sábado, 23 de junio de 2018

Puertollano, ¡yo soy tu hombre!

Verónica Puertollano @ver_puerto Hace 19 horas :
<< A algunos hombres: no sé si lo hacéis para ligar, no perder onda o sois idiotas, pero aceptar que hay un potencial violador en todos y cada uno de vosotros puede tener consecuencias. Y no os hará ni p gracia cuando en la cruda no se hagan distingos con vosotros. >>
 
Yo soy un Puertollano.
No dejo que nadie, especialmente ninguna ceporra convencional y posmoderna, me utilice como saco de boxeo ni me estigmatice prejuiciosamente, ¡ni como axioma! Nadie vulnerará la inocencia de mi tierno y apasionado corazón, haciendo ver que descubre en mi naturaleza* la malignidad y perversión congénita de mis latidos, como un sangre sucia de la historia. Esta pretensión de ir por la vida y ante las mujeres, pecado a cuestas, con la señal de Caín pegada en los muslos, la frente y el alma si existiera, me repugna. Este bochornoso imperativo metafísico:  "llevo al violador dentro, en potencia" (me recuerda, salvando las distancias, "el Eichmann que todos llevamos dentro" y el desfallecimiento de Arendt ante esos estúpidos congresistas) envenena con una puerilidad y esterilidad sin límites el espacio reflexivo y el debate público intelectual de este país, hoy ya convertido en erial, en lodazal. Encima, tengo la curiosa sospecha, que todas estas lenguaraces son las mocitas felices que viven satisfechas y enganchadas a su machirulo, operando con una especie de odio y culpa reprimida hacia ellas mismas, y que solo logra respirar, su opulento y narciso cuerpo, al ser arrojado lo reprimido contra los otros. Hmm... Tengo que escribir más hondamente sobre este asunto sin dejar cabos sueltos, y lo más peligroso, pulir esas puntas viciosas de la escritura... Sin embargo, Puertollano, aquí estoy, ¡yo soy tu hombre! 
 
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naturaleza puede ser sustituido por cultura en su terminología historicista: presuponiendo que es ¡mi cultura (incluso la subjetiva, bildung)! el foco de infección, el origen del pecado. Esto implica presuponer, en esta fiebre, que soy un burro capital que no detecta las vetas de misoginia que la decantación de los siglos deja en los libros que leo, clásicos o modernos, los cuadros que admiro, las películas que devoro, o la música que me mueve; y lo peor, que me determinan sin que yo sea consciente de sus paradojas y peligros. Un tipejo algo rudo que no se cuestiona los resortes invisibles (o los visibles pero despreciados) que generan y mueven la agresión, moral y sexual.  Es un asunto crucial. Su inmoralidad reside en su exageración y su universalidad: yo sólo hablo de algunas mujeres al igual que Puertollano de algunos hombres, y estas algunas siempre hablan de todos los hombres en general y absoluto. Ahí, justo ahí, en el hiperbólico todos y no en el realista y racional algunos, reside su indigencia teórica, su vagancia, su pereza, su desidia, política, y con ello su seguro y contumaz fracaso. ¡Bah!.. Gallinita, a tu corral con tus polluelos, y con tu Gallo.  

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