domingo, 7 de abril de 2013

La Inquietante Estetización de la Política



Tomo prestado, la clásica fórmula política de W.Benjamin "la estetización de la política"  para poder entender y explicar el fenómeno de las ideologías nacionalistas emergentes y existentes que nacen y se mantiene con fuerza y persistencia en las sociedades del siglo XXI.

 Donde sometidas a la universalización ideológica, democrático- liberal que propone el capital, la globalización económica "transnacional", la hegemonización mediática y la alienación técnico-tecnológica  parecen en un primer momento suponer, la supresión y eliminación de cualquier tentativa ideológico-política localista, territorial, fragmentaría y segregacionista, en definitiva cualquier tipo de nacionalismo o forma política emotivo-populista que oponga resistencia a los golpes del mercado, como si el poder del capital pudiera extenderse e invadir el espacio político de una sociedad "folklorizada",  para adormecer y esterilizar cualquier comunidad vinculada étnica-mente, racial-mente u orgánicamente, como sí el capital fuera más poderoso y eficaz que las raíces y el sentimiento de pertenencia a una tierra, cultura o estética nacional.

Así pues, "la estettización de la política" es un fenómeno que se produjo en el siglo XX y que dura hasta nuestros días, un proceso de "neutralización" del discurso político, de la palabra y el argumento incisivo en el espacio público de aparición, tras el fenómeno nacionalista se produce una limitación de la autonomía para decidir aparecer en el ámbito de lo político, condenado a vagar por el túnel de la heterodoxia y en la oscuridad de la  herejía, del paganismo ideológico anti-nacional, convirtiéndose así cualquier voz crítica, en una entelequia, y su discurso en un maniqueísmo irracional, siendo su posición un arquetipo demonizado por la razón de estado, que rechaza aquello que no juega a favor de la construcción de una nueva estructura de gobierno generada y fundada como nuevo orden político, algo utópico e ilusorio.

El nuevo "orden estetizado" a secuestrado todo el espacio político, condenando al silencio, la invisibilidad y la marginalidad a quien no se adecue o subordine a la hegemonía;  posee todas las estructuras e infraestructuras de poder, la burocracia, las fuerzas represivas y ejecutoras, las legislativas, administrativas, judiciales y funcionariales, todo el aparato y dispositivo en una carrera hacia un único fin y un único propósito, alcanzar una mal llamada autonomía, conformando así un estado de "despotismo ilustrado", un "todo para el pueblo, pero sin el pueblo, porqué nosotros sabemos la verdad y lo que les conviene"

Que claramente se disfrazará de  república democrática, que como muy bien decía Marx en El 18 Brumario de Luís Bonaparte, la república no es más que la forma política subversiva  de una sociedad burguesa, y de despotismo de una clase dominante (Burguesía en sus distintas formas contemporáneas)  que oprime y subordina a otra más débil (obrero-proletaria), en aras de un estado mayor, mejor y más justo y libre, ilusiones y falsas esperanzas que provienen de ese esfuerzo por constituir un aparato estético, repleto de valores, virtudes y principios de plenitud, belleza y simbolismo trascendente, de sentido y significados que solo cabrán en descripciones y definiciones teóricas para el arte y no para articular un discurso político o entrar en el espacio público de la realidad más inmediata y urgente, en la que todos esos conceptos e ideas se convierten en utópicos, entelequias,  maniqueísmos y luces de bengalas; ya que son meras construcciones en el aire, meras ideas fenoménicas y estéticas que olvidan y anulan el discurso de ideas políticas arraigadas y subordinadas -ya sea en una visión más "pragmátista-utilitaria" o "metafísico-antropologíca"- de la realidad pública y la política más inmediata e inmanente a la necesidad.

Véase pues, que el nacionalismo catalán, una "ideología estetizada", no puede ser combatido ni por cualquier otra ideología, puesto que será demonizada, neutralizada y estigmatizada, ni mucho menos por el capital, que será un medio y un modo de realización, reconocimiento y auto-afirmación de un proceso vendido como mercancía y producto en un sistema global, capitalizado y sometido a las leyes de la demanda y la compra venta, en que el fenomenismo y apariencia estética serán su legitimización y justificación, su único criterio de admisión como forma política del nuevo orden global, en que cada vez más, los nacionalismos, localismos, sociedades orgánicas, y demás abstracciones irracionales serán configurados como un  producto más, una forma de hacer negocio, un nuevo almacén para las tripas del mercado libre.





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