sábado, 20 de julio de 2019

El caso de un hombre que bebiendo cerveza tibia andaba con sus ligeros tejanos cortos y ajados los pies descalzos y un libro difícil entre las manos por un río de agua helada bajo dulces nubes de algodón rotas por el sol cuyos blancos rayos atravesados iluminaban el pedazo de tierra ingrávida donde tumbado en las calurosas tardes de verano sobre un campo de hierba fresca recién segada tarareaba por extrañas alegrías y divertimentos vanos con los labios finos chicos y pegados canciones de amor y guerra hasta que un día de mañana se quiso rey y le miró un perro de las esquinas con ojos enfermos de hambre metáfora perfecta pensó de la ausente chica de ojos negros y vacíos sentada paciente y tierna en la roca de nuevo del rio y no pudo más y caída la noche se autoconfesó harto e hinchado de tanto viento:


 Ellos me miran, confiados, y creen que existo.

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