miércoles, 4 de septiembre de 2019

Si hubiera cuentos para niños

Retablo de la niñez. Ya de adulto la infancia, convencionalmente, es un inmenso retablo de altos colores donde solo juega la eternidad. Y todo es, inicialmente, blando y redondo. No se conoce el límite, la finitud o la caída, la vida no existe como mortalidad, dado que todavía no se han impuesto, poco falta, breve es el día y su luz, los contundentes mandatos de la madurez y el adulto: Memento mori: ¡recuerda que morirás, recuerda que has de morir! En el modo educativo actual: la vida como condena a muerte: ¡tienes que morir, la muerte es lo más natural del mundo ¡vas a morir, es ley de vida ¡todos nos moriremos algún día ¡hay que asumir la propia muerte y la pérdida de los otros ¡hay que superarlo, pasar el duelo, y aprender! Y si se les ha iniciado en la excelencia y la sofisticación cae la asombrosa sentencia de Platón, capaz de pasar al instante del fuego al hielo: "filosofar es aprender a morir", o lo de Heidegger: "el hombre es un ser para la muerte". Como hay cosas que no se pueden decir, negar o rechazar en el mundo adulto sin el riesgo de caer en una patética demagogia existencial es bueno recurrir a viejos trucos: escribir un cuento. Cuentos de hadas, reconvertidos en infantiles; allí donde los hombres, y sus leyes, no caben ni cuentan, ni viven, ni se les espera, y solo dios y los animales pueden comunicarse con los niños. Un cuento, para hablar libremente.

Primeras notas para un cuento infantil:

Nota 1.
La muerte no existe, dice un niño con el cubo lleno de agua en la playa:
los niños del cuento, en el bosque, se preguntan, muy extrañados, inquietos, tiemblan sus espada, y excitados por el olor de la sangre, ante el cuerpo desfallecido del dragón que no sopla llamas: ¿Quiénes son los que mueren, ¿quiénes son los que han de morir?

Nota 2.
En las verdes praderas no existe la nostalgia:
¿por qué me hacéis vivir si sabéis que voy a morir? que voy a vivirme muriendo?

Nota 3.
Un rayo de sol, sol rojo, cruza su todavía tierno rostro, al terminar, sombras, ya es hombre, ha perdido la inocencia:
yo pensaba que la verdad me haría invulnerable y poderoso; realmente feliz; hasta que dijeron que quien dice verdad vive con el castigo y la pena; que la verdad no se impone por si misma.   

Nota 4.
Los primeros pasos del niño, de pie, en la parcela ajardinada, plantando cara al mundo, señala el rosal, ¿por qué se arrugan los pétalos de rosa?
que se muere y se mata por las cosas que no existen, que por las cosas que existen casi nadie vive, muy pocos las recuerdan.

Nota 5.
que no existe el derecho a ser amado; ni la obligación de amar a quién no quieres, o no se puede

Nota 6.
que la verdad no es bella, que la belleza no es verdad.

Nota 7.
que no se soporta la libertad de los otros.

Nota 8. 
mi objetivo es desbordar la muerte con este cuento, abrumarla, acosarla, hostigarla y odiarla, contando una bella y educada historia; hasta reducir la muerte al olor de la ratas y que no intente sabotear la vida con vanos espejismos de serenidad ante el fin.

Nota 9.
que la muerte no existe.

Ayer lloré, y mucho; esta tarde del 4 de septiembre de 2019 tendré una largo conversación con el niño, una conversación de cuento conmigo mismo, yo y el niño, para perderle el miedo a la vida.











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