martes, 29 de octubre de 2013

Programa político gadameriano



No pretendo sentar cátedra, o dar doctrinaria-mente, grandes respuestas y soluciones a los grandes problemas y desafíos políticos más inminentes, inmediatos y primordiales de nuestra era. Pero sí me gustaría rescatar, no desde un plan de soluciones generales de humanismo universal, las grandes contribuciones de racionalidad, libertad y conciencia emancipada y emancipadora que la tradición nos proporciona.

Por eso postulo, lo que he llamado: "el programa político gadameriano", que como el mismo autor expone en los fundamentos filosfóficos del siglo XX, consiste en una actualización de la tradición del pensamiento griego, y las reflexiones y dimensiones políticas que nos transmitieron, que a mi juicio, son verdades contundentes, y apoyan los principios sostenidos por mi, en otros artículos y escritos. Esto es, la recuperación de la pregunta por la autoconciencia, la máxima del: "conócete a ti mismo", y la aportación de la conciencia y dimensión ético-politica, en el sentido de racionalidad que constantemente esta renovando y fundando estructuras y discursos políticos, evitando el olvido, espejismo y el "fenomenismo" de lo político, esto es, del poder y la dominación. Un recordar constante de la palabra y la acción como constituyente y edificación de la realidad de la Polís.

Otros dos puntos esenciales de la política gadameriana, son la revitalización de Kant y Hegel, el primero en la aportación del pensamiento como "ontologización del presente" como diría Foucault. Es decir, dotarnos de un propio sentido, pensar la actualidad bajo el imperativo de la constante revisión del presente, y la pretensión de configurar una sociedad que entre en una "mayoría de edad". Y rescatar la crítica de Hegel a la conciencia subjetiva, hay un más allá de la subjetividad y la opinión, un pensar de lo absoluto desde la razón que puede llegar al auto-conocimiento. Probablemente, no hay que tomar al pie da la letra la teoría hegeliana, pero sí andar por las sendas que su pensamiento abrió, entendiendo que hay que abandonar los discursos científico-técnicos performativos, para pensar la realidad socio-política, y fortalecer la filosofía como "episteme" y la razón auto-suficiente y autónoma, capaz de conocer la realidad humana.

Toda esta demanda, de rescatar la racionalidad humanista, el fortalecimiento de la filosofía como pensamiento critico-reflexivo sobre cualquier objeto, y como conocimiento y saber específico propio del hombre, viene a colación de la desaparición de las humanidades, en especial de la filosofía de los planes educativos nacionales, de la "conciencia épocal"  de la tecnificación y la hegemonía de la ciencia que amenaza la conciencia del hombre, imponiendo discursos imperativos de normalización y regulación social, imperativos socio-políticos regidos por la economía creciente y sistema productivo, el intervencionismo de la burocracia en la privacidad e individualidad, la organización y opresión jurídica y legislativa que regula nuestras vidas, y un sin fin, de producciones de discursos imperantes a los que estamos subordinados y alienados.

Esta descripción del problema de nuestra época, es de sabidas conocida, pero los mensajes que constituyen nuestro tiempo, y que detecto a través da la actualidad informativa, la tendencia e intenciones del gobierno, de las empresas y los grandes núcleos estructurales de poder oculto (estructuras y tecnologías de la subjetividad varias, desde; instituciones burocráticas, tribunales, escuelas, hasta gimnasios y estructuras de ocio), tienden a una postura claramente intervencionista de la vida, desde una pasividad e inconsciencia acrítica de los civiles. La precarización del trabajo y las condiciones materiales, el imperativo y mantra, de la inevitabilidad de los acontecimientos políticos y decisiones económicas, y la fuerza objetiva de la historia,  nos conduce a un "Destino del Hombre", un destino planificado y construido, determinado y pre-fabricado por intereses y lógica del capital. Fundado en la necesidad de supervivencia y beneficio, del sistema productivo, distributivo de riqueza y consumo de mercancías, sin que el "miedo al rojo" resucite.

Veo una radicalización mayor: las presiones de la COE en favor del despido libre, la destrucción de un sistema educativo, imposibilitando el acceso a las clases proletarias y obreras al mismo, y eliminando las oportunidades de ilustración educativa. Ampararse en la realidad y el devenir objetivo y determinista de la historia y  situación política artificial y pre-fabricada en conveniencia, para legitimar y justificar sus decisiones políticas altamente ideológicas, ideología que nos sume en formas de dominación y opresión difíciles de combatir, ya que son hegemónicas y comunes en el centro de la gobernanza europea, en una Europa que ha perdido la razón, la conciencia y la libertad, como he venido reivindicando en este artículo y creo que los sujetos componentes de la sociedad deberíamos retomar.

 De ahí, la necesidad de diálogo, debate e interpretación de la tradición humanista, una política humanista que ponga la razón pura de los fines, en el centro del debate público, y al "hombre", como centro y núcleo de la política, y por lo tanto, de su destino. Y no, en instituciones automatizadas, conciencias de la gobernanza mediatizadas e instruementalizadas, estructuras tecnificadas y discursos cientifistas performativos, debemos pues, recuperar, por obvio que parezca, el programa político gadameriano, o como lo llama Habermas: "la urbanización de la provincia heideggeriana" .










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