualidades o lo que son en positivo. La dialéctica es
la superación sucesiva de esta negatividad propia de las cosas, y es a su vez,
el motor de la noción de sistema, y en tanto que tal, tendencia necesaria a lo
absoluto, el saber cierto, puesto que es la totalidad, e proceso cerrado de lo
existente, y por lo tanto la verdad.
En
un mundo donde las cosas están hechas de relaciones contradictorias y de
alteridad, un particular solo puede revelarse pasando por su opuesto, solo
puede superarse por su negación, y su síntesis e integración en algo superior y
más verdadero, integrado en un "algo sistémico[4]".
Una cosa no es la suma de sus partes o cualidades, como es una suerte de
definición positiva, sino que el conjunto de condiciones y determinaciones de
una mesa, es la negación de la "mesa-como-tal", cuya estructura
formal es "A es B[5]"
y por lo tanto "No-A". El propio ser es la diferencia respecto a sí
mismo, existe una "otredad", una negación, que es la potencialidad
no efectiva y realizada de la cosa, puesto que no se presenta lo particular
como un absoluto, sino que este, es el conjunto de relaciones de negación (lo
que no es, sus posibilidades o
privaciones) de la cosa misma. Las cosas tienen que ser entendidas en relación a
otras cosas, de manera que su infinitud de relaciones se convierte en la
esencia de las cosas. Tal universalidad e inclusión de la totalidad de las
relaciones; solo puede ser comprendida como "una relación de pensamiento
dialéctico" esto es, como desarrollo de un sujeto auto-comprensivo.
Para
finalizar expondré ciertas complicaciones ontológicas al concebir un sistema
que incluya la diferencia y la alteridad con la unidad y la universalidad. En
cierto modo, el problema en pensar o concebir, el fundamento del
"sistema", y del pensamiento de la totalidad, del "todo está relacionado y vinculado con
todo", es la imposibilidad de pensar la diferencia absoluta, la total
contraposición o superposición tanto entre distintos, como entre objeto y
sujeto: la imposibilidad radical de pensar la identidad como lo contrario a sí
mismo, y asimilar inclusivamente identidad y diferencia como un todo absoluto,
me parece que no conserva la renuncia, la repulsión y la violencia
consustancial a lo distinto[6]
que en el mundo de lo corruptible, lo contingente y artificial de lo político
se ve de una manera fáctica y sin una abstracción o especulación tal que pierda
pie con la realidad más inmanente.
Tal como decía Platón en el Parménides a propósito de cómo podía ser
conocida la "idea"[7],
pues si era eterna y absoluta, si entraba dentro de un sistema de
determinaciones como es la relación (sea negativa) con el conocimiento, deja de
ser tan absoluta, puesto que se ha clasificado, se ha inscrito como una cosa
particular mas, dentro de un universal, como aquello concreto conocido. A mi
juicio, Hegel con la idea de sistema y la pretensión de pensar la totalidad al
vincular la "diferencia" a la "identidad" e instalar el
modo de pensarla negativamente, conlleva a una imposibilidad de pensarla en su
verdadera forma absoluta, es trasladar el modelo de la relación lingüística a
la relación ontológica, al modo de ser de las cosas. Que la mediación
lingüística sea necesaria e irremediable y permita gran cantidad de paradojas o
plasticidades conceptuales, no significa que sea también una propiedad de las
cosas. Pensar las cosas negativamente no puede constituir ninguna categoría
universal concreta, por lo tanto no puede pensarse. Repito pues, que podamos
relacionar los términos y los conceptos de múltiples maneras y formas, con
contradicciones, saturaciones y demás (...) no significa que las "cosas" (los entes) se rijan
por el mismo principio, aunque no podamos pensar fuera de esta plasticidad y
virtualidad del lenguaje.
[1]
Hegel dará un sentido distinto al que daba Kant a entendimiento y razón. El
sentido común pertenece al entendimiento como una reflexión aislada, frente a
la razón, propia del pensamiento especulativo y del conocimiento dialéctico.
Dicha distinción cobra coherencia según avance la exposición del texto, y es
extraída de la interpretación de Herbert Marcuse sobre Hegel, en unas
observaciones sobre su primer sistema filosófico.
[2]
Problema atávico desde la escolástica y los planteamientos nominalistas,
tomistas y agustinianos.
[3]
Con esta idea tenemos el problema de la carga conceptual de la tradición
cartesiana, que pensaba en ideas claras y distintas y en la distinción
demarcada y clara entre sujeto y objeto mediatizada no por una relación
negativa sino positiva de percepción. Entendemos pues, la certeza de un sistema
idealista, en especial el hegeliano, desde una perspectiva configuradora y
constituyente, derivada de la síntesis y superación de la distinción sujeto y
objeto.
[4]
Algo sistémico, entendido como multitud de todas las cosas y relaciones de "otredad", y por lo tanto su
universalidad e inclusión es la totalidad.
[5]
como podría corresponder a: "la mesa
es marrón", "la mesa es (...)"
[6]
En política, en el mundo de lo corruptible y contingente, la diferencia es la
negación como supresión y eliminación del otro, no sólo la privación o falta de
reconocimiento, sino que es la supresión de su derecho a existir; así pues
entiendo la negación como una contraposición irreconciliable y como pura alteridad (otro)
[7]
Aquí sería el absoluto, la totalidad o la pretensión de sistema etc.
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